Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne. Supongo que el proceso está en el recuerdo de todos, y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona. Podrán preguntarse qué me mueve a escribir la historia de mi crimen. Pensé que podrían ser leídas por mucha gente, ya que ahora soy célebre.
Y aunque no me hago muchas ilusiones sobre la humanidad en general, y de los lectores de estas páginas en particular, me anima la débil esperanza de que alguna persona llegue a entenderme. Aunque sea solo una persona. Y existió una persona que podría entenderme, pero fue precisamente la persona que maté. Todos saben que maté a María Iribarne Hunter, pero nadie sabe cómo la conocí, qué relaciones hubo exactamente entre nosotros y cómo fui haciéndome la idea de matarla. Trataré de relatar todo imparcialmente.
En el Salón de Primavera de 1946, presenté un cuadro llamado Maternidad. Era por el estilo de muchos otros anteriores. Tenía, en fin...
los atributos que esos charlatanes encontraban siempre en mis telas pero arriba a la izquierda a través de una ventana se veía una escena pequeña y remota una playa solitaria y una mujer que miraba el mar la escena sugería en mi opinión una soledad ansiosa y absoluta nadie se fijó en esta escena con excepción de una sola persona nadie pareció comprender que esa escena constituía algo esencial fue el día de la inauguración una muchacha desconocida estuvo mucho tiempo delante de mi cuadro sin dar importancia en apariencia a la gran mujer en primer plano la mujer que miraba jugar al niño en cambio miró fijamente la escena de la ventana y mientras lo hacía tuve la seguridad de que estaba aislada del mundo entero la observé con ansiedad después desapareció en la multitud me sentí irritado infeliz pensando que podría no verla más perdida entre los millones de habitantes anónimos de buenos aires entonces al salón fui todos los días me colocaba cerca pero no volvió a aparecer durante los meses que siguieron sólo pensé en la posibilidad de volverla a ver sólo pinté para ella fue como si la pequeña escena de la ventana empezara a crecer y a invadir toda la tela y toda mi obra una tarde la vi por la calle la reconocí inmediatamente la verdad es que muchas veces había pensado y planeado minuciosamente mi actitud en caso de encontrarla una era la posibilidad de encontrarla en una exposición pero la verdad es que no soporto estar entre críticos ni la elite ombliguista así que esa no era una posibilidad podía suceder en cambio que ella tuviera un amigo que a su vez fuese amigo mío pero el problema clásico era hallarla a ella y luego buscar un amigo en común que nos presentara había que caer en la posibilidad más temida al encuentro en la calle imaginaba que ella me hablaba para preguntarme una dirección o acerca de un omnibus y a partir de esa frase inicial yo construí durante meses de reflexión una serie interminable de variantes no recuerdo ahora todas las variantes que pensé sólo recuerdo que habían algunas tan complicadas que eran prácticamente inservibles al verla caminar por la vereda del frente todas las variantes se me amontonaron y revolvieron en la cabeza. Me sentía tan nervioso y emocionado que no atinaba a otra cosa que a seguir su marcha por la vereda del frente. Dio vuelta en la esquina y entró en el edificio de la compañía T y entré detrás. Esperaba el ascensor. No había nadie más.
Este es el edificio de la compañía T. Pregunté a pesar de que un cartel de varios metros de largo que abarcaba todo el frente del edificio. proclamaba en efecto ese era el edificio de la compañía t ella se dió vuelta con sencillez y me respondió afirmativamente al mirarme se sonrojó tan intensamente que comprendí que me había reconocido ¿Por qué se sonroja?
Se sonrojó más aún. Usted se sonroja porque me ha reconocido. Y usted cree que esto es una casualidad. Pero esto no es una casualidad.
Nunca hay casualidades. He pensado en usted varios meses. Hoy la encontré por la calle y la seguí. Tengo algo importante que preguntarle. Algo referente a la ventanita.
¿Comprende? Ella estaba asustada. ¿Qué ventanita?
Dijo ella. Sentí que se me aflojaban las piernas. ¿Era posible que no la recordara?
Todo lo que había pensado durante meses, puras construcciones imaginarias que estaban solo en mi cabeza. Veo que me he equivocado. Buenas tardes. Salí apresuradamente a la calle cuando oí detrás una voz que me decía, señor, señor.
Era ella. En voz baja me dijo, perdóneme, señor. Perdóneme, estupidez.
Estaba tan asustada. no advertí que usted preguntaba por la escena del cuadro la recuerdo constantemente pareció arrepentirse de lo que había dicho porque se volvió bruscamente y echó a correr corrí tras ella hasta que comprendí lo ridículo de la escena me detuve era grotesco que un hombre conocido corriera por la calle detrás de una muchacha segundo que no era necesario podría verla en cualquier momento a la entrada o a la salida de la oficina la recordaba constantemente estaba contento vallaba capaz de grandes cosas y solamente me reprochaba el haber perdido el control al pie del ascensor cuando era evidente que podía verla en cualquier momento en la oficina en la oficina y quién me había dicho que trabajaba en esa oficina acaso sólo entra en una oficina gente que trabaja allí la idea de perderla por varios meses más o quizá para siempre me produjo un vértigo y corrí como un desesperado a la compañía t pero no la encontré analicé las diferentes posibilidades que se presentaban primero la gestión era larga en ese caso había que seguir esperando después de lo que había pasado quizás estaba demasiado excitada y habría ido a dar una vuelta antes de hacer la gestión también correspondía esperar trabajaba allí en ese caso había que esperar hasta la hora de la salida de modo que esperando hasta esa hora enfrento las tres posibilidades esto me tranquilizó para esperar con serenidad en el café de la esquina desde cuya vereda podía vigilar la salida de la gente pedí cerveza y miré el reloj eran las tres y cuarto a las seis me levanté me parecía mejor esperar en la puerta del edificio a las seis y minutos empezó a salir el personal. A las seis y media habían salido casi todos. A las siete, todo había terminado. Mientras volvía a mi casa, trataba de pensar con claridad.
