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Recuerdos y tragedia de Armero

Era un pueblo lleno de vida, de felicidad. Las ciudades a la piscina, Tivoli. Todos esos momentos inolvidables que nunca, nunca volveré a repetir. Pero en la mente mía aún están.

La gente es la madre, es la mente más unida. Era el sitio más lindo del mundo. Era el pueblo más acogedor, seguro, rico. Siempre había algo para hacer.

La gente era muy cálida, el clima delicioso, que es lo que más extraño. Encontraba siempre alegría, la gente era solidaria. Con sus casitas pintorescas.

Era un supervividero. Se perdió el dicharachero, el señor que lo hacía reír a uno, que le echaba cuentos. Era fiesta, era alegría, era bondad, progreso. Los olores ya no están, el olor a Mangoviche, los sonidos de las tacadas de Villar, de los cafés. Quisiera estar en el campestre jugando ping-pong, metido en la piscina.

Tenemos un mapa cerebral, es algo increíble. Cruzar la carrera 18 desde el Bucampeste hasta la salida para Guayabal. Podemos bajar por la calle 11. Podemos transitar cerebralmente y con una precisión casi mágica.

Podemos decir en dónde quedaba la casa de los Quinteros, la casa de los Montialegres, la casa de los García, la casa de los Lozada, la casa de cualquier otra familia. Es algo increíble. Lo doloroso es que uno ha exterminado nuestra existencia, nuestro paso por este planeta.

¿Quién va a contar eso? En el Nevado del Ruiz en 1984 empezaron signos, los podríamos llamar síntomas, de que el volcán empezaba como a moverse, como a despertarse. Teníamos un infinito temor por una presa natural que había formado el cañón del río Lagunilla, llamada El Sir.

Los montañistas que visitaban el cráter, pues veían que el cráter estaba cambiando y que había nuevos sitios por donde salía vapor, gases, que a veces la nieve se veía teñida de amarillo. La presa se aumentaba de una forma escarofriante semana por semana. Si las lluvias aumentaban, subían. Sentían temblores o que sentían rugidos o sentían bramidos.

Eran 300.000 metros cúbicos de agua que estaban ya represados. Imagínese la destrucción tan terrible. El cirpe para todo el mundo era algo grande y algo que pudiera habernos matado si al cirpe le pasaba algo. Pero lo que se estaba hablando era algo muchísimo más grande que lo del cirpe. Porque el cirpe comparado con lo que hace un volcán, pues es algo muy pequeño.

Muchas decenas de miles de metros cúbicos. Se habla de picos de caudal de varios miles de metros cúbicos por segundo. Creo que fue abril de 1985. que hubo un seminario en la Universidad Nacional de Manizales donde se discutía y se hablaba de que había que hacer un monitoreo, de que se estaba contactando a diferentes organizaciones para ver cómo se hacía el monitoreo y que eso fue lo que después resultó en que el Servicio Sismológico Suizo mandara unos sismógrafos.

Hubo una erupción pequeñita en septiembre de 1985, esa erupción, la ceniza cayó en Manizales y hubo mucha conmoción en Manizales y digamos como que fue la primera vez que a nivel nacional se habló del Nevado del Ruiz. Pero desconocíamos por completo y en absoluto el último informe de Ingeo Minas que fue en septiembre de 1985 y lo que hace con exactitud prevían las abalanzas del hoy, la erupción del volcán Nevado de Luisa. Colombia sabía, los congresistas sabían, esa ponencia fue de septiembre. El grave pecado del gobierno y el Estado colombiano y de la presidencia de Elizabeth de la Junta fue precisamente haber omitido la realidad, la inminente amenaza de erupción del cráter Arenas del volcán Nevado del Río.

Totalmente ignorantes de lo que podría suceder frente a la erupción del volcán. Obviamente el Estado no hizo lo suficiente. Las tragedias naturales no se pueden evitar, pero si se hubiera podido evacuar.

Del mapa de amenaza tampoco hubo mucho tiempo de hacer la divulgación. De septiembre a noviembre, pues digamos en dos meses, yo me acuerdo que se hacían charlas, tanto en el Tolima como en Caldas, se discutía a veces cuando se veía... columnas hoy ceniza pues la gente hablaba de eso pero después el volcán se quedaba calladito otros días y entonces todo el mundo decía no pero qué fregadera eso no pasa nada entonces nos citan a la comunidad inclusive perifonean hay que ir a mirar para estar en alerta a ver qué vamos a hacer porque esto está poniendo muy poquita gente fue nosotros algunos fuimos pero la gente no se concientizó y eso cuando se viene eso se viene bueno Yo estuve en algunas reuniones y en algunas charlas de estas que se da tratando de explicar lo que en ese momento se llamaba mapa de riesgo. Para la gente, hablarles en el oriente del volcán, digamos en el Tolima, del Nevado del Ruiz, era como, ese volcán es de Manizales, ese volcán nada tiene que ver con nosotros, está lejísimos.

