¡Hola, filoadictos! Hoy os hago un resumen muy resumido de la filosofía de René Descartes. Hace tiempo que quiero tratar de descartes en este canal porque la verdad es que tengo como muchas críticas para hacerle. Pero hoy os traigo solamente un resumen de su pensamiento que os puede servir mucho a aquellos que no lo conozcáis de nada o a los que estéis preparando la selectividad.
Si queréis coger boli y papel, adelante. Os dejaré también en la descripción un pequeño esquema que os puede servir para ordenar un poco las ideas. Así que nada, vayamos al grano.
Renato Descartes, padre de la filosofía moderna, todo su pensamiento está marcado por la búsqueda incesante de la certeza. Esto es clave, el criterio de verdad para Descartes es la certeza, el convencimiento subjetivo, de tal modo que si hay algo de lo que pueda tener la más mínima duda, es mejor rechazarlo y tenerlo como falso. En este punto Descartes está muy influenciado por el esplendor del nuevo método científico, y en especial por la rigurosidad de las matemáticas, que dan resultados exactos, precisos e indudables.
Por el contrario, le decepcionan los filósofos, que nunca consiguen ponerse de acuerdo en nada, con el resultado de que la filosofía no avanza y siempre está en el mismo sitio. Por esto propone que la filosofía tiene que cambiar de método y adoptar un método que sea igual de riguroso que el de las matemáticas. Y en este nuevo método de conocimiento va cobrando un papel muy importante la duda.
Sólo dudando de todo, al menos una vez en la vida, dice, se puede llegar a alcanzar alguna verdad. Sólo a través de la duda como método podemos conseguir la verdad. podremos llegar a establecer las bases indiscutibles del edificio de la filosofía y llegar a fundamentar el conocimiento de una manera sólida y segura.
La duda, curiosamente, es un método, un camino para llegar a la certeza. Este método tendrá cuatro reglas. Primero, regla de la evidencia, no aceptar nunca nada como verdadero a menos que esté completamente convencido de que lo es. En el fondo se trata de evitar la precipitación en el juicio hasta conseguir la evidencia.
El criterio de verdad es la evidencia. o como Descartes lo dice, la claridad y la distinción. Se trata, por tanto, de buscar ideas que sean claras y distintas. Segundo, regla del análisis.
Dividir los problemas en tantas partes como sea posible y necesario. Dividir lo complejo en lo simple, precisamente con el objetivo de llegar a estas ideas básicas que sean claras y distintas y que no puedan ser tomadas más que por verdaderas. Tres, regla de la síntesis. Una vez he llegado a lo más simple, tengo que conducir con orden mi...
mi pensamiento y ir ascendiendo hasta llegar a lo más complejo. Se trata de ir trasladando la evidencia de lo simple, de lo claro y distinto hasta lo complejo, por medio de cuidadosos pasos lógicos y racionales, hasta conseguir clarificar y evidenciar lo complejo. 4. Regla de la enumeración.
Ir repitiendo y revisando... todos los pasos que se han dado hasta que esté completamente seguro de que no me he dejado nada. Así que nada, vamos a repetir otra vez las cuatro reglas y así todo el día. Bueno, mejor pensado, si lo quieres volver a ver, tiras para atrás y lo haces.
Nosotros vamos Vamos a seguir. El texto más importante de Descartes son las seis meditaciones metafísicas, donde despliega paso a paso este nuevo método de conocimiento. En la primera meditación, Descartes se propone dudar de todas sus opiniones antiguas y empezar absolutamente de cero, hasta encontrar una verdad indudable sobre la que fundamentar el conocimiento entero. Con este objetivo se aparta del mundo y se aparta de todos, se recluye en una habitación y se confía sólo a su pensamiento.
Por cierto, en el original en latín, opiniones antiguas... se dice Vetus Opinio. Lo digo porque si lo ponéis en vuestro examen, pues vais a quedar bastante bien.
