Según considera Katherine Gutzweiler, Teócrito es el más amado de los poetas helenísticos y el más accesible de ellos, y como vimos, el primero también de la gran triada de autores canónicos, que, no obstante, exploraremos hasta ahora por una simple razón, fue el creador de la poesía pastoril. Conocidos como idilios, es una poesía examétrica dactílica de variados tipos e incluye diálogos mímicos, tanto rurales como citadinos, himnos, narraciones míticas, alusiones amorosas y encomios a los monarcas. El idilio, luego de Teócrito, se convirtió en uno de los géneros literarios más apreciados y practicados en Occidente.
El poema pastoral, en su forma básica, es poesía bucólica, usualmente en forma de diálogo entre bolleros, cabreros u ovejeros, que envuelve el amor incorporando canciones que devienen en competencias musicales o en serenatas o incluso en lamentos fúnebres. Un epigrama atribuido al poeta parece dejar constancia de su familia y su tierra. Otro el de Kios.
Yo soy Teócrito quien escribió estas cosas. Soy uno de muchos iracusanos, hijo de Praxágoras y de la afamada Filina. ¿Musa extraña? Ninguna he atraído. Se respira un aire de orgullo en este poemita donde Teócrito se va a la gloria de su nacionalidad y soslayadamente se relaciona con Homero, ese el de Kios.
puesto que no se permitió cantar algo ajeno a su ascendencia siracusana. Dicha ascendencia se reconoce igualmente en otro de sus idilios, por lo que no es un dato despreciable. Siracusa, originariamente una colonia corintia de lengua dórica, fue la ciudad más grande y más culta de Sicilia.
Los ricos tiranos de la ciudad supieron convertir su corte en una suerte de centro artístico. durante los siglos VI y V a.C. con poetas como Píndaro, Simónides, Bacchilides y Esquilo.
El filósofo Platón también vivió un tiempo allí, planeando conformar su ciudad ideal. Al propio tiempo, Siracusa supo exportar su propio estilo literario con autores como Epicarmo el Cómico, el mimógrafo Sofrón o el historiador Timeo. Teocrito parece darnos su ascendencia clara al llamarse hijo de Praxágoras y Filina, quizá ella de noble familia. No parece que los investigadores discutan tal linaje, si bien un escolio al poeta sugiere que el apodo que él mismo se da en uno de sus idilios, Simíquidas, fuera un patronímico, o sea, hijo de símico, aun cuando también asegura que se debía a que el poeta era de nariz chata.
La enciclopedia Suda se hace eco de esta razón como causa de su apodo y agrega también que fue discípulo del poeta Filitas de Cos y de Asclepiades. Pero, como señala Manuel García Tejero, todos estos datos quizá provienen de la lectura imaginativa del Idilio VII, donde se menciona a ambos personajes y donde el poeta se da tal nombre. No obstante, hay que recordar que Teócrito en más de una ocasión Hace referencia a algún pastor chato, y con ello caracteriza también al cíclope polifemo, y es la razón de su mala suerte en el amor. Si Teócrito creció en la Siracusa del primer cuarto del siglo III, como es la conjetura más aceptable, experimentó el periodo turbulento de las guerras civiles y extranjeras que comenzaron en el año 270 a.C., a la cabeza de las cuales estuvo Hierón II.
El idilio XVI está dirigido al propio Hierón. Quizá al subir al trono, en tanto que los idilios, XV y XVII, ambos compuestos durante el reinado de los reyes hermanos Ptolomeo II y Arsinoe II, resultan las únicas muestras claras de su periodo de vida, dado que el citado matrimonio se efectuó en el 276 a.C. y el poeta se sitúa entre estas dos fechas como límite.
El poema dedicado a Hierón permite ser más explícito. Es obvio que en la época de la composición del citado idilio, Teocrito buscaba un protector que esperaba fuera el citado Hierón, a quien por otro lado nunca llama rey, por lo que García Tejero supone que entonces Hierón solo fuera el general en jefe cuando los griegos en Siracusa. Desesperados éstes, tras la retirada de Pirro, y buscaban la unión para hacer frente a la amenaza cartaginesa entre el 275 y el 274 a.C.