Digamos como que el caso más sencillo, entre comillas, son los flujos de lodo de un volcán, porque se demoran un rato mientras salen hasta que llegan a un sitio. Por ejemplo, Barmero, que se demoró dos horas. Pues indiscutiblemente dos horas hubiera sido muchísimo tiempo para haber tomado medidas y de que la gente saliera. Todo se hubiera perdido, como ocurrió, pero la vida de las personas se hubiera salvado, ¿no es cierto? Pero eso era lo que no había en ese momento.

Entonces, la mayoría de la gente, incluyendo autoridades, no pensaba que eso fuera posible, y menos que eso fuera posible tan pronto. ¡Suscríbete El 13 de noviembre, en la tarde hubo otra vez una erupción pequeña y hubo un reporte de un carro que intentó pasar de Murillo hacia Manizales y ya no pudo pasar porque había ocurrido también un flujo de lodos que en el río Cifrado lo había interrumpido. Eso fue como a las 3 de la tarde, 3 y media de la tarde. Y a las 9 de la noche empezó la erupción, digamos, más grande de ese día.

El alcalde reunió al consejo urgentemente, llamamos al gobernador, que se llamaba Alzate García, nos tiró el teléfono y nos dijo que eso era una cuestión política jaramiliza, que eso no iba a suceder nada, que él tenía mucha audiencia porque se veía un juego de bolos. Nuestro alcalde, en un acto heroico, sacrificó su vida tratando de salvarnos de una supuesta inundación. El primer recuerdo que viene a mi memoria del 13 de noviembre del 85 es la ceniza que estaba cayendo ese día.

Solo estábamos en la sala mi papá y yo. Recibimos una llamada de una prima que vivía en Manizales y que tenía un amigo que trabajaba en el vulcano lógico y le había informado que la lava que estaba cayendo del Nevado del Ruiz se dirigía hacia Armero y que le informara a su familia. Mi papá...

Se rehusaba a salir y a creer en esta información porque hasta el último momento en la emisora del pueblo estaban diciendo que no saliéramos de nuestras casas y duramos como una hora para salir de la casa. Mi mamá decidió salir sola con nosotras dos, con mi hermana y conmigo. Momento en el cual mi papá entonces decide seguirle la cuerda a mi mamá. Cuando llegué al mero, tipo dos de la tarde ya había... La gente estaba inquieta que porque estaba cayendo ceniza y se anunciaba, se anunciaba que iba a haber alguna baña porque ya a las ocho de la noche ya comenzaron a llegar noticias de que venía una baña grande.

A las nueve de la noche ya habían techos caídos del peso de la arena. y más sin embargo la gente pues los unos corrían los otros no, esperando, no creían ¡Gracias Se puede imaginar usted dos horas carcomiendo ese flujo desde arriba, raspó lateralmente el cañón de la Góndola, que quedó desértico en sus paredes laterales, de una forma descomunal. Para mí, se presentaron todo tipo de muertes. Fueron mutilados, aprisionados, asfixiados, quemados, porque el lodo era candente, era lava.

Lava candente. Mi mamá vino a tocarnos la puerta y nos dijo, están diciendo que va a haber una inundación, entonces miren a ver si se suben a los techos. Entonces yo fui y saqué a los dos niños y a mi abuelita.

Nos paramos ahí en la puerta. Yo tenía a mis dos niños al pie de mí, paraditos al pie de mí. Le dije a mi abuela, abuela mire, están bajando los toldos de la plaza.

Nosotros vivíamos en una esquina. Mire, mire cómo bajan. Pero bajan encima como de barro, abuela.

Mi acostador, mi con mi familia, éramos cuatro. Mi hermana, que tenía dos años y medio, mi mamá y mi papá. De pronto es que suena el teléfono de mi casa, mi mamá contesta, y es mi abuelita. Y le dice, mi hija, están diciendo que tenés... tenemos que movernos para el estadio porque se va a desbordar el río.