Mi cerebro es un hervidero, pero cuando me pongo nervioso, las ideas me suceden como un vertiginoso ballet. Pero he ido acostumbrándome a gobernarlas. De otro modo, no tardaría en volverme loco.
Era necesario pensar con claridad. si no quería perder para siempre a la única persona que había comprendido mi pintura o ella entró para hacer una gestión o trabajaba allí no había otra posibilidad era necesaria esperarla al otro día y me encontré diciendo en alta voz varias veces es necesario es necesario al otro día temprano estaba ya parado frente a la puerta de las oficinas de té entraron todos pero ella no apareció decidí esperar toda la mañana en el café de la esquina había perdido toda esperanza cuando la vi salir de la boca del subterráneo me levanté de un salto y fui a su encuentro cuando ella me vio se detuvo espasmada no contaba con semejante aparición la tomé de un brazo casi con brutalidad la arrastré en dirección a la plaza parecía desprovista de voluntad no dijo una sola palabra nos sentamos en un banco aislado por qué huyó pregunté no sé respondió también quiero huir ahora prométame que no se irá nunca más la necesito la necesito mucho le dije fijó sus ojos en un árbol lejano el pelo era largo y castaño aparentaba unos veintiséis años pero existía algo en ella que sugería de una persona que ha vivido mucho. Necesito mucho de usted.
Repetí. Pero no respondió. Seguía mirando el árbol.
¿Por qué no habla? Le pregunté. Y sin dejar de mirar el árbol, contestó. Yo no soy nadie. Usted es un gran artista.
No veo para qué me puede necesitar. No sé. Murmuré al cabo de un rato.
Todavía no lo sé. Siento que usted será algo esencial para lo que tenga que hacer. Aunque todavía no me doy cuenta de la razón. sé que tiene que ver con algo vinculado a la escena de la ventana usted ha sido la única persona que le ha dado importancia usted se queja pero los críticos siempre lo han elogiado peor para mí ni uno solo de esos charlatanes dio importancia a la escena en cambio usted usted piensa como yo y qué es lo que piensa usted me pregunto no sé tampoco podría responder esa pregunta mejor podría decirle que usted siente como yo esa escena de la playa me da miedo agregué después de un largo rato aunque sé que es algo más profundo me representa más profundamente a mí eso es un mensaje de desesperanza quizás la oí decir sí respondí me parece un mensaje de desesperanza ve cómo usted sentía como yo y usted cree que esa escena es verdadera pregunté claro que es verdadera afirmó con dureza pero no sé qué ganará con verme hago mal a todos los que se me acercan quedamos en vernos pronto me dio vergüenza decirle que ella no debería separarse nunca más de mí esa misma noche le hablé por teléfono me atendió una mujer cuando le dije que quería hablar con la señorita pareció vacilar un segundo dijo que iría a ver casi instantáneamente oí la voz de maría con un tono casi oficinesco necesito verla maría le dije he pensado constantemente en usted cada segundo espera un momento oí que dejaba el tubo y al rato volvió no podía hablar por qué pregunté acá entra y sale mucha gente Cerré la puerta ahora. Cuando cierro la puerta, saben que no deben molestarme.
Juan Pablo. Después de un largo silencio, lo de su cuadro, el encuentro de ayer, lo de hoy, qué sé yo. Y claro, claro que pensé en usted. Mi corazón golpeó.
Necesitaba detalles. Tengo que cortar. Viene gente. A la mañana siguiente, llamé por teléfono.
y me atendió la misma mujer del día anterior. Me dijo que esa misma mañana había salido para el campo. ¿Usted es el señor Castel? Sí, soy Castel.
Dejó una carta para usted. Que perdone, pero no tenía su dirección. Este anuncio me dejó anonadado. ¿Por qué había resuelto ir al campo?
¿Sería consecuencia de esa conversación? Empecé a encontrar sospechosos detalles anteriores a los que antes no había dado importancia. ¿Por qué esos cambios de voz en el teléfono el día anterior? ¿Por qué vaciló esa mujer cuando pregunté por la señorita Iribarne? Corrí a su casa.
Era curioso que ella no hubiera averiguado mi dirección. Yo, en cambio, conocía ya su dirección y su teléfono. Toqué el timbre y abrí un mucamo.