El porvenir de tal caudillo debió ser prometedor, pero no era un rey, pues tomó el poder hace el año 269. ¿Qué fue lo que obtuvo el poeta de Jerón? No lo sabemos, pero en cualquier caso, Siracusa dejó de tener atractivos para él. Parece que antes de llegar a Alejandría, Teócrito pasó algún tiempo en la isla de Kos, donde recibió el patrocinio de ciertos miembros de la aristocracia local, y fue también quizás allí que surgiera la amistad con el médico Nicias de Mileto, quien aparece en alguno de sus textos. Se ha sugerido que nuestro poeta estudiara medicina y botánica en aquella isla, puesto que en su obra se reconocen curiosidades lingüísticas del lenguaje de la medicina y sorprendentes conocimientos de las plantas autóctonas de su heleno. que no siciliar.
Como he señalado, unos años después parece ya estar instalado en Alejandría, y por el tono de sus encomios a la pareja real, ya cuenta con su mecenazgo. En el Ibilio XVII considera aún viva a la reina Arsínoe y ha de datarse poco después del 274 a.C. No sabemos cuánto tiempo permaneció el poeta en la ciudad ni cuánto tiempo duró el patrocinio real. En el idilio 14, que también podría adaptarse a esta época, Teocrito elogia a Ptolomeo, describiéndolo en términos familiares y bastante coloquiales, por lo que se entendería que contaba con la amistad del monarca.
Más la alusión al reclutamiento de tropas en este idilio, correspondería a la conocida guerra siria del 274-271 a.C. La analogía del autor quedaría entonces así. Teocrito.
Está aún en Sicilia hacia el año 275-274 y busca la protección de Hierón. Entre el 274 y el 270 viaja primero a Kos, donde quizá compone algunos de sus poemas bucólicos, y va luego a Alejandría, donde redacta los idilios XV y XVII. Gracias a que en su trigésimo idilio se asegura, no sabes que llevas en las sienes.
¿blancos los cabellos? Esta conjetura ha llevado a pensar que el poeta alcanzó cierta madurez y que su sentir bucólico siciliano lo fue abandonando con el tiempo, puesto que ya emplea en este y otro de sus idilios la lengua y los metros de zafo y alceo. Existía finalmente una ridícula leyenda que recoge un escolio al ibis de Ovidio, donde se aseguraba que el poeta había ofendido de palabra al hijo del tirano Hierón, por lo que fue apresado.
Al no retractarse de lo dicho e incluso ahora defender al propio tirano, fue estrangulado por traición o le fue cortado a la cabeza. Esta macabra historia es, como he señalado en otras ocasiones, producto de la tendencia biográfica de la antigüedad para dar finales terribles a sus hombres destacados, pues lo cierto es que la fecha de muerte de Teócrito y las circunstancias de la misma no son desconocidas. Según señala el artículo de la enciclopedia bizantina Suda, la ópera teocrita fue bastante variada.
Teocrito. Este escribió los poemas llamados bucólicas en dialecto dorio. Algunos atribuyen a este también las prétidas, esperanzas, himnos, heroínas, cantos fúnebres, elegías y llambos.
Epigramas. La variedad temática desarrollada es notoria pero de la que conservamos menos de 3.000 versos que todavía se reducen por las piezas apócrifas. Si bien dentro de lo conservado se reconoce igualmente el gusto helenístico por la mezcla de géneros y el trastocamiento de la forma. Por ejemplo, a pesar de que el exámetro dactílico estaba ligado al canto épico, Teócrito no dudó en emplearlo en su poesía bucólica.
y desdeñó la coineomérica en favor de su dorio natal. Sin duda, el poeta ensayaba diversas posibilidades expresivas, siempre que se hallan en relación con su estilo, que solo puede apreciarse en el original griego. Los análisis que se han hecho a los exámetros teocríteos, por ejemplo, han dejado constancia de su relativa independencia al momento de confeccionarlos, sobre todo en los idilios bucólicos.
