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Juicio y Deliberaciones del Jurado

...ustedes durante cinco días al desarrollo de un proceso largo y difícil. Asesinato en primer grado y con premeditación. Esa es la acusación. La más grave que se puede presentar en una corte criminal. Han oído ustedes a los testigos, les han leído y explicado los artículos de la ley que se aplican en estos casos. Ahora tienen el deber de formarse una opinión, tratando de separar los hechos de la hipótesis. Un hombre ha muerto. La vida de otro está en juego. Yo les invito a deliberar entre ustedes con honestidad y sin escrúpulos. Si hay en sus espíritus una duda en la culpabilidad del acusado, una duda razonable, deben dar un veredicto de inocencia. Si por el contrario no tienen ninguna duda, entonces deben en conciencia declarar al acusado culpable. Les recuerdo que en ese caso el tribunal no admitirá recurso alguno y que la sentencia de muerte será irrevocable. El veredicto tiene que ser unánime. Si no tienen esa unanimidad, tendrían que renunciar y sería nombrado otro jurado. Esto es todo, señores. Tienen que hacer frente a una gran responsabilidad. Les doy las gracias. No, gracias. Qué calor, ¿eh? Se ha chicharrado uno ahí dentro. Esta mañana antes de venir he visto el pacto meteorológico. Y según parece es el día de más calor del año. Les dejo, señores. Creo que todo está en orden. Si necesitan algo, ya ven a la puerta. Yo voy a estar detrás. ¿No cierra con llave? Claro. ¿No lo sabía usted? No. Es la ley. ¿De verdad? ¿Qué está haciendo usted? Papeletas para los votos. Es verdad. Tenemos que votar. ¿Qué? ¿Qué le parece todo esto? Pues muy interesante. ¿Ah, sí? Yo estaba a punto de dormirme. Es que yo nunca había formado parte de un jurado y... Yo es la tercera vez y no puedo digerir estos discursos que nos quieren hacer todos. sobre todo cuando el asunto está tan claro, gastan demasiada saliva para nada. Supongo que será por algo, tienen derecho a hablar. Sí, hombre, claro, todos tenemos derecho a un buen juicio, es el sistema del país. Pero le voy a decir una cosa, a estos chicos les debían... dar una buena paliza. Para poder evitar todo esto. Nos ahorraría tiempo y dinero. Bueno, ¿qué? ¿Empezamos? Sí, vamos. No tenemos otra cosa que hacer. Acordemos una pausa. Hay una hora de trabajo. ¿Nos tenemos que sentar por orden? ¿Cómo? Pues, no sé, creo que sí. ¿Qué piensa del asunto? Interesante, ¿verdad? Hemos tenido suerte que se tratara de un crimen. Yo tenía miedo que fuera un robo o una agresión o algo por el estilo. Era de lo más aburrido. Oiga, ¿no ese es el centro Willing? Sí. Ya ve, yo nacido aquí no he entrado nunca en él. ¿Y qué me dice usted de la historia de la navaja? ¿Se creía ese niño que nos la íbamos a tragar? Probablemente. Basta con mirarle la cara para darse cuenta enseguida. Tiene usted un buen constipado, ¿eh? No lo sabe usted bien. Los catarros de verano son espantosos. Bueno, que jefe, empezamos. Que haya algo interesante, no he tenido tiempo ni de abrir el periódico. Nada, estoy dando un vistazo a los cierres de anoche. ¿Es usted de la bolsa? Sí, corredor. Yo soy transportista. Seguramente conocerá usted mi agencia, siempre a sus órdenes. Fue idea de mi mujer Tengo 37 empleados y empecé de la nada Bueno, señores, siéntense, por favor Sí, vamos Tengo dos entradas para el partido de béisbol de esta tarde Yankees contra Cleveland Parece que tiene un chico nuevo, un tal Mojewski que es un toro por lo que dice. Oiga, ¿cómo nos sentamos? No sé, creo que por el orden del número de cada uno, dos, tres, cuatro, cinco y los siguientes. ¿Por qué? Por no ser más fácil. Muy bien. ¿Qué impresión le ha causado el fiscal? ¿Cómo dice? Yo lo he encontrado genial, ¿eh? Qué manera de abatir todos los triunfos, uno tras otro, en orden. A mí me ha impresionado mucho. Sí, ha estado muy hábil, sí. Bueno, ¿qué? ¿Empezamos la presentación? ¡Gey! ¡Déjate levantar! ¿Quieres sentarse? No, perdón. Perdón, no sabía que... De todas formas, no es fácil imaginarse a un chico matando a su padre así. ¡Chas! Si se piensa en las circunstancias... No diga tonterías. La verdad es que dejamos que esos chicos se vuelvan salvajes. Psst. El viejo... Por favor, sigáis dentro. Llame a la puerta. Sí, señor. Oiga, ¿es usted del Yankees? No, del Baltimore. ¿Del Baltimore? Anda, mi madre. Ellos son ganas de dar con la cabeza contra la pared. Vení a buscarme. ¿A qué le sucede? Perdón el medio. Del Baltimore solo sirve el grandullón de la primera base. Me gustaría empezar, señorías. Pensaba que no me estarían esperando. Está bien, empecemos. Naturalmente no impongo ninguna regla. Pueden llevar esto como quieran. Podemos votar primero y discutir después, o al contrario, discutir primero y votar después. Ustedes eligen. Creo que es costumbre votar primero. primero. Eso. Primero vamos a votar. Así podremos irnos enseguida a casita. A mí me da igual. Solo le recuerdo que se trata de una acusación de asesinato en primer grado. Si votamos culpable es la cámara de gas. Sí, eso ya lo sabemos. Está bien, empecemos. Ya saben que tiene que ser 12 a 0. Así lo quiere la ley. ¿De acuerdo? Los que voten culpable, que levanten la mano. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11. Bien. ¿Inocente? Siempre lo mismo. Siempre tiene que haber uno que te la lata. ¿Y ahora qué hacemos? Creo que tendremos que hablar. ¿Hablar? ¿Hablar otra vez? ¿Cree sinceramente que es inocente? No lo sé. Entonces, usted ha estado en la sala con nosotros. Ha oído usted las mismas cosas que nosotros. Sabe muy bien que ese chico es un criminal. Y muy peligroso. Solo tiene 19 años. ¿Y qué? Era lo bastante hombre para apuñalar a su padre. 