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La fascinante historia de la Tierra

La Tierra, por lo que sabemos, es el único hábitat con vida del universo. ¿Por qué? ¿Qué hace a nuestro planeta tan especial?

Las respuestas están ocultas en el remoto pasado de la Tierra. Para hallarlas debemos remontarnos en el tiempo, ver a los primeros humanos que deambularon por la Tierra, desplazarnos sobre continentes en rumbo de colisión, enfrentarnos a dinosaurios asesinos, sumergirnos en océanos llenos de extrañas formas de vida, sentir el frío gélido de las glaciaciones. y experimentar la furia de ataques de misiles cósmicos. Debemos viajar en el tiempo hasta alcanzar el nacimiento de la misma Tierra. Entonces podremos reconstruir juntos la increíble historia de nuestro planeta y descubrir por qué todo esto, todos nosotros, estamos aquí.

La formación de la Tierra. Nuestro viaje comienza hace casi 5.000 millones de años. Pero esto no puede ser verdad. No hay ni rastro de nuestro bello planeta azul.

Solo una estrella naciente, nuestro Sol, rodeada de un montón de polvo. Hemos llegado demasiado temprano, antes incluso de que la Tierra se forme. Si aceleramos el tiempo, podemos ver cómo la gravedad convierte el polvo en pequeñas rocas.

Parece casi imposible que algo tan complejo como un planeta esté hecho de nada más que polvo y rocas. Durante millones de años, la gravedad fue formando estas rocas para formar la Tierra. Uno de los al menos 100 planetas que orbitan alrededor del Sol.

Pero hace 4.540 millones de años, nuestro planeta parecía más un infierno que un hogar. Cerca, la temperatura supera los 1.200 grados centígrados. No hay aire, solo dióxido de carbono, nitrógeno y vapor de agua.

Es tan tóxico y está tan caliente, que si nos acercásemos más, quedaríamos incinerados y asfixiados en segundos. El planeta recién nacido es una bola hirviente de roca líquida. Prácticamente no hay superficies sólidas, sólo un interminable océano de lava.

Un joven planeta llamado Theia viene directo hacia nosotros. Tiene el tamaño de Marte y viaja a casi 15 km por segundo, 20 veces más rápido que una bala. La gravedad del intruso deforma la superficie de la Tierra. La onda expansiva de la colisión se alza por todo el planeta.

Es como si ambos jóvenes planetas se volvieran líquidos. Billones de toneladas de escombros se esparcen por el espacio. Pero a lo largo de mil años la gravedad opera su magia y los escombros se transforman en un anillo de polvo rojo caliente y roca que rodea la tierra.

El anillo se forma una bola de más de 3.000 kilómetros de diámetro. Estamos presenciando el nacimiento de nuestra Luna. Está mucho más cerca que la Luna que vemos en nuestro tiempo, a sólo 22.000 kilómetros en vez de aproximadamente 400.000.

El sol se alza sobre una tierra en proceso de enfriado......y se pone tan sólo tres horas después de su salida. El impacto ha hecho que la tierra gire tan rápido......que un día entero sólo dura seis horas. Los días se suceden veloces, pero la Tierra cambia despacio. Para entender el nacimiento de nuestro planeta, debemos avanzar millones de años. Una lluvia de meteoritos.

Hace 3.900 millones de años, sufrimos el ataque de los restos que quedaron de la formación del Sistema Solar. Observen estos extraños cristales que hay dentro de los meteoritos. Parecen granos de sal, la misma que usamos para las patatas fritas.

Pero dentro hay diminutas gotitas de agua. Parece que estos mortíferos misiles podrían contener el ingrediente vital de la vida en la Tierra. Cada meteorito contiene solamente una pequeña cantidad de agua, pero el bombardeo de millones de ellos durante más de 20 millones de años forma piscinas de agua. Esta se embalsa sobre terreno sólido. El núcleo de la Tierra continúa fundido, pero su superficie se ha enfriado hasta alcanzar el núcleo de la Tierra.

entre 70 y 80 grados, lo suficiente para formar una corteza. En el futuro, esta será el agua que traemos cada vez que bebamos. Cada sorbo, cada charco, cada gota de agua en los océanos tiene miles de millones de años de antigüedad.

Y podría haber viajado millones de kilómetros hasta llegar a nosotros en el interior de un meteorito. La Tierra tiene ahora un aspecto más familiar, pero sigue siendo un lugar peligroso. Ese viento es rápido, quizá más que el huracán más destructivo de nuestros días.

Es una mega tormenta, agitada por la rápida rotación del planeta. La Luna está tan cerca de la Tierra, que su gravedad resulta atabullante. Crea enormes mareas que recorren la superficie del planeta. Pero con el tiempo, la Luna se aleja, las aguas se calman y el planeta ralentiza su rotación.

700 millones de años después del nacimiento del planeta, las aguas creadoras de vida cubren su superficie. Pero no es sólo agua. Hay algo más ahí debajo, pequeñas islas, que parecen haber surgido de la nada.

