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Resurgimiento del Arte Novohispano

A partir del siglo XIX ha habido un singular interés por las manifestaciones artísticas generadas en el Período Virreinal de México, las cuales han inspirado numerosas obras de arte, estampas, grabados y libros. La doctora Clara Bargelini, además de ofrecernos una deliciosa y rigurosa síntesis sobre las expresiones estéticas del Período Virreinal, nos informa de las innovaciones en la investigación que hoy día emprenden los historiadores del arte. Por ejemplo, la observación de las pinturas para apreciar en ellas la invención e intencionalidad del artista pasa a un segundo plano y se privilegia el estudio de la materialidad de la obra de arte. De la estética de la monstruosidad, concepto utilizado por Edmundo Gorman en 1940 en relación a un artículo de la estética mexica, los naturales pasaron a inspirarse en estampas y grabados de obras de arte. artistas del medioevo y del renacimiento para mostrar la corte celestial, entre otros asuntos. La doctora Bargelini hace referencia al trazo reticular de la Ciudad de México, modelo para las ciudades de europeos y de los pueblos de indios. La ciudad trazada sobre los vestigios del gran centro cerimonial viene a ser síntesis del urbanismo hispanoamericano. Por otro lado, el reino de la Nueva España atrajo obras de pinceles europeos. Pero pronto los pintores y escultores novohispanos definieron, con identidades compartidas, su propio estilo. Formaron escuelas y establecieron talleres en las principales ciudades que respondieron a las demandas de las instituciones del gobierno y de la iglesia y aún de los individuos sensibles a las artes, incluyendo los pueblos de indios con solvencia. Los estilos imperantes impuestos en las bellas artes, desde algunas muestras del gótico hasta las cultivadas en las academias en el orden del buen gusto en Europa, transitaron por el Atlántico y ya en nuestro continente fueron interpretados por los novohispanos. Influidos estos por el espacio, la naturaleza y los materiales americanos, como el tesontle y los muy diversos tintes de origen vegetal y animal, palo de tinte, el añil y la grana cochinilla. Bargelini nos invita a interiorizarnos en las expresiones pictóricas del México virreinal para apreciar la destreza e interpretación de la historia, filosofía y teología de la religión cristiana y descubrir también en los lienzos los usos cotidianos, los sentimientos, las emociones de la sociedad y podríamos añadir los signos de identidad de quienes las realizaron. La impronta de la Real Academia de Bellas Artes en México debe ser apreciada más allá de la cronología impuesta por los sucesos políticos. Muchos de quienes se formaron en ella durante el siglo XVIII produjeron sus obras más significativas en las primeras décadas del siglo XIX. Los dejo con mucho gusto en las sabias palabras de Clara Bargelini. Muchas gracias. Clara Bargelini realizó estudios universitarios en Italia y en Estados Unidos y es doctora en Historia del Arte Medieval por la Universidad de Harvard. Su trabajo de investigación siempre ha buscado la renovación de los métodos y enfoques para el estudio del arte en México. En los últimos años ha emprendido y promovido acercamientos comparativos y multinacionales al arte novohispano. Es investigadora titular de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. En la Facultad de Filosofía y Letras de esta institución, ha coordinado el posgrado en Historia del Arte y ha impartido seminarios y cursos en el Colegio de Historia, así como en la Facultad de Arquitectura. Participa de manera relevante en el Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y la Conservación del Patrimonio Cultural. Ha sido profesora visitante y ha impartido cursos en universidades de Estados Unidos, México, Colombia, Perú e Italia. Y ha participado en curadurías, asesorías y catálogos de exposiciones en diversos recintos de México y del extranjero. Entre otros premios y distinciones, ha recibido el Premio Universidad Nacional Autónoma de México en Investigación en Artes en 2005. Está adscrita al Sistema Nacional de Investigadores Nivel 3. Ha sido miembro del Consejo Universitario. del Consejo Académico del Área de Arte e Humanidades, del Consejo Interino del Instituto de Investigaciones Estéticas y de numerosas comisiones dictaminadoras de la UNAM, así como de consejos editoriales de varias revistas académicas, tanto nacionales como internacionales. A finales del siglo... Quince, los europeos habían encontrado América sin querer y sin saber de qué se trataba. La sorpresa correspondiente de los pueblos americanos no fue menor. Todos tuvieron que repensar y ajustar sus ideas acerca del mundo. Los europeos, favorecidos por las corrientes de los mares y por conocimientos tecnológicos que les permitieron cruzar el Atlántico, y les auxiliaban en combates las armas de metal y de pólvora pudieron tomar posesión de tierras americanas no es difícil entender que una suposición fundamental que los animó fue que el dios europeo era más poderoso que los dioses falsos de los nativos de las nuevas tierras también sin embargo dentro de la complejidad que es el devenir de la humanidad La religión de los europeos cristianos tenía raíces en la historia de un hombre humilde, quien había sufrido en su vida, pero que resultó ser hijo de Dios, el único verdadero. Para los europeos, todos los demás dioses eran invenciones, o peor, engaños apoyados por el gran enemigo de la humanidad y del Dios único y verdadero, el demonio, que había querido ser más que Dios. En consecuencia, había sido condenado al infierno, un inframundo de fuego y sufrimiento. Por esas convicciones pudieron justificar como un acto positivo obligar a los americanos a aceptar la religión europea. Conviene