Ok, pues esta es una de las pláticas, hemos estado ahí en Puebla en fechas pasadas y estuvimos en el congreso que se llamaba Al que venciere y en ese congreso me tocó compartir una palabra que se llamaba el precio de la victoria y voy a dividir esta plática en dos partes, dos es una serie de dos esta semana voy a hablar de una parte y la próxima La próxima semana vamos a concluir. Todos sabemos que para las victorias, para alcanzar las victorias, pues no es cualquier cosa. Cuando son realmente victorias. Hay algunas cosas que nos llegan gratis. no hicimos nada por ellas y nos llegan y gracias a Dios porque así es, es una gracia inmerecida.
Pero a veces tenemos unas luchas, ¿cuántos de nosotros no tendremos algún reto enfrente, alguna complicación, alguna situación que no sabemos ni por dónde entrarle? Y es ahí donde en el momento en que estamos tratando de resolverlo, empezamos a darnos cuenta que hay un precio que pagar para salir con la solución, para salir con la victoria. precio que pagar, hay algo que hacer lo tenemos que hacer y si no lo hacemos, así nos vamos a quedar no vamos a poder avanzar a veces le sacamos la vuelta al reto, no queremos enfrentarnos al reto, lo vemos y mejor no quiero hacer nada me cruzo de brazos como el que tenía el talento y lo enterró y no hizo nada, no usó su talento, pero cuando estamos frente a una situación X o Y, cualquiera que sea tendremos que estar sentados seguros de que hay una forma, hay una salida para poder llegar a la victoria sobre esa situación adversa que pudiera ser. Ahorita estamos viendo tantas cosas que pasan en el mundo y pensamos, híjole, qué complicado está y pues yo no quisiera estar en el papel de este personaje o esta otra persona que están ante un reto muy complicado y pues quién sabe cómo le van a hacer y como que nos quedamos como la avestruz, metemos la cabeza, nos escondemos.
respondemos y que ruede el mundo y como que no va a pasar nada porque yo no lo estoy viendo, pero quieras que no, tarde que temprano todos tendremos que pasar por una situación donde tendremos que pagar un precio por la victoria. De hecho nuestra existencia para poder llegar a lo que somos tuvimos que pasar por un proceso que pudimos llegar a la victoria, llegar a la por la gracia de Dios y todo está aquí incluida la gracia de Dios, siempre estará la gracia de Dios. Que es la que nos ayuda No podemos hacer nada Jesús lo dijo, sin mí nada podéis hacer Así es que El precio que tendremos que pagar Viene de su gracia Para poderlo hacer El precio que tendremos que pagar Por la victoria Tendrá que venir de su gracia De otra manera no podemos hacer nada Sin mí nada podéis hacer Y mencionándoles Unos ejemplos aquí en cuanto Al ejemplo más excelente Más más maravilloso de todos, es Jesucristo nuestro Señor. Jesús mismo triunfó en la cruz en uno de los campos de batalla, el peor campo de batalla que nosotros ni siquiera nos podemos imaginar. La cruz era un lugar humillante, era un lugar terrible, y sin embargo no es solamente el aparato de tortura que es la cruz en sí.
No, eso no es lo complicado. Aquí lo complicado de lo que es la cruz es lo que sucedió en la cruz, lo que sucedió en la cruz. ¿Qué sucedió ahí? Eso es lo más tremendo, lo que significó.
El aparato de tortura en sí, la cruz, pues sí, eso es algo que dolió, algo que estuvo ahí. Pero, ¿qué sucedió ahí y por qué lo tomó Jesús? La cruz fue el campo de batalla donde Jesús pagó el precio más alto de cualquier victoria que se pueda mencionar en la historia. Absorbió el pecado de todos nosotros.