Hasta que, rocas fundidas irrumpen a través de la corteza y se alzan sobre el océano. Con el tiempo, la lava se enfría y forma una isla volcánica. Así se formaron las islas.

En el futuro, se unirán para configurar los primeros continentes. Este planeta infantil está compuesto de tierra y agua. Comienza a parecerse al planeta que llamamos nuestro hogar.

Pero la atmósfera es tóxica. Y la temperatura, sofocante. Nada podría vivir aquí.

Meteoritos. Su lluvia dura desde la formación del planeta. Pero en este momento, hace 3.800 millones de años, el asalto entra en una nueva fase más violenta. Algo ha perturbado las órbitas de estos meteoritos.

Ya habían traído agua, pero ahora aportan algo más consigo. A medida que se disuelven, los meteoritos liberan sus minerales y transportan carbono y proteínas primitivas, aminoácidos del espacio exterior que alcanzan el fondo del océano. Allí todo es oscuro, pues los rayos del Sol no alcanzan más allá de 300 metros de profundidad y la temperatura es cercana a los 0 grados.

Esto debe ser un espejismo. Una ciudad de chimeneas submarinas. No es humo, sino un tipo de líquido caliente. El agua del mar se ha filtrado a la corteza terrestre a través de sus grietas. Allí se calienta y a su paso recoge gases y minerales.

La potente mezcla sale disparada de regreso al mar y crea estas torres. Si a esto le añadimos los minerales y los elementos químicos de los meteoritos, el agua se ha convertido en un caldo químico. Es imposible saber cómo o cuándo, pero de alguna forma estas sustancias químicas se unieron para generar vida. Ahora el agua está repleta de organismos microscópicos.

Estas bacterias unicelulares son las primeras formas de vida sobre la Tierra. Un momento decisivo en la formación del planeta. La vida microscópica está desarrollándose.

Pero después, durante cientos de millones de años, nada cambia. No hay progreso, ni paso adelante evolutivo. Los únicos seres vivientes son las bacterias unicelulares.

Para encontrar vidas más complejas, necesitaríamos saltar en el tiempo, a hace 3.500 millones de años y a un océano poco profundo. Parecen rocas o incluso plantas. Parecen crecer del lecho marino.

Cada una es una montaña de bacterias vivas, colonias llamadas estromatolitos. Como por arte de magia, estas bacterias transforman la luz del sol en alimento. Este proceso, llamado fotosíntesis, usa la energía lumínica para convertir dióxido de carbono y agua en glucosa.

Una forma sencilla de azúcar similar a lo que le ponemos al café. De esta transformación mágica surge un producto, un gas llamado oxígeno. Bajo el agua, poco a poco, los estromatolitos van llenando el mar de oxígeno. A su vez, el oxígeno convierte los restos de hierro del agua en óxido. Este óxido cubre el fondo marino formando depósitos de roca ferrosa.

Algún día nosotros usaremos este mineral para construir puentes, barcos y rascacielos. Sobre las aguas, el oxígeno se transforma en atmósfera. Estos estromatolitos están creando el elemento más importante para la vida en la Tierra. Sin ellos, no existiría prácticamente ninguna forma más de vida. Cuando volvamos a respirar, lo haremos gracias a estas colonias de bacterias antiguas.

Durante los siguientes 2.000 millones de años, los niveles de oxígeno continúan subiendo. Y a medida que el planeta va rotando más lento, los días se hacen más largos. Ahora duran al menos 16 horas. Estamos descubriendo que formar un planeta lleva mucho tiempo. Hace 1.500 millones de años, 3.000 tras el nacimiento del planeta, aún no hay formas de vida compleja.

Ni plantas, ni dinosaurios, ni seres humanos. Pero la Tierra cuenta con algo que ningún otro planeta de este sistema solar posee. Una fuerza con el poder de cambiarlo todo.

Nuestro planeta es una bella pelota azul salpicada de islas volcánicas. Hace 1.500 millones de años albergó una vida primitiva. Durante millones de años notamos que algo está reconfigurando las islas. Oculta bajo el océano, la corteza terrestre se ha dividido en grandes placas.

Más abajo, el núcleo de la Tierra sigue activo. Es más caliente que la superficie del Sol. Y ese calor genera movimiento en las rocas bajo la corteza.

Estos movimientos tiran y empujan de las placas por el globo y con ellas transportan islas y océanos. Transcurren millones de años, durante los cuales vemos que nuestro planeta parece activo, cambiante, vivo. Más de 400 millones de años después, se forma un nuevo y gran continente llamado Rodinia.

En las aguas poco profundas de Rodinia, los estromatolitos llevan más de 2.000 millones de años ejerciendo su magia y bombeando oxígeno a la atmósfera. La temperatura es de 30 grados centígrados y los días tienen 18 horas de duración. Pero esto se parece más a Marte que a la Tierra. Para encontrar vida tendremos que seguir avanzando en el tiempo. El estado de Washington hace 750 millones de años.

Alguna fuerza de la profundidad del océano está descuartizando la corteza terrestre. Es como si el mundo fuese a hacerse trizas. Solo hay algo con la potencia suficiente para hacer esto. El calor.

