Este mundo sufre un gran vacío espiritual. El 90% de las personas no sabe por qué se levanta cada mañana. Piensa por ti mismo. Wake up. Este mundo sufre un gran vacío espiritual y esto nos lleva a una búsqueda frenética de métodos de relajación, de satisfacciones corporales, comidas, vino, temas sexuales, masajes, todos temas digitales, cosas que no tienen por qué ser malas pero que sustituyen el verdadero sentido de la vida.
que volver a los valores. ¿Y qué son los valores? Los valores es aquello que nos hace crecer como personas, aquello que nos perfecciona y aquello que nos guía en los momentos de caos y de incertidumbre.
Y solo existe un antídoto para esos momentos, solo existe uno, y ese es el amor. El amor a una persona, enamorarse, querer a alguien de verdad. Me gusta decir que en el fondo de cada uno de nosotros existen tesoros escondidos que se revelan cuando uno quiere de verdad. El amor nos abre y nos da alas para conseguir cualquier cosa.
El amor a una persona, el amor a los demás, el amor a los ideales y a las creencias. Decía Confucio, no son las circunstancias de la vida las que hacen felices a las personas, sino sus ideales. Nelson Mandela en la isla de Robben, Santo Tomás Moro, que a pesar de las circunstancias adversas eran felices, porque eran coherentes con sus ideales. El 90% de las personas no sabe por qué se levanta cada mañana.
Hemos perdido los motivos para alegrarnos y muchas veces la tristeza, el rencor y el mal humor se han convertido en dictadores de nuestra vida. Como psiquiatra suelo definir la felicidad como vivir instalado de manera equilibrada en el presente. Habiendo superado las heridas del pasado y mirando con ilusión al futuro.
Los que viven enganchados en el pasado son los depresivos, son los resentidos, son los amargados. Los que viven constantemente angustiados por el futuro son los ansiosos. Depresión y ansiedad, las dos grandes enfermedades del siglo XXI.
Nosotros nos hemos olvidado que solo tenemos capacidad de actuar en el hoy y en el ahora. El 90% de las cosas que nos preocupan nunca, jamás suceden. Y la necesidad constante de controlarlo todo. Hay que darse cuenta que hoy en día la mente viene para mandar, para ordenar, para controlar.
Seguimos las directrices de la razón. Nos convertimos en seres que nos olvidamos. Que la mente se está convirtiendo en un gran tirano.
no deja paso a lo más importante, que es el corazón. El que necesita controlarlo todo, controlar el futuro, es un perfeccionista. Y el perfeccionista, por definición, es el eterno insatisfecho.
No disfruta, porque nunca nada está a la altura de lo que uno quiere. Decía Víctor Pauset, el trabajo más productivo sale de las manos de un hombre contento. Los triunfadores son aquellos que disfrutan en su trabajo.
Y eso significa que si yo mi mirada es siempre... El juicio de perfección no puedo disfrutar, porque el que es perfeccionista, el que necesita controlar su negocio, su familia, sus hijos, todo, vive constantemente sufriendo, porque a veces llega a buscar un nivel irreal. Ser perfeccionista es agotador. Y uno se compara. Y cuando uno compara, coteja superficies, no profundidades.
Uno ve lo exterior, pero no sabe realmente lo que está sucediendo. La diferencia entre nuestra mejor versión y nuestra peor versión es la actitud que yo tengo entre la vida. Hoy en día sabemos que cuando uno se levanta por la mañana y dice, creo que va a ser un buen día, mi corteza prefrontal... que es la zona de la concentración, de la planificación y de la resolución de problemas, aumenta el flujo de sangre y las conexiones.
Cuidado con el autoboycott que nos lleva a fracasar antes incluso de haber empezado. Solo con pensar lo voy a conseguir, mi cerebro se activa para que yo sepa y sea capaz de hacerlo. Cuidado con el rencor. ¿Qué es el rencor? El rencor es quedarse dolido y no olvidar.
La felicidad consiste en buena salud y mala memoria. Cuidado con el rencor porque el rencor consiste en que los dos motivos principales de mi vida se convierten en la revancha y en el odio. La gente con rencor enferma.
El perdón es un acto de amor. Y el perdón tiene dos notas. Una, la inmediata perdón, aunque uno no lo sienta del todo, pero ayuda a aliviar ese sentimiento o esa situación de tensión. Aunque en ese momento uno piense que es la culpa del de al lado, dile perdón, porque se alivia la situación. Que el más generoso le pida perdón al otro, aunque sea la culpa, pero ayuda.
Y la segunda nota del perdón es a largo plazo y es el perdón consiste en renunciar al odio y a la revancha. Perdonar es ir al pasado y volver sano y salvo, y volver ileso. Y se perdona, a veces cuesta, y no es que sea algo fácil, hay que evitar hacerse las víctimas, hay que intentar evitar en nuestra mente ese paisaje mental tóxico, pero hay que ver a la persona que nos ha herido digna de compasión. La base de un cerebro sano es la bondad.
Hay que basar nuestras relaciones en lo que nos une más que en lo que nos separa. Si buscamos argumentos siempre tendremos miles para separarnos, pero hay que unirnos. La compasión es superior a la empatía. La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro. La compasión es que me pongo en tu lugar, pero con instrumentos te tiro para arriba.
Tenemos que volver a mirar a nuestro interior. Cuando yo hablo de meditar, cuando hablo de todo esto relacionado, hablo también de que hay que aprender a parar, frenar para ver, observar y disfrutar. Seguro que os habéis fijado que para observar y contemplar de verdad hace falta pararse. Corriendo no se percibe la belleza. Miramos tanto el reloj que no damos tiempo a lo importante.
Aprovechar una tarde. tarde de domingo y poner el teléfono en modo avión. Sin miedo a desatender una llamada.
Sin estar constantemente preocupados por una noticia, por un tuit. No pasa nada. No necesitamos estar conectados las 24 horas del día.
Hay que aprender a perder un poco de tiempo ganando en paz y en serenidad. La felicidad no se define en el fondo. La felicidad se experimenta. Despierta. Wake up.