Hacer referencia al ascenso del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán supone abrir la caja de los tópicos. La creencia de que Hitler obtuvo el poder gracias al apoyo de una abrumadora mayoría de ciudadanos germanos en las urnas es ya general. Pero como siempre, la realidad histórica es mucho más compleja. Sí cierto que el Furer subió a la poltrona como canciller de la mano del presidente de Alemania, Paul von Hindenburg, el 30 de enero de 1933. Y sí, también lo es, que lo hizo tras haber obtenido la victoria en las elecciones de noviembre de 1932, en las que su grupo sumó casi 12 millones de votos. Eso no se puede negar. Lo que se suele obviar es que en aquellos comicios el porcentaje de votos que obtuvo el partido nazi apenas superó el 33%. Una cifra insuficiente para llegar a la cancillería en solitario y que obligó al que sería el artífice del holocausto a aceptar el poder al frente de una coalición de grupos políticos. También se pasa por alto que las elecciones que se organizaron a partir de entonces, en las que Hitler obtuvo casi siempre una mayoría abrumadora, con la salvedad de las celebradas en marzo de 1933, se llevaron a cabo bajo el paraguas de la represión del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán y después de la eliminación virtual de sus adversarios. La conclusión es que hay más grises que blancos y negros en el asalto del nazismo a la República de Vimar, no ya porque Hitler llegara a la cancillería a base de triquiñuelas políticas, que también, sino porque los mismos encargados de la propaganda del partido durante los años 20 y 30, entre ellos el futuro ministro Joseph Gevels, confirmaron en sus biografías y diarios personales que habían mentido a la sociedad para ganarse los votos de todas las clases sociales, desde los trabajadores de las fábricas hasta los empresarios acaudalados. Todo ello sazonado con técnicas de marketing político que habrían hecho estremecerse a los partidos de hoy en día. Esas fueron las patas sobre las que se asentó una llegada al poder que, a pesar de lo que se ha divulgado, no contó con la aprobación en las urnas de la mayor parte de los germanos. Argumentario de mentiras. La carrera de Hitler hacia el poder fue de fondo y a largo plazo. Sus armas, después de que le arrestaran en 1923, al intentar hacerse con el poder por la fuerza en el fallido PS de Munich, fueron la paciencia y la perseverancia. Si ganarles a votos requiere más tiempo que ganarlos a tiros, al menos el resultado estará garantizado por su propia Constitución, sentenció tras salir de prisión. En estos primeros años, el principal argumento que esgrimió para sumar seguidores fue la famosa puñalada por la espalda avalada por militares como Eric Ludendorf. La teoría nacida del dolor de haber perdido la gran guerra afirmaba que la Alemania de bien había capitulado por culpa de los traidores judíos que desde la retaguardia habían conspirado contra el ejército. La realidad es que fue un discurso impopular a pesar de que el antisemitismo le permitió colocarse a la cabeza del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, que pasó a sumar unos 55,000 afiliados en 1923, forjando un núcleo duro de votos que iría creciendo, pero para ello tendrían que ofrecer cierta apariencia de moderación con el objetivo de ampliar el atractivo del partido entre el electorado alemán, hasta tal punto que Hitler redujo de forma severa las alusiones que hizo a la llamada cuestión judía en las campañas electorales de 1932, aquellas en las que el partido se jugaba de verdad posicionarse como primera fuerza política en el Richstack. Eso no significa que abandonase sus creencias, pero sí que supo dejarlas a un lado fuera de los núcleos internos del grupo para ganarse la confianza de la mayor parte de la sociedad. El segundo estandarte fueron las reparaciones de guerra que Alemania se veía obligada a pagar a los aliados después de la firma del tratado de Versalles. El mismo pacto que Hitler había tildado de instrumento de opresión sin límites en el Mind Campf y que la sociedad germana había recibido como una humillación. Todos estos