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Conflictos Políticos en Argentina (1957-1966)

Música Para el año 1962, las Fuerzas Armadas Argentinas se encuentran divididas en dos líneas internas, azules y colorados. El Bando Azul, integrado por militares de extracción nacionalista, propone el alejamiento de las Fuerzas Armadas de la política y exige un rápido llamado a elecciones. El bando colorado, que nuclea a la oficialidad antiperonista, busca impedir el regreso de este partido al poder, aunque para eso haya que alterar el sistema democrático. A mediados de septiembre, la crisis entre los dos bandos estalla y se desata un combate que mantiene en vilo a todo el país.

Durante cuatro días, los habitantes de Buenos Aires asisten a un desfile de unidades blindadas y tanques de guerra. que toman posiciones en puntos estratégicos de la ciudad. Finalmente, el 22 de septiembre, Azules y Colorado se enfrentan en Plaza Constitución, Parque Chacabuco y en la Escuela de Mecánica del Ejército.

Esa misma noche el Comando Colorado se rinde y el Presidente de la República, José María Guido, designa comandante en jefe del ejército al líder del Bando Azul, el General Juan Carlos Zonganía. No se trata de un hecho menor. El ejército argentino se ha convertido en un actor fundamental de la política argentina y sus disputas internas repercuten de forma directa en los destinos del país. Música A fines de 1957, la dictadura militar conocida como Revolución Libertadora decide llamar a elecciones presidenciales y fija como fecha el 23 de febrero del año siguiente.

Para ese momento el peronismo, partido político mayoritario de la República Argentina, se encuentra proscripto y su máximo líder, el Teniente General Juan Domingo Perón, exiliado. Dos fuerzas políticas surgidas del radicalismo se disputan el poder en las próximas elecciones. La Unión Cívica Radical del Pueblo, liderada por Ricardo Balvin, más cercano a las posiciones del gobierno militar. y partidario de excluir al peronismo del sistema político.

Y la Unión Cívica Radical Intransigente, liderada por Arturo Frondizi, quien pocas semanas antes de los comicios decide hacer un pacto electoral con Perón. Mediante el pacto Perón-Frontisi, el candidato intransigente promete levantar la proscripción del partido peronista, siempre y cuando Perón le garantice el voto de sus seguidores. Pocos días antes de las elecciones, Juan Domingo Perón, desde su exilio en República Dominicana, aconseja a sus partidarios votar por el candidato de la UCR intransigente.

Finalmente, en las elecciones de febrero de 1958, con un apoyo importante del electorado peronista, triunfa por un amplio margen la fórmula Arturo Frondizi y Alejandro Gómez. El primero de mayo de ese mismo año, Arturo Frondizi asume como presidente de la nación. Arturo Frondizi es un político e intelectual de sólida trayectoria, a quien muchos ven como la alternativa no peronista para una política de crecimiento basada en el desarrollo industrial.

Su partido gobierna todas las provincias y tiene mayoría en ambas cámaras del Congreso. Pero su gobierno sufre de una profunda debilidad política, ya que las Fuerzas Armadas y el radicalismo del pueblo, desde el primer día, se dedican a obstruir su labor de gobierno. Ante este escenario político desfavorable, Frondizi decide actuar con rapidez. En sus primeros meses de gobierno otorga un aumento de salarios del 60%, dicta leyes que favorecen la erradicación de capitales extranjeros, firma acuerdos de explotación petrolera con empresas europeas y norteamericanas y estimula inversiones en áreas consideradas estratégicas, como la celulosa, la energía y las industrias automotriz y siderúrgica. En el plano político, Frondizi decreta una amnistía y permite a varios líderes sindicales peronistas retomar el control de sus gremios, aunque no cumple con su promesa inicial de levantar la proscripción del peronismo.

En poco tiempo, las políticas desarrollistas impulsadas por Frondizi hacen que la economía argentina crezca de manera notable. Pero el aumento de la actividad industrial genera una masiva importación de insumos que rápidamente se traduce en inflación y déficit en la balanza de pagos. Con el fin de controlar esta situación, el gobierno pide un préstamo al Fondo Monetario Internacional y lanza un plan de ajuste que incluye fuertes medidas de austeridad. Pero los meses pasan y la crisis no cede.

Presionado por los sectores militares, Frondizi nombra como Ministro de Economía a Álvaro Alzogaray. A pocos días de asumir, el nuevo ministro devalúa la moneda, congela los salarios y reduce el control del Estado sobre la actividad privada. Estas medidas reducen el poder adquisitivo de los trabajadores y provocan un rápido aumento del desempleo. En cuestión de meses, el conflicto con el movimiento obrero estalla.