mientras que los episodios de carácter épico muestran cercanía con las prácticas de Calímaco, cuando deja el exámetro se inclina por los metros eólicos, el gran asclepiadeo y el verso de 14 sílabas de Zafo o Alceo, imitando igualmente su dialecto, adaptación literaria que solo en parte podemos apreciar dada la pérdida de su producción. No obstante, emplea el dialecto lesbio en los idilios XVIII a XXXI, inspirados en los poemas isleños. en tanto que el épico homérico y el dorio los usa entre otros de ellos, y en unos pocos mezcla ambos dialectos. Con todo, la característica principal de los poemas teocritios es su brevedad. Ninguno llega a los 300 versos, y varios están por debajo de los 50, por lo que nuestro poeta sigue la línea creativa establecida por filitas de cos.
y pertenecía por tanto a esos creadores que escribían piezas cortas de exquisita estructura formal y contenido, lleno de vocaciones literarias, introduciendo novedades y que ejercieron una influencia profunda con los siglos. Sin embargo, su periodo creativo fue corto y la publicación de su obra tal vez fue póstuma. La palabra eidilia es la forma plural diminutiva del griego eidos. forma, tipo o género, por lo que inicialmente significaba formitas, y ese fue el título inicial de estos poemitas. Pero hacia el siglo II a.C.
la obra de Teócrito fue conocida como poesía bucólica, del griego bucolicos, adjetivo que señala lo perteneciente al pastoreo de bóvidos, y que los latinos adaptaron con el término pastoralia, o perteneciente a los pastores. De tal forma, los idilios del siracusano con sus temas pastoriles se convirtieron en modelo de un nuevo género de poesía de la que solo conocemos a otros dos exponentes, Mosco de Siracusa, poeta del siglo II a.C. y Bion de Esmirna, que floreció alrededor del año 100. Como grupo, los idilios se enfocan a tópicos tradicionales asociados con lo heroico, lo aristocrático, pero a través de lo humilde, personal, y ordinario. Los personajes teocríteos se pueden clasificar en rurales, citadinos y míticos. Los primeros suelen ser pastores que cantan a sus amores, sus deidades locales, sus ganados, en tanto que los segundos se ocupan de su vida diaria con sus festivales religiosos y sus devaneos eróticos, para finalmente los terceros ser presentados en su etapa juvenil, vulnerables y cargadamente sensuales.
Para Catherine Gutzweiler, todos estos tipos tienden a expresar más deseos personales del poeta que aspectos comunes de la humanidad. Ya desde los escoliastas de Teócrito se reconocía que parte de su novedad fue el haber combinado lo dramático con lo narrativo, y por ello se aquilata que añadiera elementos de otros géneros y otros autores. Por ejemplo, Suidilio XXIV sobre el pequeño Heracles reformula una oda de Píndaro. Y sus idilios II y XV, según consta en los escolios, estuvieron modelados en sendas piezas de su compatriota Sofron.
También se reconoce el gusto por la poesía más popular, como las canciones pastoriles, los encantamientos de la magia, las serenatas a los amados, las canciones de cosecha, los lamentos rituales e incluso las canciones de cuna. Sin embargo, serán las canciones pastoriles y sus competencias bucólicas las que se conviertan en modelo de este nuevo tipo de poesía, y bucólico se convierte en un término de género poético, designando primero a los idilios del poeta y luego a la poesía modelada a partir de ellos, que sugería un efecto de suave encanto y una ilusión poética producida por el ambiente campirano, por lo que hoy en día y en nuestro idioma, sea precisamente este ámbito de sosiego y ameno paisaje lo que evoquen los adjetivos idílico y bucólico. Para Manuel García Tejero todo ello se debe a Teócrito, pero asegura debemos preguntarnos que una cosa es estudiar los presupuestos de la poesía del Siracusano y otra averiguar por qué cantan y hacen coplas los pastores en los que se inspiran. El canto bucólico pudo tener su origen en la poesía improvisada en honor a la rústica Artemis, así como del famoso héroe siciliano Daphnis.