estados sacaron provecho del desastre alemán. El temor a nuestro poder relegó a segundo plano la ambición y la envidia de las grandes potencias entre sí, escribió el futuro Furer mientras estaba en la cárcel. fue su argumento más efectivo, pero no el único. El partido supo, de la mano del ya mencionado Gebels y de otros personajes más desconocidos como Oto Ditrich, alto cargo del cuerpo de prensa nazi durante aquellos años, convencer a la sociedad de que el resto de los partidos habían colaborado de una u otra forma en la de Bacle de Alemania y de que el socialismo y el comunismo eran unos acólitos del bolchevismo ruso que había entrado en sus fronteras a partir de 1917. Debe quedar claro para las masas que el Movimiento Nacional Socialista está decidido a usar las elecciones presidenciales para poner fin a todo el sistema de 1918. Rezaba un memorando que el grupo envió a sus seguidores en 1932. Las teorías del Fkish, el supremacismo germano, y del Livensham, el espacio vital alemán, o la convicción de que el sistema tradicional había traicionado al pueblo llano, le hicieron subir en el escalafón. La guinda de este enfermizo pastel consistió en mostrar su total apoyo al mismo estamento militar que había sido despreciado tras la derrota en la Gran Guerra. Muchos de ellos eran oficiales a los que Hitler desdeñó como furer durante la Segunda Guerra Mundial por considerarlos la cabeza visible de una casta de aristócratas que odiaban al pueblo llano. No obstante, en campaña todo valía para hacerse con una papeleta más. La estafa del marketing. La segunda pata en la que se basó Hitler para impulsarse hasta el poder fueron unas revolucionarias técnicas de marketing que rompían con las que utilizaban los grupos tradicionales. Los artífices de estas fueron el propio Gbels y los trabajadores de la Ris propaganda Lon o RPL, la oficina central de propaganda del partido, cuya base eran chicos jóvenes de entre 20 y 30 y pocos años que además de aportar una imagen de frescura de cara al exterior huían de la visión más clásica de la política. Algo que confirma el historiador Thomas Childers en su obra El tercer reig una historia de la Alemania nazi. La RPL vivió su época de mayor auge a partir de la campaña electoral de enero de 1932 a la presidencia de Alemania. Una prueba dura, pues el adversario era el reverenciado Von Hindenburg. Mientras que el anciano militar y líder político solo hizo dos apariciones públicas, el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán organizó más de 30,000 eventos, distribuyó 8 millones de folletos y llenó las paredes de los pueblos de cientos y cientos de carteles. Y no solo eso, sino que pagó unos 50,000 discos de fonógrafo, lo bastante pequeños como para poder introducirlos en los buzones. Todos ellos incluían discursos de sus grandes estrellas. Durante esta campaña, las filiales locales de la RPL estudiaron a los votantes potenciales mediante las Atrepl guías telefónicas y diseñaron panfletos y folletos específicos para cada grupo. El resultado fue que desde el campesino más pobre hasta el funcionario mejor posicionado recibieron en su hogar un discurso diseñado de forma específica para ellos. La mayoría, eso sí, llenos de promesas vacías y que en no pocos casos resultaban imposibles. Un ejemplo es que se aseguró a los agricultores que ganarían más por sus verduras y hortalizas y por otro lado se certificó a la población que podrían adquirirlas a un precio menor. Esta técnica se replicó en las posteriores elecciones federales. Los mensajes estaban perfectamente diseñados. Según Childers, esos mensajes se incluían no solo en películas y discos fonográficos, sino también se amplificaban a través de altavoces, motocicletas, camiones y para las regiones más ricas e importantes, incluso aviones. Además, Hitler visitó 12 ciudades en 11 jornadas y se convirtió en el primer político germano que hizo campaña en avión. Aunque el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán no obtuvo la victoria, lo que sí consiguió fue posicionarse como uno de los rivales a batir tras ubicarse como segunda fuerza en la primera vuelta