8 centímetros de acero en pleno pecho. No, no hay la menor duda. Yo me convencí enseguida, desde el primer día. Yo también. Se cae por su peso. Lo han probado de 12 maneras distintas. ¿Quiere usted que se la recuerde? No. Entonces, ¿qué quiere? Nada. Hablar con ustedes. ¿Hablar de qué? Hay 11 hombres que están de acuerdo. ¿De qué vamos a hablar? Una pregunta. ¿Cree usted en la historia de ese chico? Puede ser. ¿Cómo puede ser? No sé todavía si lo creo. Puede que no. Pero ha votado usted inocente. Había 11 hombres que le creían culpable. No me ha parecido bien levantar la mano porque sí y enviar a ese chico a la muerte sin hablar antes unas palabras. Pero, ¿quién ha dicho que hayamos votado porque sí? Nadie. Ah, entonces ha sido solo porque hemos votado deprisa. Escuche, el chico es culpable. Y aunque hablemos durante un año, yo no cambiaré de opinión. Yo no pretendo que cambien ustedes de opinión. Quisiera simplemente que hablásemos de la vida de una persona. Me parece que le podemos dedicar un poco más de cinco minutos. Imagínense que nos equivocamos. ¿Equivocarnos? Es como si imaginásemos que nos caía el techo de esta sala en la cabeza. No hay nada que imaginar. De acuerdo. Oiga, pensamos honestamente que es culpable. ¿Qué más da que tardemos cinco minutos en decidirlo o más? Les pido... una hora. Su partido empieza a las ocho. ¿Verdad? ¿Tiene alguien algo que decir? Yo no. Yo me quedo esa hora. Estupendo. De acuerdo. Bueno. Anoche me contaron un chiste divertidísimo. No estamos aquí para escuchar sus chistes. ¿Y para qué estamos? Para hablar de un chico al que ha maltratado la vida. ¿Saben ustedes lo que es vivir en un suburbio después de haber perdido a su madre de pequeño? A la edad de nueve años le llevaron a un orfelinato mientras que su padre, un falsificador, cumplía dos años de cárcel. ¿Les parece un buen punto de partida? Nos han dicho que es un chico... duro, malhumorado. Es cierto. Pero ¿saben ustedes por qué se ha vuelto así? Porque todos los días... Sí, todos los días de su vida... le han dado una paliza. 19 años de golpes me parecen algo terrible. Y creo que lo menos que le debemos son unas... ...de eso nada, no le debemos nada, no me asusta decirlo. Ha tenido un juicio honesto, ¿no? ¿Cuánto cree usted que cuesta un juicio? Ha tenido mucha suerte. ¿Sabe lo que quiero decir, verdad? Somos todos adultos. Hemos oído los hechos, todo está en regla. No mira usted a decir sabiendo cómo es que crea un chico. Yo los conozco, ¿sabe? Pasado toda mi vida entre chicos como él. No se les puede creer ni una palabra de lo que cuentan. Han nacido mintiendo. Eso es absurdo. ¿Cómo? Usted cree que es el único que sabe la verdad. Me parece que hay muchas cosas que usted ignora, caballero. Pues diga lo que sea, estamos aquí para eso. Es por la marca de miel. Solo un poquito de miel y te siente muy bien. ¿Qué tal? Usted no pierde el tiempo, ¿eh? Vamos, señor, vamos. Perdón, tengo la manía de dibujar. Me aclara las ideas. Está bien, continuemos. Puede que el señor que no está de acuerdo con el veredicto quiera decirnos por qué y nosotros podemos probarle que se equivoca. Tengo una idea. Bueno, naturalmente yo siempre digo lo que se me ocurre en el momento. Pero puesto que somos nosotros los que tenemos que convencer a este señor, ¿por qué no lo hacemos? no lo hacemos por orden. Bueno, repito que no es más que una idea, ¿eh? Bueno, parece bien. Empiece usted. No, mejor por orden de numeración. Sí, es lo lógico. Por orden de numeración hay dos minutos cada uno. Le toca a usted. Pues bien. Bueno, es difícil decirlo. Yo... yo pienso que el chico es culpable. A mí siempre me pareció evidente. Bueno, quiero decir que nadie ha demostrado lo contrario. Nadie tiene que demostrar nada. Al fiscal le corresponde exponer los hechos. No, no, ya, ya, ya lo sé, ya. Yo... Yo quiero decir que el chico es culpable. Un testigo lo presenció Bien, de acuerdo Pienso que sobran los pareceres personales Yo me atengo a los hechos Primero, pensemos en el testimonio del viejo que vive en el segundo piso Justo debajo de la habitación donde se cometió el crimen A las doce y diez de la noche del crimen Oyó el ruido en el apartamento de arriba Dijo que parecía ruido de pelea Después oyó gritar al chico, voy a matarte. Un segundo después, oyó caer un cuerpo y corrió a la puerta de su casa. La abrió y vio salir al chico corriendo por la escalera y salir de la casa. Después llamó a la policía. Encontraron al padre con la navaja clavada en el pecho. El médico forense fijó la hora de la muerte sobre las doce de la noche. He ahí los hechos. No se puede ir contra ellos. El chico es culpable, no hay duda. Yo soy tan humano como cualquiera, pero... Sé que el muchacho sólo tiene 19 años, pero... Debe pagar lo que ha hecho. Yo estoy completamente de acuerdo con usted. Bien, el siguiente. A mí lo que me choca es que la historia que cuenta el chico no tiene ninguna base. Dice que en el momento del crimen estaba en el cine. Pero cuando le preguntaron una hora después no pudo responder qué película vio, ni qué actores trabajaban. ¿Han oído eso? Perfecto. Además nadie le vio entrar ni salir del cine. Nadie. ¿Y qué me dices de la mujer que vive al otro lado de la calle? Si el testimonio de esa mujer no prueba nada, es que ya no sirven las pruebas. Es verdad, ella vio el crimen. Señores, hemos dicho que por orden. Una mujer está tumbada en su cama y no puede conciliar el sueño. Se asa de calor. Viene la ventana abierta. Mira por ella y de repente ve, justo en frente de su casa, al otro lado de la calle, al muchacho apuñalando a su padre. Eran las doce y diez. Conocía al chico desde pequeño. Lo dijo. ¿Qué más quieren? Además, juró que vio el crimen. A través de las ventanillas... de un tren que pasaba en ese momento. De acuerdo, pero ese tren no llevaba viajeros. Iba vacío. No olviden eso. Y las luces del tren estaban apagadas. El técnico nos probó que se podía