Campos de fresas de Jordi Sierra y Fabra, capítulo 11, Negras H6. Se tropezó con Norma inesperadamente mientras se sentía como un león enjaulado en mitad del laberinto de pasillos y salas, sin saber qué más hacer para conseguir abrir una brecha en el sistema. Los dos se reconocieron en mitad de la nada envueltos en su soledad. Eloy, la hermana de Luciana, se le echó a los brazos por primera vez desde que la conocía, y pronto haría dos años. él no la rehuyó.
Al contrario, le abració y le dio un beso en la cabeza, en su espesa mata de pelo. Norma temblaba, y él esperó cauteloso, aunque en aquel momento sabía que se necesitaban. Ya no tenía nada que ver el hecho de que tal vez ella, como a veces le sucedía a las hermanas menores, estuviera enamorada de él.
Me han dicho que está en coma, murmuró casi un minuto después. Norma no se separó de su abrazo. Tengo miedo, reconoció.
No me han dejado verla, dijo Eloy. Llegó a la tira pidiendo. Esta vez sí.
La chica se apartó para mirarle a los ojos, luego lo tomó de la mano. Ven, se limitó a decir. La siguió.
Era un contacto dulce y en el fondo una mano amiga, la primera en aquel mundo inhóspito. Norma y Luciana se parecían tanto. De hecho, viendo a Norma, recordaba cómo y cuándo se había enamorado de Luciana. En aquel tiempo, sin embargo, Luciana se acababa de convertir en una mujer.
El trayecto apenas duró veinte segundos. Norma se detuvo en una puerta sin soltarle la mano. La traspuso, empleando la otra para abrirla. Los dos se encontraron dentro con los padres de las dos hermanas, pero Eloy apenas se reparó en ellos.
La imagen de Luciana inmóvil, con los ojos cerrados, la boca abierta y las agujas y los tubos entrando y saliendo en ella, le atravesó la mente. —Hijo, suspiró con emoción la mujer levantándose. —Me quedé a estudiar.
Lo siento, lo siento. Apenas sí logró articular palabra, aunque no pudo dejar de mirar a la persona que amaba más en el mundo. Capítulo 12 Blancas, cabello F3, negras, caballo D7 Eloy, oh Dios, eres tú Eloy, estoy soñando, no, no es un sueño, eres tú.
Reconozco tu voz y huelo tu perfume, y sí, también puedo verte al lado de Norma y ahora mamá que te dé un beso mientras papá sigue abatido, ahí junto a la ventana. Has llegado. Sabía que lo harías, pero como aquí el tiempo no existe, no sabía cuándo sería posible verte. Ahora, sin embargo, me alegra tanto tenerte a mi lado. Aunque lamento mi aspecto.
Estoy horrible, ¿verdad? Y pensar que lo último que te dije fue... Te quiero. No hablaba en serio, ¿sabes?
Qué estúpida fui, en realidad. No sé, estaba jugando. Ya sabes tú. Creo que me asustaba atarme.
Se dicen tantas tonterías acerca del primer amor que si se empieza pronto luego se estropea enseguida, que es mejor vivir primero y después. No quiero perdértelo y no quiero perderme yo. ¿Por qué no me coges de la mano?
Por favor. ¿Has estudiado mucho? Supongo que sí, toda la noche. Menudo eres y terco.
Y ahora esto. Menudo palo. Si el lunes suspendes el examen encima será culpa mía. Me sabe mal, cariño. Pero te juro que yo no quería acabar así Lo único que deseaba era pasar una noche loca Emborracharme de música Olvidar, volar Lo deseaba más que nunca Aunque te echaba de menos ¿Me crees, verdad?
Claro, estás aquí De lo contrario no habrías venido Cógeme de la mano Vamos, cógeme de la mano Así Gracias Ahora ya no me importa Ni el silencio ni la oscuridad Ahora... Capítulo 13 Blancas H5 ¿Sois los que estabas con Luciana Salas? Lo miraron los tres, sorprendidos.
Era como si hubiera aparecido allí de improviso, materializándose en su presencia. Sí, reconoció Máximo. Inspector Espinos, se presentó el hombre.
Vicente Espinos. ¿Policía? Se extrañó Santi.
¿Qué creéis? Hizo un gesto explícito. ¿Se trata de un delito, no os parece? Cinta estaba pálida.
Nosotros no hemos hecho nada, se defendió. El hombre no respondió. ¿Quién nos dio esa pastilla?
Preguntó sin ambajes. Los tres se miraron, inseguros, acobardados, indecisos. El policía no les dejó reaccionar.
Su voz se hizo un poco más ruda, solo un poco, nada más. Suficiente. Oídme.
Cuanto antes me lo contéis, antes podré hacer algo. Puede que os vendieran cualquier cosa adulterada, ¿entendéis? El que esta noche no acabe nadie más como vuestra amiga depende de lo que ahora hagamos. Es más, si conseguimos un... Una pastilla igual a la que ella se tomó.
Es probable que la ayudemos a recuperarse. No lo conocíamos, dijo Cinta. ¿Qué aspecto tenía? Pues, no sé, miró a Santi y a Máximo en busca de ayuda. Era un hombre de unos 30 años, puede que menos, no tengo buen ojo para eso.