Cuando di mi nombre, me hizo pasar a una salita llena de judos. sentí que alguien me miraba en silencio a mis espaldas me di vuelta y vi un hombre alto flaco tenía una hermosa cabeza sonreía mirando hacia donde yo estaba sin precisión era ciego usted es castel no me dijo cordialmente sí señor iríbarne no me llame iríbarne y no me diga señor soy allende marido de maría ella siempre usa su apellido de soltera yo estaba como estatua maría me ha hablado mucho de su pintura como quedé ciego hace pocos años todavía pudo imaginar bastante bien las cosas sacó una carta de su bolsillo y me la alcanzó acá está la carta dijo con sencillez léala no más aunque siendo de maría no debe ser nada urgente yo temblaba abrí el sobre Yo también pienso en usted, María. —Nada urgente, supongo —dijo Allende.
—No, nada urgente. —Así es, María. Muchos confunden sus impulsos con urgencias.
No veía el momento de huir de aquella maldita sala. Ahora, por ejemplo —prosiguió Allende—, se levanta temprano y me dice que se va a la estancia de mi abuelo. Pero ahora está en manos de mi primo, Hunter.
Supongo que lo conoce. He oído hablar de él. le dije sin saber a quién se refería qué podría encontrar maría en ese mujeriego y cínico traté de tranquilizarme tal vez podría gustarle la soledad al campo allende me acompañó hasta la puerta le di la mano y salí corriendo mi cabeza era un pandemonio sentimientos de amor y de odio preguntas resentimientos y recuerdos qué idea era ésta de hacerme ir a la casa a buscar una carta y hacérmela entregar por el marido y qué diablos tenía que hacer en la estancia con el sinvergüenza de hunter y en esa casa era tan natural que ella tuviera relaciones con hombres por qué emplear una voz neutra y oficinesca hasta que la puerta estuviera cerrada saqué la carta y la volví a leer yo también pienso en usted maría me emocionó muchísimo la firma maría simplemente maría esa simplicidad me daba una vaga idea de pertenencia ay mis sentimientos de felicidad son tan poco duraderos y seguramente hunter también la llamaría así señorita iríbarne ahora caía en la cuenta de la vacilación que había tenido la mucama tuvo que forzosamente haber corregido recalcándolo de señora pero naturalmente a fuerza de repeticiones la mucama había terminado por encogerse de hombros volviendo a la carta no era posible atribuir su actitud a la pereza entonces sólo hay una conclusión maría deseaba que yo fuera a la casa y me enfrentase con el marido maría quería hacerme ver que era casada para que yo viera la inconveniencia de seguir adelante no podría haberme lo dicho personalmente y hasta por último por teléfono por el contrario la carta era una destinada a consolidar nuestras relaciones a alentarlas los días siguientes fueron agitados no le había preguntado cuándo volvería volví a hablar por teléfono la mucama me dijo que no sabía nada entonces le pedí la dirección de la estancia esa noche escribí una carta desesperada preguntándole la fecha de su regreso la llegada de su carta fué como la salida del sol pero un sol negro esta es la carta que me envió he pasado tres días extraños el mar la playa los caminos me fueron trayendo recuerdos de otros tiempos no sólo imágenes también voces gritos y largos silencios de otros días es curioso aquí, frente al mar, sé que estoy preparando recuerdos minuciosos que alguna vez me traerán la melancolía y la desesperanza.
El mar está ahí, permanente y rabioso, chocando con esta playa solitaria. ¿Has adivinado y pintado este recuerdo mío? ¿O has pintado el recuerdo de muchos seres como vos y yo? Pero ahora tu figura se interpone.
estás entre el mar y yo mis ojos encuentran tus ojos cuánto la comprendía y qué maravillosos sentimientos crecieron en mí con esta carta y sin embargo te maté amaba desesperadamente a maría esperé con ansiedad para decírselo pero ella no volvía creció en mí una especie de locura Le escribí una segunda carta que simplemente decía, te quiero María, te quiero, te quiero. A los dos días recibía esto, tengo miedo de hacerte mucho mal. Le contesté en el mismo instante, no importa lo que puedas hacerme, si no pudiera amarte me moriría. Cada segundo que paso sin verte es una interminable tortura. Pasaron días atroces hasta que oí su voz por teléfono.
Vuelvo mañana a Buenos Aires. Estaré a las 8. cómo esperé aquel momento qué ternura sentía en mi alma vi cómo maría se acercaba buscándome en la oscuridad nos sentamos le apreté el brazo por qué te fuiste a la estancia pregunté por fin con violencia por qué me dejaste solo por qué dejaste esta carta en tu casa por qué no me dijiste que eras casada ella no respondía le estrujé el brazo gimió me haces mal juan pablo dijo suavemente por qué no me decís nada por qué por qué por qué todo ha de tener una respuesta no hablemos de mí hablemos de vos le volví a estrujar el brazo con rabia no le respondí no es de mí que deseo hablar deseo hablar de nosotros dos necesito saber si me querés nada más que eso —Saber si me querés. No respondió.
Le tomé la cara con mi otra mano y estaba llorando silenciosamente. —Ah, entonces no me querés. Dije con amargura. —Claro que te quiero. —¿Por qué hay que decir ciertas cosas?
Me dijo. —¿Pero cómo me querés? María se levantó de golpe. —¿Qué pasa? Pregunté asombrado.