ver perfectamente a través de las ventanillas de un tren sin luz lo que pasa al otro lado. Eso está probado. ¿Le puedo preguntar una cosa? Usted ha dicho que no creía al muchacho porque vive en un barrio infecto en el cual todos son unos embusteros. Muy bien. Y a la mujer que vive en el mismo barrio, ¿por qué la cree usted? ¡Usted se cree muy listo! ¡Por favor! ¡Señor, por favor! ¿Qué es? ¡Pedazo de... No quiero peleas aquí, siéntese. Aquí le toca a uno. Bien, tiene usted dos minutos. ¡Más fuerte! Yo paso. Está en su derecho. El siguiente. ¿Yo? Bueno, yo no estoy preparado, no sé mucho de esto. Creo que me convencieron demasiado pronto. Yo buscaba el motivo. Es muy importante. Si no existe el motivo, pues no hay asunto. De todas formas, el testimonio de los vecinos me pareció muy importante. Dijeron algo sobre una pelea entre el chico y el padre alrededor de las siete. Puede que me equivoque Sí, no fue a las 7 Fue a las 8 Sí, a las 8 Oyeron en efecto que discutían Pero no averiguaron el motivo de la discusión Después oyeron al padre pegar al chico dos veces. Y al rato vieron al muchacho salir furioso de la casa. Bueno, ¿y eso qué prueba? Evidentemente no prueba nada, pero es una de las piezas del mecano. Además, oiga, que yo no he dicho que fuera una prueba. Pero sí ha dicho que podía ser uno de los motivos del crimen. El fiscal lo dijo también. Yo no estoy de acuerdo. Ese muchacho ha recibido tantos golpes que para él la violencia forma parte de su vida. No me imagino que por dos bofetadas después de haber recibido tantas, matara a su padre. Esas dos últimas bofetadas pudieron hacer rebosar el vaso. Todo tiene un límite. ¿Algo más? No, no, no. Bien, el número siete. ¿Yo? Yo ya no sé qué decir. Creo que se ha dicho ya todo. Podríamos seguir discutiendo hasta mañana y no cambiaría nada. El chico es un granuja. Lo saben ustedes igual que yo. A los 10 años, compareció ante un tribunal de menores porque dejó tuerto de una pedrada a su maestro. Luego, robó un coche y lo metieron en un correccional. Más tarde lo detuvieron dos veces por pelear con Navaja. Yo creo que el chico es una joya. Sí, sí, sí. Pero no olviden ustedes que desde los cinco años el padre no dejó de darle golpes. Bueno, yo hubiera hecho lo mismo que su padre. Yo también. Hijo de perra. Sí, señores, así es la juventud de hoy. Yo cuando tenía esa edad llamaba a mi padre señor. ¡Señor! ¿Han oído algún chico de ahora llamar a su padre señor? Los padres de ahora no le dan importancia a eso. ¿Usted cree? ¿Usted tiene hijos? Tres. Yo tengo uno de 23 años. No tenía todavía 10. Cuando un día le vi largarse en una pelea callejera como un conejo, sentí tanta vergüenza que me dieron ganas de vomitar. Cuando le cogí le dije, o hago de ti un hombre o te parto en dos. Y he hecho un hombre de él. Cuando cumplió 17 años tuvimos una discusión. Me dio una paliza que me dejó en su casco. Mire, es un chico muy fuerte. Hace más de dos años que no le veo. La juventud está perdida. Se estruja uno el alma para darles todo y... Vale, que más está. Continuemos. Nos estamos desviando del tema. Sabemos que el chico viene de un barrio infecto, pero ese no es el problema. No estamos aquí para juzgar que los tugurios son miedos de criminales. Estamos aquí para decidir si es culpable o no. que ha nacido en un tugurio y que los tugurios inspiran el crimen, lo sé, lo sabemos todos, y que esos chicos son una amenaza para la sociedad. Pero insisto en que... Un momento, amigo. No corra tanto. Yo creo que hay que insistir en eso de que los chicos de los barrios... bajos son criminales en potencia. Y no creo que se diga nunca lo bastante. ¿Lo dice usted por mí? Yo pasé toda mi juventud en una de esas callejuelas infectas y no obstante no creo que... Bueno, despacio, amigo. Yo también he jugado en uno de esos callejones llenos de basuras. ¿Creen ustedes que todavía llevo el olor? Yo no he dicho... Señores, basta de discutir. No se trataba de una alusión. Sí, era una alusión. No, pero no hablaba de usted. No sea tan susceptible. Yo lo comprendo perfectamente. Bueno, basta. señores, estamos perdiendo el tiempo. Le toca a usted. Empiece. No, no, yo no tengo voz. Creo que se trata de que ustedes me convenzan a mí. ¿Me equivoco? No, claro, tienes razón. Ah, sí, perdón, lo había olvidado ¿Y qué más da? ¿No es él quien nos ha obligado a quedarnos aquí? Pues que diga lo que tenga que decir No, hombre, no, nos hemos puesto de acuerdo para mantener un orden Por favor, ¿quiere dejar de jugar? ¿Jugar qué quiere decir? He dicho jugar, ¡jugar! Encima que estoy intentando mantener el orden, muy bien, aquí está mi silla Tenga, la sientes usted aquí, no tiene una sola palabra Bueno, hombre, no se enfade Todavía tiene la cara de decirme que no me enfade Muy bien, señor presidente, al jurado, aquí está mi silla Estoy dispuesto a mirar su virtuosismo Pero han visto ustedes otra igual Está burlando de mí Gracias No tiene importancia, no le haga caso. No, desde luego, no hay culpa. ¿Qué quiere tratar usted? ¿Quién yo? Dios me libre. Lo está haciendo muy bien. Nadie dice lo contrario. Vuelva a sentarse. Desde luego, desde luego, lo hace usted perfectamente. Bueno, ¿quién habla? Yo. Si lo desean. Estoy dispuesto a decirles todo lo que pienso. Va. Yo me desentiendo de todo lo que se haga aquí. Verán, no tengo nada importante que decirles. Yo sé de esto tanto como ustedes. Si nos atenemos a los hechos, el chico parece culpable. Y puede, puede que lo sea. Solo que durante el proceso, al ir examinando las pruebas una detrás de otra, había algo que no me acababa de gustar. ¿El qué? No sé cómo explicárselo. Todos los testigos eran tan terminantes. Quiero decir que en la vida nada es tan terminante, tan absoluto. Me hubiera gustado hacerles algunas preguntas. Puede que no hubieran demostrado