Estos paisajes han sido escenarios de violencia y resistencia durante más de 50 años. La guerra que se ha librado en estos campos es difícil de explicar. Durante más de medio siglo los combates se han extendido por todos los territorios.
Los guerreros han mutado varias veces de identidad y de estrategia. Las motivaciones también han cambiado. Las rosas del mismo jardín En medio siglo el conflicto colombiano ha alcanzado niveles de intensidad y de crueldad inimaginables. Los colombianos se convirtieron en presas del terror y del miedo, pero también de la indiferencia. Escucha mi dolor Lo asesinan a mi padre, ahí estábamos rezando el rosario en el corredor y le agachan la cabeza a mi mamá y le pegan el disparo y luego un bandido llega y lo decapita ahí delante de todos nosotros.
Entraron dos personas a mi casa. y lo tendieron en el piso de la pieza donde dormíamos y en presencia mía y en presencia de mis hijos lo asesinaron con dos disparos en el cerebro. En una incursión que hace la guerrilla en Quito, muere mi mamá. mi mamá. Después la guerrilla secuestra a un hermano mío porque tuvimos que pagar una cantidad de dinero que no la teníamos.
Tuvimos que reunir todos para poder pagar el rescate. Y en el mismo 2002 ocurre lo que pasa acá en Bojayá. O sea, fue un año que si tú no estás asido a la fe, te descompones.
Uuuu... Uuuu... Uuuu... A pesar de lo largo de la historia de nuestra guerra, solo hasta hace muy pocos años, el país vio emerger a las víctimas en el contexto público nacional. Ellas le descubrieron a Colombia el rostro de un país que se desangraba y que aún hoy se encuentra en la lucha contra el terrorismo.
aún hoy en día se desangra. ¿Por qué no estamos tranquilos en el país de Colombia? Por la cuestión de abuso de la naturaleza, de la riqueza, de todo. Y a estas alturas de la vida en Colombia es muy difícil haber la paz.
Hay muchos grupos que viven nada más el gatillo. Y que mucha gente no quiere que la guerra, que la guerra se acabe. Por eso hay conflicto. El poder. El poder en mi país lo maneja la gente que tiene plata.
El poder y el tener se tragó el ser. Entonces no importa la vida del otro. La memoria es expresión de la rebeldía frente a la violencia y la impunidad.
Es el camino hacia una nueva conciencia del pasado. No le traen sino pobreza, le traen desesperanza a los pueblos. ¿Quién ponemos el cuero de esta guerra loca? Los pobres campesinos. Nosotros somos los que estamos poniendo el cuero.
Oígalos bien. ¿Cuánto valen las armas? No sé, me imagino que eso vale mucha plata. ¿Cuánto invierten para matarse y matarnos?
¿Por qué hacer tanto daño? ¿Qué han hecho y qué están haciendo las víctimas para sobrevivir? El Creador nos dejó en este pedazo de tierra que es Colombia, mantengamos la unidad, respetemos unos a otros. Son 50 años que tenemos de estar reamando sangre Colombia, matando tanta gente inocente, tantos niños. Basta ya Colombia, basta ya de tantos horrores, basta ya de tanto lastimarnos.
Padre nuestro. ¿Qué ha ocurrido en Colombia? Colombia durante la violencia?
¿Quiénes han ejercido sin límite el poder de las armas? ¿De qué forma la violencia ha transformado nuestros campos, nuestros paraísos en escenarios de terror? los investigadores del Centro Nacional de Memoria Histórica a trabajar durante seis años en la búsqueda de testimonios, documentos y paisajes donde la guerra ha dejado sus huellas. Palabras silenciadas Es una guerra que acontece en los lugares más apartados, en las márgenes, en los corregimientos, en las veredas.
Esa violencia de lo que llaman... nosotros, alta frecuencia y baja intensidad, muy invisible. Y esa acumulación de muertes de pequeños grupos, de muertes en asesinatos selectivos, uno a uno, gota a gota, en las márgenes, en las fronteras, hace que se acumulen los datos, que sumen, sumen, pero que no aparezcan como un hecho contundente, espectacular, como sí ha acontecido en otros contextos latinoamericanos. Y de eso se trata también, en parte, toda la sevicia y la atrocidad del conflicto colombiano.
Como mucho ocurrió en la clandestinidad, no creíamos y muchos colombianos no creen. Hay que empezar por reconocer que en este país hay una verdad que evitamos decir en su dimensión correcta. Esa verdad incómoda. Es que la mayoría de los colombianos no conocemos ni entendemos del todo el dolor que han sufrido nuestros propios compatriotas durante tantas décadas de violencia. Había un marco normativo que casi impedía nombrar a las cosas por su nombre.
Entonces resulta que hoy, cuando terminamos el informe, estamos en un contexto en donde todas las dimensiones de esto que narramos allí... ya tiene otro nombre es el nombre que le corresponde conflicto armado interno internacionalmente muchas veces nos hemos preciado de ser la democracia más vieja del continente la de mayor estabilidad y resulta que con conflicto armado eso es una antítesis total y además en principios es una antítesis total porque la democracia que se basa en el reconocimiento de la diferencia y la guerra que es la negación de la diferencia Vamos a caminar para allí rápido. Colombia ha sido el escenario de una de las guerras más atroces de todo el planeta.
En ella, guerrilla, paramilitares, miembros de la fuerza pública, se han enfrentado mediante combates, masacres, asesinatos selectivos, desapariciones forzadas, tortura, secuestro, reclutamiento infantil, violencia sexual, desaparición completa de pueblos. ¿Cómo explicar que sean 14 modalidades de violencia? ¿Por qué tantas? Y la explicación es esa, la prolongación del conflicto armado va desencadenando una suerte de inventiva perversa por parte de los actores armados para irse adaptando al conflicto y eso ha explicado esa diversificación que nos haya pasado de todo. Lo particular de este conflicto es la conjugación de todas las formas de violencia y el uso de todas las modalidades por parte de todos los actores armados.