Mi mamá asustada me levanta, me dice, Sandra, aliste una maleta, cepillos de dientes para la niña, pañales para la niña, y yo ya vengo por ustedes, alístense. Esa fue la última vez que vi a mi mamá. Yo simplemente vi que se alejó y me quedé mirándola y no sabía que iba a ser la última vez que la iba a ver en mi vida. Llegué a la casa y encontré todo el barrio alrededor del camión, que nos vamos, pero mi carro no tenía tapa a un lado y se mojó el motor y no quiso prender.

Fue tanto el desespero de la gente que ese carro tenía el freno de seguridad metido y lo cabrestearon como 20 metros así rastrillado. No prendió, que iba a prender con el freno dentro. De pronto, por baño, le dió esa herida, le di a start y ¡pum!

prendió. Mi mamá me montó en la silla de fuera y me echó de la camioneta. Los últimos instantes fueron dramáticos. Pues lo primero que se explotó fue la subestación eléctrica que quedaba al borde de la boca del cañón de la bunilla. Automáticamente esto creó en tinieblas y esto desconcertó a la gente.

Se fue la luz y empezamos a escuchar un ruido como si vinieran mil aviones encima. Mi papá ya se asustó. Es una penumbra total porque esa noche increíblemente no había una estrella en el cielo. Estaba llovinando, estaba gris.

Y él me dice, Sandra, corra. Se me viene ese monstruo encima. Pero cuando a mí me preguntaron hasta dónde me traía, no había luz.

Y yo oí a la gente gritaba, porque el campo fue mucho, la gente se mató. Los carros salían despavoridos. Yo vi una luz en la esquina del mercadito, una lámpara, petromas o algo que alumbraba allá, y hacia allá me dirigí y me agarró la avalancha en la esquina de mi casa. Me dio tres vueltas, donde me di la cuarta, no estaría contando esta historia frita de ustedes. Bajamos tres cuadras hasta el estadio.

Ahí nos pegó la primera rinconada y nos subió a un andén. Yo ya recuerdo a mi hermana y no pudo. Nos volamos de ahí, recostaba las casas tumbando palos, salimos a la otra calle y quedaba bomberos.

Ahí vino una avalancha y nos cogió por detrás y nos encaramó en el andén de bomberos. Ahí nos cayó un transformador grandísimo de dos postes y nos dobló el carro en frente de las llantas, pues ahí fue la primera matazón que hizo. Y luego paró el carro, el carro quedó parado. Yo sentaba, yo miraba hacia el suelo cómo bajaba gente, cómo bajaba todo.

Luego arrancamos envueltos en un mango de una casa donde venían villas. cogimos ahí para abajo, caminaba un pedazo y paraba paraba hasta que llegamos a la calle 12 al parque en el parque de una bombada muy grande y arriba de protección debemos al y no nos recibió entonces comenzó a hacer caracoles caracoles y nos devolvió y nos dejó en el barrio santander allá fuimos a quedar la noche Alcanzamos a recorrer solamente media cuadra y ya sentimos el estruendo, pues como si la tierra hubiera temblado y empezamos. a rodar en el carro.

Rodamos unos 10 o 15 minutos. Recuerdo cómo se caían los postes. Quedamos en lo que era el segundo piso de una casa.

Mi papá quedó muerto encima mío. El motor del carro quedó encima de mis piernas. He colgado unas cuerdas.

Cuando me di cuenta, incluso, fui a agarrar con la mano derecha y ya no se me movía, pues el brazo estaba totalmente desprendido. Las cuerdas me cogieron y me azotaron. La una casi me quita la cabeza, la otra casi me quita la pierna derecha.

Parte de la pared donde estábamos nosotros parados se cayó cuando ya desperté, ya iba en el lodo. Eso sentíamos nosotros que se nos consumía, volvía y nos sacaba. Teníamos tiempo de hablar tantico y consumirnos. Cuando yo les quitaba abrazados ellos dos a mí así. Ellos se quitaban el lodo y todo.

Así estuvimos como unas cuatro veces. La niña se me zafa. Yo la cogí de un bracito pero se me zafó. Vi cuando mi papá también la trató de coger y también se le zafó. Y empieza un remolino de...

De escombros, golpes, yo no entendía ni siquiera qué era lo que me pasaba. Solo sentía que me estaba ahogando, mientras que me trituraba. Era una cosa como estar en una mezcladora de cemento, más o menos gigante, y en momentos eso mismo te sacaba y en ese momento yo tomaba aire y volvía otra vez hacia abajo. Creo que salí dos o tres veces. En la tercera vez ya quedé, parece que quedé quieta o se estabilizó todo, pero yo quedé enterrada.