Eso es algo que sucedió en la cruz. cruz, el pecado de cada uno de nosotros, lo que hemos hecho ahí fue imputado, ahí fue absorbido, fue algo que él por decir así succionó de toda la raza humana el pecado del mundo, esa es una de las cosas, la segunda cosa fue sufrió la ausencia del padre cuando estuvo en la cruz y él mismo decía Eli Eli Lama Sabachtani, así es que es algo que sucedió en la cruz, fue algo doloroso, algo tremendo no nos imaginaremos jamás ni tú ni yo que es eso de que absorbió el pecado del mundo no vamos a entender que es eso que sufrió la ausencia del Padre como es ese misterio explícamelo no lo entiendo siendo Dios como pudo ausencia Esa presencia, ese ver su rostro, ese sentir que estaba ahí con él y de repente decir Padre mío, Padre mío, ¿por qué me has abandonado? Es algo que sucedió en la cruz. Y la tercera es, peleó contra todos los demonios. sabidos y por haber y los venció eso sucedió en la cruz, así es que vemos más allá del aparato de tortura de la cruz, lo que sucedió en la cruz algo que sucedió ahí filipenses lo mencionó ahorita algo Jorge pero lo voy a decir te lo quiero leer despacio aunque lo hemos leído pero vale la pena desmenuzar o escucharlo porque este es el punto a donde vamos llegando de lo que es el precio para poder alcanzar la victoria y este es el camino por el cual debemos de caminar en él que hay entre nosotros un sentir muy parecido al que hubo también en Cristo que siendo en forma de Dios nos ha dado No estimó el ser igual a Dios como cosa que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo, se hizo semejante a nosotros y estando en una condición de hombre, se humilló a sí mismo, se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz.
Por lo cual, aquí es donde llega ya la cúspide de la gran batalla de lo que es la vida. que el precio que pagó esta es la conclusión de la victoria, por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, ahí está la victoria y le dio un nombre que es sobre todo nombre para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos y en la tierra y debajo de la tierra y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre es esa es la cúspide de lo que sucedió ahí en la cruz. Ahora, ese fue el ejemplo de Jesús, pero si lo aterrizamos a nuestra condición como seres humanos, como hombres, ¿cómo lo hicieron los primeros creyentes, los primeros cristianos, los del siglo I, a los que estamos siguiendo sus huellas, a esos? cristianos.
El ejemplo de los apóstoles y la iglesia del primer siglo, podemos ver algunos ejemplos. Por ejemplo, el precio que ellos pagaron, padecieron persecución. No es nada más que aparecen en la Biblia. Sino ellos vivieron en carne propia persecución Rechazo de sus familias, de su sociedad, de su misma nación Rechazo a donde iban, de cualquier lugar, a donde iban a predicar Persecución, no nada más de que me caes mal o ya no te voy a dar de comer Sino persecución, estamos hablando de maltrato, estamos hablando de cárcel, estamos hablando de tortura Sufrieron privaciones, muchos tipos, cuando leemos la Biblia en el libro de los hechos o lo que vivió el apóstol pablo nos damos cuenta el precio que él pagó pero por qué por qué se metió en eso cuál era el objetivo o sea tenía una meta había un objetivo de victoria para llegar a eso definitivamente algo vieron ellos que los motivó en moverse en esa dirección muchos de ellos padecieron martirio si sin embargo el evangelio cundió por todo el mundo para ellos la victoria es el precio que tenían que pagar para esa victoria era que Cristo fuera anunciado en todo el mundo.
Ese era el premio supremo. Esa era la victoria más grande. Y había un precio que pagar.
En Hechos 5, versículos del 40 al 42, después de que capturan a Pedro y a Juan y los llevan al Sanedrín, y dice, y convinieron con él, y llamaron a los apóstoles, los azotaron, les intimaron a que no hablasen en el nombre de Jesús. y los pusieron en libertad y ellos salieron de la presencia del concilio gozosos de haber tenido, de haberse tenido dignos de padecer frente a frente por causa del nombre. Salieron gozosos y dices tú qué locura el precio que tenían ellos que pagar era doloroso para llegar a anunciar a Cristo ¿por qué llegaron?
¿qué hay en eso? ¿cuál es el atractivo? no es una recompensa que pudiéramos decir yo la retengo ahorita aquí en la tierra sino están viendo algo más allá de lo que el ser humano puede ver estaban viendo algo glorioso, estuvieron ellos y se tuvieron gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer por afrenta, por causa del nombre de Jesús Y ellos seguían, después de que los intimaron, después de que los amenazaron, después de que los maltrataron, todos los días en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo, sabían que había un precio que pagar. Pero ¿cuál era el precio?
¿Que Cristo fuera dado a conocer? ¿En qué momento hay esa? ¿Dónde está la recompensa?
Nada más que Cristo sea dado a conocer, ¿eso es todo? Tenía que haber algo más, algo que los moviera más arriba. Habían visto algo que los demás no podían entender.