Lo que hizo el grupo en este informe es tratar de identificar cuáles de los fenómenos de violencia... están asociados de alguna manera directa al conflicto. En los últimos 54 años, 220 mil personas han perdido la vida por cuenta del conflicto.
conflicto armado en Colombia. Es como si todos los habitantes de una ciudad como Popayán hubieran sido asesinados. Es una cifra aterradora, esa es una cifra que a todos nos sorprendió y que a toda la sociedad colombiana la debe sorprender.
Esto es la mayor catástrofe humanitaria del hemisferio occidental en 100 años. En el siglo XX y principios del siglo XXI no ha ocurrido nada en el continente americano igual a lo que ha ocurrido acá. Que el país asuma la característica de esta guerra que es una carnicería contra la población civil. En el caso de las guerrillas, esas prácticas perversas que se inventaron de convertir a los animales en artefactos explosivos improvisados, convertir casas de campesinos en casas bombas, los carros bombas, las motos bombas, las bicicletas bombas, inventarse un arma rudimentaria pero con tal capacidad destructiva como los cilindros bomba, por ejemplo para hacer los ataques a las poblaciones, pero también del lado de los paramilitares, El tema de las prácticas de Sevilla, usar la decapitación, la castración, el empalamiento de mujeres, la violencia sexual. Quienes cometieron esos actos lo hicieron de manera premeditada, calculada.
En ciertos momentos del conflicto que los actores armados se disputaban cuál tenía el mayor estatus de terror. ¿Dónde estábamos cuando sucedió todo esto? ¿Cómo y por qué permitimos que esto sucediera? Este libro es una narración de la historia anclada en el presente de un país que ha asumido como imperativo de su vida política la urgencia de esclarecer la verdad y de exigir la no repetición para poder soñar con un futuro en paz.
¿Qué está allá Colombia? Memorias de guerra y dignidad. Es la respuesta que hoy reciben los colombianos agobiados por muchas preguntas.
¿Por qué hay guerra en Colombia? ¿Qué ha pasado aquí? ¿Por qué no hemos podido salir de esta espiral de violencia? Porque se han mantenido las causas básicas de ese conflicto, la disputa por la tierra, enorme hasta ahora, la exclusión política como causas más objetivas.
¡No, no, no! Esa es una particularidad del caso colombiano. Aquí hay violencia de narcotráfico, de la criminalidad organizada, de grupos de limpieza social en las ciudades. En el vientre húmedo y verde del Amazonas se levanta La Chorrera, un poblado hecho de casas de madera y palma. Allí se reúnen indígenas huitotos, boras, huinanes y ocainas.
Ellos que son los hijos del tabaco, de la coca, de la yuca dulce, extienden sus chagras por las riberas del río Igaraparaná. Estamos en la chorrera en la selva amazónica colombiana. Para nosotros los pueblos que somos de aquí, este lugar es el lugar cercano a donde...
se originó el mundo. Todas las noches los hombres se reúnen en las malocas, sus casas del conocimiento, para comunicarse con sus ancestros. y, al hacer amanecer la palabra, mantener viva una cultura ancestral que estuvo a punto de extinguirse.
Cada noche específicamente nosotros analizamos nuestro alrededor para uno estar previniendo o anticipando a la sociedad. Se van recopilando todas las memorias de nuestros antepasados, de los sucesos, de las violencias. violencias, de las fortalezas, de las debilidades, de las amenazas. Así mantenemos la memoria.
En el tránsito del siglo XIX al siglo XX, la fiebre del caucho llevó al sur del país a decenas de empresarios que convirtieron la explotación de la selva en una máquina de muerte. Música Ha sido una de las épocas más dolorosas que ha existido en Colombia, digamos. Que se aprenda la lección de que eso no debe suceder otra vez, ni aquí ni en ninguna parte. Ya pasó la cauchería y actualmente, actualmente, creo que todavía sigue ese masacre en este tiempo en que estamos. Cuando se hizo el despeje, pues todo, puedo decir que la guerrilla se concentró.
Después del despeje, se rompe ese despeje, ellos volvieron a expandirse sobre el territorio nacional. Ahí fue que nos afectó. Le llenaba uno de mucho temor, ya no tenía de pronto esa confianza o esa... de pronto esa tranquilidad de salir a rebuscar para sus hijos de noche, o por ellos dejar solo a la mujer, o de pronto soltar solo a los hijos por ir de pesca.
Ese fue el momento más crítico. que hemos vivido. Pero nosotros no les respondimos, digamos, con los mismos armamentos de ellos. Nosotros nos preparábamos noche tras noche, día tras día, para que para nosotros debilitar esa idea militar revolucionaria que ellos tienen. Yo hacer guerra a otra humanidad, para nosotros eso no es cultura.
Con todo este sufrimiento que actualmente estamos, estamos diciendo que el gobierno nos convierte este resguardo en una entidad territorial indiana la E. Que no llegue a pedir permiso. o no sé qué, pero que nos ayude a nosotros, que nos solucione este dolor que tenemos.
Somos dolientes de muchas cosas. Que el Estado nos reconozca, nos apoye. Somos unos pueblos que estamos en vía de extinción.
Pero pues así... que sea un mandato, pero en este momento, ¿hasta cuándo nosotros vamos a estar esperando eso? ¿Hasta cuándo?
Porque aquí el paciente se está agonizando. Nuestra identidad territorial, que es una de nuestras, digamos, de los que nos sirve para mantener estos pueblos como culturas vivas. Tal vez por el fuerte arraigo del conflicto en la lucha por la tierra, la mayor parte de la guerra se ha librado en el campo.
Y quizás por eso, desde las ciudades el conflicto es visto como lejano, casi como una ficción. Son mecanismos de violencia para rutinizarse, para invisibilizar, para que no se sepa qué ocurrió, para crear un camino expedito al olvido. Y bueno, son 6 millones de víctimas en su conjunto. Si juntamos los desplazados, los desaparecidos, los secuestrados, 6 millones de víctimas. ¿Cuánto es eso de la población?