En lo que respecta a resultados, la primera meditación es un fiasco total. Descartes no encuentra aquello que iba buscando, no encuentra ninguna verdad indudable. Empieza dudando del conocimiento de los sentidos y se da cuenta de que es que no se puede fiar de ellos. Los sentidos ya le han engañado alguna vez, como cuando mete un palo recto dentro del agua y parece que está roto, o cuando ve a Pedro a lo lejos, se acerca y resulta que no está.
que era Juana. Por otro lado, tampoco hay un criterio absolutamente indudable con el que distinguir cuándo estoy soñando de cuándo estoy despierto, porque desde luego hay muchos sueños que cuando los tengo me parecen muy reales. Así que los sentidos no pasan el examen de la duda.
y con ello se va a la basura el mundo entero, porque no puedo estar seguro de que el mundo que me muestran los sentidos realmente exista. Pero al menos de las verdades matemáticas parece que uno puede estar seguro, ¿verdad? O sea, 2 más 2 siempre va a ser 4. Pero... Descartes dice, podría ser que existiera un genio maligno que me engañara y me hiciera creer que 2 más 2 son 4, cuando en realidad son 5. Así que tampoco puedo estar absoluta, absoluta, absolutamente seguro de las verdades matemáticas.
Si antes estábamos ante la duda metódica, ante la duda que se utiliza como método, esto de ahora es lo que se llama la duda hiperbólica, porque Descartes lleva la ...a su extremo, a su exageración. Vamos, que acabe esta primera meditación y no estás seguro ni de que su madre le quiera. A lo mejor por eso se metió en todo este rollo.
Pobrecico. En fin, segunda meditación se produce, el gran descubrimiento. Descartes se topa con una verdad indudable. Indu-vi-ta-ble. Por mucho que exista un genio maligno, no me puede engañar respecto de mi duda.
Es decir, si yo dudo, estoy seguro de que dudo. Nadie me puede engañar de eso. Pero además, si yo dudo, eso es que pienso.
Y además, si pienso, existo. Cógito. yo existo se erige como la primera verdad indudable, el primer principio de la nueva filosofía. Y yo existo precisamente como cosa pensante, como res cogitans o res cogita para los amigos. Vale, muy bien, yo existo, pero ¿qué soy?
Una cosa que piensa. Esto es importante, ¿eh? Sólo soy, de momento, una cosa que piensa, porque el cuerpo Descartes lo ha desechado con todo el mundo sensible, yo no puedo estar seguro de que mi cuerpo exista.
exista. Sólo estoy seguro de que yo existo como cosa que piensa. Y aquí empieza la radical distinción entre alma o yo y cuerpo, que será la base del dualismo cartesiano.
Más cosas, yo existo, pero ¿y los demás? Pues no lo sé, sólo sé, sólo estoy seguro de que yo, si pienso, existo. Al menos cuando pienso, claro. Por eso siempre os digo que le deis al coco, porque es que si no le dais al coco, luego pasa que va y dejáis de existir. Y eso no lo quieren.
nadie. Si es que existís, claro. Ahora, en serio, la intermitencia del cógito es un problema que Descartes no resuelve todavía en esta meditación, porque el cógito sólo existe cuando piensa. Cuando no piensa, no sé si existe. Sólo cuando demuestre en las meditaciones posteriores la existencia de Dios, podrá afirmar que yo existo también cuando no pienso, cuando duermo, por ejemplo.
Porque Dios, que me piensa, me mantiene, me sostiene en la existencia. existencia. En fin, en la segunda meditación descubro que yo existo, pero todavía no sé si existe nada fuera de mí, es decir, estoy solo, radicalmente solo. Por eso hay que seguir caminando. Tercera meditación, Descartes mira dentro de sí mismo y encuentra tres tipos de ideas.