—Me voy. repuso secamente cómo que te vas por qué temo que vos no me entiendas me dio rabia me hizo sentar nuevamente por compasión y me acarició la cabeza te advertí que te haría mucho mal me dijo a los segundos durante un mes nos vimos casi todos los días maría comenzó a venir a mi taller yo vivía obsesionado con la idea de que su amor era amor de madre o de hermana de modo que la unión física se me aparecía como una garantía de verdadero amor hasta era una de las tantas ingenuidades mías que hacían a maría sonreír a mis espaldas y lejos de tranquilizarme el amor físico me perturbó más trajo nuevas y torturantes dudas mis sentimientos oscilaron entre el amor más puro y el odio más desenfrenado ante las contradicciones y las inexplicables actitudes de maría debo confesar que yo mismo no sé lo que quiero decir con eso del amor verdadero y lo curioso es que aunque empleé muchas veces esa expresión en los interrogatorios nunca hasta hoy me puse a analizar a fondo su sentido quizá la buscaba en mi desesperación de comunicarme más firmemente con maría en ciertas ocasiones lográbamos comunicarnos y ahí bastaba que nos miráramos para saber que estábamos pensando o mejor dicho sintiendo lo mismo esos instantes eran fugaces y lo que era peor causaban nuevos distanciamientos porque yo la forzaba en la desesperación de consolidar de algún modo esa fusión y todo era tan atroz que cuando ella intuía que nos acercábamos al amor físico trataba de rehuirlo y esto solo lograba aumentar mis dudas acerca de la naturaleza de su amor. Naturalmente, sobrevenían otras peleas y era inútil que ella tratara de convencerme.
Solo conseguía enloquecerme con nuevas y más sutiles dudas, y así recomenzaban nuevos y más complicados interrogantes. Lo que más me indignaba era el haberme entregado a ella completamente indefenso, como una criatura. si alguna vez sospecho que me has engañado le decía con rabia te mataré como un perro le retorcía los brazos y la miraba fijamente en los ojos por si podía advertir algún indicio algún brillo sospechoso algún fugaz destello de ironía pero en esas ocasiones me miraba asustada como un niño un día llegué a gritarle puta maría quedó muda y paralizada después de luchar entre mi odio y arrepentimiento corrí a pedirle perdón escenas semejantes se repetían casi todos los días a veces terminaban en una calma relativa y de enamorados pero esos momentos de ternura se fueron haciendo más raros y cortos mis dudas y mis interrogatorios fueron envolviendo todo como una liana que fuera enredando y ahogando los árboles de un parque en una monstruosa trama. mis interrogatorios se hacían cada día más frecuentes una vez le pregunté por qué se hacía llamar señorita iríbarne en vez de señora allende es una costumbre de familia me respondió puede ser pero por qué no me corrigió lo de la señorita la mucama todos me llaman maría iríbarne todo esto no tiene ninguna importancia no sé qué es lo que quieres demostrar que probablemente no era la primera vez que te llamaban señorita la primera vez la mucama me habría corregido maría se echó a reír cuando me entendiste por primera vez dijiste cuando cierro la puerta saben que no deben molestarme esa frase no podía referirse a mí tampoco se podía referir a hunter puesto que lo podés ver cuantas veces quieras me parece evidente que debe haber otras personas que te hablan o que te hablaban, ¿no es así?
María me miró con tristeza. ¿Vos misma me hablaste alguna vez de un tal Richard? Pobre Richard, dijo dulcemente.
Sabes bien que se suicidó y que en cierto modo yo tengo la culpa. Me escribía cartas terribles, pero nunca pude hacer nada por él. ¿Estuviste enamorada de él? Por favor.
nunca estuve enamorada de él me dijo por qué no no era mi tipo dijiste que se parecía a mí por dios juan pablo quise decir que se parecía a vos en cierto sentido pero no que fuera idéntico era un hombre destructivo tenía una inteligencia mortal era un nihilista algo así como tu parte negativa no pude lograr una palabra más de richard pero no era ese el hombre el que más me torturó eran las personas desconocidas las sombras que jamás mencionó y que sentía moverse silenciosa y oscuramente en su vida las peores cosas de maría las imaginaba precisamente con esas sombras anónimas el problema allende fue uno de los que más me obsesionaron lo había querido en alguna oportunidad lo quería todavía si no lo quería allende ¿A quién quería? ¿A mí? ¿A Hunter? ¿Alguno de esos misteriosos personajes del teléfono? Pero también era posible que no quisiera ninguno, y que sucesivamente nos dijeses a cada uno de nosotros, pobres diablos chiquilines, que éramos el único.
Un día decidí solucionar el problema yende. Comencé preguntándole por qué se había casado con él. Lo quería, me respondió. Entonces ya no lo querés.
Retorcés todo hasta lo increíble, protestó María. Cuando dije que me había casado porque lo quería, no quise decir que ahora no lo quiera. Pero en el puerto me dijiste que yo era la primera persona que habías querido. María volvió a quedar callada.