recordar estas realidades e ideas fundamentales para entender la producción arquitectónica y artística de los europeos que se establecieron en América entonces y de sus descendientes. Lo que ahora es México, partes del sur y del oeste del actual Estados Unidos, y toda América del Sur menos Brasil, que fue portugués, pasaron a ser tierras españolas. Aquí voy a presentar una síntesis apretada del desarrollo de la arquitectura y de las artes plásticas de lo que fue la Nueva España, un territorio que ahora corresponde al país moderno de México. aunque en el siglo XVIII se extendía más, tanto al norte como al sur. Los actores de esta historia incluyen a los que decidieron establecer pueblos y ciudades en estas tierras y mandaron a hacer construcciones y obras que ahora llamamos arte, edificios, pinturas, esculturas y otras creaciones materiales. Y también a los propios creadores, los artistas, artesanos y arquitectos. responsables de planear y ejecutar las obras incluyendo entre ellos algunos de los propios naturales de américa además por supuesto habrá que poner atención a la fortuna crítica es decir cómo se han visto explicado y usado esas obras a lo largo del tiempo Encontrarse con un nuevo mundo hacia finales del siglo XV fue para los europeos de entonces un acontecimiento que difícilmente podemos comprender. Hoy en día sería comparable solo a un hallazgo repentino de seres pensantes, hablantes y físicamente parecidos a nosotros, de los que antes no habíamos tenido ninguna noticia. viviendo en otro planeta que fuera habitable y semejante al nuestro y asequible, aunque con dificultad. Los europeos tenían conocimientos de pueblos y culturas distintas a las suyas propias. Desde siglos sabían de los pueblos de África y de Asia. Por eso los reyes magos, quienes, guiados por una estrella misteriosa, llegaron a ver y adorar al niño Jesús, fueron tres. Uno por cada uno de los tres continentes conocidos. pueblos europeos antes del siglo XVI, es decir, Europa, Asia y África. Así fueron representados en pinturas, mosaicos y esculturas desde los primeros siglos de la era cristiana, como se ve en el capitel románico a la izquierda. Los continentes americanos, por otra parte, eran inesperados, algo que los conocimientos geográficos europeos no habían alcanzado a imaginar. Por primera vez, a partir de finales del siglo XV, se conocieron tierras habitadas por seres pensantes y hablantes de quienes no se había tenido ninguna noticia previa. Los nuevos seres eran también de la raza humana, así que la necesidad, tanto para los europeos como para los americanos, de volver a pensar el mundo en su conjunto fue radical. De repente, la Tierra se había vuelto global. Solo podemos tratar de imaginar el asombro y la sacudida a las maneras de considerar la realidad, tanto de un lado como de otro. Vale la pena recordar aquí al artista jesuita Diego de la Puente, misionero flamenco en Perú en el siglo XVII, quien puso al Inca en lugar del mago asiático en esta pintura de la Adoración de los Reyes. Era una manera de afirmar el carácter universal de la religión cristiana en términos visuales europeos y tomando en cuenta la nueva realidad americana. La conquista de la capital mexica por Hernán Cortés y sus hombres en 1521 es una historia de destrucción y saqueos. Da tristeza leer los relatos de esos eventos. Siguen hoy en día las exploraciones arqueológicas de la antigua capital mexica, Tenochtitlán. ahora la Ciudad de México. Y los hallazgos no dejan de maravillar. Para los europeos que se asentaron ahí fue importante establecer en el centro de la antigua ciudad las sedes de sus propios poderes civiles y religiosos, todo con base en ideas europeas que en parte, por lo menos, se apoyaban en noción utópicas acerca del equilibrio necesario entre los dos, entre lo religioso y lo civil. Establecer una nueva ciudad cristiana sobre las ruinas del antiguo poder pagano era análogo, además, a lo que se había hecho en Roma en tiempos de Constantino, cuando fue construida la primera iglesia de San Pedro, a la izquierda, y la reciente reconquista en España de la Granada musulmana por los reyes católicos en 1492. Al inicio de la ocupación, de lo que empezó a llamarse la nueva españa el gobierno religioso que era entonces el mayor promotor y cliente de obras que ahora llamamos arte estuvo principalmente en manos de frailes franciscanos dominicos y agustinos tres órdenes monásticas con orígenes en el siglo xii los jesuitas la sociedad de jesús una orden fundada en llegaron a la nueva españa en El primer obispo en la Nueva España fue el dominico Julián Garcés en Yucatán en 1519 y después en Puebla y Tlaxcala a partir de 1525. La catedral de la Ciudad de México, la principal y más estudiada del país, fue en sus inicios franciscana y franciscano fue su primer obispo, Juan de Sumárraga, desde 1530. Para la historia de la arquitectura, Es importante recordar que esa primera catedral de la Ciudad de México que ven en el dibujo a la derecha fue de planta y alzado basilical en imitacion de las basilicas paleocristianas como la antigua iglesia de san pedro en vaticano todavía existente en esos años desde se habia empezado a pensar en la reconstruccion de san pedro pero estaba muy lejos el levantamiento de la enorme iglesia de piedra y con bóvedas que hoy conocemos la que existia Era una basílica de cinco naves y techo de dos aguas, dos a cada lado de la central, que era más alta y culminaba en el ápice donde estaba el altar mayor y la tumba de San Pedro. Además de la ventaja de la relativa sencillez de este tipo de construcción, la memoria apostólica que conllevaba tenía un enorme peso simbólico, manifestado en muchas otras basílicas construidas en Europa y después también en América hasta nuestros... propios días. Entre los ejemplos novohispanos