nada, no lo sé. Pero tengo la impresión de que el abogado del muchacho no hizo bien las preguntas. Que ha dejado pasar por alto muchos detalles. Pequeños detalles. ¿Qué detalles? Usted sabe que cuando un tipo de esos no hace una pregunta es porque sabe la respuesta. Y teme meter la pata. Sí, puede ser. Puede ser. Pero tampoco es imposible que un abogado, aun con buena fe, sea un imbécil, ¿no? ¡Ja, ja! Acaba usted de escribir a mi cuñado. Si yo hubiera sido el chico, no habría elegido ese abogado. para salvar el pescuezo hay que tener un defensor que sepa acorralar a los testigos que por lo menos lo intente porque al fin y al cabo no hay más que un testigo que asegura haber visto el crimen uno solo y otro que declara haberlo oído también existen varias pruebas circunstanciales y pero toda la acusación se basa en esos dos testigos cuando supongamos supongamos que están equivocados están equivocados los testigos y se equivocan ya no son testigos. Le voy a hacer una pregunta. ¿Podrían estar equivocados? ¿Han prestado juramento? ¿Qué está usted buscando? Hayan prestado juramento o no, son hombres. Y los hombres se equivocan. ¿Podrían estar equivocados? No lo creo. ¿Está usted seguro? No, no. Nadie puede estar seguro de ello. Esto no es una ciencia exacta. De acuerdo. Bien, pero si estamos seguros de otras cosas. ¿Podemos hablar de la navaja? De esa famosa navaja... Un momento, un momento. Nos estamos haciendo un lío. Hay varios que no han hablado todavía. Luego hablarán lo que les dé la gana. Pero ahora debemos terminar con esto. Sí. Esa navaja que arrancaron del pecho de la víctima y que su querido Angelito reconoció que había comprado la misma noche del crimen. ¿Qué? ¿Hablamos de eso? Bien, hablemos. Pero antes, me gustaría volverla a ver. Señor presidente del jurado. No entiendo para qué la quiere. ¿La conocemos de sobra? El jurado puede examinar las pruebas de convicción cuantas veces quiera. Y la navaja es una prueba bastante fuerte de convicción, ¿verdad? Sí. Tratemos de ver mientras tanto cómo va el asunto. Primero, el muchacho reconoció que salió de su casa esa noche a las 8 después de que le pegara a su padre. No, pegara no, golpeara. El chico dijo golpeara. Es distinto, ¿no? después de que le golpeara a su padre. Segundo, fue directamente a una tienda que hay cerca de su casa a comprar una navaja. Tercero, la navaja tiene un mango con un cincelado muy particular. Cuarto, el comerciante que se la vendió la identificó y dijo que era la única de esa clase que había tenido su tienda. Quinto, hacia las 8 y 45, el chico estuvo con unos amigos delante de un café. ¿Está de acuerdo con todo eso? Sí, sí, sí, sí, sí, completamente. No podemos estar más de acuerdo. Bien. Estuvo con esos amigos durante una hora y se separó de ellos hacia las 9.45. Los amigos vieron la navaja durante ese tiempo. Sexto. Cada uno de ellos identificó en el juicio el arma del crimen como la misma navaja. Séptimo. El chico volvió a su casa sobre las 10. Y aquí es donde su versión y la de la corte difieren sensiblemente. Él dice que se quedó hasta las once y media y que salió para ir a un cine de esos que no cierran en toda noche. Dice que volvió a su casa sobre las tres y cuarto para encontrarse con su padre muerto y la policía que le esperaba. No tenía ya la navaja. Y dijo que la debía de haber perdido por un agujero que tenía en el bolsillo entre las once y media y las tres y cuarto, por la calle o en el cine. La corte cree que no fue al cine. Nadie le vio salir de casa. Ningún espectador se fijó en él, nadie le reconoció. Cuando se le preguntó qué película había visto, no supo qué contestar. Entonces... Voy a decirle lo que pienso yo. A mí me parece lo más sensato lo que está diciendo. Porque los hechos son buenos. No, desde luego. Tiene que creerle usted. No, no. Sí, pero muchacho... El muchacho se quedó en casa. Tuvo con su padre otra agarrada. Le apuñaló hacia las doce y diez. Y después se fue de casa. Pero antes se preocupó de no dejar huellas en la navaja. ¿En serio cree usted que se le cayó por el agujero del bolsillo? Y que alguien se la encontró, la recogió y fue derecho a apuñalar al padre, así por las buenas. Pues es posible. ¿Es que no puede ser posible? Mire este arma. Es una navaja muy particular. No he visto nunca otra igual. Ni el vendedor tampoco. Dijo que no había otra parecida. Y que no había duda de que la navaja que le compró el chico esa noche era el arma del crimen. Está de acuerdo en eso. Creo que es posible que haya otras navajas parecidas a esta. Y yo digo que es imposible. ¿Qué es esto? ¿Cómo? ¿Cómo la han seguido? ¿Qué es esto? ¿Cómo? ¿Cómo? ¿Qué es esto? Calma, señores, calma. ¿Dónde la encontró? Salí ayer durante un descanso para reflexionar. Anduve por el barrio del muchacho. La encontré en una casa de empeño a dos manzanas de donde él vive. Me costó dos dólares. Está prohibido por la ley comprar o vender armas de esta clase. Sí. Ya lo sé. Ha conseguido dar el golpe, ¿eh? ¿Qué prueba con esa gran baza? Nada. Puede que haya otras diez iguales. ¿Y qué? Nada. ¿Eso quiere decir algo? Es igual, sí. ¿Y qué? Ha hecho el gran descubrimiento del siglo. ¡Hable de una vez! ¿Me permite? No cambia nada. Es una coincidencia. Es increíble que otro haya matado al viejo con una navaja igual que la del muchacho. Pues claro, hay una posibilidad entre un millón. ¿Una posibilidad? Pero poco probable. ¿Poco probable, pero una? Bueno, señores, escúchenme. Siéntense. Perdón. A mí me parece muy interesante que encontrase una navaja tan parecida. ¿Y ahora qué hacemos? Pero bueno, ¿por qué interesante? Es que prueba algo. No, no, no, no, pero me parece... Pero qué interesante, interesante. Bueno, seguimos siendo 11 los que le creen culpable, ¿no? Esa es la única verdad. y ninguno de nosotros cambiará de