El modernismo es una corriente artística de finales del siglo XIX y principios del siglo XX que se desarrolló entre América y Europa. Nosotros nos vamos a centrar en su rama literaria, que se suele fechar entre 1880 y 1920. Su máximo exponente es Rubén Darío, pero también cuenta en su nómina con escritores de la talla de los hermanos Machado o Juan Ramón Jiménez. El modernismo nace en Hispanoamérica. Por primera vez en la literatura de habla hispana surge al otro lado del Atlántico un movimiento literario que llegará a España y cautivará a los escritores españoles.
Aunque el nicaragüense Rubén Darío es el alma del movimiento y suele considerarse su fundador, también podemos incluir al cubano José Martí o al mexicano Manuel Gutiérrez de Nájera como predecesores fundamentales. La obra cumbre del modernismo es Azul, de 1888, una colección de cuentos y poemas de Rubén Darío. Después Darío compondrá prosas profanas y cantos de vida y esperanza. Aunque el modernismo influye en todos los géneros, va a ser en la poesía donde alcance su mayor popularidad y desarrollo.
El modernismo, además de estar impregnado del romanticismo, tiene como base dos corrientes literarias francesas muy significativas. El parnasianismo de Gautier y Lecombe de Lisle, del que heredará el arte por el arte o la perfección formal y la belleza. La segunda corriente es el simbolismo, del que forman parte Rimbaud, Mallarmé o Verlaine. De él tomará el gusto por lo simbólico, el afán de superación de la realidad percibida por los sentidos para adentrarse en lo profundo de las cosas. Desde esta perspectiva podía hablarse de la línea modernista canónica, la parneasiana y otra línea más interiorista.
El modernismo nace como fruto de una crisis artística, social y espiritual, bien de las naciones hispanoamericanas que buscan la independencia y la libertad, o bien en España, como fruto de una decadencia imperial y un atraso con respecto a Europa. De ahí que uno de sus pilares sea el escapismo. la huida de la realidad del momento.
En cuanto al lésico, al vocabulario, se busca la elegancia y la sonoridad, a través de palabras exóticas y con gran poder evocador, cultismos, neologismos, etc. Ello se va a manifestar, sobre todo, en la adjetivación. Así comienza Sonatina de Rubén Darío.
La princesa está triste. ¿Qué tendrá la princesa? Los suspiros escapan de su boca de fresa que ha perdido la risa, que ha perdido el color. La princesa está pálida en su silla de oro. Está mudo el teclado de su clave sonoro y en un vaso olvidada se desmaya una flor.
Los recursos literarios que mayor peso cobran van a ser la metáfora y la simbología, con un gran gusto por la sinestesia que manifiesta muy bien la mezcla de sensaciones. Tampoco faltarán la antítesis, juegos de palabras o aliteraciones. El verso de Rubén, salve al celeste sol sonoro. del poema programa matinal refleja muy bien ese gusto por el juego, la sinestesia y la simbología.
Desde la perspectiva de la métrica se produce una importante renovación. No pararán de buscar nuevos cauces sonoros. Los modernistas buscan aumentar con el ritmo el poder evocador de la palabra y el preciosismo en el lenguaje. Recuperan versos como el eneasílabo o el dodecasílabo, mezclan estrofas clásicas con otras de su invención y nueva acentuación, usan el decasílabo para crear sonetos conservantesios, indagan en los sonetillos o incluso emplean el verso libre.
Los temas predominantes y característicos van a ser los relacionados con la fantasía y la imaginación, tratando de evadirse de la realidad mediante lo legendario, mitológico, exótico como Oriente o incluso lo aristocrático. El espacio se ve perfectamente en la ya citada sonatina. El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. Tarlanchina, la dueña dice cosas banales y vestido de rojo piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente, la princesa persigue por el cielo de oriente la libélula vaga de una vaga ilusión.
Al ser un movimiento de origen hispanoamericano, la cultura de estos países va a ser muy tenida en cuenta. Se va a reivindicar lo local, en cierto modo como reacción al creciente protagonismo de los Estados Unidos. En España va a predominar el tema de Castilla, aunque no debemos olvidar que la capital del modernismo es París.
Como ejemplo tendríamos el famoso poema de Caupolicán, de Rubén Darío, cuya estrofa final dice así. Es algo formidable que vio la vieja raza, robusto tronco de árbol al hombro de un campeón, salvaje y aguerrido, cuya fornida maza blandiera el brazo de Hércules o el brazo de Sansón. ¡Gracias! Tampoco faltarán poemas de tintes amorosos y eróticos, el análisis interior, la intimidad o lo triste y angustioso, como por ejemplo cuando Rubén, en prosas profanas, busca el sentido del ser humano, lo metafísico. Dichoso el árbol que es apenas sensitivo, y más la piedra dura porque esa es la piedra Ya no siente, pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
El modernismo entró en España de la mano del propio Rubén Darío, que visitó el país varias veces a lo largo de la última década del siglo XIX y principios del siglo XX. En la nómina de autores españoles podemos destacar a los hermanos Machado, Juan Ramón Jiménez en sus composiciones tempranas como Platero y yo, el Valle Inclán de Amores y Leyendas, Eduardo Marquina o Francisco Villaespesa. Pues hasta aquí, amigos, nuestro repaso por el modernismo literario, que como veremos en el próximo episodio, influirá de una manera notable en la generación del 98. Si te ha gustado nuestro programa, ya sabes, déjanos un like, suscríbete a nuestro canal, comenta y comparte.