Hay muchas maneras de amar y de querer, respondió, cansada. Te imaginarás que ahora no puedo seguir queriendo a Allende de la misma manera. de qué manera allende es un gran compañero mío que lo quiero como un hermano que lo cuido siento una gran admiración por la serenidad de su espíritu cómo puedes imaginar que no lo quiera me miró con una gran tristeza te acostás con él me parece horrible que me interrogues de este modo eso quiere decir que sí he dicho que me acuesto con él no que lo desee respondió exclamé triunfantemente eso quiere decir que lo haces sin desearlo pero haciéndole creer que lo deseas maría quedó demudada por su rostro comenzaron a caer lágrimas silenciosas su mirada era como de vidrio triturado sos increíblemente cruel alcanzó a decir el fondo es que sos capaz de engañar a tu marido durante años no sólo acerca de tus sentimientos sino también de tus sensaciones y si es así por qué no hagas de engañarme a mí también a mí nada me sacará de la cabeza que has estado engañando a yende durante años engañando a un ciego ya antes de decir esta frase estaba arrepentido apenas terminada era totalmente dueño de mí y ya ordenaba pedir perdón humillarme delante de maría ¿Cuántas veces esta maldita división de mi conciencia ha sido la culpable de hechos atroces? María se incorporó en silencio. mientras su mirada levantaba el puente levadizo que a veces tendía entre nuestros espíritus en la repentina desesperación maría se incorporó en silencio mientras su mirada levantaba el puente levadizo que a veces tendía entre nuestros espíritus en la repentina desesperación no vacilé en someterme a las humillaciones más grandes besar sus pies por ejemplo sólo logré que me mirara con piedad y mientras salía del taller me aseguraba que no guardaba rencor algo se había roto entre nosotros me encontraba sólo como consecuencia de mis peores atributos y de mis bajas acciones en esos casos siento que el mundo es despreciable y yo formo parte de él en esos instantes me invade una furia de aniquilación me dejo acariciar por la tentación del suicidio me emborracho busco a las prostitutas y siento cierta satisfacción en probar mi propia bajeza a la mañana siguiente después de un kilo de borrachera desperté en medio de la habitación bañado en sudor frío miré el reloj eran las diez de la mañana corrí al teléfono Me dijeron que se había ido a la estancia.
Quedé anonadado. Resolví escribirle una carta. No recuerdo las palabras exactas, pero decía que me perdonase.
Que yo era una basura, que no merecía su amor, que estaba condenado con justicia a morir en la soledad más absoluta. Pasaron días atroces sin que llegara respuesta. le envié una segunda carta y luego una tercera y una cuarta diciendo siempre lo mismo pero cada vez con mayor desolación en la última decidí relatarle todo lo que había pasado aquella noche que siguió nuestra separación no escatimé de confesarle la tentación de suicidio me dio vergüenza usar eso como arma pero lo usé a la vuelta del correo llegó una carta de maría quería que fuera a la estancia como un loco preparé una valija una caja de pinturas y corrí a la estación constitución la estación allende me irritaron dos cosas la ausencia de maría y la presencia de un chofer tome le dije entregando mi valija y caja al chofer mientras caminábamos al auto la señora maría ha tenido una indisposición me explicó el hombre una indisposición murmuré con sorna me acometió la idea de volverme a buenos aires decidí dejarme arrastrar a la estancia qué pasaría en caso de volverme sería la repetición de muchas situaciones anteriores me quedaría con mi rabia aumentada por la imposibilidad de descargarla en maría sufriría horriblemente por no verla Hunter tenía cierto parecido con Allende. Creo haber dicho que eran primos.
Me recibió con una cortesía irónica y me presentó una mujer flaca que fumaba con una boquilla larguísima. Tenía un acento parisiense. Se llamaba Mimi Allende. Era malvada y miope.
Pero ¿dónde diablos se había metido María? María tuvo una indisposición y se ha recostado, dijo Hunter. pero creo que bajará pronto me maldije mentalmente con aquella gente era necesario estar en constante guardia sin embargo me era gran utilidad para con maría me dispuse pues a escuchar y ver y traté de hacerlo en el mejor estado de ánimo posible tuve que sentarme a la mesa con mimí y hunter y después de escucharlos un rato estaba horriblemente triste mientras hablaban traté de alegrarme haciéndome esta reflexión esta gente es frívola superficial gente así no puede producir en maría más que un sentimiento de soledad gente así no puede ser rival y sin embargo no lograba ponerme alegre estaba desesperado porque maría no aparecía hacia el final de la conversación tuvo una repentina iluminación que me disipó la inexplicable tristeza Intuí que la tal Mimi había llegado a último momento y que María no bajaba para no tener que soportar las opiniones. que seguramente conocía hasta el cansancio de mimi y su primo ahora que recuerdo el chofer me había dicho algo de una prima que acababa de llegar de mar del plata la cosa era clara maría desesperada por la llegada repentina de esa mujer se había encerrado en su dormitorio pretextando una indisposición era evidente que no podía soportar a semejantes personajes mi alma se alegró porque veía de ese modo que no habría competencia posible en Hunter.
Cuando nos levantamos de la mesa para caminar por el parque, vi que María se acercaba a nosotros, lo que confirmaba mi hipótesis. Había esperado ese momento para acercársenos. Sin embargo, sentí que mis piernas aflojaban y que el frío y la palidez invadían mi rostro. Y encontrarme así, en medio de esa gente, y no poder arrojarme humildemente para que me perdonase y calmase el horror y el desprecio que sentía por mí mismo me saludó con una expresión muy medida como queriendo probar ante los dos primos que entre nosotros no había nada más que una simple amistad maría inventó una excusa que nos permitió retirarnos hacia la casa nuevamente le propuse que nos escapáramos esa misma noche se espantó Su rostro endureció y dijo sombríamente, no tenemos derecho a pensar en nosotros solos.
El mundo es muy complicado. Le pregunté qué quería decir con eso. Me respondió con acento aún más sombrío.