El 15%. que eso trae consigo es cuando uno invisibiliza un fenómeno no puede entender la importancia de superar ese fenómeno entonces para nosotros invisibilizar el conflicto armado es minimizar la importancia de la paz por ejemplo o de poner final al conflicto armado porque ¿Por qué esto pasó en silencio? ¿Por qué no vimos o por qué no quisimos ver? Esa es una pregunta enorme para la sociedad colombiana y para los medios de comunicación. Música Música Música Si hay un momento muy asiago, muy impactante, que es ese momento que empieza a acontecer de 1995 hacia el 2000 Música 2005, cuando se disparan todas las modalidades de violencia, cuando la masacre se vuelve la modalidad más recurrente por parte de los paramilitares, cuando irrumpen otros actores armados y creo cuando la guerra tiene su mayor nivel de degradación.
Ese momento de la historia además es muy particular porque nos interroga por qué ocurre eso justo después de que la sociedad colombiana estaba tan esperanzada. después de una constitución. ¿Por qué no paró en el 91? ¿Y por qué vivimos ahí la más cruda violencia?
Es que justamente a ese propósito democratizador se puso una reacción. Y una reacción muy violenta, una reacción que apeló a lo legal, a lo ilegal. Eso se juntó con una dinámica muy importante en el país, que era la dinámica en crecimiento del narcotráfico. Entonces creo que si bien tenemos una guerra larga, yo creo que podíamos ubicar ese periodo del 95 al 2005 como el periodo más degradado y de mayor intensidad del conflicto armado.
La apropiación, uso y tenencia de la tierra. Ha sido uno de los motores del origen del conflicto en Colombia y a su vez una de las principales causas que explican lo prolongado del mismo. El problema de la concentración de la tierra y el problema de un modelo de desarrollo agrario desigual y excluyente que ha sacado política y económicamente buena parte de los campesinos de nuestro país y eso es lo que mantiene aún el conflicto armado colombiano.
Históricamente lo que se constata es que hay poderes que se oponen a ese propósito democratizador de la tierra. A los despojos violentos, los usos inadecuados de los campos, las colonizaciones masivas y los intentos de titulaciones practicados desde antaño, se sumaron nuevos problemas. En torno a la tierra giraron los intereses de narcotraficantes, los proyectos de explotación minera y energética, los modelos agroindustriales y las alianzas entre paramilitares, políticos, funcionarios públicos y las élites económicas de algunas localidades.
La gente tenía temor a ir a pescar, tenía temor a ir a cazar. Es decir, el miedo se apodera de alguna manera de toda esta comunidad porque son actores, ellos quieren imponer su ley, quieren imponer su forma de pensar. Y quien no piense como piensen ellos, pues debe salir o debe morir, en el peor de los casos.
La guerra no es solamente un asunto de narcotráfico, pero el narcotráfico inyectó recursos para la guerra de una manera impresionante para todos lados, recursos para los grupos ilegales. Yo creo que la coca... De ahí vino la más tremenda oportunidad para entrarse en los grupos paramilitares a discusión con la guerrilla. De ahí fue donde vino. Para mí de ahí fue porque de aquí, eso fue lo que más corrompió esta región.
Porque donde haya coca, donde haya dinero, la corrompición es donde más llega. Es un verraco. Uno vivir por aquí y uno no salir corriendo de cuando eso. Es porque uno se amaña mucho en la tierra donde está. San Carlos, un municipio antioqueño rodeado de bosques y de agua, fue sitiado por todos los actores armados.
El miedo inunda nuestras vidas, nadie habla, nadie sabe nada. Una Colombia pequeñita, lo que pasaba en el territorio nacional, San Carlos no se escapaba, es como si trajeran el ensayo. Todos los... actores del conflicto armado interno del país pasaron por nuestro territorio, tanto legales como ilegales, de izquierda, de derecha.
Los corazones laten con más fuerza y el dolor se apodera de todo. Tú corriendo, tú yendo como un niño asustado. Nos ha tocado andar por encima de los cadáveres.
Ya uno se extrañaba cuando no habían muertos, porque diario, diario eran dos, tres muertos, hasta que llegó al colmo de las cosas tan horribles que fue la masacre de la vereda Dos Quebradas, cuando mataron a... a 18 personas en una masacre en una misma noche. Nosotros encontramos los cadáveres de entrando a San Carlos acostados, atravesados, tapados con un poncho lleno de moscos y uno se ponía en un solo temblor que ya le iban a dar a uno.
Entre 1998 y 2008 fueron asesinadas 215 personas, 102 fueron desaparecidas y 18.000 habitantes se convirtieron en desplazados. A las 11, 12 o 2 de la mañana le tumbaban la puerta y venían y no les importaba sacarle su hijo, su papá, su hija, lo que sea, y la llevaban y la desaparecían y cuando no estaba de buena la encontraban. Hay alrededor de unos 350 fosas todavía para encontrar a los asesinos.
encontrar que hoy por hoy no sabemos todavía dónde están. Mi hermano desaparecido del cual no hemos encontrado ninguna información, la desaparición de mi hija Sandra, uy no, lo peor, lo peor, la peor violación. ...de derechos humanos. A los caceríos rurales de San Carlos se los comió la selva y en el pueblo las puertas permanecieron cerradas día y noche. La gente dormía con las...
boticas puestas y la ropita puesta, porque a mediano de que sintieran algo, un ruido raro, tenían la puertecita por donde salir y volarse. Esa era la triste historia de la gente, no podía dormir tranquila. Todas las noches nos íbamos las que teníamos niños a San Carlos o a donde un vecino, por allá otra vereda, o a dormir hasta muchas veces debajo del rastrojo, por ahí en cuevas o en casas abandonadas, por miedo de esas amenazas. Mientras la mayoría se refugiaba en Medellín, 8.000 personas permanecieron en el pueblo.