tempranos, además de la primera Catedral de México, se cuentan la primera iglesia franciscana en Mejutzingo, conocida ahora por exploraciones arqueológicas, y también las iglesias de la misma orden en Zacatlán y las ruinas en Quecholac y Tecali. Otro recuerdo paleocristiano explícito en México, aunque más tardío, es la iglesia de la misión jesuita de Karichi, en Chihuahua, construida en 1689-96. Fue en los pueblos llamados de indios en la Nueva España Central, como se ve aquí en Mejotzingo, donde se elevaron las primeras construcciones monumentales con bóvedas, bajo la supervisión de frailes provenientes de diferentes partes de Europa. y con el trabajo de artistas y artesanos europeos, pero también de muchísimos indígenas y en poco tiempo de individuos mestizos. Después de la etapa inicial de edificios modestos, se levantaron y decoraron grandes iglesias, generalmente de una sola nave con bóvedas de perfil ojival o de cañón, y conventos anexos para los frailes y amplísimos atrios abiertos al frente. Estos conjuntos conventuales del siglo XVI están delimitados por murallas con una entrada principal, generalmente en eje con la portada de entrada a la iglesia. Incluyen además una invención particular, la capilla abierta. Se trata de un ápside abierto al frente para la celebración de la liturgia al aire libre. Esos conjuntos llamaron la atención de George Kubler, historiador de la arquitectura. quien había escrito su tesis doctoral acerca de las iglesias nuevo hispanas del Nuevo México en la Universidad de Yale en 1940. Siguió con su interés por la arquitectura nuevo hispana en su libro Mexican Architecture of the 16th Century, publicado por la Universidad de Yale en 1948, en el que estableció que los responsables por las obras fueron españoles y flamencos, pero también... muchos indígenas, quienes se volvieron expertos en los lenguajes plásticos y arquitectónicos europeos. También, y no es cosa menor, empezaron a utilizar herramientas de metal. En este primer periodo, después de la conquista, cuando fue necesario para los europeos construir iglesias en muchos sitios, también lo fue recordar las historias cristianas y transmitirlas a los indígenas en representaciones icónicas y narrativas. Por lo tanto... La pintura jugó un papel fundamental. Prácticamente todas las iglesias y conventos de los frailes en los pueblos indígenas se llenaron de pinturas murales, con una enorme variedad iconográfica basada en gran parte en libros y grabados europeos. Los doce, también un evidente recuerdo apostólico, como vemos aquí. Llegaron además algunos pintores europeos. con sus dibujos y estampas y establecieron talleres. El español Andrés de Concha y el geológico Simón Pérez. fueron entre los principales en el siglo XVI. Aunque los indígenas conocían la pintura mural, fueron novedades para ellos la pintura de caballete al temple y al óleo, sobre tabla y lienzo, pero pronto aprendieron de los maestros europeos. Lo que era totalmente novedoso para los indígenas, por supuesto, era la iconografía cristiana, la representación de personajes y eventos de la religión europea. Para cuidar este aspecto, se dependió mucho de la importación de estampas y en la presencia de algunos maestros europeos, como en el caso muy conocido de la Virgen del Perdón de Simón Peréns para la Catedral de México, basada en una estampa de las figuras centrales de un cuadro de Rafael de la Madonna de Juninho, ahora en la Pinacoteca Vaticana. Este es sólo un ejemplo de muchos. de la introducción de imágenes europeas de orígenes principalmente italianas y flamencas, que con el tiempo fueron cumpliendo con las necesidades religiosas de la nueva sociedad americana. Aunque se tiende a dar prioridad a la importancia de la imprenta como difusora de textos e ideas, su impacto no fue menor en el mundo de las imágenes, tan esenciales como la palabra escrita para difundir ideas en sociedades mayormente analfabetas, como lo eran todas en aquellos tiempos, tanto en Europa como en América. La más famosa de las imágenes novohispanas fue la que llegó a llamarse la Virgen de Guadalupe, cuyo santuario se estableció al norte de la ciudad capital. La historia de la aparición de la Virgen al indígena Juan Diego a principios del siglo XVI se puede entender como afirmación del arraigo anhelado y logrado por la nueva religión entre la población originaria. De hecho, como en la Guadalupana hubo otras imágenes milagrosas de María en diferentes sitios, no igual de conocidas, pero todas señalaban la formación de una nueva identidad que incluía a todos los habitantes de la Nueva España. Es interesante que, igual que en Europa, casi todas las imágenes que lograron fama de milagrosas y sirvieron para unificar la población, fueron de la Virgen María en diferentes evocaciones. También es importante señalar que la aparición gadalupana se dio a conocer ampliamente por un grabado de 1610, obra del primer grabador en metal de quien tenemos noticias en la Nueva España, Samuel Estradanos. Además del papel fundacional de algunas imágenes, las tecnologías europeas de la pintura y otras artes, y también de la arquitectura, donde se generaban las nuevas imágenes, fueron desarrollándose en la Nueva España de manera paralela a lo que ocurría en Europa, aunque adquiriendo características propias. No podía ser de otra manera. Los españoles y otros europeos de su imperio, entonces en expansión en América, tenían ellos mismos necesidad de pinturas y esculturas para iglesias, palacios y residencias. Conforme llegaban más colonizadores y se ampliaba la presencia europea en todo el territorio, se establecieron más talleres y los arquitectos, artistas y artesanos europeos de muchas especialidades diversas formaron discípulos en la Nueva España y en otros territorios americanos. También, igual que en