La felicidad está rodeada de dolor. Los primos habían desaparecido. María comenzó a sentirse de excelente humor.
Era una mujer diferente de la que yo había conocido hasta ese momento, en la tristeza de la ciudad más activa, más vital. Y lejos de producirme alegría, me entristecía y desesperanzaba porque intuía que esa forma de María me era casi totalmente ajena. Nos sentamos sobre las rocas y durante mucho tiempo estuvimos en silencio. oyendo el furioso batir de las olas abajo cuántas veces dijo maría soñé compartir con vos este mar y este cielo a veces me parece como si esta escena la hubiéramos vivido siempre juntos cuando había aquella mujer solitaria de tu ventana sentí que eras como yo y que también buscaba ciegamente a alguien una especie de interlocutor mudo Desde aquel día pensé constantemente en vos. Te soñé muchas veces acá.
Un día hasta pensé en buscarte y confesártelo. Cuando sucedió, al pie de aquel absurdo ascensor quedé paralizada de miedo y no pude decir nada más que una torpeza. Vinieron aquellos instantes de la Plaza San Martín en que creías necesario explicarme cosas, mientras yo trataba de desorientarte. te vacilando entre la ansiedad de perderte para siempre y el temor de hacerte mal yo no decía nada hermosos sentimientos y sombrías ideas daban vueltas en mi cabeza fui cayendo en una especie de encantamiento sentí que ese momento mágico no se volvería a repetir nunca empecé a experimentar el vértigo del acantilado y a pensar qué fácil sería arrastrarla al abismo conmigo. El mar se había transformado en un oscuro monstruo.
Pronto, la oscuridad fue total y el rumor de las olas allá abajo adquirió sombría atracción. Un sordo deseo de precipitarme sobre ella y destrozarla con las uñas, y de apretar su cuello hasta ahogarla y arrojarla al mar, iba creciendo en mí. no parecía oírme ella también había caído en una especie de sopor también parecía estar sola cuando llegamos a la casa encontramos a hunter muy agitado miss había ido y en el comedor todo estaba dispuesto para la comida vigilé los gestos de hunter concluí que tenía algo contra maría a causa del largo tiempo que habíamos permanecido ausentes Mi conclusión fue, Hunter está celoso, y eso prueba que entre él y ella hay algo más que una simple relación de amistad y parentesco. pretexté cansancio y me fui a mi pieza apenas nos levantamos de la mesa no pude dormir había motivos para pensar que maría tenía algo con su primo porque venía cada rato a la estancia en la estancia no vivía nadie más que hunter otro motivo es que maría nunca me había hablado de hunter sino con indiferencia con que se habla de un miembro cualquiera de la familia pero jamás me había mencionado que hunter estuviera enamorado de ella. María me había hablado esa tarde de sus debilidades.
¿Qué había querido decir? ¿Qué podía querer decir sino que en su vida había cosas tan oscuras y despreciables como en la mía? ¿No podía hacerlo de Hunter una pasión bajo de ese género? Mi conclusión final, María es amante de Hunter.
Al día siguiente de mi llegada, apenas salió el sol, Escapé a pie con la valija y la caja de pinturas. Mi cabeza no funcionaba bien y María se me aparecía una y otra vez como algo incierto y melancólico. Solo horas más tardes mis pensamientos empezarían a alcanzar la precisión y la violencia de otras veces.
Los días que precedieron a la muerte de María fueron los más atroces de mi vida. Tengo la imprecisión de haber pasado días enteros bajo el efecto de la violencia. del alcohol y borrachos entre sueños me arrastré hasta el baño y me metí vestido en la bañadera el agua fría empezó a calmarme salí del baño me desnudé me puse ropa seca y comencé a escribir una carta a maría deseaba darle una explicación por mi fuga de la estancia apreciaba mucho el interés que ella había tomado por mí pero no era suficiente para mantener o probar su amor seguía sin comprender cómo era posible que una mujer como ella fuera capaz de decir palabras de amor a su marido y a mí al mismo tiempo que se acostaba con hunter releí la carta y me pareció que con los cambios anotados quedaba suficientemente hiriente la cerré fui al correo central y la despeché certificada apenas salí del correo advertí dos cosas no había dicho en la carta qué había inferido que ella era amante de Hunter y no sabía qué me proponía al herirla tan despiadadamente. Solo ansiaba que María volviese a mí.
¿Por qué no decírselo directamente, sin herirla? Una vez más, había cometido una tontería con mi costumbre de escribir cartas muy espontáneas y enviarlas enseguida. Después de una hora, rumié una serie de reflexiones que terminaron por tranquilizarme. La carta está muy bien. y era bueno que llegase a manos de maría en realidad me puse a escribir la carta lo hice sin reflexionar mayormente y hasta algunas de las hirientes frases parecían inmerecidas qué era lo que tenía yo en concreto contra maría poco a poco fui incorporándome la tristeza fue cambiándose en ansiedad el odio contra maría en odio contra mí mismo a medida que iba llegando al taller fui dándome cuenta de lo que quería llamarla cuando me dieron la comunicación atendió mucamo necesitaba comunicarme sin pérdida de tiempo con la señora maría al rato me atendió la misma voz para decirme que la señora me llamaría dentro de una hora más o menos la espera me pareció interminable no recuerdo bien las palabras de aquella conversación por teléfono pero sí recuerdo que en vez de pedirle perdón por la carta concluí por decirle cosas más fuertes que las contenidas en la carta empezó a exasperarme el tono dolorido de su voz y el hecho de que no respondieron a ninguna de mis preguntas precisas según su hábito mi monólogo fue creciendo en violencia terminé diciéndole a gritos que me mataría que era una comediante y que necesitaba verla enseguida en buenos aires ante mi insistencia y mis amenazas de matarme me prometió venir a buenos aires al día siguiente ya verá pensé como si se tratara de una venganza me desprecié esa tarde comencé a beber mucho y terminé buscando líos en un bar me apoderé de la mujer que me pareció más depravada y luego desafié a pelear a un marinero a la madrugada la llevé al taller se puso a reír de un cuadro que estaba sobre el caballete.