parecer. Y si usted sigue en sus trece, tendremos que renunciar. Y tendrán que volver a juzgar al chico. Y lo condenarán. Me ha puesto la cabeza. Puede, puede que tenga usted razón. Pues decídase. No nos vamos a pasar. pasar aquí toda la noche. No sería más que una noche y estamos jugando con la vida de un hombre. ¿Ah, sí? Perfecto. Pues entonces instalémonos ya como si estuviéramos en nuestra propia casa. Creo que no debería permitir esas probas. ¿Y qué quiere usted que haga yo? Escúchenme. No comprendo por qué se ha armado este lío con la navaja. Y no creo que sea tan importante. Tenemos dos testigos. ¿Qué más quieren? Oigan, tengo tres garajes que se pueden ir a paseo mientras perdemos el tiempo aquí con tonterías. Vamos a terminar pronto para alargarnos. Sin embargo, lo de la navaja le pareció muy importante al fiscal. Se pasó todo un día hablando... Bueno, señores, bueno, estamos perdiendo el tiempo. ¿Qué hacemos? Les pido otra votación. Me gustaría que fuera secreta. Yo me abstengo. Si las once papeletas son de culpable, no les daré más la lata y podremos presentar al juez un veredicto unánime de culpabilidad. Pero si alguno de ustedes vota inocente, seguiremos discutiendo el asunto. ¿Les parece? Yo estoy de acuerdo, ofrecemos. Me parece justo. ¿Alguna objeción? No, no. Perfecto, tome, pase. Culpable Culpable Culpable Culpable Culpable Culpable Inocente Culpable ¿Qué le dicen a eso? Otro que se ha rajado. ¿Quién ha sido? Quiero saberlo. Era una votación secreta, estábamos todos de acuerdo. ¿Secreta? ¿Pero qué quiere decir eso de secreta? En un juicio no puede haber nada secreto. Además sé quién ha sido. Esta se la guardo, amigo. ¿Qué cree? ¿Que le van a dar un premio? Hace un rato estaba usted con todos. Y ahora porque una especie de predicador con voz dulce se empeña en defender a ese monstruo, se vuelve la chaqueta y nos trae. traiciona. ¿Por qué no hace también una colecta, hombre? ¿Quién se ha creído que es usted para hablar de eso? ¿Eh, quién? ¿Quién se ha creído que es? Bueno, bueno, está bien. Pero han visto ustedes, ¿eh? Está bien, siéntese. Por favor, olvídalo, porque en importancia es un hombre irritable. ¿Pero qué, qué irritable? ¿De dónde? ¿De dónde? Bueno, ya está bien de gritos. ¿Puedo decir una cosa? ...cosa. Siempre he admirado que en este país los hombres puedan tener una opinión propia. Por eso me vine a vivir aquí. En mi país me da vergüenza decirlo. ¡Ya está bien! Viene usted a contarnos la historia de su vida. Oiga, ¿qué es lo que le ha hecho cambiar de parecer? Él no ha cambiado. He sido yo. ¿Quieres saber por qué? No, no me interesa. Pues de todas formas se lo voy a decir. Si me lo permiten. Estamos obligados a oírle. Necesita hablar. Gracias. Este señor se ha enfrentado a todos nosotros. Él no ha dicho que el muchacho fuera inocente, sino que no estaba seguro de que sea culpable. Pues bien, hace falta mucho valor para afrontar solo, aunque sea siempre por una buena causa, las burlas de los demás. Luego se ha puesto en nuestras manos. Ha jugado limpio. Yo he notado que necesitaba ayuda y se la he dado. Respeto sus motivos. El muchacho que estamos juzgando puede que sea culpable, pero me gustaría seguir discutiendo. Por eso lo he hecho. Ahora somos 10 a 2. Estoy hablando, no me parece correcto. No puede oírle, ni quiere. Señores, ¿qué les parece? ¿Seguimos? Podríamos descansar un rato, ¿no? ¿Un descanso? ¿Para qué? Yo creo que deberíamos renunciar. El voto de este señor nos ha hecho polvo. ¿Qué podemos hacer? ¿Se le ocurre a alguien algo? Creo que ya le he dicho que yo trabajo en una agencia de publicidad. ¿Usted en qué trabaja? Soy relojero. ¿De verdad? Creo que los relojes europeos son los mejores, ¿no? Pues en mi agencia, cuando la discusión llega a un punto muerto, como estamos aquí ahora, el primero que tiene una idea la larga, para ver si alguien sabe qué hacer con ella. Es una tontería, pero a veces... Oiga, siento mucho lo de antes, es que me embalé y ya sabe, ¿no? Ah, y le felicito por no haberse dejado enternecer. ¿Es usted vendedor? No, soy arquitecto. Usted no es malo, se lo digo yo. Pero yo soy distinto, yo tengo otra técnica. Yo gasto bromas, bebo, doy palmadas en la espalda. El año pasado gané 27.000 dólares vendiendo caramelos. No está mal, ¿eh? En serio, amigo, ¿para qué todo este lío? ¿Qué quiere usted? Nada. Todos los que tienen buen corazón son iguales. Pero no son capaces de llegar hasta el final. Solo se atreven a prestar su pañuelo para que se sequen las lágrimas. ¿Para qué pierde su tiempo y el nuestro todo esto? Mande usted cinco dólares para una buena obra y no se hable más. El chico es culpable, se lo digo yo. Está tan caro como que es de día. Vámonos a casa antes de que nos quedemos todos roncos. ¿Se puede quedar ronco lo mismo aquí que en el béisbol? Tiene usted razón, amigo. Tiene usted mucha razón. Buenas colecciones de tipos, ¿eh? Supongo que serán como todo el mundo. ¡Qué día más espantoso! ¿Usted cree que tardaremos mucho aún? No lo sé. Yo creo que es culpable, ¿sabe usted? No hay duda. Y a mí me da lo mismo estar aquí tres días más. Así no trabajo. ¿Usted cree que no es culpable, verdad? No lo sé. ¿Puede ser? Escuche, yo no le conozco a usted, pero apostaría que es el mayor error que ha cometido en su vida. Debería darse por vencido. Suponga por un momento que es usted el muchacho y que le están juzgando a usted. Yo no sé suponer. No soy más que un obrero. Es mi jefe el que hace las suposiciones. Pero mire usted, voy a procurar hacer una. Supongamos que usted nos hace perder la cabeza a todos y le declaramos inocente. El muchacho ha asesinado a su padre verdaderamente. En la sala hacía calor, pero aquí dentro encerrado está todo bien. ¡Ey! Bueno señores, continuemos. No perdamos más el tiempo. ¿Quién pide la palabra? Yo. Quiero