De hecho, muchos de los creyentes oímos eso y como que no le hemos hallado, pero ahora sí que la gente la cuadratura al círculo porque queremos entender por qué se movieron tanto por qué se prestaron a sufrimientos para tener gozo por padecer por el nombre de Jesús la victoria cuál sería para ellos Hechos 17.6 dice también Trajeron a Hazón y algunos de los hermanos ante las autoridades de la ciudad y gritaron estos que trastornan el mundo entero también han venido acá. O sea, el objetivo era trastornar ciudades, trastornar vidas. Y como que había un deleite en ellos, el gozo de trastornar la vida, ¿sí? Y tú dices, pues, ¿qué onda? ¿Por qué están sacudiéndole la vida a los demás?
¿Por qué los sacan de su rutina y los están llevando a algo más? Y yo te puedo decir que lo que... lo que ellos estaban viendo era la eternidad.
Esto era lo que estaban viendo. Estaban viendo la eternidad a donde ellos iban a pasar y no querían llegar a ella solos. Querían que todos pudieran ir a esa eternidad con ellos porque habían visto el cielo, habían visto al que está sentado en el trono, habían visto la gloria.
Yo estaría aplaudiendo yo por eso, pero quiero que me entiendan. Estaban viendo algo glorioso, más allá, mucho más allá de lo que naturalmente podrías tú entender. El ejemplo tercero de la iglesia a lo largo de los siglos, lo que sabemos y está documentado, hemos leído algunas historias de lo que vivió la iglesia del primer siglo, segundo, tercero, cuarto, quinto, hasta la fecha.
¿Qué hicieron ellos? Lo sabemos porque hay registros, muy bien, pero después hay cosas que no sabemos que hicieron. Ahorita no sabemos Esas cosas que hicieron en estos siglos Hasta el día de hoy No sabemos estas cosas Pero hay un Dios que sí sabe estas cosas Y las ha escrito en el libro De las memorias Así es que si tú estás involucrado Sirviéndole al Señor Y nadie sabe lo que estás haciendo Para el Señor Hay un Dios que registra en su libro de memorias Las cosas que estás haciendo Y que estás pagando un precio Para llegar a la victoria Amén Los que hoy estamos peleando Esa es nuestra gran oportunidad Para alcanzar la victoria Esta es la oportunidad que tenemos Para alcanzar la victoria No es el tiempo de estar sentados No es el tiempo de estar viendo que otros marchan a la batalla Y nosotros nos quedamos con las banderitas Nomás que te vaya bien Échale ganas Sino que todos tenemos algo que ver con esto Estamos involucrados en esto Cuando uno va a Apocalipsis Y ves las siete iglesias Apocalipsis Aquí el apóstol Juan ve los retos, los obstáculos que vive la iglesia.
Cada una de estas siete iglesias tenía obstáculos, tenía situaciones. No podían llegar así rápidamente a vivir una vida cómoda y placentera, sino que tenían ellos que pasar por obstáculos y había un precio que pagar para poder llegar a la victoria. Y sin leer mucho, pero los voy a mencionar. Pero aquí está hablando del...
a la iglesia de Éfeso y le dice si tú llegaras a vencer si tú vences los obstáculos te voy a dar de comer del árbol de la vida el cual está en medio del paraíso esa es la victoria si tú vences los obstáculos vas a llegar a eso vas a poder comer del árbol de la vida y cuando comes del árbol de la vida tienes vida eterna Esmirna dice aquí el que venza los obstáculos que se van a presentar Ese no sufrirá el daño de la segunda muerte. Esa es la victoria. Que no vas a tener que ir a la segunda muerte.
La segunda muerte es el infierno. No vas a pasar por ahí. Por eso el motor impulsador de la iglesia, de la gente que está enamorada de Cristo, es que no es nada más que yo estoy a salvo.
No, ya estás a salvo tú, pero los demás. ¿Más qué? ¿Los demás qué?