Y quedé en posición fetal, de medio lado enterrada. Y yo, no, aquí ya me fui. No sé cuánto tiempo habrá pasado, ya me levanto y me doy cuenta que no puedo hablar, casi no puedo hablar porque tenía el maxilar inferior roto, entonces no podía gritar, no podía sentir el sabor a sangre en mi boca todo el tiempo. Perdí tres litros y medio de sangre.

No me podía ni mover, me salvó una amalgama de barro. Fue en la vida principal de la bacteria humeral. Pero qué maravilla, ¿no?

Me salpó el barro, pero dentro del barro venía la bacteria de la gangrena gaseosa. ¿Qué preferías tú, una muerte por anemia o una muerte por gangrena? Cualquiera de las dos era letal. Creo que estuve inconsciente un gran rato porque empecé a comer lodo, el lodo me cubrió.

Cuando mi mamá sintió que yo me estaba ahogando, no sé cuál pudo haber sido el esfuerzo tan grande que hizo esta mujer para sacarme. Se partió la clavícula y con la clavícula partida logró sacarme todo el lodo de la boca. Cuando desperté ya estaba como en un alto, pero ya no tenía a mis niños al pie.

Se oía a la gente gritar y lamentar. Yo vine a reaccionar y vivían a ser como las dos de la mañana. Más abajo se escuchaba la voz de uno de mis hijos. La gente le decía a Juan Carlos, su mami está bien, su mami lo está escuchando.

La noche más espantosa y trágica de mi vida ha sido esa. Los dolores más espantosos, la intranquilidad, la desazón, la angustia, la preocupación, comienza uno a recorrer, a tratar de entender qué fue lo que pasó. Amaneció.

Cuando de pronto ya alguien le dio una avioneta, dejan de fumigación, dando a mí yo dos vueltas y volvió y cogió, y yo dije, pero ¿esto qué es? Eso quedó todo lobo, borró casas, borró todo, todo, todo. Es decir, desapareció todo el mundo.

Yo creo que habrán un 5% estará con vida. Le cuento que es una gran tragedia, desde luego. La única información que tenemos es de que está totalmente cubierto de lobo.

No ven casas en el momento. todo lo que era el Hacienda del Puente que prácticamente viene de... acá, que va prácticamente hasta el Magdalena, eso está todo en un lorazal.

Es interesante esta la vista, nunca me imaginé esta cosa. Es que no se ve casa, no se ve casa, quedó arena, quedó desaparecido, totalmente desaparecido. Todos nos enteramos, pues básicamente la mayoría de armeritas y colombianos cuando el piloto Fernando Rivera anuncia que Armero ha sido borrado del mapa, del planeta. Personalmente, pues no lo creo. Solamente en la mañana empecé yo a vislumbrar lo que realmente había pasado.

Cuando no podemos entrar a Armero, cuando vemos una cantidad de lodo que nos impide entrar, los ruidos de los helicópteros, de las ambulancias. cuando comenzamos a ver los heridos que comienzan a salir. A las 10 de la mañana llegamos casi a 30 metros de la orilla.

Había un poco de gente, pero nos miraban y no nos ayudaban, nadie ayudaba a nadie. Veo desde ahí, armero realmente, la dimensión del lodo. Comienza otro drama, otro viacrucis, que es la búsqueda de... de nuestros familiares. A eso de las 10 de la mañana, o sea, cuando ya hubo luz, pues a las 9 de la mañana llegaron los socorristas.

El primer socorrista le pidió a mi mamá plata para rescatarnos y mi mamá le dijo que sí, que si todavía quedaba carro en el baúl debía haber 200 mil pesos y todas sus joyas. que podía sacarlas de ahí y que por favor me rescatara a mí. El tipo sacó las joyas, sacó la plata y no me rescató. Yo estaba así dormida y de pronto ya me levanto y empiezo a ver que la gente ya se estaba levantando, como parándose, gente en árboles y todo. Entonces ya veo la dimensión y yo, ¿pero qué pasó?