Europa, los artistas y artesanos se organizaron en gremios para cuidar la calidad de sus trabajos y proteger sus derechos. Con el tiempo, las iglesias, conventos y también las casas principales se llenaron de pinturas, esculturas y otros objetos de tradiciones europeas, en su enorme mayoría en versiones producidas en la Nueva España. Además, tal como la invención europea de la imprenta difundió ideas escritas, también tuvo un papel enorme en la difusión de ideas visuales. Aún los sitios más apartados podían tener alguna imagen. de devoción en grabado sobre papel y eventualmente la imagen podia servir de modelo tanto para pinturas como esculturas aunque se siguieron importando algunas piezas europeas de escultura y pintura durante toda la época virreinal La mayor parte de las obras artísticas fueron creadas en la Ciudad de México, donde también se desarrollaron gremios para regular esas actividades, y donde además ha habido más estudios modernos y actuales de esas obras. También hubo producción artística en otras ciudades y sitios del Virrenato. Las obras creadas en Puebla, Oaxaca y Guadalajara, donde trabajaron maestros que dejaron obras firmadas y alguna otra evidencia de su actividad, han sido... más estudiadas, pero queda mucho por investigar en esos y otros sitios menos conocidos. Evidentemente, la arquitectura y la gran mayoría de las esculturas, así como las pinturas murales y de gran formato, asociadas directamente a los edificios, fueron producidas en los lugares donde siguen encontrándose, creadas por artesanos y artistas nuevo hispanos, muchos de ellos descendientes de los diferentes grupos étnicos que conformaban la población originaria, aunque la mayoría, y más con el tiempo, eran de orígenes mezclados. Con el pasar de los años, el virreinato creció en extensión geográfica. En todos los sitios donde se estableció alguna fundación religiosa, había una iglesia y esculturas, pinturas y otras creaciones que hoy incluimos en la categoría de arte. Muchas hechas en el propio lugar. Otras fueron traídas de centros más grandes donde había talleres y se habían establecido gremios de diferentes especialidades. Aunque la Ciudad de México siguió siendo el principal centro de creaciones artísticas, también hubo producciones regionales con características materiales y estilísticas propias. Las particularidades, tanto de las imágenes como de los edificios, difieren de un lugar a otro. dependiendo de tradiciones locales que interactuaban entre sí. En pocas palabras, y como sucedió en todo el mundo preindustrial, hubo producción artística variada dependiendo de individuos, materiales y condiciones locales. Durante la época virreinán, las obras arquitectónicas religiosas fueron las más vistosas, además de las grandes iglesias y conventos de los pueblos de indios del siglo XVI. con sus portadas en piedra tallada y sus extensos ciclos narrativos en pinturas murales, estaban las catedrales y parroquias de las ciudades y villas, conforme se fueron estableciendo obispados en todo el territorio. Se notan rasgos góticos, especialmente en la arquitectura, pero los retablos que se han conservado de esa época, como el de Huehotzingo, son renacentistas. Los obispos eran los encargados del culto en todas partes, pero en particular en las catedrales, parroquias e iglesias de las ciudades y pueblos donde la presencia europea prevalecía, si no siempre en número, ciertamente en influencia. También tenían jurisdicción sobre las fundaciones de las órdenes religiosas, el clero regular y las órdenes de monjas. Las fundaciones femeninas solo tuvieron presencia en las ciudades principales, a diferencia de las órdenes masculinas, que además de sus iglesias y conventos en las ciudades y pueblos de españoles y mestizos, se encargaron de los pueblos indígenas y de las misiones en territorios alejados de las ciudades y villas de españoles y mestizos. Los responsables del diseño y ejecución de las obras arquitectónicas eran arquitectos, albañiles y escultores, que tenían familiaridad con el sistema gremial heredado de la tradición medieval europea. Por supuesto, el diseño de los espacios y también de las portadas en piedra tallada fue cambiando en estilos con el tiempo, en una secuencia anóloga, mas no igual a los desarrollos europeos básicos. desde el gótico tardío al renacentista y manierista, al barroco y al neoclásico. Una novedad arquitectónica fundamental con respecto a las construcciones de las culturas indígenas fue el arco y sus extensiones en bóvedas y cúpulas. A los elementos relativamente sobrios del clasicismo renacentista, algunos con resabios góticos, siguieron los movimientos y la ornamentación barrocas en varias fases identificadas en la historiografía mexicana por el tipo de soporte arquitectónico. El barroco salomónico deriva su nombre de las columnas sin espiral del antiguo altar mayor de San Pedro en el Vaticano, que se creían provenientes del Templo de Salomón en Jerusalén. lo vemos por ejemplo en la catedral de zacatecas el nombre del barroco estipite también llamado churrigueresco se refiere a un rechazo de las formas y proporciones del lenguaje arquitectónico con los orígenes en la tradición grecorromana y deriva su nombre de un elemento de soporte en muebles de madera en la europa al norte de los arpes el abandono de la columna a favor del soporte en forma piramidal alargada. El estípite, sin ninguna regla que relacionara su altura con su ancho, se manifestó de manera monumental en el retablo de los Reyes de la Catedral de México, 1718-1725. El maestro fue el español Jerónimo de Balbás. En la arquitectura novohispana se ve el estípite por primera vez en las portadas del sagrario de la misma catedral. construido entre 1749 y 68 por el arquitecto andaluz Lorenzo Rodríguez. En algunas obras, especialmente en retablos, se