Si estamos viendo eso Entonces ellos no quieren que los demás sufran daño de la segunda muerte Una cosa es la muerte física y la otra es la muerte eterna Y si tú ves a la humanidad y dices tú Señor no, no queremos que los demás padezcan, no queremos que la gente se pierda entonces yo tendré que hacer mi parte en Pérgamo lo mismo dice aquí al que venciere le voy a dar de comer del maná escondido maná que está en el arca del pacto le daré una piedrecita blanca y en la piedrecita escrita un nombre nuevo Dios va a ser todas las cosas viejas han pasado y aquí todo es hecho nuevo el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe Dios te va a revelar un nuevo nombre que está poniendo sobre tu vida y eso quiere decir que tú estás inscrito en ese libro de la vida te atira es otro ejemplo dice aquí que al que venciere Dice, imagínate, y que guarde mis horas hasta el fin. Yo le voy a dar autoridad sobre las naciones. Las va a regir con vara de hierro, serán quebradas como vaso de alfarero.
Y yo también, dice, como yo también la he recibido de mi padre. Y le daré la estrella de la mañana. Y el que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Está hablando de cosas sublimes que Dios ya tiene en la parte más alta. Imagínate, yo me acuerdo cuando subimos, estábamos subiendo. subiendo el volcán La Malinche allá en Puebla.
Y cuando uno está metido en eso o subiendo aquí, él cierra la silla. Yo era medio chivo, yo andaba subiendo siempre montes. Y cuando vas subiendo, a los primeros pasos tienes todo el entusiasmo de hacerlo, pero después viene un tiempo de como que te caes ya como que dices, ¿qué estoy haciendo aquí? Y más si te levantaste a las cuatro de la mañana.
¿Qué estoy haciendo aquí? Y vas subiendo y empiezas la mente a trabajar, ¿qué estás haciendo aquí? Regrésate, ya, mejor ya vete a tu casa. Y está subiendo y yo me acuerdo la primera vez que subí, tenía como 13 años y iba un grupo de muy experimentados que iban subiendo y cuando ellos iban subiendo pues yo les agarraba el pasito, pero de repente iban más rápido porque eran mayores que yo. Y yo me apunté y yo quiero ir, yo quiero ir y estaba terco que yo quiero ir.
Y fui con ellos y en la medida que iban avanzando, me iban dejando atrás. Y decía, eh, espérenme, Y yo llevaba la cantimplora y entonces yo estaba, tomé agua y decía, no tomes tanta agua, por favor, te la vas a acabar. Todavía hay mucho por ahí. No, no, no, yo me la quiero tomar. Total, me quitaron la cantimplora, me quitaron la mochila, me quitaron mil cosas, porque ya no podía ni con mi alma.
Iban subiendo y me di cuenta que en mi mochila tenía varios libros, tenía una pala, esas militares. Y me decía, ¿por qué traes esto? Pues yo pensé que iba a ir a subir ahí a leer. era algo, ¿no? Sentarme así a filosofar.
No, hombre, ¿qué te pasa? No vas a tener chance de nada. Cada cosa pesa. Quítatela.
Quítate eso de encima. Y yo no entendía totalmente. La mochila la metieron debajo de un matorral. Después de regreso la recogemos. Y esto y lo otro.
Y se reían. ¿Esta qué trae? ¿Por qué carga tantas mugres?
Que no tiene caso. Y me dejaban y se me quitaron el agua. Y yo tenía sed.
Empezaba a apretar el calor aquí el verano. Íbamos subiendo, subiendo, subiendo y hasta que vamos ahí y ya no no me querían dar agua y decía, ahorita te damos, vente, aquí te estamos esperando. Y estaba como unos 50 metros y ya seguía y cuando llegaba ahí donde estaban ellos, se levantaban ellos y se iban. Y yo decía, no, espérenme, por favor.
Y yo ya los odiaba en mi corazón. Y yo sí, los odiaba. Y dije, hijo, ahorita que los agarre, los mato a todos acá arriba.
Así estaba yo, enojadísimo. Iban llegando, iban llegando y así me traían todo el viaje. Caminaban unos 50 pasos. Órale, vente rápido, ya llegamos aquí, ya falta porque...
poquito, órale, aquí te esperamos. Y ya cuando llegaba, ¡bum! , se volvían a ir ellos.
¡Híjole! Y se llevaban el agua. Y yo iba atrás de ellos.
Hasta que llegamos, casi, casi a la cima. Ellos están arriba, ya llegaron a la cima y ya no les creía. ¡Ya llegamos!
Y yo estaba ahí, ¡no, ya no les creo! ¡Ya llegamos, órale, vente! Aquí estamos, mire, ya no hay más que subir. ¡Vente! Y total, subí y cuando subí ahí, me caí, me desmayé de la fatiga y me quedé tirado a dormir un rato.