Escapa del núcleo fundido de la Tierra, estirando y debilitando la corteza. Centímetro a centímetro, año tras año, el gran supercontinente se parte en dos. La intensa actividad geológica ha generado una gran cantidad de volcanes que despiden dióxido de carbono en la atmósfera.

Hay gases y humo por todas partes. Todo ese dióxido de carbono se mezcla con agua para producir lluvia ácida. Las rocas la absorben, incluido el dióxido de carbono. En estos momentos en la Tierra hay una gran cantidad de rocas que afloraron tras la fractura del continente.

Tantas, que el dióxido de carbono es absorbido y queda preso en las rocas de la Tierra. No hay suficiente dióxido de carbono en la atmósfera para atrapar el calor del Sol y conservarlo en el planeta. En unos pocos millones de años, la temperatura baja de golpe, hasta los 50 grados bajo cero. Este páramo helado es el sur de Australia hace 650 millones de años. Es el comienzo de lo que los científicos denominan la teoría de la Tierra bola de nieve.

Un periodo que creen fue la más larga e intensa edad de hielo que ha sufrido el planeta. Un vasto muro de hielo de miles de metros de altura. El hielo es imparable.

Cuanto más hielo, tanto más se refleja la luz del Sol hacia afuera del planeta, y tanto más rápido se propaga el hielo. Hay una segunda capa de hielo igual de alta. Ambas se extienden desde los polos, la una hacia la otra para encontrarse en el ecuador. En estos momentos todo el planeta se haya envuelto en una capa de hielo de 3 kilómetros de altura.

Primero, el planeta fue una bola de fuego incandescente. Ahora es una bola de hielo. Prácticamente toda la luz solar y el calor se refleja y vuelve al espacio.

Pero nada dura para siempre. Algo debe liberar a la Tierra de esta prisión helada. Y cuando lo haga, quién sabe si la vida habrá sobrevivido por debajo del hielo. La superficie está helada, pero el núcleo sigue estando a temperaturas más altas que el Sol.

Los volcanes llevan entrando en erupción desde que el mundo comenzó a congelarse, pero hasta ahora ni su calor ni su potencia han tenido efecto en el hielo. Los volcanes expulsan miles de millones de toneladas de dióxido de carbono. Antes de la gran glaciación, las rocas de la Tierra absorbían la mayor parte del CO2.

Pero ahora, con las rocas envueltas en hielo, nada absorbe el gas. Así que éste llena la atmósfera. Como una manta, atrapa el calor del sol de todo el planeta. Las temperaturas van subiendo hasta que ahora, 15 millones de años después, el hielo comienza a derretirse.

Se cree que durante el periodo de tierra bola de nieve, el hielo hundió la corteza, y que al derretirse la corteza se levantó. Esto creó unas fisuras y puntos débiles, y más y más volcanes. Los volcanes liberan más dióxido de carbono, y hacen que la temperatura ascienda aún más.

El fundido alcanza su punto álgido. Los niveles de oxígeno se disparan. Gracias a una serie de reacciones químicas, el hielo ha creado oxígeno.

Mientras el planeta estaba congelado, los rayos ultravioletas del Sol reaccionaron con las moléculas de agua en el hielo, para producir un compuesto químico rico en oxígeno. Es el peróxido de hidrógeno, el mismo producto con el que nos aclaramos el cabello. Ahora...

Mientras el hielo se derrite, el peróxido de hidrógeno se descompone y libera enormes cantidades de oxígeno. La Tierra está despertándose. Y es un lugar muy diferente.

En ese momento, hace 600 millones de años, En los últimos años, la atmósfera es más cálida, como en un día de verano. Y los días duran alrededor de 22 horas. Si le añadimos toda esta agua, obtenemos la receta perfecta de la vida.

Antes de la Tierra bola de nieve, las bacterias primitivas habían surgido en los océanos. Pero es seguro que no podrían haber sobrevivido a una edad de hielo 75 veces más larga que toda la historia de la humanidad. Si algo ha perdurado, el lugar donde probablemente habrá más vida es donde la vimos por última vez. En el océano.

En ese momento, hace 540 millones de años, en un océano lleno de oxígeno, esas bacterias primitivas han evolucionado. Un puñado de ellas debe de haber resistido a la gran helada. Hay plantas por todas partes.

Y algo más. Parece algún tipo de babosa de escleritos. Se llama Wigwaxia, un ejemplar de una nueva generación de organismos complejos multicelulares. Estamos entrando en uno de los periodos más dinámicos de la historia de la Tierra, la explosión cambriana. Los crecientes niveles de oxígeno permiten que las criaturas crezcan y desarrollen esqueletos óseos.

Hay gusanos, esponjas y esto. Son trilobitos, parientes lejanos de los insectos, las langostas e incluso los escorpiones. La vida en los océanos florece. De las bacterias microscópicas, monstruos como este. Es un Anomalocaris.