Mi cabeza empieza, no sé si a enloquecer o a bloquearse de tal manera para no volverse uno loco o perder la razón. Entonces llegan hasta allá muchachos a ayudarme a salir, yo salgo desnuda, toca la ropa no sé por qué pero la naturaleza le quitaba a uno todos, salíamos todos sin ropa y empieza la travesía de poder llegar a algo verde, es como estar en medio de un mar y ver al final muy lejos la playa, nuestra playa era las montañas. A 11 del día logramos dar piso firme.

saque el uno, saque el otro lo que vimos en el camino fue fue terrible unos señores me pusieron una cosita en la cabeza y yo dije ay tan lindo seguro pues para consentirme resulta que llevaba toda esta oreja derecha totalmente aquí colgando entonces ellos me la pegaron los alaridos de los moribundos sáquenme de aquí eso era terrible, los lamentos era algo espantoso Y uno sufriendo bien. Aparte de la situación personal, individual, dolorosa por la destrucción física, había el drama humano que ya lo encerraba uno con esa estigma de dolor. Llegó un siguiente socorrista que me vio, dijo, es imposible el rescate, ella ya no debe tener piernas porque el motor le quedó encima.

Es imposible sacarla. Cerca Maracaibo encuentro yo cerca de 30 cadáveres y comienzo como a buscar en la edad de mi padre. Y llega un momento, voy como en el cadáver, no sé, 8, 10, y todos los cadáveres, las caras se me reflejan, o sea, pues como si fuera mi padre.

Me acuesto en un andén. Y me quedé ahí a morir. Estoy así y llega una amiga que yo la reconozco porque ella venía vestida, no le había sucedido nada.

Y entonces yo le dije, Slayer. Y entonces me dijo, ¿quién es usted? Yo le dije, yo soy Sandra Pérez. ¿Sandra Pérez? Yo tenía, mis ojos eran rojos, o sea, era un monstruo.

Entonces le dije, sí, Sandra Pérez, la de la tuna. Entonces ella iba con un novio, un amigo que era socorrista. Ellos fueron los que me salvaron la vida.

Llegaron los helicópteros, nosotros le gritamos, agua, bótenos agua, agua, agua, que no haya agua. Transcurrí hasta las cuatro de la tarde cuando en algún momento volvió este socorrista y lo intentó y lo trató de sacarme. Al pie de mí yo estiré la mano y encontré un cuerpo caliente todavía, con una ruana, era mi abuelita que estaba conmigo ahí al pie. Pero ella no me contestó, estaba muerta.

Entonces yo le dije, quítale la ruana. Y hacía señas hacia arriba para que el helicóptero me viera. El helicóptero alcanzó a verme.

El primero que apareció fue el Isario Betancourt, supuestamente llorando por la pérdida de sus armeritas. ¡Qué farsante! Colchón, hasta que al final le dijo, no, echemos a Jorge.

Jorge está muy grave, está delicado, verdaderamente lo estaba. Me subieron, parece que en el cuarto o quinto vuelo. Y mi papá estaba tirado encima de una teja.

Quise ir a despedirme y no pude. simplemente me dijeron no se puede acercar y nos vamos mi mamá quedó enterrada ahí mi papá en una teja y a mí me montaron en un helicóptero llegué a la herida y cuando llegué allí supe que algo estaba pasando conmigo que algo grave estaba pasando conmigo porque no podía caminar vi que lo único que tenía era una mancha roja en mi pierna y pepas blancas las pepas blancas eran gangrena que tenía Cuando llegamos acá a Bogotá, le pidieron a mi mamá la autorización para poder amputar. Y mi mamá sabiamente no dio la autorización para que me amputaran la pierna.

Y lograron rasparme hasta que llegó al hueso y estuve hospitalizada alrededor de tres meses. Duré un año en silla de ruedas. Gracias a Dios, pues logré volver a caminar.

Mi pierna... Se recuperó en un 80%. Me entran a cirugía y cuando me están poniendo la anestesia, me dice el doctor, Sandra Patricia, te tengo una buena y una mala noticia.

La buena es que tu papito apareció. La mala es que tu mamá y tu hermana no han aparecido. En total estábamos buscando a 13 personas, de las cuales aparecieron solo dos, tres, con mi papá. Cuando desperté ya iba en un helicóptero para Bogotá al hospital Kennedy.

Mi estómago estaba inflamado de todo el lodo que había comido y decían que yo estaba embarazada. Yo les decía que no. Dí con la enfermera Guache y Patane que no tenían consideración de lo que estábamos viviendo. Me bajaron a la sala de parto, me hicieron un legrado que no necesitaban hacerme. Y yo viendo al fondo allá el arrumo de brazos y de piernas mutilados.

¿Sabes cuántos mutilados después de la avalancha? 1675. Veritas mutilados sin brazos y sin piernas. Yo soy muy grande conmigo.