Pero cuando abrí los ojos Y vi lo que yo vi Allá arriba en esta estación de la silla Era algo increíble Ver desde arriba el valle Monterrey Y todo lo que se podía ver desde allá arriba Era un espectáculo Y empecé a amarlos a estos amigos Que gracias a que me incitaron A poder Poner parte Para poder subir Había algo más allá que No podía ver No me lo podían explicar, tenía que verlo yo con mis propios ojos para poderlo entender. Y eso es algo parecido a lo que estamos hablando del precio de la victoria. Es a veces que otros te animan y te dicen y a veces aquí... Aquí las predicaciones son como dicen Son incómodas Porque nos están retando y nos están diciendo Y como que Dame agua yo quiero agua Y ya me voy Hasta aquí llegué yo No quiero avanzar más créemelo, que eso es lo que el Espíritu Santo quiere que tú lo entiendas está la de Sardis también te empieza a hablar de que si tú confiesas te va a dar ropas blancas tú vas a Filadelfia, te dice lo mismo, sí está hablando aquí que va a escribir, escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad la odisea, lo mismo si tú has vencido, fíjate que maravilla esta de la odisea dice, al que venciere le voy a dar que se siente conmigo en mi trono ... Así como yo he vencido Y me he sentado con mi Padre En su trono O sea, te está dando un lugar En su trono Eso es demasiado para comprenderlo O sea, yo no tengo capacidad Para entender eso Pero está diciendo Jesús, te doy un lugar Aquí donde yo estoy sentado Con mi Padre Te puedes sentar aquí conmigo Pero tienes que vencer Este es el precio que vas a pagar Es un precio alto Bueno, voy a...
Voy a hablarte de los ingredientes rápido. Los ingredientes para el precio de esto es sacrificio. No nos gusta la palabra, pero es la verdad. Abraham sacrificó lo que más amaba. Lo puso en el altar.
Y ya a punto de sacrificarlo, Dios detuvo su mano. Es que Dios también va a esperar de nosotros un sacrificio de lo que más amas. Y créeme que cuando tú ya lo pones...
todo ahí, Él te lo va a devolver te lo va a multiplicar segunda cosa obediencia obediencia es un ingrediente necesario en el precio de la victoria nuestra voluntad debe estar sujeta a la palabra de Dios esa es la obediencia cuando yo me someto a la palabra de Dios la palabra es mi regulador es el que me ordena la obediencia, si yo obedezco con la palabra es cuando realmente estoy en el proceso y camino recto hacia la victoria tercera cosa renuncia aprender a negarnos a nosotros mismos, María es un ejemplo se negó a sí misma iba a ser difamada se iba a embarazar antes de casarse el chisme de un pueblo el rechazo de José todo lo que pudieras pensar y se negó a sí misma ella ¿y qué hizo? aceptó aceptó y al aceptar eso que alcanzó la victoria le tocó ver nacer al mesías ella fue el instrumento que dios usó entrega eso es otro ingrediente indispensable en la vida del creyente que va camino hacia la victoria entrega dar todo lo nuestro y dar todo lo que somos dar todo lo nuestro y todo lo que somos ver las pertenencias que tenemos como algo prestado como algo prestado, yo lo viví con mi familia, con mi madre, cuando ella murió, nos quedamos en la casa y tuvimos que sortear las cosas y hablar entre los hermanos y ponernos de acuerdo de cómo todo se tenía que quedar. Así es que, mi amado, antes de que llegue ese día, míralo con ese don aire, con esa, ¿sabes qué?
Esto es prestado, esto no es para siempre, de hecho no es mío. Esto es prestado Y en el momento en que lo quiera Como el burrito El señor necesita el burro Es tuyo, llévatelo Así Entrega total Saqueo es un ejemplo Cuando llegó Jesús dijo Saqueo baja porque voy a comer en tu casa Se bajó de volada Llegó, platicó Nadie supo qué plática dio Jesús Qué sermón dio No pasó la cuchara No estaba Wayne Myers para levantar las ofrendas O sea, entiéndanlo. Y está ahí saqueo y se levanta solo y dice, bueno, si yo le debo a alguien, le doy cuatro veces al que le he robado y la mitad se lo doy a los pobres.