Los sindicatos peronistas, cada vez más descontentos con las políticas de Frondizi, lanzan un plan de lucha que incluye huelgas y ocupaciones de fábricas. Como respuesta, el gobierno pone en marcha el Plan de Conmoción Interna del Estado, o Plan Conintes. El plan Conintes divide al país en distintas subzonas militares, donde los comandantes de las Fuerzas Armadas tienen más poder que los gobernadores y empleados públicos y estatales pueden ser juzgados por tribunales militares.

Respaldado por este plan, el gobierno de Frondizi autoriza a reprimir militarmente toda huelga o conflicto obrero. Al mismo tiempo intervienen los sindicatos y ordena el despido de los delegados más combativos. Esta actitud termina por alejar definitivamente a Frondizi del peronismo, que deja de ser el aliado díscolo de su gobierno para convertirse en su opositor más decidido.

A medida que el conflicto entre Arturo Frondizi y el peronismo avanza, otro sector entra en crisis con el gobierno. Desde los inicios de su mandato, las presiones de los militares se llevan a cabo con una frecuencia casi cotidiana. Estas presiones, conocidas como planteos, tienen como principal objetivo impedir el resurgimiento del peronismo. Pero con la llegada de los años 60, los militares argentinos orientan su atención hacia un nuevo enemigo. El primero de enero de 1959, un grupo de jóvenes revolucionarios toman el control de la ciudad de La Habana, Cuba, poniendo fin a la dictadura de Fulgencio Batista en ese país.

Con el pasar de los meses, el gobierno revolucionario cubano, dirigido por figuras como Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, va virando de una postura nacionalista hacia tendencias más socialistas. Este cambio enciende la alarma del gobierno de los Estados Unidos que teme un avance del comunismo sobre el continente americano. Inmediatamente el presidente John Fitzgerald Kennedy hace un llamado a sus pares continentales para que condenen y aíslen al país caribeño.

Arturo Frondizi, si bien coincide en varios aspectos con la política exterior norteamericana, decide no sumarse a esta iniciativa e incluso en 1961 mantiene una entrevista secreta con el Che Guevara. La decisión de Frondizi de no sumarse al boicot a Cuba. Reavivan las sospechas de las Fuerzas Armadas, que aumentan la frecuencia de sus planteos, hasta obligar al presidente a romper relaciones con el gobierno revolucionario cubano. Para comienzos de 1962, el panorama de gobierno del presidente Frondizi es bastante sombrío.

Los militares lo culpan por no erradicar definitivamente al peronismo y mantener una posición blanda ante lo que ellos llaman el peligro comunista. Los peronistas le echan en cara el no haber cumplido el pacto electoral y los sectores de la izquierda no le perdonan la ruptura con el gobierno de la Revolución Cubana. Acorralado por todos los frentes, Frondizi levanta la proscripción del partido peronista, permitiéndole participar de las próximas elecciones provinciales.

En las elecciones de marzo de 1962, el peronismo gana las gobernaciones de las principales provincias. El triunfo del peronismo genera un profundo malestar entre los militares que amenazan por enésima vez con un golpe de estado. A esta altura, Frondizi sabe que sus días en el gobierno están contados. Como última maniobra de salvataje, cambia a todos los ministros de su gabinete e interviene en las provincias ganadas por el peronismo.

Pero ya es tarde. La presidencia de Olivos es ahora el escenario de dramáticas horas. Los altos mandos han resuelto insistir en el pedido de renuncia al doctor Arturo Frondizi. La respuesta es siempre una. No renunciaré.

Son las 7 y el presidente queda arrestado. El 746 en su automóvil oficial y escoltado por otros coches donde viajan altos jefes de las tres armas se dirige al sitio prefijado, el aeroparque. El 29 de marzo de 1962 Los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas lo desplazan del poder y asume en su lugar José María Guido, presidente del Senado.

Esa misma noche Arturo Frondizi es detenido y confinado en la isla Martín García, siguiendo el camino iniciado años atrás por Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón. En sus primeros días de gobierno, Guido asume un compromiso por escrito con las Fuerzas Armadas en el que ratifica la proscripción del peronismo, a la que agrega también la del comunismo. El compromiso de Guido también incluye la prohibición de las huelgas y el impedimento a los sindicatos de estrechar vínculos con partidos políticos.

En el invierno de 1962, una nueva crisis hace tambalear la economía argentina. Álvaro Alzogaray, que acaba de asumir por segunda vez como ministro, con la intención de aliviar las finanzas, pospone los pagos a jubilados, aumenta los impuestos y toma nuevos créditos externos. Las medidas impopulares de Al-Sogaray deterioran aún más la imagen del presidente Guido, que sólo se mantiene por el apoyo de los militares.