Al fin llegué aquí, aquí, aquí, tipo cinco y media de la tarde. Tenía un temor al despertarme de la operación que se me hubiese amputado el vaso derecho. Cuando llegó la mamá me dijo que el señor era Juan.

Le pregunté a ella, Juana, ¿será que muevo los dedos? ¿Será que tengo brazo? Pero si él no tiene, yo le veo el brazo.

Feliz final de semejante colapso tan terrible que nos rompe la vida, nos rompe el corazón, nos rompe las entrañas y acaba con todo lo nuestro. Pero bueno, ya estamos vivos. No perdí el brazo ni la pierna. Hicimos lo inhumano, buscando a mi mamá y a mi hermana, avisos, televisión, por todos los lados, por todos los medios, hasta que ya pasados dos o tres años, tal vez cuatro, mi papá me dijo un día, ya no vamos a buscar más.

Ya tenemos que asumirlo. Fue muy duro. Volver a empezar, sentir que toda mi vida se ha desacomodado. Pasan los años, las ayudas son muy pocas.

Mi familia estaba conformada por mi señora, un hijo de 12 años, mi mamá y una hermana que vivíamos en los meses. Al segundo día de haber amado a mi mamá, Yo ya arranqué, llegué a armeros, llegué y comencé a ubicarme, a buscarlos, a verles por aquí y por allí. Yo era más de tres meses.

Y no, no, yo no encontré nada, no, no, yo lo busqué y al último ya boté la toalla y ya no lo encuentro ni nada. Inclusive yo cargaba una bolsa de latón rojo, esa era antes de echarme a ver todo, esa era mi moral. Yo no he dejado eso. Y yo de la parmera, entrando en los encuentros, los enmochiles, me los llevo para todo el mundo. Pero yo ya llego con ellos.

Nunca me hice nada. Me encontré con amigos. Y a muchos les digo que yo hubiera estado en esa locura porque yo encontraba amigos, entonces ponía un tarro aguado y le ponía un chile, una mecha, alguna vaina para decirle a la familia, que su familia está en su espalda.

Uy, yo encontré harta gente. Pero lo que yo tenía que buscar no era. Ha sido verdaderamente lamentable. Primero, el desdén como fuimos tratados por parte del Estado como ciudadanos de tercera.

El desaforado apetito de robarse toda esa generosidad que el mundo volcó sobre nuestro drama. Se gastaron la plata en cuestiones que verdaderamente no le fueron de utilidad. Cuando las casas se le asignaban a personas que tuvieran familia, nosotros los solos nos ganábamos una casa para tres. Yo renuncié a eso, no quise nunca hacer tres. Nombraron alcalde en Villar, con alcalde en Villar.

No hubo una sola posibilidad de que ningún armonito tuviera acceso al control, a la disposición, a la distribución, a la selección, a la adjudicación de toda esa cantidad de dinero que el mundo en su generosidad plasmó hacia nosotros. Es más, no teníamos ni siquiera la posibilidad de entrar a las oficinas de resurgir. Nosotros nos atendieron fue las ayudas internacionales.

Todo el mundo se aprobaba de las mujeres. Llegaban todas las ayudas de ropa, eso es la ropa buena, se desaparecía. Había gente que mandaba platiques en la ropa, un dólar y demás, ellos primero le hacían la raqueta a ellos.

La ropa buena salía por otro lado. Nombran a Pedro Gómez Barrera, un empresario, constructor y urbanista de fama nacional e internacional, que estaba arruinado, que papayazo tan grande, que llegó la plata de Armero. El Estado no acepta que Armero se convierta en Camposantos y lo nombra Parque Nacional de Esperanza, con el decreto 3853, que jamás fue cumplido ni ejecutado. No hubo un solo armerita que tuviera que ver, ni que pudiera ni siquiera opinar frente a las decisiones que tomaron con nuestros dineros, con los apoyos.

Nos dejaron fue migajas, nos dejaron algo terrible, que fue la desatención mental. Hay aquellos que piensan que el ayer es fácil de reconstruir. La avalancha se llevó mis sueños, mis alegrías, mis recuerdos. Se llevó parte de mi ser, parte de mi alma.

Se nos llevó todo nuestro pasado, todo nuestro presente y todo nuestro futuro. Se llevó mi familia. Pues para mí no quedó nada. Y la avalancha se llevó una hasta siempre. La avalancha se llevó un puro ser.