eliminaron por completo los elementos de soporte, quedándose solamente figuras y elementos decorativos. Esas obras se identifican con el término anástilo, que quiere decir sin soporte. Como se ve en la iglesia de la enseñanza, la época virreinal en el arte y en la arquitectura tuvo una etapa final que corresponde al desarrollo del neoclasicismo primero en una fase local nombrada neóstilo por el regreso de la columna como elemento principal de soporte aunque dejando a un lado las reglas de proporciones clásicas estas últimas fases se ven en obras de la segunda mitad del siglo Finalmente, en las últimas construcciones virreinales, bajo influencia del establecimiento en la Ciudad de México en 1781 de la Real Academia de San Carlos, se regresó al clasicismo y a sus reglas de proporciones con el estilo neoclásico académico. Todas las obras de arquitectura y de arte se crean a partir de tradiciones compartidas de entrenamiento manual e intelectual. Las modas y diseños cambian y se desarrollan de acuerdo a los talentos y a las intuiciones de los artistas, pero también según las exigencias de los clientes dentro de la estructura ideológica, sociales y laborales específicas. Las obras del siglo XVI en la Nueva España, ancladas en buena parte en tradiciones medievales con conocimientos renacentistas y muchas creadas con trabajo indígena. dieron paso en el siglo XVII a otras, producidas por artistas y arquitectos en pueblos y ciudades de poblaciones mixtas. Los nombres y también algunos detalles de las vidas de estos maestros son conocidos, a diferencia de la mayoría de los creadores de los conventos del siglo XVI. Los más renombrados desarrollaron sus carreras en las ciudades principales del Virreinato, empezando, por supuesto, con la Ciudad de México. Organizado en gremios, estos individuos se entrenaban como aprendices en las distintas ramas de la producción artística, igual que sus contemporáneos europeos. Los sobresalientes alcanzaban fama y, por supuesto, sus trabajos manifiestan conocimientos y capacidades que rebasan la sola destreza manual. Hay que recordar, además, que con la expansión del poder español, fueron fundadas ciudades y pueblos a lo largo y ancho de toda la Nueva España, que llegó a incluir un territorio más extenso de la actual Nación de México. Por lo general, cuando se podía, se establecían los nuevos pueblos españoles siguiendo una planta cuadriculada con los edificios religiosos y civiles más importantes al centro. De hecho, América tiene un lugar relevante en la historia del urbanismo, justo porque los colonos europeos especialmente los que se establecieron donde no había habido grandes construcciones previas hicieron suya la planificación urbana basada en el esquema de los antiguos campos militares romanos vuelta a valorar en el renacimiento por lo tanto los principales pueblos y ciudades tienen un centro de planta cuadriculada mientras la población se desarrolla alrededor de manera ordenada en calles que se cruzan en ángulos rectos sólo cuando el terreno no lo permite como sucede en zacatecas para citar el caso nohuespano más conocido se abandonaba esa regla. Finalmente, aunque grandes esfuerzos de la sociedad novohispana en su conjunto se dedicaron a apoyar la arquitectura religiosa de iglesias y conventos, no pueden omitirse las construcciones de otro tipo. Las principales, entre las que se pueden definir como arquitectura monumental, son los palacios de familias pudientes, que vieron un desarrollo muy notable especialmente en el siglo XVIII. Generalmente en las ciudades principales se trata de construcciones de más de un piso con un patio central y otro de servicio. Pasemos ahora a la pintura, escultura y otras artes. Fueron muy numerosos los artistas y artesanos que participaron en la creación de lo que hoy llamamos obras de arte en la Nueva España. En el ámbito de la pintura de caballete, que es un formato europeo, ya mencioné a Peréns y a Concha, cuyos estilos representan de manera general las tradiciones flamenca e italiana, que eran las dominantes en la Europa del siglo XVI y que tuvieron impacto en el desarrollo de la pintura de la América Virreinal en general. Con la expansión del poder español y la fundación de ciudades y pueblos por lo largo y ancho del territorio novohispanos, Aumentó la demanda de pinturas y esculturas, especialmente para ámbitos religiosos. Los pintores y otros artistas se organizaron en gremios siguiendo usanzas españolas. La escultura fue, en general, de tipo español, de madera policromada, muchas veces con gran detalle y realistas en sus encarnaciones, expresiones y atributos. Sin embargo, con el vestuario transformado por la técnica del estofado, en la que el oro y los adornos contrastan con la pintura y vuelven brillante y milagroso al más humilde de los hábitos religiosos, los personajes representados se vuelven en imágenes y símbolos de una santidad que no es del mundo. Por otra parte, la escultura de figuras en piedra se desarrolló como parte de la arquitectura. principalmente en las portadas de las iglesias, como en la entonces parroquia de Zacatecas, ahora catedral. Son relativamente raras las esculturas en piedra aisladas, posiblemente por temor a la memoria de prácticas consideradas idólatras. Solo tuvieron una presencia importante en la Nueva España a partir del establecimiento de la Academia de San Carlos a finales del siglo XVIII impacto directo del neoclasicismo europeo de esa misma época. Aunque los indígenas conocían la pintura mural y se siguió practicando este arte en toda la época virreinal, las pinturas de caballete sobre tabla y sobre lienzo fueron novedades cuya producción se estableció en los años de gobierno español. No hay que olvidar que también hubo pintura en libros, como la de los pintores de apellido Lagarto. creadores