Las ideas innatas, que son las que creo que han nacido conmigo mismo, las ideas adventicias, que son las que creo que me vienen de fuera, y las ideas facticias, que son las que invento o construyo yo mismo, como por ejemplo la idea de centauro o de sirena. A partir de aquí ensaya no uno, sino dos argumentos para demostrar la existencia de Dios. El primer argumento dice que encuentro en mí la idea de un Dios perfecto, infinito, y que esta idea no puede provenir de mí, no puede ser facticia, no la puedo haber inventado o construido yo, porque yo soy yo. soy una sustancia finita. La idea de infinito sólo la puede haber puesto en mí una sustancia que sea igual de infinita, es decir, Dios.
Dios es, por tanto, la causa de la idea de infinito que yo encuentro en mí, y la ha puesto en mí como el artista que pone su firma sobre su obra. Dios es la única explicación de que yo, que soy una sustancia finita, tenga en mí una idea de infinito. El segundo argumento dice que yo no podría existir si no existiera Dios. Como soy una sustancia imperfecta y finita, no me he creado a mí mismo y soy consciente de que no he existido desde siempre. ¡Leches!
Es que no estoy ni seguro de que cuando deje de pensar, exista. Es más, si yo fuera Dios, si fuera perfecto e infinito, no tendría la duda. mi conocimiento sería también perfecto. Por lo tanto, alguien tiene que haberme causado, y ese alguien, si queremos evitar una regresión al infinito, tiene que ser Dios.
Dios es, por tanto, no sólo causa de la idea de infinito que tengo en mí, sino también causa de mí. Dios es la única explicación de que yo exista. Este Dios que está descubriendo, además, es perfecto y, por tanto, totalmente bueno y no puede ser engañador.
La cuarta meditación es como un pequeño paréntesis, y si descanso, Descartes lo dedica a explicar que cómo puede ser que, si Dios es bueno, exista el error. Descartes explica que tenemos dos facultades, la inteligencia y la voluntad, y que si bien la inteligencia es finita, la voluntad, en cambio, es infinita. Por decirlo de algún modo, la voluntad es más larga que la inteligencia. El error, entonces, sucede cuando mi voluntad quiere correr más rápido que mi inteligencia y no se atiene a los límites que la inteligencia sucede cuando me precipito en el juicio porque mi voluntad quiere hacer un juicio ya. Si yo veo a lo lejos a alguien que se parece a Pedro, pero no estoy seguro de que sea él, si consigo contener a mi voluntad hasta estar completamente seguro, pues no me voy a llevar el chasco de saludar a Pedro y que luego resulta que es Juana.
Yo tenía un muy buen profesor que lo explicaba del siguiente modo. Si la inteligencia es la manga y la voluntad es el brazo, el error sucede cuando estiras más el brazo que la manga. Pero esto, dice Descartes, no tiene nada que ver con que Dios sea malo y me induzca a error, sino que es culpa de la voluntad que no se atiene a los límites del pensamiento. Además, Dios, que es bueno, me ha dado un método para evitar el error, que consiste en las reglas que os he dicho antes.
En la quinta meditación Descartes presenta un tercer argumento de la existencia de Dios. No tenía suficiente con dos. Este argumento se llama el argumento ontológico y es como sigue.
Igual que la idea de montaña es inseparable de la idea de valle, es decir, igual que yo no puedo pensar una montaña sin valle o un triángulo sin tres lados, la idea de Dios implica necesariamente su existencia. ¿Por qué? Porque la idea de Dios es la idea de un Dios sumamente perfecto, y un Dios que no existiera sería un Dios imperfecto, porque le faltaría una perfección.
la existencia. Si se piensa bien, entonces no se puede pensar a Dios como inexistente, porque la idea de Dios es inseparable de la idea de existencia, igual que la montaña es inseparable del valle. A la esencia de un ser sumamente perfecto le competen todas las perfecciones, entre ellas la existencia.