En septiembre de 1962, estalla una crisis entre los militares. Finalmente, Los sectores nacionalistas del ejército deciden separarse de los oficiales antiperonistas que participaron en el golpe del 55. La crisis desemboca rápidamente en un conflicto armado que se da a conocer como el enfrentamiento entre azules y colorados. Los colorados quieren evitar a toda costa el regreso del peronismo al que consideran un movimiento sectario y violento que puede dar lugar al ascenso del comunismo.

Por su parte, los Azules proponen el alejamiento de los militares de la política, ya que ésta sólo ha conseguido dividir a las Fuerzas Armadas. Guido primero da su apoyo a los colorados, pero dos días después, ante la superioridad bélica de los Azules, cambia de opinión. Finalmente, el 22 de septiembre de 1962, Los azules consiguen la rendición de los colorados y el presidente Guido designa a su líder, el general Juan Carlos Onganía, comandante en jefe del ejército.

La rápida reacción de Guido ante el conflicto entre azules y colorados logra un periodo de paz que dura unos pocos meses hasta que una crisis internacional vuelve a desatar la disputa entre ambos bandos. En octubre de 1962, el presidente Kennedy denuncia la pretensión de la Unión Soviética de instalar misiles en territorio cubano e inmediatamente decreta el bloqueo naval a la isla. El gobierno argentino es uno de los primeros en apoyar la iniciativa y envía a dos destructores de la Marina de Guerra. Al mismo tiempo, el jefe de la Fuerza Aérea Argentina, sin consultar con el presidente, compromete a título personal la participación de su arma. El gesto genera un considerable disgusto en el seno del gobierno, el que exige su destitución.

La destitución del jefe de la Fuerza Aérea aviva los ánimos del Bando Colorado. Por otra parte, la proximidad de las elecciones hace que muchos de sus integrantes comiencen a temer el regreso al poder de su peor enemigo. En abril de 1963 estalla un nuevo levantamiento militar, esta vez colorado, en el que también participa la marina junto a sectores del ejército y la fuerza aérea.

Las calles céntricas se levantan barricadas que prevén ataques. La niña comandante en jefe del ejército se pone al frente de la represión. Los revolucionarios tomaron las radios de la capital federal, pero al poco tiempo fueron desalojados.

A las 15 del mismo día, el aeroparque en poder de los rebeldes se rinde ante las fuerzas del gobierno. Al promediar la tarde, Campo de Mayo acude a un dramático llamado. Lo lanza el regimiento C8 de Magdalena, que imprevistamente es bombardeado por aviones de la Marina Sublevada. La operación naval no cesa en su hostigamiento.

Al amanecer, los cuarteles presentan un cuadro angustioso. Tropas que responden al general Lanusse, llegados de Campo de Mayo y también a López-Aufranc, inician el avance a la zona de la zona de la zona. la base naval de punta de indio los aviones adictos al gobierno inician el bombardeo final infantes de marina se rinden las tropas gubernistas ocupan la base que encuentran abandonada su jefe ha huido La violencia de este último enfrentamiento deja un saldo de 24 muertos y más de 80 heridos y hace que los líderes de ambos bandos reconsideren sus posiciones.

Si no quieren seguir enfrentándose deben cambiar de raíz el sistema político y ese cambio sólo puede ser posible con la proscripción definitiva del peronismo. Las elecciones de julio de 1963 constituyen una prueba, tanto para el gobierno de Guido, que busca la extinción total del peronismo, como para el partido peronista, que pone en juego su capacidad de supervivencia. Para esta época, varios dirigentes sindicales peronistas intentan pasar por alto la autoridad de Perón e imponer sus propios candidatos.

Perón, al ver cuestionado su liderazgo, desautoriza a estos dirigentes e impone la candidatura a presidente de Vicente Solano Lima. El gobierno de Guido, amparado en la legislación de 1955, impide participar de las elecciones a la fórmula de Solano Lima. Ante esta nueva prohibición, Perón llama a sus seguidores a votar en blanco.

Llegada la fecha de los comicios, la contienda se termina dirimiendo entre Arturo Humberto Illia, candidato por la Unión Cívica Radical del Pueblo, Oscar Allende, candidato por el radicalismo intransigente, y el expresidente de facto, Pedro Eugenio Aramburu, candidato por la Unión del Pueblo Argentino, o UDELPA, partido político que representa al sector más duro del antiperonismo. Finalmente en las elecciones de julio de 1963, Arturo Ilia es elegido presidente de los argentinos con tan solo el 25% de los votos. Ilia no es la figura más fuerte de su partido. La razón de su candidatura tiene que ver con que Ricardo Balvin, principal líder de la UCR del Pueblo, intuye que cualquier gobierno que surja de estas elecciones va a tener muy poco poder.