de espectaculares libros de coro a partir del siglo XVI y como los autores de miniaturas en libros posteriores, muchos todavía sin estudiar, pero conservados particularmente en archivos eclesiásticos. De todos modos, la técnica principal de la pintura en los siglos virreinales después del siglo XVI fue el óleo sobre tela. Muchos aprendieron, por supuesto, en los talleres que se fueron formando, especialmente en los centros urbanos importantes, con las ciudades de México y Pueblo a la cabeza, donde llegaron a existir además organizaciones gremiales. De hecho, se puede afirmar que el óleo sobre tela fue la técnica principal de la pintura virreinal, enseñada por maestros a aprendices, con frecuencia miembros de la misma familia. quienes formaron verdaderas dinastías, operando dentro del sistema gremial. Hay que añadir que no cesaron las importaciones de pinturas europeas, aunque en cantidades relativamente menores. Hasta ahora se han estudiado con más atención a los pintores de las ciudades de México y Puebla, donde la organización gremial estaba bien establecida y desde donde se enviaban obras a otros sitios del virreinato. y se abastecían a los francistanos y jesuitas en sus misiones, notablemente en el norte del Virreinato. Hubo pintores también en otros sitios, por supuesto, así que queda mucho por investigar y registrar con más detalle. En general, hay que dejar en claro que la organización gremial regulaba las prácticas y también protegía a sus miembros, cuyos talleres funcionaban de manera parecida al sistema europeo de origen medieval. Un maestro trabajaba apoyado por aprendices, quienes eventualmente podían llegar a ser ellos mismos maestros. Muchas veces los talleres eran familiares, es decir, se pasaban de padre en hijo. Conforme se hagan más y mejores inventarios y catálogos, tendremos una visión más precisa de lo que fue el sistema extenso de producción y distribución de obras en todo el Virreinato. Hay muchas circunstancias que todavía no han sido examinadas con cuidado, como fueron, por ejemplo, las redes de mecenazgo, producción y circulación de los sistemas misionales en todo el Virreinato. Hay artistas como Antonio de Torres, por ejemplo. cuya producción todavía relativamente poco estudiada debe relacionarse, en parte por lo menos, con el mecenazgo en las misiones norteñas. Se necesitan más estudios, no solamente para conocer esas y otras obras, sino también para evitar pérdidas irreparables del patrimonio nacional. Obviamente, las imágenes pintadas servían para muchos fines. La más importante en la sociedad novohispana era el culto religioso, que necesitaba de imágenes tanto icónicas como narrativas, es decir, de los retratos de personajes sagrados para su veneración y de sus historias ilustradas en composiciones que narran episodios de sus vidas, ejemplares y exhiben algunos de sus milagros. Las composiciones de los retablos sirven para entender esta distinción y la distinción. con claridad. Al centro siempre están los personajes más importantes, las figuras divinas y los santos patronos del sitio, generalmente presentados como individuos aislados con atributos que los identifican, como pueden ser, por ejemplo, el hábito de la orden religiosa al que pertenecían, un instrumento del martirio, si es el caso, o una referencia a algún milagro. La mayoría de las veces estas representaciones son esculturas estofadas de tradición hispana, es decir, tallas de madera dorada y pintada. A los lados suelen verse personajes relacionados a las figuras centrales, miembros de la misma orden, por ejemplo. Muchas veces los retablos incluyen... Generalmente en las calles laterales pinturas narrativas que ilustran episodios de la vida y milagros del personaje central, de manera que los elementos figurativos y narrativos de los retablos están relacionados entre sí. La historia de la pintura y de la escultura en la Nueva España se caracteriza por la importancia de los gremios y también por el traspaso de talleres de padres a hijos. que resultaron en lo que se han llamado dinastías de artistas y artesanos, como la familia de los Echave, cuya actividad abarcó varias generaciones. Este fenómeno se daba también en Europa, por supuesto, donde los individuos llegaban a ser maestros de algún oficio después de años de trabajo como ayudantes y aprendices. Es un proceso que se da con naturalidad en la estructura. familiar en la que el padre enseña al hijo y a veces también a la hija. Actualmente se conoce lo suficiente para poder seguir el desarrollo de la pintura novohispana en varios talleres, especialmente en las ciudades de México y de Puebla, particularmente en los siglos XVII y XVIII y también en algunos centros urbanos como Guadalajara y Oaxaca. Los estudios de la escultura han estado avanzando en la misma dirección. Muchas de estas investigaciones corresponden a una tendencia relativamente reciente entre los exploradores del arte nudo hispano de poner atención no solo a la iconografía y a los estilos, sino también a la materialidad de las obras y a los procesos de aprendizaje y creación. Sobresalen las investigaciones acerca de algunos de los pintores más denombrados, Cristóbal de Villalpando, Juan Correa y Miguel Cabrera, entre otros. Y habrá más, porque la historia del desarrollo de las artes en los siglos de la modernidad temprana pide que se sigan a los artistas como individuos, pero también en sus talleres y en sus interacciones. Actualmente, además, hay interés en ir más allá de la descripción formal e iconográfica de las obras. y de la búsqueda de documentos. También se trata de entender lo que fue el conocimiento y uso de materiales y las maneras de organizarse y de pasar conocimientos de una generación a otra. Seguir las carreras de pintores y artistas es un procedimiento fundamental en la