La centrifugación. La centrifugación es una técnica de separación de sólidos y líquidos y de líquidos inmiscibles. La separación se consigue mediante el movimiento rotatorio de las partículas impulsadas por una fuerza denominada centrífuga, que tiende a separarlas del eje de rotación.
La fuerza centrífuga permite una separación mucho más rápida que si se efectuara bajo la influencia de la gravedad. Separaremos los sólidos en suspensión de un líquido por medio de la centrifugación. Para llevar a cabo la operación nos servimos de un equipo denominado centrifugadora o centrífuga que está constituida básicamente por un recipiente que puede girar a diferentes velocidades y en el cual se pueden colocar diferentes tubos. Introducimos la mezcla en un tubo de centrífuga.
Para la centrifugación es esencial que se haya equilibrado previamente la centrífuga. Por este motivo, además del tubo que contiene la mezcla, se debe colocar en el lado opuesto otro tubo que contenga el mismo peso en agua, de forma que los dos tubos sean perfectamente simétricos respecto del eje. Las centrífugas deben disponer de una tapa protectora para evitar posibles salpicaduras de las sustancias que se someten al proceso de centrifugación. Una vez colocados los tubos, se programa la velocidad de rotación. La velocidad de sedimentación de una partícula que se encuentra en suspensión en un líquido es función directa del diámetro y del peso específico de la partícula y de la fuerza a la cual se somete, o en otras palabras, del número de revoluciones por minuto que se producen en la centrífuga.
Esto equivale a decir que al aumentar el número de revoluciones de la centrífuga, aumenta la velocidad de sedimentación. Una vez acabada la centrifugación, El líquido sobrenadante se vierte con mucho cuidado en otro tubo, con lo cual se obtiene la separación entre el líquido y el sólido. Esta operación se denomina decantación y es la más elemental de las técnicas de separación. Según el caso, es necesario repetir la centrifugación varias veces.