y obtener un 36,6% en la segunda. Nada que ver con el 2,6% de los votos que había logrado en los comicios de 1928. Mentiras locales. A partir de entonces, el despegue fue vertiginoso. La RPL hizo bien su trabajo y quiso atraer a los votantes de las clases más bajas de la sociedad, mostrando a Hitler como un hombre del pueblo. La falacia no podía ser mayor, ya que aunque durante una época de su vida había vivido en la pequeña habitación de un piso mugriento, por entonces uno de los benefactores del partido le había cedido un inmenso apartamento de nueve habitaciones en la Prince Rigenten Platz. El séquito que tenía a su disposición, su gigantesco Mercedes y la infinidad de trabajadores que le seguían tampoco revelaban pobreza. Sin embargo, la oficina de propaganda se centró en su estilo de vida espartano. Comía poco y no solía presumir de lujos, para acercar a Hitler a todo el mundo. Otro de los grandes logros de Gbels consistió en arrogar al Partido Nacional Socialista Obrero Alemán el papel de víctima. En los folletos de las elecciones que se sucedieron entre 1932 y 1933, cargó contra decretos impulsados desde el gobierno que buscaban reducir el impacto del partido en las calles. Algunos tan curiosos como una prohibición temporal para que los escuadrones de las SS y las SA no fueran uniformados. La estrategia, lejos de atemperar sus acciones, los ayudó a justificar la violencia a la que de forma sistemática recurrían estos grupos para atemorizar a sus contrincantes. La RPL llevó el marketing hasta unos máximos escandalosos. Los mismos actos en los que Hitler pronunciaba un discurso estaban pensados al milímetro. La propaganda, entendían los nazis, no consistía en transmitir información, sino emociones. Era un espectáculo, añade Childers. Un ejemplo es que siempre alquilaban una sala pequeña para que al día siguiente los medios de comunicación se hicieran eco de que el aforo había estado completo y de que el público se había visto obligado a quedarse fuera por la escasez de asientos. A su vez, la estrella de la función siempre llegaba tras varios líderes menores y se hacía esperar para generar una expectación mayor. Hasta informaban a los grupos extremistas enemigos del lugar para que atacaran a sus seguidores y poder así tildarlos de violentos. Con todo, la técnica que más desesperó a sus adversarios políticos fue la de envenenar los oídos de las diferentes clases sociales con mentiras que podían ser contrastadas tan solo con una ojeada rápida al programa político del partido. Las promesas nazis no cuadran, se quejaban con frustración unos exasperados oponentes. Los nazis se lo prometían todo a todos. La máxima de la RPL, sin embargo, era que nadie se percataría de las falacias. Estas cosas no necesitan discutirse en la propaganda, pero sin duda la mayor victoria de la propaganda nazi fue convertir al Partido Nacional Socialista Obrero Alemán en un partido transversal que atraía a izquierdas y derechas. Los seguidores de Hitler siempre rechazaron las caracterizaciones en este sentido y afirmaban que el nacional socialismo representaba una nueva síntesis política de corrientes en apariencias antagónicas y contradictorias. Para ellos, decían, no había clases, sino una gran Volkspedon, un movimiento popular que aunaba a todos los alemanes. Un ejemplo es que dentro de sus filas, muchos de sus líderes regionales se preguntaban si representaban a la clase media o a los obreros. A pesar de ello, en las elecciones al Richstag de noviembre de 1932, las últimas que se celebraron en Alemania antes de que Hindenburg entregase el poder a Hitler para evitar el caos social, el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán obtuvo solo 11,700,000 votos, un 33% del total. Poco después, en marzo de 1933, este porcentaje subió hasta el 44%. Hasta los comicios celebrados en noviembre, Hitler no consiguió el 92% del apoyo, aunque para entonces los partidos de la oposición ya se habían prohibido. Todo acabó con la muerte de Hindenburg y con la llegada del llamado cabo bohemio como gran conductor de Alemania en 1934. [Música] 100000 kleinen [Música] [Música]