No podemos dejar que la avalancha se lleve más cosas. Y lo más tenaz es la avalancha, pero del olvido. El olvido de un estado que no ha estado presente durante solo ahora para los 30 años.

Fue un giro de 180 grados y realmente esa noche se acabaron muchas ilusiones, se acabaron muchos sueños, se acabó la familia. Nadie sabe el dolor que llevamos a Dios. Armero es una ciudad invisible.

No hay necesidad ni siquiera de devolverse uno en el tiempo. Está presente todos los días. Está presente de alguna manera.

Al quedar de Armero quedan en ruinas y comentarios nomás. Pero después de Armero esto se fue abajo todo. No es fácil, no es fácil. Yo creo que ha sido un reto inconmensurable en mi caso personal.

Haber sido capaz de no tratar de recuperar ni el estatus social, ni el estatus político, ni el estatus económico. Sería absurdo, sería ir peleando contra un destino. No creo nada. Yo prácticamente estoy solo con Dios. Yo veo la tragedia de Armero en mí como algo positivo.

O sea, pasó esa tragedia, ¿qué hacemos con eso? Pues más bien comenzar a vivir positivamente. Pero ¿qué pasó con la vida mental, la vida emocional, la vida cerebral, la vida familiar?

Perdí mi patrimonio económico, perdí mi pueblo, perdí mi familia, perdí mi hermano Raúl, arquitecto virtuoso del violín, del acordeón, del... del piano, de la guitarra, músico increíblemente, actor de teatro, pero eso es irrecuperable. Decía Borges, por ejemplo, solo una cosa no hay, es el olvido.

Uno no ha olvidado su pueblo. Y comienza otra avalancha profesional, intelectual, de poder, o sea, como investigar, investigar, investigar y darle, sobre todo a las nuevas generaciones, un pedazo, o sea, pues, de esa historia. de un lugar y no es mi caso como dice el dexler no tengo un sitio de verdad en el que yo sienta una raíz como el que siente todo el mundo respecto de su pueblo natal yo no tengo pueblo natal La tragedia duró 10 minutos, pero lo que se vino después de eso, pues no ha terminado, o por lo menos para muchos no ha terminado. La tragedia continúa, claro. Yo no puedo decir que la estén usando, porque es un sufrimiento todos los días, todo lo que se ha vivido en el tiempo hasta ahora.

El día mío depende más de Dios que de otras cosas. Un día me va bien, otro día me va muy mal. Un día me dan, otro día me rechazan. Un día...

Un día me dicen sí, otro día me dicen no, hoy no hay. Pues no es que yo vea ambición para la plata, pero a mí me ayudaría mucho que me dieran alguna ayuda económica. Por favor, necesito que me colaboren. Una silla de veras como dos. Dios es pagado.

Gracias por ver el video. Al famoso reloj, que fue la expectativa de todos los que van a poner un reloj con una torre muy alta, y resulta que no hicieron sino la torre y se desapareció el reloj, no quedó sino el muro ahí. Un monumento al desidio, al descuido, al espilfarro, la mala fe de quienes en ese momento gobernaban eso.

Ahí me he metido don Pedro Gómez y las primeras autoridades. Sí, los políticos de turno hicieron todo eso, acabaron con eso. No se hizo nada, ahí está eso cayendo. La ley 1632 de 2013 en la cual se rinde honores al médico.

Honores, o sea, ¿qué honores necesitamos? Necesitamos acciones realmente concretas que beneficien a la comunidad. Ya la mayoría se mamaron de esperar, se murieron. Hay gente que no quiere saber de eso nada.

Esperemos que se nos considere como lo que somos, víctimas por omisión del Estado, porque el Estado es responsable. ¿Por acción o por omisión? En este caso nuestro fue por omisión porque ocultaron la verdad.

Ahora va a haber el avalúo, ¿con qué avalúo van a dar? Porque yo tenía una casa grandísima, bonita, protecha, dos pisos. Y esa casa valía 60 mil pesos. A esa parte, eso no lo han dicho, no van a manejar eso. Tienen que ahora sí darle cumplimiento al decreto 3853 y convertir a Armero no en un lugar de recolección de basuras, ni de detritos, ni pastajes de ganados extraños, ni siembras de arroz de los vecinos, ni avasallamiento a nuestro pasado, a nuestras tumbas.