Se adelantó Máximo. Me pareció normal, vulgar, todo fue muy rápido y estaba oscuro. Era la primera vez, trató de intercalar Santi. Alguna seña, color de ojos, de cabello, un tatuaje.
Bajo, cabello negro y corto, vestía traje oscuro. Me chocó porque hacía calor. —Nariz aguileña —recordó Santi. —¿Algún nombre?
—No. —¿Cuánto os costó lo que comprasteis? —Doce cada uno.
Pedía quince, pero al comprar varias... —¿Tomasteis todos? —Oiga, sin cómodo máximo, se lo pregunto a vuestros padres. —Tomamos todos —dijo Cinta.
—¿Cómo eran las pastillas? Blancas, redondas, tipo espirina y más pequeñas. ¿Cómo quiere que...? Tenían una luna medio agravada, manifestó Santi sabiendo a qué se refería el inspector.
El hombre puso cara de fastidio. ¿Una media luna? Sí. Chascó la lengua con mal contenida furia. ¿Qué pasa?
Quiso saber máximo. nada que os importe se apartó de ellos pensativo antes de agregar dónde fue en el pándoras muy bien suspiró dejadme vuestros teléfonos y direcciones y si os recordáis algo más llamadme les tendría una tarjeta a cada uno, a cualquier hora, ¿de acuerdo? No esperó su respuesta y se alejó de ellos, caminando con el paso muy vivo. Capítulo 14. Negras al fil H7. Volvieron a tropezarse con Eloy frente a la puerta de urgencias.
Salía de la zona de las habitaciones, allí donde ellos no habían conseguido entrar, y pudieron percibir claramente las huellas del llanto en sus ojos. Tenía las mandíbulas apretadas. ¿La has visto? Se interesó Cinta.
Sí. Iba a preguntar algo más, pero no lo hizo al ver la cara de su amigo. Por el contrario, fue él quien formuló la siguiente pregunta.
¿Habéis llamado a Loreto? Sí. ¿Qué ha dicho? Hemos hablado con su madre.
No ha querido despertarla. Solo le faltaba esto, tal y como está ella. ¿Tenéis alguna píldora más de esas?
Preguntó de pronto Loy. No. Los médicos no saben qué había en ella, cuál era su composición.
Si pudiéramos conseguir una, tal vez... Sí, ya lo sabemos. A Cintia o Santi. ¿De veras crees que una pastilla ayudaría a...?
Apunto Cintia. No lo sé, pero se podría intentar, ¿no? No ocultó su impotencia llena de rabia. Frente al abatimiento y la desesperanza de Cinta, Santi y Máximo, todo en él era puro nervio, una ansiedad mal medida y peor controlada. ¿A dónde vais?
Les preguntó de nuevo. A casa, a dormir un poco, suspiró Cinta. Eloy no la miró a ella, sino a Máximo. ¿Hoy vas a dormir? Espetó.
¿Qué quieres que hagamos? Ella está muriéndose y vosotros os vais a dormir tan tranquilos, insistió él. Estamos agotados, tío, protestó Máximo. Parecía no podérselo creer. Te pasas los fines de semana enteros bailando de...
viernes a domingo sin parar. ¿Y ahora me vienes con que estás agotado un sábado por la mañana? Levantó la voz preso de su furia.
Ya vale, Eloy. Trató de calmarlo Sandy. Todos estamos...
Nadie hizo caso ahora sí. Cinta, Eloy seguía dirigiéndose a Máximo. Fuiste tú quien compró esa mierda, ¿verdad?
Oye, ¿de qué vas? Fuiste tú. ¿Y qué si fui yo, eh? Acabó disparándose Máximo. ¿Qué pasa contigo, tío?
Maldito cabrón. Se le echó encima, pero Santi estaba alerta y era más fuerte que él. Lo detuvo y lo obligó a retroceder, mientras Cinta se ponía también en medio de nuevo llorosa y el bordo tenía un ataque de nervios. Por favor, no os peleéis, por favor, gritó la muchacha. Vamos, Eloy, cálmate.
Pidió Santi. No ha sido culpa de nadie, tampoco ha sido culpa suya. Fue Raúl el que trajo al tipo y el que... —Estaba ahí ese imbécil —abrió los ojos Eloy.
—Sí —reconoció Santi. La presión cedió, los músculos de Eloy dejaron de empujar y Santi relajó los suyos. Máximo también respiró con fuerza, apretando los puños, dándole la espalda mientras daba unos pasos nerviosos en torno a sí mismo.
Cinta quedó en medio, abrazándose con desválida tristeza. Fue en ese momento que se volvió a ver a Eloy. Cuando las puertas de urgencia se abrieron de par en par y entraron varias personas corriendo con un hilo lleno de sangre en los brazos, el lugar se convirtió en un caos de gritos, voces y carreras.
Capítulo 15 Blancas, alfil de 3 El Dr. Pons le extendió unas hojas. Desde luego, no es metilendioximetanfetamina, sino metilendioxientanfetamina. El inspector Espinos levantó la vista del resultado del análisis de sangre. No es Éxtasis, aclaró el médico, sino Eva. Bueno, eso ya me lo imaginaba, reconoció el policía.