Custodiaron las casas, buscaron a sus desaparecidos, enterraron a sus muertos, resistieron. como fuerza para poder seguir ahí luchando y acogernos el uno al otro. Hoy son el pilar del pueblo símbolo del retorno y del valor para decir que a San Carlos nunca más regresará la guerra.
Perdón, pero no olvido, hay que mostrar de qué pasó y por qué pasó. Pensamos en un jardín de la memoria y lo definimos con las víctimas, con las familias que están participando en los procesos, porque era la forma que encontrábamos para dignificar a las víctimas, de devolverles el buen nombre. Y bueno, de pronto se fue generándolo el retorno y en estos momentos podemos volver a decir que San Carlos ha vuelto a renacer. Cuando yo sembré este frijol, yo todos los días a las cinco y media y a la mañana abro mi ventana a ver si ya empezó a nacer.
Y ya lo veo nacer, lo veo crecer, lo veo producir y eso es una felicidad. Si todos los desplazados de la violencia registrados en Colombia lograran asentarse en un solo lugar, podrían fundar la segunda ciudad en número de habitantes de todo el territorio nacional. Según los datos, personas tuvieron que abandonar sus tierras.
Entre 1995 y 2005 tuvimos el 70% de la victimización. La guerra te hizo, digamos, mirar la vida como un citadino. Entonces, de ahí, todo cambió también.
La armonía en que se vivía, lo gustoso en que se estaba acá, y que la guerra incluso hasta eso te lo haya quitado, tu forma de vivir, tu forma de pensar, y te haya hecho otro. Este era el colegio Cesar Conto, detrás queda la escuela, al lado derecho, el centro de salud, aquí queda el parque, de eso poco o nada queda. La lista de líderes políticos, cívicos, juveniles, campesinos, sindicales, de periodistas, de activistas de derechos humanos, de servidores públicos, de jueces, de maestros asesinados en Colombia es interminable. Las memorias de la guerra son también la aceptación de un déficit que tenemos de democracia y de ciudadanía.
sido quienes se han opuesto a los partidos tradicionales y a las formas tradicionales de hacer política. Hemos ido construyendo una democracia distorsionada por el conflicto armado, instrumentalizada por el conflicto armado, de actores armados que quieren cooptar todos los avances o las reformas democráticas para su proyecto armado. o de actores que están en la lucha democrática que aprovechan el conflicto armado para estigmatizar a sus oponentes y justificar su exterminio o justificar su eliminación.
Es una sociedad que le tiene muchísimo miedo a esos procesos de transformación del contradictor armado en contradictor político. Ojalá no repitamos. Ese mismo error que sería catastrófico hoy por las dimensiones que ha tomado la guerra también ya la era contemporánea. En Colombia es imposible comprender la justicia sin la guerra. Por un lado porque en algunos momentos los actores...
Los conflictos armados instrumentalizaron al aparato judicial, limitando su acción o convirtiendo a sus funcionarios en víctimas. Por otro lado, porque el mismo Estado puso en marcha mecanismos para enfrentar la violencia creciente, mecanismos que resultaron verdaderamente perversos. Mientras existe conflicto armado... será imposible tener realmente un Estado de Derecho y una justicia normal. No hay sistema judicial que soporte una guerra.
Colombia tiene una tradición primero de legalismo y segundo de una cierta independencia judicial que ha hecho que la justicia haya jugado un cierto rol en el conflicto armado, un rol a veces positivo, un rol a veces negativo. En determinados casos la Fiscalía incrementó su capacidad de esclarecer ciertos crímenes. Tanto de violaciones de derechos humanos, y por eso hoy hay paramilitares o guerrilleros o mandos militares judicializados o declarados responsables de graves violaciones a los derechos humanos, pero de todos modos lo que mostramos es que también en ese periodo la justicia sigue teniendo debilidad para enfrentar la dinámica del conflicto armado. No en vano, en los últimos 30 años, han sido 1.487 los funcionarios judiciales víctimas de algún hecho de violencia. Eso es más o menos un funcionario judicial por semana.
Legalizar la justicia privada. Convertir el aparato judicial en instrumento para fines bélicos y permitir la injerencia de organismos militares en procesos judiciales implicaron graves consecuencias para la democracia. Uno no puede delegar el monopolio de las armas en particulares.
En cualquier conflicto armado va a pasar eso, pero en el caso colombiano no lo puede hacer cuando usted tiene un conflicto que se desarrolla en medio de una explosión de muchas violencias. Cuando tiene la posibilidad de que al entregarle las armas a los particulares esto se criminalice, se desborde y se degrade. Justo cuando se permitió esa delegación, ¿qué estaba irrumpiendo en Colombia? El narcotráfico. Actores que estaban dispuestos, no tenían ningún límite ético, con el ejercicio de la violencia.
En Valle Encantado, un territorio de 128 hectáreas a orillas del río Sinú, crecen los nietos de los hombres asesinados en medio de la guerra entre guerrilla y paramilitares. Esos niños que crecen hoy en día en ese territorio lo hacen gracias a la persistencia de un grupo de mujeres, víctimas, viudas y valientes. La violencia y la guerra nos unió.
Y es por eso que hoy luchamos con valor Pa'vencer el odio y la tristeza Que dejaron dentro de mi corazón Cuando yo me gestaba en el vientre de mi madre, como dos meses, dice ella, de embarazo que tenía, cuando ocurrió esa masacre en San Rafaelito, Córdoba, que también es zona rural de Montería. Mataron a mi hijo, a mi esposo, a un tío de mi esposo y a un hijo del tío de mi esposo. Quemaban la gente con su casa, que mataban, que apenas dejaban a los niñitos solos. El día que yo salí, figuras se fueron.
Como siete viviendas que le metieron candelas, ahí murieron hasta los que estaban habitando en esas casas. Bueno, yo tenía como dos hectáreas de arroz, y necesitaba arándote. Todo eso se perdió, gallina, todo, todo, nosotros perdimos todo. Nos vinimos a Guantámbra, Montería.