historia moderna del arte, desde las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos del artista tostano Giorgio Vasari. cuya primera edición fue publicada en 1550. La segunda es de 1568. Por cierto, Vasari, quien era el mismo pintor y arquitecto, también incluye en su texto información acerca de las técnicas y los materiales utilizados por los pintores. En la Nueva España no hubo un texto parecido, y el sistema gremial de origen medieval se mantuvo hasta la fundación de la Academia de San Carlos a finales del siglo XVIII. Los pintores, igual que todos los artesanos, tenían su gremio y los jefes de talleres firmaban las obras. Además, se tienen contratos y otros documentos que nos permiten alcanzar cierto conocimiento de los artistas más famosos y en décadas recientes se han multiplicado los estudios de los talleres. Todavía queda mucho por hacer, pero se conocen ahora con cierta profundidad las obras principales de varios maestros y algo de sus talleres. La historia de la pintura novohispana ha avanzado en años recientes por el carácter intrínseco de este arte que maneja no sólo la representación de personajes importantes, sino también se explaya en representar narraciones. La narración debe incluir la representación física de un individuo, naturalmente, pero también... Debe proyectar el carácter de los personajes y la expresión de las emociones y reacciones que provoca el hecho representado en todos los sujetos involucrados, además del entorno en el que ocurre el evento. En otras palabras, no se trata solo de representar a un personaje y tampoco de relatar de manera escueta un evento. Más bien debe buscarse representar el carácter. de todos los personajes a través de sus reacciones a una situación o evento en la que el espectador de alguna manera pueda participar. Buena parte del éxito de la pintura está en la capacidad del pintor para incluir al público, ayudándolo a entender y compartir los sentimientos provocados por los hechos en los personajes representados. Este aspecto de la pintura fue particularmente importante en el estilo. que se llegó a llamar barroco, una palabra aplicada en sus orígenes a una perla de forma irregular y por lo tanto sugerente para la imaginación. En general puede señalar cualquier expresión artística que atrae la atención por su complejidad y que mueve los sentimientos, aunque en sentido estricto se refiere a obras del siglo XVII en las que prevalece justamente la expresión explícita de sentimientos el pintor nuevo hispano que más debe definirse como barroco fue cristóbal de villalpando son sus fechas de nacimiento y muerte quien llegó a ser el más apreciado de su generación al juzgar por los encargos que le fueron encomendados en las catedrales de puebla méxico y guadalajara además de las muchas pinturas que hizo para las órdenes religiosas del Virreinato. Entre sus últimas obras está la serie de lienzos que narran la vida de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. Siguen colgados en el claustro principal del noviciado jesuita de Tepozotlán. En el mismo sitio también se encuentran unas pinturas murales recién descubiertas, atribuibles al propio Villalpando. en las paredes superiores y en la bóveda de un cuarto que da acceso desde el claustro mayor a un pequeño patio. Un aspecto fascinante y único de las pinturas de Villacuando, que pone en relieve su personalidad, es su manera variada e inventiva de firmar. El ejemplo más comentado está en el episodio de la aparición de San Miguel en el Monte Gargano de la Sacristía de la Catedral de México, debajo de la figura del arcángel. probablemente el más espectacular de la pintura novohispana, está la procesión del obispo y otros clérigos que fueron a averiguar qué sucedía en ese lugar de la costa Adriática italiana. Pero en lugar de personajes medievales, Villalpando retrató al clero catedralicio nuevo hispano de su época, y entre ellos a un único personaje laico, quien además mira directamente al espectador. Así que bien puede tratarse de un autorretrato. De hecho, en la vegetación al frente y justo debajo de ese personaje está su propio nombre escrito sobre una gran filacteria. Cristóbal de Villalpando, inventor, por su mano pintó. En otras firmas, Villalpando utilizó el verbo vaquiebat, que indica una creación no terminada que todavía se estaba haciendo. Modestia tal vez, pero también búsqueda de alabanza. Su firma en el cuadro de la visión de la mística ciudad de Dios con la Inmaculada, para los frailes franciscanos del convento de propaganda fide en Guadalupe Zacatecas, Declara simplemente Maestro Cristóbal de Villalpando, Pechit, año 1706. Pero lo hace con una caligrafía barroca muy rebuscada, tan rebuscada como la iconografía de la pintura, en la que intervienen personajes que escribieron sobre los temas del cuadro en diferentes épocas y contextos. Tal vez la más dramática entre las firmas singulares de Villalpando está en uno de sus últimos cuadros que representa a Cristo en el aposentillo, justo debajo de la figura de Jesús encarcelado y maltratado por los soldados la noche antes de su crucifixión. Se ve un papel con la firma del pintor que unas ratas están mordisqueando y destruyendo. Un gesto genial y conmovedor de parte del pintor. para identificarse con el sentimiento de Jesús. Además de Villalpando, algunos otros pintores novohispanos han merecido monografías y muchas otras quedan por hacerse. El pintor más renombrado del siglo XVIII fue Miguel Cabrera, cuyas composiciones se encuentran en iglesias y conventos de la Ciudad de México y sus alrededores y en muchos otros sitios a donde fueron llevados en la propia época virreinal. Los jesuitas fueron grandes clientes. La iglesia del noviciado de la Orden en Tepozotlán posee no solo cuadros de caballete, sino también pintura mural de este