Estábamos en la cama cuando de pronto cruzó por mi cabeza una idea tremenda. la expresión de la rumana se parecía a una expresión que alguna vez había observado en maría puta grité enloquecido apartándome con asco claro que es una puta lleno de desprecio la humanidad entera y de odio la saqué a puntapiés de mi taller y le dije que la mataría como un perro si no se iba en seguida fui al baño llené la bañadera de agua fría me desnudé y entré quería aclarar mis ideas tenía la intuición de haber llegado a un punto decisivo cuál era la idea inicial maría y la prostituta han tenido una expresión semejante la prostituta simulaba placer maría pues simulaba placer maría es una prostituta vi nítidamente que era preciso terminar y que no debía dejarme embaucar una vez más por su voz dolorida y su espíritu comediante mientras me vestía con rapidez pasaron ante mí todos los momentos sospechosos la primera conversación por teléfono las oscuras sombras en torno a maría ese temor de ella de hacerme mal que sólo podía significar te haré mal con mis mentiras ya que no podría hacerme mal por amarme de verdad como al comienzo había rehuido hasta de mis besos y como sólo había cedido al amor físico cuando la había puesto ante el extremo de confesar su aversión o el sentido maternal o fraternal de su cariño además su precisa experiencia sexual que difícilmente podía haber adquirido con un filósofo estoico como allende el círculo de su familia formado por una colección de hipócritas y mentirosos los celos de hunter y aquella frase que se le había escapado cómo me había equivocado una vez con quién cuándo cómo y los hechos tormentosos y crueles con ese otro primo y finalmente esta horrenda escena con la rumana o rusa o lo que fuera y esa sucia bestia que se había reído de mis cuadros y la frágil criatura que me había alentado a pintarlos tenía la misma expresión en algún momento de sus vidas muchas de las conclusiones que extraje en aquel lúcido pero fantasmagórico examen eran hipotéticas aunque tenía la certeza de no equivocarme pero advertí una importante posibilidad de investigación la opinión de otras personas la artigué era amigo de hunter amigo íntimo es cierto que era otro tipo despreciable sin embargo no iba a detenerme en escrúpulos lo llamé por teléfono le dije que tenía que verlo urgentemente lo fui a ver a su casa y le hice a boca de jarro una pregunta cuánto hace que maría iríbarne es amante de hunter lártigue es vanidoso pero no es sonso de eso no sé nada y volvió a hablar del libro y del premio me fui corriendo lártigue no era sonso pero no advirtió que sus palabras eran suficientes eran las tres de la tarde maría debía estar en buenos aires llamé por teléfono desde un café tengo que verte tengo que verte en seguida le dije convinimos de vernos a las cinco en la recoleta en el lugar de siempre antes de las cinco estuve en la recoleta por un segundo el espanto de destruir el resto que quedaba de nuestro amor y de quedarme definitivamente solo me hizo vacilar pensé que quizá era posible echar a un lado todas las dudas que me torturaban iba haciéndome la idea de aceptar su amor así sin condiciones y más me iba aterrorizando la idea de quedarme sin nada absolutamente nada y de ese terror fue naciendo y creciendo una modestia que sólo pueden tener los seres que no pueden elegir desgraciadamente maría me falló una vez más a las cinco y media alarmado enloquecido volví a llamarla por teléfono me dijeron que se había vuelto repentinamente a la estancia la señora salió en un auto hace un rato dijo la mucama y dijo que se quedaría ya una semana por lo menos una semana el mundo parecía derrumbarse vi cosas absurdas y tanto como le había pedido verla esa tarde y tan poco que estaba dispuesto a pedirle a mendigarle pero entre consolarme a mí en un parque y acostarse con Hunter en la estancia, no podía haber un lugar a dudas. se me ocurrió una idea corrí a mi taller y llamé nuevamente por teléfono a casa de allende pregunté si la señora no había recibido un llamado telefónico de la estancia sí respondió la un llamado del sr hunter no sí afirmó una amargura triunfante me poseía me dominaba a la vez un sentimiento de infinita soledad y un insensato orgullo el orgullo de no haberme equivocado pensé en mapeyi iba a salir corriendo cuando tuve una idea agarré un cuchillo grande y volví al taller ya tendría motivos para admirarse esos imbéciles que me habían comparado a un arquitecto ahí estaban como un museo de pesadillas petrificadas como un museo de la desesperanza y de la vergüenza pero había algo que quería destruir sin dejar siquiera rastros lo miré por última vez a través de mis lágrimas vi confusamente cómo caía en pedazos aquella playa aquella remota mujer ansiosa aquella espera corría a la casa de mapeyí no había pensado nada pero se me ocurrió decirle que mi padre estaba muy grave y que no tenía tren hasta el otro día terminó por darme las llaves en cuanto salí al caminar de mar del plata lancé el auto a ciento treinta kilómetros y empecé a sentir una rara voluptuosidad que ahora atribuyo a la certeza de que realizaría por fin algo concreto con ella aparecían y desaparecían