Uno se pone a pensar en todo ese pasado, y eso es lo que hace como lastimar uno su corazón, lastimar uno sus pensamientos, porque imagínense un sufrimiento que eso no... Para mí pues parece que eso no se va a recuperar así tan rápido o nunca porque perder un ser querido y así de un momento a otro eso es muy duro. Esto ya debe acabar, Colombia está desangrada, no resiste un muerto más.
Nos pusieron contra las cuerdas, pero también es ver cómo cortamos esas cuerdas y cómo nos ha tocado batallar a pesar de lo que ha pasado. Junto con otro grupo de mujeres desplazadas, 27 mujeres, empezamos a soñar con el... Valle Encantado.
Vamos para el campo porque allá es donde sabemos manejarnos. Y por eso nos tocó de coger por acá ahora a Valle Encantado. Están sacando pollo. Mujeres que tuvieron que asumir la responsabilidad de la familia porque el marido lo habían matado o por el desplazamiento se había ido por alguna razón.
Conforman una cooperativa de mujeres donde básicamente tratan de rehacer sus vidas a través de procesos productivos. Y lo que encontramos es que han sido muy valientes porque han resistido, pues la guerra no termina. han resistido a los distintos actores armados que siguen en región.
En el año 2000, cuando ya eran viudas y desplazadas, un grupo de ellas viajó hasta Villanueva, Valencia. Se filaron tomadas de las manos frente a alias Don Berna y le anunciaron que iban a reclamar a sus hijos reclutados por la fuerza. Cuando se llevan los paramilitares a varios de los jóvenes engañados de que van a trabajar, y el grupo de mujeres, un grupo de como 80 mujeres, camina hasta el campamento paramilitar y le dicen al jefe paramilitar, venimos por nuestros hijos. Se los quitamos.
Ahí sí con estrategias de mujeres ya a nosotros nos tocó de usar estrategias para... No nos fuimos a la brava porque no podíamos. Esos muchachos son los padres de la generación que hoy crece en Valle Encantado.
Un asentamiento femenino y radical en sus propósitos de conservar la tierra, la libertad y la palabra. Porque somos las mujeres que estamos peleando la buena batalla. Esa batalla... de decirle a nuestros hijos, no quiero que estés en ningún lado, ni el de la derecha, ni el de la izquierda, ni el de allá, ni el de acá.
Lo que nos toca es seguir construyendo la paz, porque la verdad es que las personas sin paz en su corazón, ni en su región, no podrán tener vida tranquila. Pues yo creo que eso es lo que nos toca, seguir construyendo todavía. Herido de muerte, Garzón recorre una cuadra en su camioneta hasta estrellarse contra este poste, al frente de esta panadería en donde pierde la vida. El aparato judicial, pese a sus limitaciones, ha creado los espacios para la... aparición de un tipo de relato fundamental para la construcción de memoria.
Las versiones libres entregadas por los paramilitares desmovilizados han permitido que el país conozca la brutalidad de los métodos empleados, la identidad de los paramilitares, la identidad de los paramilitares de los victimarios y las asociaciones criminales con sectores no armados de la sociedad. Las propias autoridades dieron crédito a algo que las víctimas hacía muchos años venían denunciando y es lamentable porque fue tener que recurrir al discurso del victimario para validar, para reconocer el discurso de la víctima. La lista se hizo para matar 60 personas, solamente encontramos 40 y pico, y esos se mataron. Así, así abreviadamente. Finalmente fue que se hizo la masacre de Segovia.
Se torturaron y se les pida que entregan el armamento y el radio. La señora estuvo en todo momento presenciando la tortura de su esposo. Su esposo fue decapitado, le cortaron los genitales.
Cuando los paramilitares reconocieron la existencia de hornos crematorios, cementerios clandestinos, escuelas de entrenamiento en torturas y despuartizamiento, los colombianos empezaron a aceptar la tragedia que ha sido nuestra historia. Detrás de los grupos paramilitares, así ellos hubiesen querido dotarse de un discurso político, uno sabe que no había una apuesta política. Eran ejércitos de mercenarios, en algunos casos, inclusive no sabían para quién trabajaban, no sabían por quién, en nombre de qué se cometía tal crimen.
Y entonces esa emergencia de tantos grupos paramilitares por lo largo y ancho del país sí cuestiona esos otros sectores que sin ser grupos armados fueron fundamentales. en la dinámica de la guerra y su degradación. Alguna vez me encontré yo con un hijo de un guerrillero que portaba un fusil. Tenía por ahí nueve o diez años el pelado, estaba ahí.
Y yo le preguntaba a él, ¿qué hacía en la guerra? Y él me decía, no, vamos a acabar con la oligarquía. A mí esa imagen me quedó como sonando oligarquía aquí, en estas condiciones, esta pobreza que vive la gente. Acciones además absolutamente cuestionables por la degradación y por las modalidades que emplearon, se hicieron amparadas o fundamentadas en un discurso de defensa del pueblo, de una sociedad más justa, de una sociedad más incluyente y es inaceptable éticamente.
Que tú invocando unos ideales tan nobles, apeles a unos métodos tan ruines como los que apelaron en cierta circunstancia a las guerrillas. Y los actores armados todos se volvieron en contra de ese pueblo que dijeron defender en algún momento. Y ese pueblo, parte de ese pueblo somos nosotros los que vivimos acá. Pueblo pobre, pueblo marginado.
Indudablemente nosotros también tenemos que hablar de la responsabilidad del Estado no solamente en problemas no resueltos, sino en la violación de derechos humanos. Hay cifras. que muestran la participación de miembros de fuerzas militares en masacres, asesinatos selectivos, desapariciones forzadas y señalamos que en este caso la responsabilidad es mayor porque es que las fuerzas militares tienen la legalidad, porque es que las fuerzas militares son las que tienen la legalidad. encargadas de proteger. Pedimos a quienes han sido victimarios que pidan perdón por los hechos realizados, pero no se trata de un perdón meramente retórico, sino de un perdón dignificante.