Mide unos 60 centímetros de longitud. Fíjese en sus grandes ojos, sus dientes afilados como cuchillas y sus ávidas extremidades. Lo único que el anomalocaris tiene que hacer es agarrar su botín.

El trilobito no puede darse la vuelta y su abdomen blando queda expuesto. Estas son picayas. Solo miden unos 5 centímetros de largo, pero poseen lo que podría ser la primera espina dorsal. Durante millones de años, la sencilla estructura de esta criatura evolucionará hasta convertirse en la espina dorsal que hoy nos permite erguernos.

Nos sumimos en el océano esperando encontrar ruinas de vida. En vez de eso, hemos entrado en un mundo rebosante de vida, en el que los trilobitos surgan en los desperdicios y los monstruos merodean. Las criaturas comienzan a adoptar aspectos familiares.

Bajo las olas existen decenas de miles de especies animales y vegetales. El progreso de la vida parece imparable. Buscamos vida sobre tierra firme. Hace 460 millones de años las placas vuelven a moverse.

Por debajo se halla un nuevo continente, Gondwana, con una cálida temperatura de 30 grados y niveles de oxígeno próximos a los actuales. Estas tierras deberían estar cubiertas de plantas y de criaturas reptadoras, pero no hay mucho, salvo unas cuantas formaciones de algas. Solo hay una explicación. El Sol, cuya mortífera radiación inflama la superficie.

Las formas de vida compleja que hemos visto en el océano, no tienen posibilidades en tierra firme. Pero 50 kilómetros más arriba, donde los rayos penetran en la atmósfera de la Tierra, algo extraño está sucediendo. Cuando el oxígeno se topa con la radiación del Sol, se transforma en otro tipo de gas llamado ozono. Este gas forma un manto alrededor de todo el planeta. Esta capa de ozono absorbe la radiación letal.

Unos 120 millones de años después, la capa de ozono comienza a espesarse y consigue evitar que más y más cantidades de radiación lleguen a la superficie de la Tierra. Sin el ozono, la vida en Tierra firme no existiría. Ahora, escudada de la radiación, la vida florece.

Estos pequeños fragmentos musgosos son las primeras plantas de tierra. Al expulsar más oxígeno, los niveles de este gas se elevan con rapidez. Hace 375 millones de años. Hay algo ahí abajo, en el agua. Se mueve.

Nada. Es un pez extraño llamado Tiktalik. Su cuello le permite incorporarse. Usa sus aletas como si fueran patas.

Y sale del agua, donde la vida vegetal está en su apogeo. Durante más de 15 millones de años, estas criaturas llamadas tetrápodos evolucionan. Sus extremidades se fortalecen y van pasando más y más tiempo fuera del agua. Hasta que hace 360 millones de años hacen del suelo su hogar. Todos los vertebrados cuadrúpedos evolucionarán de una criatura así.

Dinosaurios, aves, mamíferos... Y finalmente usted y yo. Miremos donde miremos, hay musgos y helechos, algunos de al menos 30 metros de altura. Es una semilla llevada por el viento.

Hasta ahora las plantas se han reproducido por medio de esporas, partículas unicelulares que necesitan mucha agua para sobrevivir y crecer. Pero esta semilla se encuentra a kilómetros del agua. Esta planta embrionaria lleva el agua y el alimento que necesita consigo. A diferencia de una espora, esta semilla puede sobrevivir lejos del agua durante meses, incluso años.

Las humildes semillas propagan la vida por todo el planeta y todos estos árboles y matorrales expulsan aún más oxígeno. Podríamos pararnos aquí y tomar aire. Aquí podríamos vivir en este momento. Hemos recorrido un largo trecho desde aquel montón de polvo y rocas ardientes a un planeta azul y verde rebosante de vida. Todavía no hay humanos, pero sí peces, plantas y esto.

Es una libélula, una libélula del tamaño de un águila. Este gigante se llama Meganeura. Sus antiguas patas han evolucionado para convertirse en alas, las cuales amplían el territorio de caza de la libélula a una zona extensa.

Hay mil pies, arañas, todo tipo de bichos. Estas criaturas denominadas artrópodos fueron de las primeras en pisar tierra firme. Llevan aquí cientos de millones de años. Son casi idénticas a los bichos que en nuestros días invaden nuestras casas.

Salvo una gran diferencia. Como la Meganeura, son monstruos. Hemos irrumpido en un mundo perdido de gigantes, en el que los mil pies tienen dos metros de largo y los escorpiones son del tamaño de lobos.

Todo el oxígeno de la atmósfera permite que sus sistemas respiratorios sean más eficaces, lo que facilita el crecimiento de sus cuerpos. El Ilonomus, una criatura con aspecto de lagarto. Las criaturas que hemos visto hasta ahora ponían sus huevos en el agua.

Sin embargo, estos huevos contienen todo el agua y los nutrientes que las crías de Ilonomus precisan. Los bebés se crían en su propia laguna autónoma. El huevo constituye uno de los principales avances evolutivos. Ahora los animales pueden dejar el agua y conquistar el continente. Esta cría de Ilonomus liderará el avance.