Yo puedo pensar en un caballo con alas o sin alas, pero estrictamente hablando no puedo pensar en Dios sin la existencia, igual que no puedo pensar en un triángulo de cuatro lados. La idea de Dios implica necesariamente la existencia. Y este Dios, como es perfecto, no puede ser engañador, porque es bueno. Cae entonces la hipótesis de un genio maligno y puedo recuperar las verdades matemáticas. Ahora puedo puedo estar completamente seguro de que dos y dos son cuatro porque Dios, que existe, no me engaña.
Ahora que sé que Dios existe y que no me puede engañar, me puedo fiar de mis conocimientos. Por lo tanto, Dios se vuelve la garantía de mi conocimiento. conocimiento.
Por último, pasamos a la sexta meditación, donde Descartes recupera el mundo sensible. ¿Cómo lo hace? Bueno, es un poco complejo, pero básicamente es como sigue. Como ya he demostrado que Dios existe y que no es engañador, me puedo fiar de los datos de mis sentidos siempre y cuando aplique el método de las cuatro reglas vistas antes.
Sería contrario a la bondad divina que las ideas que yo percibo como recibidas de un mundo exterior no se correspondieran con nada real. exterior a mí mismo. Como estoy seguro de que Dios no me engaña, dudar de la existencia del mundo externo y de mi cuerpo es exagerado. Una tesis curiosa que enuncia hacia el final de la sexta meditación es que, aunque tengo que ir con cuidado con mis juicios y no precipitarme, en lo esencial me puedo fiar de lo que la naturaleza me enseña, porque la naturaleza, considerada en general, no es otra cosa que Dios mismo, y Dios no me engaña.
¿De dónde se saca Descartes esto de que la naturaleza es Dios? Pues... un poco de aquí, de la manga.
Pero bueno, lo suyo está en ver que, aunque los sentidos me han engañado alguna vez, bueno, el error no es lo común y además dispongo de un método que, si lo sigo a rajatabla, me evita el error. Y como Dios no me engaña, me puedo fiar de mi conocimiento. Y así, al final de todas las meditaciones, hemos obtenido tres sustancias. La res cogitans, que soy yo, la sustancia pensante finita. La res infinita, que es Dios, la sustancia infinita.
Y ahora ha deducido la existencia de la res extensa, que es la realidad material o extra-mental. La realidad exterior queda reducida, por tanto, a la extensión, y esto dará lugar al mecanicismo cartesiano, Porque una realidad reducida a extensión sólo puede entenderse de manera mecánica. Esto añade más dificultades a la relación entre alma y cuerpo, que Descartes las está entendiendo como dos sustancias completamente diferentes.
Entonces, ¿cómo puedes explicar que una sustancia totalmente inmaterial e inextensa pueda afectar sobre otra sustancia que es pura extensión? Los animales también quedarán reducidos a máquinas sin vida, en nada distintos de un reloj. Pero, en fin, va a dejar las críticas para otro día que hay para un buen rato. ¿Vosotros qué pensáis?
¿Os convence Descartes? ¿Compráis sus argumentos de la existencia de Dios? ¿Cómo sabéis que estáis despiertos y no soñando? ¿Cómo estáis seguros de que vuestro vuestra madre os quiere. Y nada, si estás seguro de que te ha gustado el vídeo, no dudes y dale a like, compártelo con esos amigos tuyos que quizás no existen y suscríbete antes de que el genio maligno te convenza de que no vale la pena hacerlo.
Y nada, yo me despido que voy a dejar de pensar un rato. Oh, Dios mío, ¿dónde ha ido? ¿Ha dejado de existir? ¿Qué voy a hacer sin él?
Pero, un momento, ¿de quién hablo? ¿No estoy acaso solo en el universo? ¿No existo solo yo? Yo y mis ideas, y nada más Pienso porque existo y existo porque pienso Pero, si dejo de pensar Dejo de existir Bien, Pikachu, no dejes de pensar Piensa en cosas bonitas como el poder mundial Como... Pikachu, Pikachu, tío Tío, tranqui, tranqui, que es solo un efecto de Limubi, hombre Ah, ¿me traes agua?