Si pudiéramos entrar en el corazón de los victimarios y encontrar lo que hay en el fondo, nos produciría tanta tristeza. No son capaces de mirarlo aún a los ojos, eso sí, jamás. Jamás te miran a los ojos. Seguramente les pesa en la conciencia el matar a tanta gente y niños también. Son capaces hasta de tomar sangre del muerto.
Son despiadados que no tienen compasión de nadie. Y ellos se hacen famosos y temibles con los crímenes. Como que el corazón se les daña y las armas los hacen sentir más fuertes.
Ellos se creen superiores a otras personas por el hecho de tener un arma, pero no. La historia de Bojayá Chocó vive en la memoria de los colombianos. El 2 de mayo de 2002, un cilindro de gas cargado con metralla explotó sobre el techo de la iglesia, en donde 200 personas...
personas se refugiaban de los combates. Las FARC fallaron su objetivo. Era un grupo paramilitar que se escondía detrás de la única iglesia de Bojayá y ocasionaron una tragedia que aún hoy en día es una herida abierta en el atrato medio. y cayó dentro de la iglesia.
Lo que hicieron con mi pueblo, por Dios, no tiene sentido. Mata a tantos inocentes sin haber ningún motivo. La guerrilla estaba al lado allá, al fondo, y los paramilitares estaban aquí, en todo este espacio.
Detrás de la iglesia se ubicaron los paramilitares y por todo este lado aquí, aquí se acostaban los paramilitares y disparaban por allá. No vayan para la iglesia porque allá va a haber un desastre horrible. Todas estas casas de allá y para acá son casas en madera. Las construcciones que hay en cemento eran la casa cural y el centro de salud. Entonces también es una seguridad que la gente tiene.
que la gente buscaba. La gente creía que como esa era la casa de Dios, no iba a pasar nada. Nosotros dormimos aquí.
Toda la comunidad durmió aquí. Llegó un momento que esto estaba muy lleno y no nos cabía tanto personal aquí. O sea, todo el mundo tenía que estar así como apretado. Los paramilitares estaban acá.
Aquí atrás todo esto era... Ellos salían allá, disparaban y volvían a... Se asomaban acá, le hacían chistes a la gente, se reían de algunas cosas y volvían acá. Cuando ellos intentaron meterse acá, nosotros tuvimos una discusión fuerte y no los dejamos entrar acá. Le puso el pecho a la brisa y dijo, los armados no entran aquí porque aquí está la población civil.
Yo no escuché el cilindro. Y de allá escuchamos un estruendo duro y vimos que todos los paramilitares salieron corriendo para allá. Ellos vieron el artefacto, nosotros estábamos acá adentro, no vimos absolutamente nada.
Y en este espacio aquí cayó la pipeta. Y en la iglesia lo que... que cayó fue el cilindro.
Esto fue un verdadero infierno porque aquí murieron muchas mujeres en embarazo. Encontramos, digamos, sus niños pegados en paredes, desmembrados todos. Cuando usted llegaba y miraba y vía y vía la pilonera de gente en la forma como estaba destrozado, las bicis las pegaba en los aros de la iglesia y la gente desbaratada, como que se meten en un molino, le digo que todo el mundo corría con el pañuelo en los ojos llorando. Como este Cristo quedó la gran mayoría de las personas que estaban aquí. Nosotros lo conservamos, lo sacamos en procesión el 2 de mayo.
Este es el Cristo mártir. Entonces yo digo a la gente, venga, vamos a coger unas embarcaciones y nos vamos a tirar al otro lado del río, porque tenemos mucho cerío. Y ahí es donde una señora dice, bueno padre, estamos de acuerdo con esa propuesta, pero si usted va adelante.
Y yo, ¿listo? Y íbamos a ir abogando con las manos y con trapos blancos, y era guerrilla por un lado y guerrilla por el otro y paramilitar por el otro. Yo gritaba, ¿quiénes somos?
Y la gente respondía... la población civil. ¿Qué exigimos?
Que nos respeten la vida. O sea, como había actores armados por todos estos lados, la voz por lo menos lograba ubicarlos a ellos, que para allá iba la población civil y que nos fueran a disparar. Y con todo eso, ambos actores dispararon en esa dirección. Gracias a Dios. pues durante el recorrido no pasó nada.
La masacre fue el clímax de una confrontación atizada desde 1996, cuando se agudizó la disputa por el cordón selvático que une a Colombia, Panamá y a los dos océanos, habitado ancestralmente por indígenas y negros. El gobierno colombiano reconstruyó el poblado a pocos kilómetros del lugar de la masacre. Y todos los bojayaseños, yo el primero, nosotros nos volvimos personas resilientes, es decir, frente a la dificultad, hemos echado para adelante, hemos salido de todos estos problemas.
Nunca se le olvida lo que pasó en Bojayá, muerte de tantos niños sin haber necesidad. Todos estos niños de 10 años, 5 años. años, nueve años.
Todos estos niños que ustedes ven acá no habían nacido cuando esto. Estaban escuchando la historia también ellos y para ellos también es enriquecedor que aquí pasó algo y que nosotros pedimos que no vuelva a pasar en ninguna otra parte del mundo. Para que les recuerde a futuras generaciones cuando en Colombia la sedicia hacía parte del cotidiano vivir.
Las víctimas no son cifras, son rostros sufrientes, cuerpos lacerados, espíritus crispados que ponen en evidencia la crueldad de los victimarios y los desajustes éticos de una sociedad que tardó décadas en reconocer su presencia. Además de la guerra, han padecido la inequidad y la discriminación. La guerra recae especialmente sobre los más desprotegidos por el Estado. Negros, indígenas, opositores, disidentes políticos, mujeres y niños.
En las orillas del río Carare viven alrededor de unas 4.000 personas en la zona de influencia de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare. Allí, negros, blancos, mestizos e indígenas, en 1987 se enfrentaron a las FARC para decirles que no contaran con ellos para la guerra. Hicieron lo mismo cuando los paramilitares llegaron a su territorio. Lo que a nosotros nos tocó pasar en manos de la guerrilla de los Paracos, eso fue una cosa muy soberana, eso no hay ni comparación para ponerse en una cuenta.