O sea, se quedó en la calle ese hombre, en una visita, en una comidita ahí con Jesús. Pero ese hombre, le dice Dios, hoy ha llegado la salvación, porque este es un hijo de Abraham, es un hijo de promesa. Es que con estos entregar todo, te lleva a niveles mucho más altos de los que te pudieras imaginar. Otro punto, el quinto, es resistencia.
Someteos pues a Dios, resistid al diablo. La resistencia no es aguántate, no quiere decir eso, no es saber qué tanto aguantas. Resistencia quiere decir pelea el proceso de tu victoria, pelea el proceso de tu victoria, tienes que aprender a pelearlo. ¿Cuál es tu reto?
¿Una situación económica? ¿Una situación de salud? ¿Una situación relacional? ¿Tienes alguna situación?
Y tú dices, pues yo aquí ya no quiero pelear. Espérame, resiste. Sométete a Dios, resiste. Resiste al diablo y él huirá de ti. Resiste.
¿Sí? Número seis, valentía. Para el precio que pagar para la victoria, se necesita valientes. No es para cualquier, no es para cualquiera. O sea, las gallinas no caben ahí.
Tiene que ser gente que trae el chip de la valentía, que está dispuesto a aventarse todo por el todo, que no le tiene miedo, no le tiene miedo al mañana. No le tiene miedo al que dirán, no le tiene miedo a las noticias, no le tiene miedo, no le tiene miedo a los diagnósticos, no le tiene miedo. Es alguien que sabe ser valiente, es un David que...
corre tras del león y corre tras del oso y corre tras del gigante. Es alguien que en progresión fue conquistando diferentes victorias. ¿Por qué? Pagó un precio. ¿Cuál fue el precio?
Que era valiente. Y esto es algo que Dios nos está animando a hacer a nosotros. No quiere un espíritu acobardado, sino quiere un espíritu valiente, dominio propio, que podamos aventar.
Y último, aunque hay muchos más, es paciencia. A veces queremos que la victoria me llegue ya. Estamos en el mundo del microondas.
Queremos los resultados instantáneos. Queremos las velocidades más rápidas de la computación donde me dé el resultado más inmediato. Ahorita estamos en el mundo del microondas. estamos con la inteligencia artificial, estamos con el GP2 y todo ese rollo que viene, que ya creo que hay cinco niveles y todo ese inteligencia artificial nos está llevando a pensar que los resultados son inmediatos.
Yo quiero un mensaje, voy a predicar mañana domingo y el espiritual, ¿verdad? Y le dice, a ver GP2, por favor, vamos a hablar del amor de Dios y le aplastas una tecla y ya salió, ya tengo el mensaje, gloria a ti, padre. O sea, ¿cómo?
Estamos muy... Estamos perdiendo piso y no estamos peleando la buena batalla y no hemos aprendido la paciencia. Y eso es algo que existe para poder llegar a la cima de la victoria. Mi amado, hay un precio que pagar.
Hay un precio que pagar. Hay que escudriñar la escritura, hay que buscar a Dios, hay que pelear la buena batalla, no es fácil y la paciencia es parte porque queremos el resultado tan inmediato que pensamos que no vivimos vivimos en un mundo de la paciencia, aquí no hay tal cosa, aquí todo es rápido, los matrimonios son rápidos, al vapor, se están casando al vapor, no hay paciencia, no hay intento de conocerse y escudriñar los corazones, no hay paciencia, se van a la cama luego, luego, no hay paciencia. Y no hay victoria porque no hay paciencia. Terminan en divorcio, terminan en aborto, terminan en adulterio, en fornicación, terminan en el infierno porque no hay paciencia. Esa es la tragedia.
Pero la victoria tiene un precio, la verdadera victoria. Y esa victoria hay que invertirle, hay que dedicarle tiempo, hay que estar ahí metidos y hay que aprender a ser pacientes como Job. Job la vivió pero tremenda y yo no quisiera estar en los huaraches de Job. Porque este hombre la vivió. Perdió hijos, perdió ganado, perdió dinero, perdió salud.
Y hasta a su esposa se le volteó. Perdió amigos que vinieron a echarle tierra. O sea, le fue como en feria. Pero él se mantuvo fiel y paciente.