Es un nuevo tipo de criatura. Un reptil. Inevitablemente, la vida conlleva la muerte.

Hay tanta materia vegetal muerta que se amontona y degenera en densas capas de materia putrefacta. Durante cientos de millones de años, las rocas cubrirán estas capas. El calor del núcleo de la Tierra y la presión de las rocas que hay encima, transformarán las plantas muertas en vetas de carbón. Cada pedazo de carbón que quemamos para calentar nuestras viviendas y hacer funcionar nuestras centrales energéticas está compuesto por plantas que perecieron hace 300 millones de años.

Oculta entre la materia en descomposición, surge más vida. Enseguida las semillas germinarán, las plantas crecerán y este páramo revivirá. La vida parece haber conquistado el planeta. Una manada de criaturas basta en las praderas siberianas.

No son dinosaurios y no pisarán la tierra hasta dentro de 20 millones de años. Pero son grandes. La evolución ha dado un gran salto adelante. Los pequeños lagartos que vimos antes son ahora reptiles gigantes.

Esos son escutosaurios, unos parientes lejanos de las tortugas. Son herbívoros. Si los herbívoros parecen tan duros, los depredadores deben de ser muy agresivos. Es un gorgonópsido, una máquina asesina prehistórica perfectamente diseñada.

Los dientes como sables del gorgonóxido han herido al escutosaurio. El depredador vigila a su presa, que va debilitándose debido a la pérdida de sangre. Hasta que, un momento, se retira. Algo raro está pasando. El terreno se calienta.

Debe de haber una presión enorme bajo la superficie. Hay lava, pero no proviene de un solo volcán. Todo el entorno está en erupción.

Es una riada de basalto. Una descomunal columna se alza desde el interior de la Tierra, empujando la roca fundida a través de fisuras en la corteza terrestre. El exuberante paraíso es ahora un infierno inerte. Los escutosaurios y los gorgonópsidos están muertos. Son las primeras víctimas en la mayor extinción en masa que el mundo ha presenciado.

La extinción permiana. En la otra punta del continente de Goduana, es como si nada hubiese pasado. Nieva, aunque la temperatura sea de unos 20 grados centígrados. No es nieve.

sino ceniza que cae proveniente de erupciones a 16.000 kilómetros de distancia. La ceniza incandescente asfixia y mata animales por todo el mundo. La atmósfera está llena de dióxido de azufre de las erupciones.

Cuando llueve, el gas se transforma en ácido sulfúrico y quema todo sobre lo que cae. Al principio parecía que se trataba de un desastre local, pero ahora es global. Las erupciones siberianas aumentan los niveles de dióxido de carbono de la Tierra. La atmósfera se recalienta. El agua se evapora.

Y la vegetación perece. Pensamos que por fin la vida se había consolidado en el planeta. Pero parece que nos equivocamos. No quedan signos de vida en el continente.

Aunque en los océanos... Esto no puede ser cierto. Los océanos se están volviendo rosas.

Y las plantas, los trilobitos, los depredadores, todos han desaparecido. Todo excepto estas algas rosáceas. La nueva atmósfera más caliente debe de haber calentado los océanos privándoles de oxígeno.

Ahora nada, salvo las algas, sobrevive en las aguas estancadas. Las erupciones de Siberia están transformando todo el planeta. Nada, ni siquiera el fondo más profundo del océano, queda fuera de su alcance. Fíjense, burbujas.

Pero no es oxígeno, sino metano, que escapa de los grandes depósitos de este gas bajo el lecho marino. El metano es un gas de efecto invernadero, al menos 20 veces más mortífero que el dióxido de carbono. Hasta ahora, este gas había estado congelado, pero a medida que la temperatura del mar aumenta comienza a derretirse.

Liberado a la atmósfera, este potente gas hace subir las temperaturas aún más. Hasta casi 40 grados. Seis más que antes de las erupciones siberianas.

Ahora, incluso las criaturas que han sobrevivido están condenadas. Han transcurrido 500.000 años desde las primeras erupciones. Durante todo este tiempo, casi medio millón de años, la lava ha estado vertiéndose. Ahora cubre una superficie equivalente a la de los Estados Unidos, con una capa de roca fundida de 6 kilómetros de profundidad. El 95% de la vida ha sido liquidada.

Solo sobrevive un puñado de criaturas, gracias a que consiguieron refugiarse bajo la faz de la tierra y alimentarse de cualquier cosa. Pero todo lo demás está muerto. Hace 250 millones de años regresamos al punto de partida, un planeta inerte, casi.

Han pasado 50 millones de años desde que prácticamente toda la vida de la Tierra fue eliminada, y el planeta se ha transformado. Hace 200 millones de años, sólo existe un supercontinente llamado Pangea, que se extiende de polo a polo. Después del trauma de la extinción en masa, el planeta está curándose.

Las temperaturas se estabilizan, la lluvia ácida está neutralizándose y la vegetación regresa. Con el 95% de toda la vida de la Tierra desaparecida, el terreno está listo para el surgimiento de una nueva especie. Una especie que dominará el planeta como ninguna otra lo hizo ni ha hecho desde entonces.