que me respondan a una pregunta. El viejo que vive en el piso de abajo oyó gritar al chico te voy a matar un segundo después oyó un cuerpo que caía al suelo luego vio al chico salir corriendo de la casa ¿Qué quiere decir todo esto para ustedes? Yo me pregunto, ¿cómo el viejo pudo reconocer la voz del chico a través del techo? No, no, no, no fue así, no, no. Su ventana estaba abierta y la del crimen. Era una noche muy calurosa, ¿lo recuerdan? Sí, sí. Sí, sí, sí. Pero la voz venía del piso de arriba. No es tan fácil reconocer una voz, y mucho menos una voz que grita. El viejo juró que la reconoció. Y no olvide a la mujer del otro lado de la calle. Estaba mirando por la ventana y lo vio. Vio al chico apuñalar a su padre. padre. En efecto, la mujer vio el crimen a través de las ventanillas de un tren que pasaba. Tenía seis vagones y lo vio a través de las ventanillas de los dos últimos. Y recuerda los más pequeños detalles. A esto sí que no creo que tenga usted nada que decir. ¿Qué responde? No lo sé, no lo sé. A mí no... no me suena bien. Ya ven ustedes cómo es. Estamos predicando en un desierto. ¿Qué está dibujando usted? Lo que se me ocurre... Pruéstele su lápiz, voy a ayudarle. No estamos aquí para jugar. ¿Cómo? ¿Cómo dice? ¿Pero quién se ha creído? que es usted. Cálmese. No sé lo que me impide decirle cuatro cosas. Es un histérico, un verdadero histérico. Sí que no estamos aquí para jugar. Si quién se ha creído. Por favor, tranquilícese. Estoy pensando, ¿cuánto tiempo tarda un tren eléctrico a toda velocidad en pasar un punto determinado? ¿Y eso qué tiene que ver en este asunto? ¿Cuánto? Dígamelo. No tengo la menor idea. ¿Y usted? No lo sé. 10 o 12 segundos. Eso es lo que yo diría. ¿Lo sabe alguien? Yo creo que eso aproximadamente. ¿A dónde nos quiere llevar a parar? ¿Usted cuánto cree? Yo diría que 10 segundos. Bueno, de acuerdo. Digamos 10 segundos. ¿Y eso qué más da? Verá. Un tren eléctrico tarda 10 segundos en pasar un punto determinado, que puede ser la ventana abierta de la habitación del crimen. Desde esa ventana casi se podía, estirando los brazos, tocar las vías. Sí, sí, así es. ¿Alguno de ustedes ha vivido cerca de las vías del tren? Yo he estado trabajando en un apartamento que estaba cerca del tren durante tres días. ¿Cómo era? ¿Qué quiere decir? quiere decir el ruido se volvió a uno loco pero no nos importaba como estamos todos como cabras en nuestra profesión yo también he vivido un año en un segundo piso que daba las vías cuando la ventana estaba abierta y pasaba un tren el ruido era infernal y qué tenemos dos testigos La mujer y el viejo. Hablemos primero del viejo. Dijo... que oyó gritar al chico te voy a matar y que un segundo después oyó caer el cuerpo dijo eso verdad? un segundo después exactamente bueno la verdad es que dijo un segundito después vamos ahora con la mujer de enfrente dijo que estaba mirando por la ventana abierta y que vio el crimen a través de las ventanillas de los dos últimos vagones de un tren que pasaba dijo eso verdad de los dos últimos vagones si eso dijo estamos de acuerdo en que el tren tarda diez segundos en pasar por delante de la ventana si la mujer lo vio a través de los dos últimos vagones tenemos que admitir que el cuerpo cayó mientras pasaba el tren es evidente pero antes de que cayera el cuerpo Tenemos esos diez segundos de ruido infernal. Sí, sí, estoy de acuerdo. El viejo declaró que oyó caer el cuerpo un segundo después de oír al chico gritar. Hay que admitir que el grito se produjo mientras pasaba el tren. Luego el viejo se equivoca. No pudo oír. Te voy a matar. Estoy seguro de que lo oyó. ¿Sí? Estoy seguro. Dijo que el chico gritó y eso me basta. Aunque hubiera oído algo, con el ruido del tren no pudo reconocer la voz. Pero usted habla de segundos. Nadie puede tener esa exactitud. Pienso que un testigo que puede enviar un hombre a la cámara de gas, tiene que tenerla. Yo también pienso que el viejo no pudo oírlo. Yo creo que con el ruido no pudo oírlo. ¿Pero es que se van a volver todos locos? ¿Por qué iba a mentir al viejo? ¿Qué puede sacar con eso? ¿Qué ganaba con mentir? Pues hacerse notar, tal vez. Le gusta significarse, ¿eh? Debería escribir en los periódicos, amigo. Se cree muy gracioso, ¿verdad? ¿Por qué le habla así? Un tipo que le habla así a un hombre de esta edad debería estar en la cárcel. ¡No me toque! No le han enseñado a respetar a la gente. Yo lo voy a hacer. Si vuelve usted a tomarle el pelo, se las verá conmigo. Continúe, por favor. Diga todo lo que quiera. ¿Por qué cree usted que mintió el viejo? Durante el juicio me fijé mucho en él. Llevaba la chaqueta rota por debajo del brazo. ¿Se dieron cuenta? Lo encontré muy raro. Vamos, creo que no es forma de presentarse así ante un tribunal. Es muy viejo, debe tener unos 80 años. Andaba muy despacio. Tardó mucho hasta llegar al estrado. Claro, es que arrastraba la pierna izquierda, no quería que se le notara. Me fijé muy bien en él. Es un hombre tímido, insignificante, que no ha sido nada en la vida. Nadie le conoce, nadie se fija en él, nadie le pidió nunca un consejo. Es muy triste no ser nada en la vida, señores. A todos nos gusta que se fijen en nosotros, que nos escuchen, aunque sea una sola vez en toda la vida. Y ahora por primera vez se le presentó la oportunidad. Un momento, un momento. ¿Y usted que creamos que el viejo mintió solo para hacerse notar una vez en la vida? No, no, verdaderamente mentir no mintió. Solo un poquito. Exageró la cosa. Se persfadió que oyó el grito y después que reconoció la voz del chico. Esto es fantástico. ¿Y qué sabe usted de eso? Lo sé por experiencia. ¿Ha pasado un ángel? ¿Quiere alguien una pastilla para la tos? Cogeré una, gracias. Diga lo que diga, no entiendo cómo pueden pensar que el chico no es culpable. Hay otra