Y cada argumento lo defendía, cada argumento lo planteaba y lo discutía Porque él sabía que había algo, dice yo sé que mi Redentor vive Y del polvo me levantará, y lo veré con estos ojos y no con otros ojos Lo veré con estos ojos de carne Él tenía puestos los ojos en el galardón, en la victoria Sabía que había un precio que pagar y a él le tocó la paciencia. Y dijo, voy a invertir, voy a invertir paciencia. Al final Dios le dio el doble, lo coronó de favores y tuvo descendencia y sus hijas eran las más hermosas de la comarca.
Así es que ¡guau! Dios lo bendijo a este hombre porque hubo fruto de ese precio que él estuvo pagando. No por obras para que nadie se glorie. Aquí no se trata de obras, nomás se trata de entender el precio de la vida.
La victoria es este. Y vivimos en el mundo que va a demandar que paguemos un precio si queremos la victoria. Cualquiera que sea tu escenario, estos son ingredientes indispensables.
Si los tienes, la victoria está asegurada. Amén. Vamos a orar. Vamos a orar.
Señor, te decimos gracias. Que tú eres nuestra victoria, tú eres nuestro máximo galardón, Señor. No anhelamos coronas de los hombres ni aplausos de nadie.
Queremos tu presencia. Sabemos que hay un precio de aquí entonces. Tú dijiste, el que quiera... El que quiera caminar conmigo, cargue su cruz y sígame. Yo soy la victoria, pero para llegarle a ella hay un precio que pagar.
Carga tu cruz, ahí está el precio, lo que va a suceder en esa cruz. Ahí, lo que va a suceder, lo que va a demandarse en esa cruz, va a soltar un poder inimaginable. El que quiera ser mi discípulo, niéguese a sí mismo y cargue su cruz y sígame. Y Señor, yo te pido hoy que ayudes a tu pueblo a entender que hay un precio que pagar por esa victoria. Es una victoria ya asegurada, ya prometida y que la estás ofreciendo a tus hijos, a tu pueblo.
Entendemos Señor. Algunos están cargando algo demasiado pesado. Y pido que en el nombre de Jesús venga tu Espíritu Santo a fortalecerlos. Hay algunos que no saben cómo enfrentar los retos. Yo te pido que les muestres junto con la prueba, la solución, la salida, las opciones.
En el nombre de Jesús que los llenes del poder de lo alto. En el nombre de Jesús Padre. Oh Dios, que no le tengan miedo, que sean obedientes, que aprendamos a renunciar y a negarnos a nosotros mismos, que podamos soltar y entregarlo todo, porque vinimos sin nada y ciertamente sin nada nos iremos, más que contigo. Enseñanos a resistir Señor La resistencia no es quedarnos sin hacer nada La resistencia es pelear mientras la guerra dura La resistencia es sabotear al enemigo en todos sus proyectos E intentos de robar nuestra santidad y nuestra victoria contigo En el nombre de Jesús ayúdanos a resistir A pelear la buena batalla como Pablo Ayúdanos a ser valientes Y a ir aprendiendo De pequeñas victorias en pequeñas victorias Hasta las grandes batallas Estar dispuestos a todo Señor Y ayúdanos a ser pacientes.
Tener la paciencia necesaria. Puestos los ojos en Cristo, el autor y consumador de la fe. Y no dejarnos distraer por ningún lado. motivo Señor y que alcancemos la victoria en el nombre de Jesús yo quiero orar por los que nunca han recibido a Cristo tu máximo galardón tu victoria es Él, tu fe en Él es tu victoria Él es el que va a moverte a vencer los obstáculos de tu vida pero lo tienes que recibir porque Él lo dijo sin mí nada podéis hacer en el nombre de Jesús si tú quieres recibir a Cristo ahorita invítalo y yo te animo a que hagas esta oración conmigo y le digas lo siguiente, dilo en voz alta y dilo creyendo, dile Señor Jesús perdona mis pecados me arrepiento lávame con tu sangre y yo abro mi corazón y te pido que tú vengas y me llenes de tu Santo Espíritu y de tu poder y me ayudes a vencer cada obstáculo que se presente en mi camino con tu ayuda todo lo puedo en Cristo que me fortalece te doy gracias que me has dado la victoria la has compartido conmigo y yo la pongo a tus pies todas las victorias que yo he podido lograr y las que lograré te pertenecen a ti Señor son tuyas en el nombre de Cristo Jesús Amén Amén, Amén y Amén