Teócrito conocía e imitaba las sencillas cantinelas con que se entretenían los guardianes del ganado, pero no por ello es la obra de un improvisado, ya que en él se reconoce, como hemos visto, una obra de arte, y ello a pesar de que acepte recursos del mundo popular como el estribillo o la estructura en forma de coplas alternadas, fundiéndolos, logra un conjunto equilibrado. Con todo, el ambiente pastoril fue solo una etapa en la vida creativa de Teócrito, puesto que se encamina a otras temáticas. Sin embargo, fueron determinantes para la posteridad al punto de que se concentró en ellos el nombre mismo de toda la colección, aunque dos tercios de ella no tengan nada que ver con el universo idílico del campo. La obra Teocritia se convirtió en parte de toda esa literatura de evasión a medias entre lo real y lo imaginario para terminar finalmente en Feliz Utopía, la Arcadia de Virgilio. paisaje espiritual que está en los poetas y no en alguna parte.
Todas las características analizadas hacen de los idilios de Teócrito el prototipo de toda obra bucólica, por lo que desde muy temprano la imitación del poeta fue amplia y algunos lograron a tal punto que sus obras se anexaron al corpus del Siracusano y pasaron a la posteridad. Catherine Gutzweiler Habla incluso de una manía con la poesía teocrítica desarrollada durante la edad helenística tardía. Los idilios 8 y 9 de la corrección parecen piezas anexadas a esta, quizá de finales del siglo III o principios del siglo II.
Ambos tratan sobre un concurso musical entre los pastores míticos Dafnis y Menalcas, si bien imbuidos de las maneras teocríticas. Es igualmente posible que los idilios 19 y 20 al 27 sean obras de poetas bucólicos anónimos que supieron imitar a tal punto a nuestro autor que sus obras pasaron como de él, principalmente por tratar esos temas pastoriles que lo identificaban. El más particular de esos poemas es el idilio 25, que por su extensión se le llega a considerar un verdadero epilio. Su temática gira en torno a la figura de Heracles. cuando limpió los establos de Augías, el cual se presenta en tres viñetas enfocadas a denotar la magnificencia de los ganados, la lucha del héroe con un toro impresionante y concluir con el relato de su primera hazaña, la cacería del león de Nemea.
Es precisamente su extraña confrontación con el mundo pastoril y el universo heroico lo que hace suponer con claridad que es una obra no teocrítica, puesto que éste siempre supo armonizar ambos mundos. Teócrito fue, pues, un autor querido, leído y comentado por griegos, romanos y bizantinos. Ello se debía a su calidad interna, tanto como a la novedad del tema campestre. Examinado y manipulado por igual, las copias de sus idilios y de los comentarios que los acompañaban alcanzan la friolera de 180 manuscritos datables entre los siglos XIII y XVI. Si bien las anotaciones...
muchas veces proceden de la época grecorromana. No sabemos si Teócrito llegó a publicar su obra, pero eran conocidos sus poemas tras su muerte como prueba de la influencia que ejerció en autores posteriores. Si bien sus idilios son escasamente mencionados antes de Virgilio y quizá, como apunta Dílamovitz, no hubo antes de tales fechas una edición de su obra.
Con todo, los idilios parecen una obra homogénea y es fácil establecer relaciones internas aun cuando los filólogos no se ponen de acuerdo, aun en cuestiones de orden cronológico o de autenticidad. Teócrito no fue traducido en México antes del siglo XIX, pero quizá la más popular haya sido la pieza versificada de Ignacio Montes de Oga, alias Hipandro Acaico, con el que quisiera terminar esta introducción, puesto que... A pesar de que su traducción dista mucho del original griego, es una de las más bellas y nos permite atisbar un eco rítmico de las coplas pastoriles. ¡Oh ninfas! ¡Qué collado!
¡Qué bosque o verde prado! ¡Qué vallos escondía! ¡Cuando el pastor más lindo, cuando Dafnis de amor triste moría!
¡En el risueño pindo morabais por acaso, o en las amenas selvas del parnazo! Ah, no, la gran corriente del Anopos albergaba, ni de Asis el torrente, ni vuestra planta erraba el monjivelo entre el ardiente lava. Musas del alma mía, empezad un agreste melodía.