sentimientos de culpa de odio y de amor estaba el compromiso de verme esa tarde para qué para hablar de cosas oscuras y ásperas para ponernos una vez más frente a frente a través del muro de vidrio por otro lado estaba hunter y le bastaba tomar el teléfono y llamarla para que ella corriera a su cama llegué a la estancia a las diez y cuarto la luz de la luna atravesaba los nubarrones y pude caminar sin grandes dificultades cuando llegué a la casa grande vi que estaban encendidas las luces de la planta baja pensé que todavía estarían en el comedor era natural que salieran después de comer me oculté en un lugar del parque que me permitía vigilar la salida de gente una espera interminable como un río oscuro y tumultuoso a veces y a veces extremadamente calmo y casi mar inmóvil y perpetuo donde maría y yo estábamos frente a frente contemplándose estéticamente y otras veces volvía a ser río y era como si los dos hubiéramos estado viviendo en pasadizos o túneles paralelos sin saber que íbamos el uno al lado del otro como almas semejantes en tiempos semejantes los pasadizos se habían por fin unido y que la hora del encuentro había llegado qué estúpida ilusión mía había sido todo esto no los pasadizos seguían paralelos como antes aunque ahora el muro que los separaba fuera como un muro de vidrio y pudiese verla a maría como una figura silenciosa e intocable hasta pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una mueca de burla lo deformaba y que quizás había risas cruzadas con otro y que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en todo caso había un solo túnel oscuro y solitario el mío el túnel en que había transcurrido mi infancia mi juventud toda mi vida y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío cuando en realidad pertenecía al ancho mundo y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad cuando los vi del brazo sentí que mi corazón se hacía duro y frío como un pedazo de hielo ella sabía que yo la necesitaba esa tarde y que había sufrido enormemente cada uno de los minutos gozaba en calma qué implacable qué fría qué inmunda bestia pudo haber agazapado en el corazón de la mujer más frágil ella podría mirar el cielo aspirar sensualmente el olor de las flores sentarse a su lado, sabiendo que en ese mismo instante yo, que la habría esperado en vano, atormentado por infinitos gusanos hambrientos, devorando anónimamente cada una de mis vísceras, ya hablaba con ese monstruo ridículo.
¿O sería yo el monstruo ridículo? ¿Y no se estarían riendo de mí en ese instante? ¿Y no sería yo el imbécil, el ridículo hombre del túnel?
y de los mensajes secretos caminaron largamente por el parque la tormenta estaba ya sobre nosotros comenzaron las primeras gotas tuvieron que correr a refugiarse en casa desde mi escondite sentí que asistiría por fin a la revelación de un secreto abominable pero muchas veces imaginado vi que se encendía la luz del dormitorio central el de hunter Ahora debía encenderse la luz de la otra pieza, pero la otra luz no se encendió. Dios mío, no tengo fuerzas para decir qué sensación de infinita soledad vació mi alma. De pie, bajo la lluvia, a través de mis ojos mojados por el agua y las lágrimas, vi que una luz se encendía en el otro dormitorio.
Lo que sucedió luego lo recuerdo como una pesadilla. trepé hasta la planta alta por la reja de una ventana entré a la galería interior y busqué su dormitorio temblando empuñé el cuchillo y abrí la puerta ella miró con ojos alucinados me acerqué a su cama y cuando estuve a su lado me dijo tristemente qué vas a hacer juan pablo tengo que matarte maría me has dejado solo entonces llorando le clavé el cuchillo en el pecho cuando saqué el cuchillo chorreante de sangre me miró con una mirada dolorosa y humilde un súbito furor fortaleció mi alma y clavé muchas veces el cuchillo en su pecho y en su vientre corría a buenos aires desde un café telefoné a casa de allende y le dije que debía verlo sin pérdida de tiempo luego corrí a posadas el polaco estaba esperándome en la puerta de la calle al llegar al quinto piso vi a allende frente al ascensor lo agarré de un brazo y lo arrastré adentro vengo de la estancia maría era la amante de hunter la cara de allende se puso mortalmente rígida imbécil gritó entre dientes usted es el imbécil maría era también mi amante y la amante de muchos otros pero ahora ya no podrá engañar a nadie comprende a nadie insensato aulló el ciego con una voz de fiera me persiguió por toda la sala tropezando con sillas mientras lloraba con un llanto seco sin lágrimas y gritaba esa sola palabra insensato escapé cuando me entregué en la comisaría eran casi las seis a través de la ventanita de mi calabozo vi cómo nacía un nuevo día con un cielo ya sin nubes en esos meses de encierro he intentado muchas veces razonar las últimas palabras del ciego la palabra insensato algún día tal vez logre hacerlo y entonces analizaré también los motivos que pudo haber tenido allende para suicidarse sólo existió un ser que entendía mi mientras tanto estos cuadros deben de confirmarlos cada vez más en su estúpido punto de vista y los muros de este infierno serán así cada día más herméticos