Desde el día de su asunción, Ilia busca darle un papel fundamental al Congreso y las instituciones republicanas. Pero su intención choca con la realidad de un país prácticamente gobernado por el ejército y en el cual tienen mucho peso las principales corporaciones, como los sindicatos. En el aspecto económico, el gobierno de Illy aspira a acentuar el rol activo del Estado.

Durante su periodo, se impulsa una ley para bajar el costo de los medicamentos. Y se anulan todos los contratos petroleros firmados bajo el gobierno de Frondizi con la intención de renegociarlos. La ley de medicamentos y la anulación de los contratos petroleros le granjean rápidamente a Ilia la antipatía de desarrollistas y liberales, además de provocar un profundo descontento al gobierno norteamericano.

Mientras las políticas nacionalistas de Ilia generan nuevos enemigos, su relación con el peronismo empeora progresivamente. La intención del gobierno de controlar los fondos sindicales e interferir en las elecciones internas de la CGT desata una ola de huelgas y ocupaciones de fábricas que paralizan al país durante un mes y medio. Para ese momento, la relación de Perón con algunos líderes de la CGT es de mutua desconfianza. En los últimos meses de 1964, el sector liderado por el dirigente metalúrgico Augusto Timoteo Bandor ensaya un regreso de Perón al país y monta para ello un audaz operativo político.

Como era de esperar... Debido a las presiones militares, el regreso de Perón se frustra y su vuelo es obligado a aterrizar en Brasil para después volver a España. Ante el fracaso del operativo Retorno, Perón enfría sus relaciones con Bandor y comienza a alentar a los sectores más combativos del sindicalismo.

Con el fin de contribuir a la fractura entre Perón y los líderes sindicales, en 1965, el gobierno de Ilia convoca a elecciones legislativas, autorizando al peronismo a presentar sus propios candidatos. Bandor, cada vez más alejado de la influencia de Perón, forma su propio partido, la Unión Popular, una alianza política entre dirigentes sindicales y caudillos provinciales neoperonistas. En las elecciones de marzo de 1965, la Unión Popular se impone con un 36% de los votos.

La victoria del partido de Bandor demuestra que es posible un peronismo sin perón y agita nuevamente los ánimos de las Fuerzas Armadas. Durante el gobierno de Ilia, Las relaciones entre el ejército argentino y el departamento de estado norteamericano se vuelven cada vez más estrechas. En 1964, durante la quinta conferencia de ejércitos americanos en la Academia Militar de West Point, el Teniente General Juan Carlos Onganía, en representación del ejército argentino, adhiere a la doctrina de seguridad nacional.

Una política impulsada por el gobierno de Estados Unidos que tiene la finalidad de frenar el avance del comunismo en el continente americano. Esta doctrina que faculta a las fuerzas armadas a reprimir cualquier movimiento ideológico o político contrario a los intereses del mundo capitalista Es usada por algunos militares argentinos como excusa para combatir a sus enemigos políticos y establecer en el país un mayor control militar. Para fines de 1965, la figura de Arturo Ilia está totalmente debilitada. Una campaña de prensa fogoneada por el sector azul de las Fuerzas Armadas y los sectores más conservadores de la Iglesia y el empresariado insiste en mostrarlo como lento, ineficaz y falto de energía. A la vez...

Intenta imponer la figura del general Onganía como el hombre fuerte de Argentina, el único con la capacidad suficiente para solucionar sus problemas y combatir al comunismo. La campaña de prensa tiene un efecto inmediato sobre la opinión pública. Y para mediados de 1966, el gobierno de Ilia se encuentra al borde del abismo.

En las últimas horas de la tarde del día 27 de junio, se agravó la tensa situación existente desde tiempo atrás en las tres armas, que había dado motivo a varias reuniones de los altos mandos militares y del Poder Ejecutivo. La grave crisis institucional culminó con la separación del doctor Arturo Ilia del cargo de presidente de la nación. Mientras esto ocurría, las tropas fueron ocupando los lugares claves de la ciudad para mantener un orden que en ningún momento fue alterado.

Los ministros, que habían sido llamados con urgencia, llegaron a la Casa de Gobierno para realizar una reunión de gabinete, a cuyo final todos presentaron sus renuncias. Al día siguiente el expresidente abandonó la casa de gobierno partiendo en un automóvil hacia la residencia de un hermano en la provincia de Buenos Aires. Esa misma noche, los comandantes del golpe designan presidente de la nación al general Juan Carlos Onganía.

De esta manera, Onganía, el líder del Bando Azul que proponía el retorno a la democracia y el alejamiento de los militares de la política, termina convertido en el nuevo presidente de facto de la República Argentina. Y así nos lo hicieron Dios y la nación de los demás.