Los lobos y los linces doloridos, con lúgubres aullidos, vinieron a llorar a Dafnis muerto, y aún el león furioso que habita el bosque umbroso uniría sus lágrimas desierto. Musas del alma mía, empezad un agreste melodía. Cuántas vacas y cuántas terneras a sus plantas vinieron a verter amargo lloro. No hubo becerro o toro que a su dolor extraño permaneciera mudo en el rebaño. Musas del alma mía, empezad un agreste melodía.
Como ha sucedido hasta ahora con todos los poetas helenísticos, lo que podríamos decir con respecto a Teócrito y su obra es mucho, dependiendo siempre del ángulo desde que se estudien sus piezas. El Iridio III será estudiado siguiendo la perspectiva de creación por parte del poeta y cómo ésta puede ser entendida como una invitación a imaginar un mundo pastoril y no como una recreación de una realidad siracusana. En tanto que el Iridio V No. nos permitirá atisbar en lo que era el mundo de los pastores con sus jerarquías mientras dilucidamos el estilo de la copla popular. El idilio XV nos llevará a cuestionar la visión de las mujeres en un mundo de hombres. El comienzo del idilio III es verdaderamente desconcertante cuando se lee en griego, puesto que los primeros versos se presentan en primera persona, sin más.
Y en el sexto cambia a la segunda, regresa a la primera en el verso 37 para cantar su poemilla mitológico en tercera persona en el verso 40 y regresar a la primera hacia el verso 52. Pero este juego de personas verbales se presenta también dentro de los pasajes señalados. Anotemos los primeros versos. Llevo serenata a Marilis, mis cabras pastan en el monte. Y Títiro las acicatea. Títiro, mi muy amado, apacienta las cabras, y a la fuente condúcelas.
Títiro, y al cabrón, el libio pajizo, vigílalo, no te cornee. Nótese que el primero de los verbos se halla en primera persona, luego habla Títiro, y obviamente utiliza la tercera, para luego dirigirse al compañero pastor y toma la segunda persona. De tal suerte... Habla primero consigo mismo para luego dirigirse a su compañero que, o se haya cerca, o puede aconsejarle sobre cómo conducir su rebaño.
O bien es un mero soliloquio dirigido a quien lo suple en sus faenas. Asegura Mark Payne, el efecto no sugiere su presencia, es decir, la de título. Es un espacio ficticio que comparte con el interlocutor, sino una dirección imaginaria en el cual es el interlocutor quien continúa hablando en voz alta. para sí mismo, quizás. Como aclara en el primer verso, el cabrero llevará serenata a Marilis, que no es una doncella cualquiera sino una ninfa, por lo que su canto adquiere un sentido religioso, aunque está cargado de erotismo.
La canción que le dirige pertenece, o al menos tiene eco, del género Paraclausitiron o Poema ante la puerta cerrada. Oh graciosa Amarilis, ¿por qué nunca por esta cueva asomando te llamas a mí tu enamorado? ¿O acaso me odias? ¿O acaso en verdad de cerca te parezco ser chato, ninfa y barbisaliente? Aburcarme me harás.
La conjunción de aquel soliloquio y esta canción improvisada de estilo literal con los convencionalismos del género que incluyen la maldición soslayada al amor y la condena a la joven esquiva, hacen suponer a Payne que estamos ante una dramatización de un hecho enteramente ficticio que recrea un ambiente pastoril más bien idealizado en la ciudad que correspondiente a la realidad campirada. Una experiencia ficticia, dice Payne, cual el deseo de entrar a un mundo disponible solo a través de la experiencia misma. No obstante la opinión de este destacado filólogo me parece que Teócrito supo combinar el género literario con el ámbito rural y que obsequió una pieza donde se funde la realidad natural con la fantasía poética, el sentir religioso popular con el más puro éxtasis místico amoroso y ello sin contar con cadencia y simetría que ofrece la diéresis bucólica.