cosa. Me parece que hemos probado que el viejo no pudo oír, te voy a matar. Pero supongamos... No ha probado usted nada. Supongamos que lo oyó. ¿Cuántas veces cada uno de ustedes ha dicho algo parecido? Te podría matar por eso, si vuelves a repetir eso te mato. ¡Anda con él, Rocky, mátalo! Todo el mundo lo dice cada dos por tres. ¿Significa eso que el mundo esté lleno de asesinos? No tiene nada que ver El chico gritó con todas sus fuerzas No me diga ahora que no pensaba hacerlo Cuando alguien dice te voy a matar De la forma en que él lo dijo Es porque piensa hacerlo No sé, no sé Hace un par de semanas me peleé con un compañero El compañero que trabaja conmigo en el banco me dijo que era un idiota y yo le grité... Por favor, déjenos en paz, hombre. Ese nos está liando a todos. El chico dijo que iba a matar a su padre. Y lo mató. Eso es todo. ¿Cree usted que lo iba a publicar por toda la vecindad? Me parece mucho más listo que todo eso. ¿Listo ese? Es un cretino. No saben ni hablar. Oiga, quiero cambiar mi voto. Voto inocente. ¿Qué? Ya me han oído. ¿Pero estás seguro? Sí, lo estoy. La votación está 9 a 3 a favor de culpable. Esto es una juerga. ¿Pero qué demonio le ha hecho cambiar de parecer? Hasta el abogado de César sabía que no tenía una sola posibilidad. Lo supo desde el principio. Los abogados también se equivocan. Y el del chico estaba nombrado de oficio. ¿Eso qué quiere decir? Pues quiere decir que él no había elegido el caso. que se lo dieron y puede que le molestase llevarlo. Era un caso que no le iba a aportar ninguna gloria, ni dinero. Muy poco atractivo para un abogado joven. Y dejó que se le escapara de las manos sin darse cuenta. Para luchar por algo hay que creer en ese algo. Y como usted ha dicho, el abogado no creía que el chico tuviera salvación. Por este caso no hubiera luchado ni el más iluso. Pero señores, miren ustedes la hora que es. Me perdonan un momento. He tomado algunas notas. Quisiera decir una cosa. He escuchado atentamente toda la discusión Y creo que este señor ha señalado algunos puntos muy importantes Tal como presentaron el asunto ante el tribunal, el chico parecía culpable Pero eso es superficial Si profundizásemos más, cuando se piensa más a fondo Ya está bien Solo nos faltaba eso Estoy hablando, señor Admitamos que el chico cometió el asesinato. Apuñaló a su padre y se marchó. Eran las 12 y 10. Ahora veamos cómo le cogió la policía. Volvió a su casa hacia las 3 de la madrugada y encontró a dos policías que le estaban esperando en el vestíbulo. Y ahora viene mi pregunta. Si verdaderamente mató a su padre, ¿por qué volvió? No tenía miedo de que le detuvieran. ¿Volvió a recoger la navaja? No está bien, ¿sabe? Dejar las navajas clavadas en el pecho de la gente. ¡Ja! Sí, sí, sobre todo en el de su papá. ¡Ja, ja! ¡Qué se burla usted! El chico sabía que sus amigos habían visto la navaja y que podían reconocerla. Tenía que recuperarla antes de que la encontrara la policía. Admitido. Pero entonces, ¿por qué la dejó? Pienso que salió huyendo impulsado por el pánico. Y que más tarde cuando se calmó recordó que había dejado la navaja allí. También quiero que me aclare algo sobre eso del pánico. Porque si el pánico le hizo dejar la navaja, sin embargo no le impidió borrar todas las huellas. Quiere decirme dónde empieza el pánico y dónde acaba. Eh, despacito. ¿De qué lado está usted? Usted votó culpable. No me inclino ni de un lado ni de otro. Estoy haciendo unas preguntas. Yo no sé si sucedería así, pero si yo hubiese sido chico y hubiese matado a mi padre y todo lo demás, habría vuelto a buscar la navaja. Apuesto que él creyó que nadie la había visto y que no habían descubierto el cadáver. No olviden que fue a medianoche. Sin duda pensó que no lo descubrirían hasta la mañana siguiente. Perdóname que le interrumpa. La mujer testimonió que después de ver el asesinato gritó. Dijo que gritó y que luego llamó a la policía. El chico tuvo que oír el grito. Si hubiera sido el asesino que... de usted que hubiera vuelto sabiendo que le habían visto hacerlo. Le puedo contestar dos cosas. Primera, estaba fuera de sí y no ligó el grito con el crimen. Segunda, vive en un barrio donde todo el mundo grita. Ya tiene la contestación. Puede ser. Puede ser que matara a su padre, que no oyera el grito de la mujer de enfrente, que tardara tres horas en calmarse y que volviera con el riesgo de que le detuviesen a buscar la navaja. Puede ser. Pero también es posible que no fuera así. Y pienso que ahora tenemos bastantes puntos de duda. dudosos como para preguntarnos si estaba en la casa cuando se cometió el crimen. ¿De qué puntos dudosos habla? El viejo le vio huir de casa. A mí no me sacan de eso. Está deformando los hechos. ¿Vio al viejo huir al chico o no lo vio? ¿Sí o no? Dijo que le vio. Dijo que le vio. ¿Qué dice a eso? Que los testigos se pueden equivocar. Se pueden equivocar cuando se desea que estén equivocados. ¡Ey! ¿Quiere dejar de gritar? ¡Déjame en paz! Puede que lo que estemos necesitando sea un par de bocinazos. ¿Oyó el grito? ¿No lo oyó? De eso se trata. Usted solo habla de pequeños detalles. Yo quiero hechos. Tengo la sensación de que todos nos hemos vuelto. Perdón. Solicito una nueva votación. ¡Estoy hablando yo! Se ha pedido una nueva votación. Siéntese, señores. No me habéis permitido perder el tiempo más prontamente. No perderemos más de tres segundos. Yo creo que lo más rápido será contar los inocentes. Está bien. Voten inocente y que levante la mano. Estamos igual que antes, la votación está 9 a 3 a favor de culpable. Bueno, ¿y ahora qué hacemos? Perdón, un voto inocente. ¡Otro! ¿Pero qué les pasa? El chico es culpable, no hay la menor duda. ¿Por qué cambia de opinión? Dígasele usted, ¿quiere? Esto es insoportable. La votación está 8 a 4 a favor de culpable. Le