Pero son programas y programas y proyectos, pero de ahí no salen. No salen de ahí. ¿Por qué el gobierno a estas horas, después de pasar más de 25 años, viene a tratar? Si nos dijeron que eso no iba a ser reconocido como Campo Santo, ¿por qué viene a aparecer ahorita a comprar esos terrenos? Esta ley no contempla el caso de los niños perdidos de armero.

¿Dónde estamos los armeritas? 29, 30 años llevan padres y madres buscando a sus hijos sabiendo que su hijo salió vivo. A mí me dijeron que los niños de Ibagué los habían trasladado para los albergues de Bogotá. Con muletas y todo salí a buscarlo, hogar por hogar, donde me decían que habían niños. Resulta que los padres y las madres han salido de una avalancha de una tragedia sin una pierna, sin un brazo, heridos y duran uno o dos meses recluidos en una clínica y cuando salen a buscar a su hijo les dicen claro, su hijo lo vimos en tal albergue.

Yo nunca he perdido la esperanza de encontrarlos y el sueño mío más grande es reencontrarme con ellos así ya sean unos jóvenes, así tengan otra familia, no me interesa sino volverlos a ver antes de partir de este mundo. Otros llegan a sedes del ICBF y es cuando se dan las adopciones express. Madres y padres mandan cartas al ICBF que jamás les responden. En un listado llegué a encontrar a Juan Carlos Lerma Quesada, cuando fui a averiguar por él ya había desaparecido el listado. Pregunté por qué, que no porque ya habían encontrado familiares.

Le dije, pero cómo le ocurre a ustedes decir que encontraron familiares si es mi hijo. Y así llevan toda la vida buscando porque cuando alguien pierde un hijo, y sabe además que salió vivo, va a luchar hasta reencontrarlo. Acá. tiene mucho que ver muchísima gente tanto el ICBF como los medios de comunicación que hacen este llamado como los colombianos como extranjeros que llegan incluso que están esperando para adoptar niños y le dan entonces un niño de armero de manera rapidísima sin comprobar que su padre o madre estuvieran vivos. Esto no es garantía de que los niños estén bien.

Dejemos de decir mentiras que por el hecho de que el niño lo hayan adoptado en el extranjero, entonces es profesional o es tal. También, mucho hubo trata de niños, de blancas, de lo que sea. Pero que los que estén con mis hijos les estén dando todo ese amor que no he podido yo darles.

Entonces, ¿de qué manera digna el Estado puede realmente participar? Pero participar realmente con proyectos serios que generen desarrollo social y económico en una comunidad también ansiosa y que ha estado esperando durante 30 años que realmente se lleven a cabo proyectos serios, que no se lleven a cabo paños de aguas tibias. La pérdida irreparable de este recinto en donde nos creemos, en donde fue nuestro patio de juegos, en donde aprendimos a respetar a nuestros padres, en donde aprendimos a respetar a la patria, a amarla.

Encontrarlo de esta manera, así de vacío, escombros, ruinas, y cada vez que yo vengo, verdaderamente se me conmociona el alma. Me conmociona el alma porque es que fuera una sola persona la que... La que uno recuerda son 30.000, 20.000 de esos sencillos y animales nuestros, que murieron sepultados, que hoy están aquí debajo de lodo y escombros, bajo toda esta inmensa soledad de silla y cerro. Los habitantes de Armero llevan. En su alma, un vacío irreemplazable, porque la tragedia tiene dos caracteres, uno colectivo y uno individual.

Para mí el 13 de noviembre es recordarnos porque uno recuerda todos los días. Es como algo especial de venir yo aquí y poder compartir con mi familia con lo que yo perdí. Mi alma fue quebrantada, se perdió un pedazo de ella.

Ese pedazo de ella se perdió cuando vino la avalancha y arrastró con todo y se llevó lo que yo más quería. Ese día supe que era el verdadero dolor. Y venir acá es como venir. A sentir la compañía de ellos, a ver que ellos no están... Están aquí, en este pedazo de lodo no están, pero las cruces representan a mis seres queridos.

Frente a este macabro escenario que fue ayer nuestra patriótica, donde bajo miles de toneladas de escombros y de oro, yacen 25.000 hermanos nuestros, humildes, sencillos, habitantes de Arbón, por el gravísimo error del Estado y su presidente, el ministro de la República. Hoy vengo a tratar de rendirle un sincero homenaje a todos los hijos y a los muertos, sin excepción alguna, a los vivos y a los muertos, cualquiera que sea su condición social, económica, política, pensamiento religioso, sexo, raza, edad. Las heridas del cuerpo se sanaron rápidamente, pero las del alma jamás se sanarán.

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