Los dinosaurios. Estos dinosaurios se llaman amosaurios. Como todos sus congéneres, han evolucionado a partir del puñado de reptiles que sobrevivió a la extinción perniana.

Tienen cuatro metros y medio de altura y su tamaño los hace lentos y vulnerables. Un dilofosaurio. Dos de ellos. Son pequeños y veloces. El amosaurio es demasiada comida para un dilofosaurio, pero no para dos.

Los dinosaurios han repoblado la Tierra. Pero ninguna especie puede someter a este planeta inquieto y volátil. La corteza terrestre está adelgazando en este punto.

Está expulsando lava y tiembla con los terremotos, como si estuviese siendo tensada por una fuerza invisible. Y lo mismo sucede, hasta lo que después será la costa este de América del Norte. Las placas terrestres están de nuevo en movimiento. Hace 190 millones de años, el gran supercontinente de Pangea se rompe. Una gran porción de territorio se ha separado......y ha creado un hueco que se rellena con un nuevo océano denominado Tetis......que se extiende sobre lo que hoy en día es Oriente Medio.

Las corrientes empujan los nutrientes hacia las aguas costeras......que bañan los actuales Irán, Irak y Arabia Saudí. Y estos nutrientes atraen peces, a millones de ellos. Con tanta vida, también llega la muerte. Los peces muertos y el plácton alfombran el lecho marino. Durante los próximos 10 millones de años, capas de roca enterrarán y calentarán a las criaturas muertas.

Los peces y el plácton antiguo se convertirán en petróleo. Cada litro de combustible de nuestros coches. Cada pieza de plástico del planeta. La pintura de nuestras paredes, la moqueta bajo nuestros pies, incluso el jabón con el que nos lavamos, casi todo eso se originó de esta forma.

Hace 180 millones de años, la parte oeste de la plataforma de América del Norte sigue alejándose de la plataforma euroasiática. Ocurre con lentitud, unos 2,5 cm por año. La misma velocidad a la que crecen nuestras uñas. Pero si volvemos a saltar en el tiempo, vemos que hay un nuevo océano. Así como nuevos continentes.

Montreal se aleja de Marrakech. Y Nueva York de África Occidental. El mundo tal y como lo conocemos está tomando forma. La separación entre los dos continentes se rellena creando un gran océano, el Atlántico. Y en el medio, un volcán.

Ya hemos visto moverse a las plataformas. Sabemos que se debe a las corrientes profundas que hay bajo la corteza terrestre, un proceso continuo que está teniendo lugar allí abajo en ese mismo momento. Todo el lecho marino se ha partido en dos......y a lo largo del mismo ha surgido una cordillera de montañas y volcanes......que crece más alta que el Himalaya y más larga que las montañas rocosas.

Aquí el agua está caliente......ya que la lava sale despedida desde el interior de la tierra. A medida que se enfría, crea una nueva cordillera montañosa y un nuevo lecho oceánico. Eso es lo que rompe Pangea, produce la separación de las plataformas y reconfigura nuestro mundo. Es esta actividad geológica la que hace de la Tierra un lugar creativo, incansable, único.

Cada vez que el planeta se reinventa, los supervivientes deben adaptarse y evolucionar. Cosas como estas. Son ictiosaurios. Sus antepasados reptiles vivieron en tierra firme, pero cuando el planeta cambió, ellos también lo hicieron. Les crecieron aletas y se trasladaron al recién creado Océano Atlántico.

Este mide 6 metros de largo y es rápido. Se mueve a unos 40 kilómetros por hora. Es la criatura más rápida del océano, el depredador más eficaz, y durante 50 millones de años dominó los mares del planeta. Pero ahora hay un nuevo aspirante a la corona.

El pliosaurio. Más largo que un autobús y tan pesado como un camión. Sus mandíbulas son inmensas, ocho veces más potentes que las del gran tiburón blanco.

Y sus dientes miden 30 centímetros de largo. La Tierra y las criaturas que la habitan han cambiado hasta ser irreconocibles. Lo que antes era tierra firme, ahora es el océano Atlántico.

Fue en este mismo punto donde pudimos ver al amosaurio pastar y al dilofosaurio perseguir a su presa. El mundo de los dinosaurios es ahora diferente, pero estos animales son tan dominantes como antes, parecen invencibles. Este es un mamífero parecido a la musaraña que ha evolucionado desde un pequeño número de mamíferos que sobrevivió a la extinción en masa de hace 185 millones de años.

Es una de las presas de los dinosaurios, por eso la mayoría de los mamíferos vive en los árboles o bajo tierra y solo sale por la noche. Los mamíferos no son una amenaza para los dinosaurios. Nada sobre la Tierra puede desafiar su poder. Nada sobre la Tierra.