Podíamos hacer un libro, qué sé cuántos libros, en 25 años de tragedia, de amenaza. El machismo a toda hora, con la violencia a toda hora, humillando a la gente. Y así, pobrecito el que medio se escapara por ahí, tiros lo pegaban, porque la gente era muy terrible.
Pues fueron muchas las masacres y asesinatos. Algunos se atreven a decir cifras de más de 500, otros 600 campesinos. Fuera de nada.
por decir una fosa común como es el río. Durante los años del horror, cuando el río Carare fue un cementerio, los campesinos se convirtieron en guardianes de sus territorios y estrecharon los lazos de solidaridad tejidos en la área. Ardua lucha de quienes saben lo que es romper la selva para conseguir un pedazo de tierra donde plantar la vida. Mi casa fue trinchera allá de ellos, eso allá lo que fue la cocinita, me la tumbaron, la volvieron, la loza, todo, colchones.
Otro tiro entró por aquí. por acá, aquí cuando había un cercadito, la profesora dormía y llegó el tiro y pasó por allá y trozó las colchonetas y colchones que había ahí. Se sobrepasaron también en su actitud y fue donde ya se prendió el fuego tanto por parte de la guerrilla como por parte de estos señores. De allá eso, la plomacera que mandaban acá, eso era tremendo.
Pero eso sí, como dice, fue la resistencia de nosotros querer la… tierra y no dinos, porque fue duro. En vez de armarnos como guerrilleros o paramilitares o irnos de la región, era una decisión por qué no nos hacemos pues matar todos y nos quedamos todos. Pues entonces vamos a formar una organización y si nos matan pues nos queda la satisfacción de que nos matan pero haciendo algo por defendernos.
Que a las personas, a grupos armados se les dijo nosotros también podemos dirigirnos y se da ya llevado se va un poco. no han de años que se nos estamos dirigiendo nosotros mismos. Nosotros era claramente, ustedes son allá ustedes señores, nosotros déjenos en nuestra línea. Pero es que ustedes tienen que ser algo, ¿no?
Que nosotros no hemos sido nunca nada, ni hemos sido del Guayabaitrade, ni de la guerrilla, ni de los paracos, ni del ejército, no es de nadie. Nosotros somos... De nosotros mismos, los campesinos, nosotros nos servimos por unos con otros, pero nosotros no tenemos por qué tener fuerza de nada. Y así, por eso, ¿por eso será que estamos vivos? Y cuando llegaron a atropellarlo a uno que tenía que irnos todos, ¿y nosotros cómo nos íbamos a ir?
Uno deja todo botado. Nosotros hicimos la resistencia en esa casa campesina. Este es un territorio de nosotros. Como ATCC nosotros no nos vamos, ni como campesinos menos. Hoy la ATCC lucha por conservar sus tierras, producir cooperativamente alimentos para la subsistencia y el comercio y mantenerse en pie en su lucha por la protección de la vida.
Todos los días sale un conflicto, sale un problema. Y de 26 años que tiene esta asociación, siempre uno dice que la asociación no tiene 26 años, porque cada día que pasa, cada día están haciendo. Porque es un problema diferente, es un conflicto diferente.
y es un reto diferente también a seguir afrontando. Y ojalá y no se acabe la TGC porque por esa la TGC estamos viviendo y no nos viviríamos nosotros. Ya haría, mejor dicho, nos habían pasado a la historia. En Colombia, 25.007 personas han sido víctimas de desaparición forzada.
Los posibles victimarios niegan haberlas raptado y jamás se volvió a tener noticias suyas. Yo sigo entre las afectaciones duras, la desaparición forzada y las afectaciones por los territorios minados, porque no dejan reconstruir esos proyectos de vida a la gente, no dejan volver a habitar con tranquilidad el territorio. completo. Desde hace más de una década la Comuna 13 de Medellín se ha convertido en un territorio en disputa.
Las guerrillas, los paramilitares, la fuerza pública se han venido enfrentando y en la mitad ha quedado la población civil. La historia de la guerra se ha escrito en las calles de la segunda ciudad más importante de Colombia. Nunca pensábamos que lo que veíamos por televisión en las zonas rurales, en los pueblos, en otras regiones del país, donde eran confrontaciones bélicas de alto nivel entre guerrilla, paramilitares, ejército, fuerza pública, se fuera a trasladar.
a la ciudad. La guerra más o menos se dio entre el Alto de Loma Hermosa y el barrio Bellavista. Eran como los lugares estratégicos donde se daba.
La mayoría de los barrios, muchos barrios quedaban en medio del fuego. medio de las dos montañitas. La guerra colombiana campesina, distante, ajena, se instaló en la ciudad en el año 2000. Desde entonces los jóvenes, músicos, poetas, políticos, deportistas, líderes, son un blanco perfecto.
Las muertes de los niños y de los muchachos siembran, tal vez como ninguna otra, la desilusión y la desesperanza. La agudización del conflicto, en la confrontación de parte de las guerrillas. por tratar de quedarse en el territorio y de no permitir la entrada de los paramilitares. Eso va a ser en un momento, en el año 2000, 2002 más o menos, que termina con el desarrollo de la Operación Orión. Una Operación Orión entonces desarrollada bajo orden presidencial el 16 de octubre del 2002. Y rompió ese helicóptero disparando como si fuera una guerra.
en campo abierto. Dio varias vueltas en el sector y empezó a disparar a un determinado sector. Pero eso fue el pánico más tremendo porque eran las 12 del día. Las cosas quedaron así. A los ocho días aparecieron unos letreros donde decía AUC presente.
Que por la disputa territorial, entonces ellos empezaron a eliminarse entre ellos y no solo eliminarse entre ellos, sino que la comunidad eran los que pagaban, porque si hay un enfrentamiento, ahí no le van a decir, corre, si usted que usted no es de esto, el que cayó cayó. Todos los que mataban los llevaban allá en bolquetas y como eso lo tapaban con escombros, ustedes jamás los... yo creo que eso no lo vuelven a encontrar. Si no era mi hijo, si no era mi esposo, era el hijo de mi vecina.