El idilio recibe el nombre de comos, lo que ya refiere a una fiesta campirana que incluye una procesión hacia el lugar santo, normalmente una fuente o gruta habitada por pan u otra deidad de la naturaleza, como aquí la ninfa Amarilis. Por lo que pienso, Teócrito emplea para su auditorio un lenguaje poético mejor conocido, pero que revela bien la naturaleza del encuentro entre el devoto y su diosa, a quien ama, y por ello emplea el citado estilo del Plara Clausítiro. Paine le reprocha al poeta que el elemento ficticio se reconoce cuando el pastor clama por entrar a la cueva, cual el enamorado ante el cerrado de un tel de su querida, siendo que al cabrero nada le impedía penetrar la gruta. Pero lo que el enamorado místico desea es el consentimiento de la diosa, creo yo, y su divina complacencia.
Solo ella puede dar acceso a su lugar santo, la gruta. no es más que un espacio físico al que él puede entrar, pero no al espacio sagrado al que puede acceder solo si la diosa lo permite. Por ello menciona ese extraño palpitar del ojo derecho en el verso 36, acción involuntaria que presagia lo divino. Tal apasionamiento religioso es identificado con amor, pero considero es de nuevo la manera en que Teócrito presenta un sentimiento arrebatador de la gente sencilla que un citadino poco comprende. La relación devoto-diosa es explicada por medio del oráculo de la vieja divina.
Dijo también la verdad, agreo la divina de la criba, la que anteayer recogiendo hierbas andaba junto a mí, puesto que yo entero a ti me aferro, pero tú no me diriges ni una palabra. Versos antes de esta afirmación el cabrero dice sin ambajes, Ahora conozco el amor, nin egnonton erota. Por lo que sólo el amor divino, porque está con capitales, produce ese sentimiento que, desgarrándome también, hasta casi los huesos, dice el pastor. Fusión de los amores humano e inmortal.
La candidez del cabrero es tuya. según algunos, se revela en los regalos que ofrece a la diosa, esa corona de rosas y apio, esas manzanas, aquella cabrita blanca, todos simples donativos de enamorados, pero también exvotos adecuados a una deidad, por lo que finalmente recurre a ejemplos míticos. Aristóteles ya hablaba de que el mito debía emplearse como paradigma, y que al introducirle un personaje intenta influir en las acciones de otro. El Cabrero, en rápida mención, por más de 10 versos, entre los versos 40 y el 52, refiere cinco mitos, a saber, Hipómenes, compitiendo por el amor de Atalanta, Melampo devolviendo la salud mental a las hijas de Petro, para así obtener su mano, Adonis, cazando ante la mirada enamorada de Afrodita, Endymion que dormido sedujo a Selene y Hasion que logró el amor de Deméter. Han sido muy variadas las interpretaciones a este pasaje, debe notarse que todos ellos tienen algo que ver con el mundo rústico del campo, que su presentación sigue un orden en relación con el éxito alcanzado con la figura femenina.
Los dos primeros son perseguidores de la feminidad esquiva y ciertamente salvajes. Adonis señala el poder de la seducción masculina lo mismo que en Dimion y Hación, pero estos últimos ya han conseguido su objetivo, por lo que yo considero que aquí el cabrero le demuestra a Marilis los ejemplos de damas esquivas, ambas mortales, en tanto que las diosas sucumben a la pasión que el mortal les ofrece. Es una invitación clara a la cópula divina, aunque él sabe que el destino de los mortales que yacen con diosas es terrible.
Adonis muere bajo la furia de Ares. Endimión de hecho estaba enamorado de Hera por lo que fue adormecido por Zeus, y Hación fue muerto por los rayos del dios. Aún así parece que el sencillo cabrero está dispuesto a sortear el celo de los dioses si puede poseer a la nita. Por ello cierra su seductora serenata diciendo. Me duele la cabeza, mas no te importa.
No canto ya, desplomándome yaceré, y aquí los lobos me comerán. ¡Cuál dulce miel en la garganta! Llegué a hacer esto para ti. Quizá, como señala Mark Payne, este poema sea una construcción ficticia de una ensoñación, pero yo considero que es una ensoñación de corte místico.