Es un gran fragmento de roca, muy grande. Este asteroide tiene 10 kilómetros de diámetro, es mayor que el monte Everest y viaja a más de 70.000 kilómetros por hora directo hacia la Tierra. Se dirige al Golfo de México, justo al lado de la península de Yucatán. Se mueve tan rápido, que como pestañeemos nos perderemos el impacto, a menos que ralenticemos el tiempo. En una fracción de segundo, el mundo cambiará para siempre.

En el instante del impacto, el asteroide tiene una altura de casi 11.000 metros, la misma a la que vuelan los aviones de pasajeros. El asteroide golpea con una fuerza tan inmensa, que destruye todo lo que toca. Incluso el propio asteroide se desintegra al momento. El impacto desencadena la energía equivalente a millones de bombas nucleares.

Ningún lugar es seguro, ni siquiera aquí arriba. Algunas de estas grandes rocas son del tamaño de manzanas de edificios enteras. La onda expansiva se extiende desde la zona del impacto como la metralla después de una explosión. Minutos después del impacto, a miles de kilómetros de donde cayó el asteroide, la Tierra se ve sometida a un ataque desde todos los flancos. Lluvias de rocas.

Terremotos que hacen temblar el suelo. Y tsunamis que castigan las costas. Pero la arremetida sólo acaba de comenzar.

El penacho de lava y polvo se extiende y envuelve todo el planeta. El cielo entero actúa como una gigantesca lámpara solar. La superficie de la Tierra se calienta hasta los 275 grados.

Y la vegetación comienza a inflamarse de forma espontánea. Incluso meses después del impacto, el humo y las cenizas aún bloquean los rayos del sol. Con menos luz solar, las plantas mueren y los animales que se alimentan de ellas perecen de hambre.

Contra esta avalancha, cuesta pensar que algo pueda sobrevivir. Hace 65 millones de años, el impacto ha apedreado, quemado y hecho estallar a los dinosaurios. Su reinado de 165 millones de años ha llegado a su fin.

Pero el fin de los dinosaurios es una oportunidad para otras especies, los mamíferos. Al vivir bajo tierra se han salvado del fuego y del calor. Y al comer de todo pueden prosperar mientras especies con dietas más selectivas mueren. Estos son los inesperados herederos de la corona de los dinosaurios.

Una historia termina y otra comienza. Con los dinosaurios eliminados, esta podría ser la oportunidad de nuestros ancestros. Hace mucho tiempo que los dinosaurios se extinguieron.

El planeta se encuentra en paz. En este nuevo mundo, nuestros antepasados mamíferos evolucionan. Hace 47 millones de años, este lago situado en la actual Alemania......debería ser el lugar perfecto para localizarlos. Este no es como los mamíferos que vimos antes, sus ojos y su cerebro son mayores. Esta es Ida, o Darwinius massile.

No se parece en nada a nosotros, pero las pruebas fósiles de nuestro tiempo nos muestran que estas criaturas podrían haber evolucionado hasta convertirse en monos, simios y al fin humanos. Estamos asomándonos a 47 millones de años de evolución, al que podría haber sido uno de nuestros primeros antepasados conocidos. Este lago está sobre el cráter de un volcán que escupe un gas nocivo. El mismo lago que acabó con ella, la conservará en sus profundidades sin oxígeno.

Algún día, cuando el agua se retire, e Ida quede fosilizada en piedra. La descubriremos y contemplaremos a este primitivo primate, como el posible primer comienzo de nuestra propia historia. La historia de la vida humana. Estamos más cerca de entender cómo todo lo que hemos visto, desde las bacterias del océano a los roedores subterráneos, pasando por los peces andantes, lleva hacia nosotros. Y también comenzamos a entender cómo se formó nuestro planeta.

Hace 47 millones de años, la atmósfera se parece mucho a la nuestra. La temperatura es de 24 grados centígrados. El día dura un poco menos de 24 horas. La Tierra a la que miramos ahora es casi idéntica al planeta que llamamos nuestro hogar.

Casi. Las placas de la Tierra vuelven a moverse con los continentes a sus espaldas. La India se traslada al norte, hacia Asia. Las plataformas india y asiática se unen en un combate titánico.

Ninguna gana. Ambas comienzan a engarzarse. Lo que una vez fue lecho oceánico se levanta a lo largo de una línea de 2.500 kilómetros. Una enorme cordillera se alza. 1.500 metros.

4.500 metros. Más de 8000 metros. Son los montes del Himalaya.

Y aquí la tenemos. La montaña más alta de todas. El Everest. Su cumbre alcanza la corriente de aire de la Tierra y está a la misma altitud que la del vuelo de los aviones de pasajeros.

Del agua derretida de sus picos se forman grandes ríos. El Ganges, el Indo, el Yansé y el Río Amarillo. El Himalaya es como una torre elevada de agua. Un día sus ríos proporcionarán agua a casi la mitad de la población humana del mundo. Hace 20 millones de años, este es nuestro planeta.

Con todos los continentes y océanos tal y como los conocemos. Pero solo falta una cosa. Nosotros.

La raza humana. Para que los humanos evolucionen, algo en algún lugar de la Tierra debe cambiar antes. A lo largo de la costa esteafricana, entre las placas que hicieron chocar a la tierra, se abre una enorme grieta. La grieta se extiende a aproximadamente 6.000 kilómetros.