maestro. En contraste con los conjuntos de grandes figuras monumentales de Villalpando, Cabrera aligera sus composiciones, reduciendo el tamaño de las figuras para dar más lugar a la representación de los espacios que los rodean. especialmente los espacios del cielo. En términos de la historia del arte europea, se podría pensar en el barroco que cede frente al rococó, aunque la seriedad del tratamiento de las figuras y de los eventos representados por Cabrera no comparte la frivolidad en los temas que caracteriza algunas obras del arte rococó en Europa. Se trata claramente de presentar composiciones que dan más lugar a la representación del espacio abierto del cielo, comparadas con los de pintores anteriores, pero también firmes en sentimiento religioso. En la segunda mitad del siglo XVIII, la demanda de pinturas y esculturas en el Virreinato era extensa y además provenía de toda la Nueva España, que para entonces había llegado más allá de los límites del México actual. Además, no todo se estaba pintando en la Ciudad de México. Sabemos de pintores activos en Puebla y en Oaxaca, entre otros centros. En general, en la pintura, la apertura de espacios que se ve en Cabrera y en sus sucesores puede relacionarse al movimiento que en Europa se llama Rococó. Continuó, por supuesto, el énfasis en los temas religiosos, pero también se desarrollaron el retrato y escenas de historia y de vida secular. como en biombos para uso doméstico en casas señoriales, y de manera original y muy particular en las pinturas de castas. Entre los pintores renombrados podemos recordar a José de Alcibar, 1751-1801, y Andrés López Activo, 1763-1811. Aportes importantes a la historiografía en años recientes son algunos catálogos publicados de exposiciones, pero también del Instituto Nacional de Bellas Artes y del Instituto Nacional de Antropología e Historia y sus centros regionales. además de publicaciones y registros del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. En cuanto a la escultura y en particular a los retablos, la tendencia en el siglo XVIII avanzado fue dar más importancia a las figuras y a los adornos que a los alimentos arquitectónicos. El resultado fue una etapa de la retablística que ahora se llama anástilo, que quiere decir sin soporte, justamente por la ausencia de columnas o estípites, como ya se anotó. La Real Academia de San Carlos. La última etapa de la historia del arte de la Nueva España tuvo como evento clave la fundación de la Real Academia de San Carlos en 1781, coincidiendo con partes de las carreras de algunos de los maestros apenas mencionados. En la Academia se pretendió dar inicio a una modernización de la instrucción y prácticas artísticas, pero también de su iconografía, que, como indica la palabra misma, quería recuperar algo de la gloria y también del equilibrio y sobriedad de la antigüedad clásica. Con el patrocinio real se juntaron bajo un solo techo en la Ciudad de México talleres de las diferentes artes consideradas las principales, pintura, escultura, arquitectura. Llegaron además nuevos maestros desde España para promover el estilo que llegó a llamarse neoclásico. Entre ellos el grabador Jerónimo Antonio Gil, el pintor Rafael Jimeno Iplanes y el escultor Manuel Tolsá. La importancia política de la nueva institución para la monarquía española queda manifiesta en una obra excepcional de estos últimos maestros, de enorme valor artístico y técnico, la escultura ecuestre en bronce del rey Carlos IV. Originalmente fue colocada al centro de la plaza mayor de la ciudad, frente a los edificios principales de los poderes religioso y civil, la catedral y el palacio virreinal. La escultura fue removida naturalmente después de 1821, cuando México logró su independencia de España. Sin embargo, el reconocimiento a su calidad excepcional y al éxito técnico de su creación fue guardada en el Palacio de Minería. Actualmente está de nuevo visible para el público frente al Museo Nacional de Arte, conservada por su valor como obra de arte, como se declara en una inscripción en su base. Su historia recuerda la de la gran escultura ecuestre en bronce del emperador romano Marco Aurelio, ahora en el Museo del Capitolio, pero conservada durante siglos frente a la iglesia de San Juan de Letrán en Roma, porque se le identificó como un retracto de Constantino, el primer emperador romano que hizo legal el cristianismo. A veces el arte logra vencer no solo el tiempo, sino también a las ideologías. Además de su importancia para la enseñanza de las artes en la capital novohispana y el episodio de la escultura ecuestre de Carlos IV, puede notarse el impacto de los primeros años de la Academia todavía en el periodo virreinal, en retratos y en pinturas y esculturas. Igual que en tantos aspectos de la historia del arte mexicano, queda mucho por aclarar. Por ejemplo, muchísimos de los retablos en estilo neoclásico en iglesias de la Ciudad de México y en toda la República fueron construidos después de la Independencia. Sin embargo, hay retablos en estilo neoclásico que son del periodo del inicio de la Academia en la época virrenal. Entre estos están algunos en las antiguas misiones franciscanas de la Alta California, poco estudiados pero documentados en envíos por barco desde Acapulco. por la costa del Pacífico a principios del siglo XIX. Muchos de los estudios de historia del arte en México se han concentrado en la capital, donde ciertamente queda mucho por hacer. Por fortuna, en tiempos recientes se han establecido centros de investigación en otras ciudades mexicanas, donde trabajan algunos historiadores del arte. Además, hay un interés creciente en el arte virreinal novohispano en otros países. Podemos esperar, por lo tanto, un futuro de más amplios conocimientos y colaboraciones. Muchas gracias por su atención. Música