Era el esposo de mi vecina y a nosotros nos dolía como si fuera para nosotros, entonces fueron cosas muy duras. Cada 10 cuadras, 2, 3 muertos, cada 10 cuadras, 2, 3 muertos. Y eran los jóvenes de la comuna quienes estaban siendo asesinados por uno o por otro bando. La población de muchos de estos barrios tuvo que salir. ir a otros lugares por la magnitud de las confrontaciones, por las amenazas, por los homicidios a sus familiares.
Primero fuimos nosotros, algunos vecinos, después fue la otra familia más grande, que todos somos familia, en el 2011, ¿cuántas familias salieron desplazadas? Se han venido desarrollando diferentes... iniciativas de memoria.
Una de ellas muy importante es el Graffitur, que es un recorrido por la historia y por la memoria de la Comuna 13 a través de los graffitis que hacen los jóvenes de aquí. En el Graffitur podemos encontrar obras como esta que tenemos detrás, se llama Orión Nunca Más. Es una de las obras donde nosotros le decimos al Estado, no solamente al Estado, sino a la gente que no apoyamos este tipo de acciones militares y es un homenaje a esas 300 personas desaparecidas, a esos 72 muertos.
que hubieron durante esos tres días de guerra. La memoria que hacemos hoy aquí en la Comuna 13 es una memoria viva, es una memoria viva en el sentido en que se está haciendo en medio del conflicto. El relato de las víctimas es memoria de sufrimiento y de dignidad, del horror sufrido en medio de la más absoluta indefensión.
y del valor que tuvieron para enfrentar momentos cruciales de sus vidas, de la tristeza que jamás se borrará de sus existencias y de la tenacidad que tuvieron para enfrentar cada una de las jornadas de sus días, de la impotencia que sintieron frente a quienes les apuntaban con un arma. y la valentía que tienen hoy en día para denunciarlos. Que digan por ejemplo los grupos armados, la verdad es que sí le matamos a su hijo, pero ¿por qué? ¿Dónde lo tiene? ¿Qué hizo este muchacho para merecer esto?
Esa es la verdad. Y yo lo creo, y yo creo que el Estado en sí está en la obligación de devolver, de devolver una partecita de lo que perdimos. ¿Por qué?
Porque es que nosotros estábamos en su sitio, a nosotros nos sacaron de allá. Y que el trabajo es... con el mayor rigor está orientado fundamentalmente a dignificar a esas víctimas y a lograr el reconocimiento de las víctimas por parte de la sociedad y del estado para que se reconozca lo que ocurrió y para que se aprenda de lo que ocurrió porque esto no tiene sentido simplemente sería horrible contar el horror si no es para realmente comprender por qué pasó lo que pasó pero a la vez para que esto no vuelva a suceder. Y si la gente se da cuenta del monstruo que hemos construido y se asusta con él y se mira en el espejo roto de estas desgracias.
Para que todos nos reconozcamos en el tamaño de lo que ha sucedido y en la diferenciación de responsabilidades de lo que ha acontecido. Memorias de la aparición de un nuevo ciudadano capaz de sobrevivir, de rescatarse a sí mismo y de construir una nueva sociedad donde todos asumamos el compromiso de evitar la repetición de la atrocidad. ...del mismo jardín...
Nosotros vamos a desvender vida. Nuestro tema primordial es desvender vida. Vidas humanas, vida del anciano, vida del niño, vida de la mujer.
un pedacito de vida en la puntita de un dedito y eso fue suficiente como para repensarme y decir, bueno, yo tengo la culpa de todo esto que me ha pasado, pero sí asumo como ciudadana, como persona, un acto de responsabilidad, pero sí somos responsables de lo que pueda seguir pasando. Si esta sociedad civil reacciona frente al conflicto, condena enérgicamente el conflicto, sanciona políticamente a quienes tengan que ver con este conflicto. La institucionalidad tiene que transformar. Yo sueño con eso, un país, un Colombia más armónico, donde nosotros nos podamos mirar a los ojos y darnos un abrazo y vivir en paz, en armonía.
tus alas escucha mi dolor riega mi jardín regálame unas olas acompáñame a tu corazón En los últimos 54 años, 220 mil personas han perdido la vida por cuenta del conflicto armado en Colombia. El 80% de las víctimas a las que masacraron... las civiles desarmadas. Entre 1981 y 2012, en Colombia se cometieron 23.154 asesinatos selectivos.
25.007 es la cifra hoy. oficial de desaparecidos en Colombia, haciendo cuentas a partir del año 2001-2002 en que aparece la ley en que se configura como delito esta modalidad de asesinato. Desde 1970 han tenido lugar en Colombia 27 mil secuestros realizados por los actores armados.
En los últimos 35 años han sido afectados por las minas alrededor de 10 mil. Colombianos, un 35% han sido civiles que no tienen nada que ver con el conflicto. Entre 1988 y 2012 en Colombia se cometieron 95...
terroristas. Esas bombas provocaron la muerte de 223 personas y dejaron heridas a 1.343. Entre 1988 y 2012 hubo por lo menos 716 acciones bélicas, combates, tomas a poblaciones, emboscadas, bombardeos, hostigamientos. En ellas murieron 1.633 combatientes y 1.344 civiles. En Colombia el conflicto armado ha producido, que se sepa hasta hoy en día, 1.754 víctimas de violencia sexual.
Durante los años más intensos del conflicto armado, 8.3 millones de hectáreas fueron despojadas por la fuerza. Y gran parte de estas tierras fueron usurpadas y ocupadas por actores armados. Entre 1981 y el año 2012, 1530 personas fueron asesinadas con cevicia.
La crueldad extrema se evidenció en las huellas que dejaron en los cuerpos de esas víctimas. Jura