A lo largo de su extensión, las montañas crecen. Ahí está. Parece un simio, no un humano. Podría permanecer en estos árboles para siempre, pero el mundo está cambiando.

Las montañas actúan como un muro que impide que la humedad del océano índico pase al interior del continente. Cada vez hacen más calor y el clima es más y más seco. El frondoso bosque húmedo se está convirtiendo en una árida sabana.

Este nuevo clima más cálido destruye el hábitat de estas criaturas. Y las obliga a internarse en el continente en busca de comida y a dejar de restregar los nudillos contra el suelo como simios y a ponerse de pie y caminar sobre dos pies. Es el paso más importante de la historia de la humanidad. Esta cordillera paralela a la costa de África Oriental, podría ser la razón de que caminemos sobre dos pies.

Parece increíble que el movimiento al azar de dos plataformas de la Tierra pueda haber desencadenado una sucesión de acontecimientos que desembocaron en la aparición de los primeros humanos. Un hombre y un niño. Esta podría ser una escena de nuestro tiempo. Pero se produjo hace un millón y medio de años. Esta es una temprana especie humana denominada Homo erectus.

Y estas son las primeras huellas de pies como las nuestras. Las civilizaciones pasadas y presentes, todos los seres humanos que han vivido, los mayores inventos, las ideas más ingeniosas... La historia humana en todo su esplendor y complejidad comienza aquí y ahora.

El clima vuelve a cambiar. Hace 70.000 años el nivel de las aguas descendió. La separación entre África y Arabia disminuyó hasta los 13 kilómetros. El Mar Rojo es estrecho y poco profundo, lo bastante para permitir que este pequeño grupo lo cruce y salga de África. Pertenecen a una especie humana posterior conocida como Homo sapiens.

han logrado cruzar. Los científicos creen que todo el mundo más allá de África fue poblado por los descendientes de estos pocos cientos de individuos. Con el transcurso del tiempo, nuestros antepasados se reproducen y se propagan por India.

Y desde allí al resto de Asia y a Europa. Pero mientras los humanos se dirigen al norte, una gigantesca barrera de hielo viaja hacia el sur. Europa hace 40.000 años. Nuestros ancestros los Homo Sapiens, Están llegando a más partes del mundo, donde encuentran que el planeta está cambiando con rapidez, se está enfriando.

Deberíamos estar en pleno verano pero las plantas están heladas y los ríos congelados. Los cambios naturales en la órbita terrestre, los niveles de CO2 y las corrientes de agua caliente del planeta, conspiran para hacer que la temperatura de la Tierra descienda. La Tierra y sus habitantes entran en una edad de hielo. Glaciares tan altos como rascacielos invaden el hemisferio norte a un paso de 30 centímetros al día.

Lentos pero inexorables, reconfiguran el paisaje a medida que lo ocupan, horadando grandes depresiones. El planeta nunca tendrá el mismo aspecto que antes. Ahora, hace unos 20.000 años, la glaciación se detiene.

Gran parte del hemisferio norte está cubierta de mantos de hielo de hasta 2,5 km de espesor. Con billones de litros de agua convertidos en hielo, el nivel del mar desciende. Hace 20.000 años, una franja de tierra emerge en el mar que separa Siberia y Alaska. Es un puente entre dos grandes continentes.

Una puerta que franquean los humanos desde Asia a un nuevo mundo, América. Es el último gran continente colonizado, la última gran migración humana. En algún punto de ahí abajo, se encuentran los primeros americanos. En ese momento, hace 14.000 años, los cambios que provocaron la glaciación, se invierten.

Al retirarse, los hielos dejan ver un hemisferio norte muy diferente. Las enormes depresiones creadas por los glaciares se llenan de agua y se convierten en los grandes lagos de América del Norte. Hace 6.000 años, el hielo regresa a los polos, al Ártico y a la Antártida. Tras un periplo de 4.500 millones de años, al fin llegamos.

Hemos regresado a casa. Este es nuestro mundo, nuestro momento. Ahora, por primera vez, podemos recomponer la increíble historia de nuestro planeta y entender el cómo y el porqué de todo lo que nos rodea hoy en día.

Desde los cielos......al agua. El ingrediente esencial de la vida. El terreno que pisamos. Y finalmente, la vida. Todo es el resultado espectacular de una cadena de catástrofes y coincidencias.

Cada triunfo, cada desastre, es un paso a lo largo del sendero que nos ha traído hasta aquí. A todos y cada uno de nosotros. A ahora. Pero la historia de la Tierra no concluye aquí.

Han ocurrido muchas cosas, pero queda mucho por llegar. La Tierra sobrevivirá durante al menos otros 4.500 millones de años más. Todo lo que hemos visto en este viaje es sólo la mitad de la historia. Imagina las maravillas, los horrores y las extrañas criaturas que le quedan por ver a nuestro inquieto y creativo planeta.

El próximo capítulo de la historia de la Tierra continúa aún sin escribir.