La gente sigue llamándolo Éxtasis, pero... Lo malo es que ahora que teníamos el éxtasis bastante estudiado, el Dr. Pons hizo un gesto de desesperanza antes de empezar a hablar, casi para sí mismo. Quizá no debía haberse prohibido, ya ves tú, cuando vamos descubriendo una cosa, la prohíben y entonces sale otra más difícil y compleja de detectar.
A comienzos de siglos empleaban dosis controladas de éxtasis en psiquiatría para mejorar la comunicación con los pacientes. Ahora, desde que la DEA lo catalogó en 1985, dentro del grupo de sustancias sin utilidad médica reconocida y con riesgos de adicción, en fin, que prefería vermelas con el éxtasis amigo. Está claro que siendo el EVA un 25% menos potente que el éxtasis, su mayor cantidad de principio activo lo hace más peligroso porque actúa más rápido, es todo lo que sabemos y poco más, muy poco más. Y además de EVA, ¿qué contenía esa pastilla? Ahí está todo lo que hemos detectado, señaló el análisis de sangre, pero como siempre es insuficiente, el cuerpo ya ha eliminado algunas sustancias.
Seguimos sin saber contra qué luchamos. De las variedades analizadas por los laboratorios de toxicología, últimamente el 80% era EVA y no había ninguna pastilla con yo a composición fuese igual a otra. Siempre hay alguna porquería que las diferencie entre sí.
Esta también es diferente, le informó el inspector Spinos. Según esos chicos, tenía una media luna grabada. Es la primera con esta marca, así que debe de haber una nueva partida recién llegada a la ciudad, tal vez de procedencia remota. ¿Por qué les ponen esos sellos, lo sabes?
Para distinguirlas, para jugar, qué sé yo. He visto pastillas por tantas figuras y nombres. El conejito de Playboy, la lengua de los Rolling Stones, logotipos de canales de televisión.
Dibujos infantiles. De momento esta luna ya tiene una víctima. Luna, rezóngo el policía.
Malditos hijos de puta. Un paquete de mil pastillas pesa algo más de un cuarto de kilo. Como lo ve ese Juan, alrededor de 280 gramos, 10 mil pastillas pesan menos de 3 kilos y valen cerca de 120 mil euros el mercado. Es el precio lo que hace fácil, intercaló el médico. ¿A cómo está ahora la cocaína en la calle?
Vicente Espino suspiró agotado. 60 gramos. Creo que el speed está a unos 18 y el éxtasis o eleva a poco menos, ¿me equivoco?
Es lo más barato y por lo tanto lo más explosivamente peligroso. En Inglaterra se consumen a la semana entre un millón y millón y medio de pastillas, todas entre chicos y chicas de 13 a 19 años. ¿Cuántas se consumen en España? No había cifras y los dos lo sabían, por ello la pregunta se hacía más angustiosa.
Nos llevan una gran ventaja, dijo el presidente. el policía. Los fabricantes y los traficantes por un lado y esos chicos por otro. A veces oigo a mi hija hablar de música y me parece un extraterrestre.
Rhyme, hardcore, trance, house, techno, hip hop. Hasta hace poco aún creía que el bacalao se comía y ahora resulta que lo escriben con K y se baila. No se río de su chiste.
¿Qué más quieren si ya salen de noche, practican el sexo y hacen lo que les da la gana? ¿Por qué además han de destruirse? ¿Es eso libertad?
¿Recuerdas cuando fumábamos hierba en los 70? Venga, no compares tú. Lo único que sé es que a veces se necesita una muerte para sacudir a la sociedad, desgranó Juan Pons con deliberada cautela. En 1992 las drogas de diseño apenas se alcanzaban un 3% del consumo total en nuestra comunidad. En 1993 saltamos al 19%, en 1994 llegamos al 34% y en 1995. Desde entonces y sobre todo en estos últimos tiempos ha seguido aumentando su consumo.
Aún así estamos lejos de los 50 y dos adolescentes muertos en Inglaterra en la primera mitad de los 90. 52 que se dice pronto. Y eso quitando comas, lesiones permanentes y efectos secundarios. Y espera que dentro de 10 años tendremos una generación de depresivos. Por eso, porque eso es lo que menos que les va a pasar a estos chicos.
Las lesiones cerebrales y físicas serán de consideración. En este caso levantarán pollas, dijo Vicente Espinos. Por eso te decía que a veces a menudo se necesita algo como lo de esta chica para sacudir a la opinión pública. Ya, pero la única opinión pública que vas a sacudir es a la policía. ¿Qué harás, una redada general de camellos con sello de urgencia?
No seas cruel, Juan, protestó el inspector, pero desde luego va a haber una buena movida. ¿Te han dado algún dato de interés a estos chicos? El policía se puso de pie, una nariz aguileña, y... —Es suficiente, dijo Vicente Espinos, al menos por ahora, y le tendió la mano a su amigo dispuesto a irse dando por terminada su breve charla.