ruego que se levante y nos aclare las razones por las que ha cambiado el voto Vamos, vamos, levántese, denme sus razones No quiero explicar nada, tengo algunas dudas, eso me basta ¿Dudas? ¿Qué dudas? Dudas. Palabras. Solo palabras. Mire, vieron al muchacho clavando esto en el pecho de su padre. Míralo usted bien. Usted, el que tiene dudas. Le advierto que no es esa. ¿El qué? La navaja. La del crimen fue la otra. Qué listo. Bueno, yo ya no puedo más, ¿eh? Cada cinco minutos se inventa usted una historia. Dígame, a ver qué se inventa ahora. El viejo no se levantó, ¿verdad? No fue corriendo hasta la puerta. No vio al chico salir corriendo 15 segundos después del crimen. No vio nada. Nos dijo todo eso para hacerse el importante. Pero, señores... Un instante. ¿Dijo el viejo que salió corriendo hacia la puerta? Corriendo o andando, ¿qué más da? El caso es que lo vio. Dijo que corrió hacia la puerta. Sí, creo que lo dijo. No recuerdo las palabras exactas. Pero no entiendo cómo pudo correr. Lo que importa es que dijo bajo juramento que fue de la cama a la puerta de la calle. Creo que eso es lo importante. ¿Dónde está situada la habitación? Al final del pasillo. ¿No lo recuerda usted? ¿Qué? ¿Que se acuerda de todo? Señor presidente, me gustaría echar un vistazo a los planos del apartamento ¡Vaya! ¡Otro invento! ¿Quiere que empecemos de nuevo el juicio? Así lo ve todo otra vez Señor presidente Sí, ahora mismo Y ahora esperar No entiendo nada Usted es el único que quiere ver los planos Yo también quiero verlos Y a mí me gustaría no perder más el tiempo Podríamos también ir todos al lugar del crimen Y ponernos a cuatro patas para buscar cualquier indicio Gracias Muchas gracias. Pero si alguno quiere hacerlo... Me gustaría comprobar si un hombre mayor que arrastra una pierna puede ir desde la cama a la puerta del apartamento en 15 segundos. 20 segundos. Dijo 20. No cabe usted las cosas. No. Dijo 15. No, veinte. Y además, ¿qué sabe lo que son quince segundos? Dijo quince segundos y estaba muy seguro de sí mismo. Pero si es un viejecito, hombre. Se pasó la mitad del tiempo diciendo cosas raras. ¿Cómo diablos iba a estar seguro de sí mismo en nada de nada? Vamos a estudiarlo con detalle. Dijo que oyó caer el cuerpo en el piso de arriba y que oyó correr en dirección a la puerta de la calle que oyó abrir la puerta y bajar corriendo la escalera entonces se levantó y fue lo más deprisa que pudo para comprobar de quién se trataba juró que no tardó más de 15 segundos luego si el asesino empezó a correr ¿Es esto lo que querían? Sí, gracias Yo creo que debió tardar más, sí, pero él dijo 15 segundos. Le van a nombrar cronometrador oficial del año. ¿Quiere usted dejar de hacer chistes malos? ¿No le paga usted 8 dólares al día por estar aquí? Pues tiene que escucharle todo lo que diga. Al fin y al cabo no lo hago tan mal. Y ahora que lo han traído, ¿para qué sirve? Cuéntenos. Me deja decir. Este es el apartamento del crimen. El del viejo, que es exacto, está justamente debajo. debajo. Sostenga, por favor. Estas son las vías del tren. La habitación, otro cuarto, el comedor, la cocina y el baño. Este es el pasillo y esta es la escalera. Bien. El viejo estaba acostado en esta habitación. Dijo que se levantó, fue a la puerta del cuarto, la abrió, recorrió el pasillo, abrió la puerta de la calle y llegó justo a tiempo de ver al chico bajar corriendo la escalera. ¿De acuerdo? Es la vigésima vez que oigo lo mismo en un rato. 15 segundos después de oír caer el cuerpo. Exactamente. La cama está cerca de la ventana. Hay 3 metros 50 desde la cama a la puerta del cuarto. El pasillo tiene 13 metros. Luego tuvo que levantarse, recorrer la distancia hasta la puerta del cuarto, recorrer los 13 metros del pasillo, abrir la puerta de la calle. ¿Todo eso en 15 segundos? ¿Les parece posible? Estoy seguro. Le recuerdo que no podía correr. Tuvieron que ayudarle a sentarse en la silla de los testigos. Pero no es lo mismo que una maniobra militar. Para un hombre mayor con la pierna arrastrando es una buena caminata. ¿Qué hace usted? Una prueba. Quiero comprobar cuánto tardó. ¿Y cómo lo va a comprobar? Es una atrocidad. Es una prueba, ya se lo han dicho. Estas sillas figuran la cama del viejo. Ahora mido 3.50, que es la distancia que hay hasta la puerta del cuarto. Uno, dos, tres, y medio aproximadamente. Denme esa otra silla. Una, dos, tres, y medio aproximadamente. Esta es la puerta del cuarto. Pero eso es una idiotez. No tiene nada que ver. Hemos quedado en que el pasillo tiene 13 metros. Mido hasta aquella pared. Esto es una locura. ¿Qué manera de perder el tiempo? No se preocupe, puesto que según usted no tarda más de 15 segundos. Nos podemos permitir ese lujo. ¿Quiere dejar de silbar? De acuerdo, precioso, de acuerdo. Eso es. Deme otra silla. Esta es la puerta de la calle. El viejo dijo que estaba cerrada con una cadena. Sí, tiene razón. ¿Alguno de ustedes tiene un reloj por segundero? Sí, yo. Cuando usted quiera, dé una patada en el suelo. Esa será la señal para empezar. La patada representa el golpe del cuerpo al caer. Cuente a partir de ese momento. ¿Y nosotros, entre tanto, qué hacemos? ¿Cruci grabas? No he visto nada parecido en mi vida. Está loco. Cuando... Cuando usted quiera, estoy preparado. Un momento, estoy esperando que la aguja esté arriba. Más deprisa, el viejo andaba dos meses más deprisa. Yo creo que va más deprisa que el viejo. Yo no. Ah, pues acelero. Corre hombre, a ver si terminamos. Pare. ¿Cuánto tiempo? 40 segundos exactamente. ¡Gracias! Mi opinión, que creo exacta, es que el viejo oyó el drama en el piso de arriba. Los gritos, la pelea, el golpe del cuerpo al caer, la carrera hacia la puerta, bajar corriendo la escalera, todo eso es cierto. Pero no pudo ver al hombre que huía. Y se imaginó que era el muchacho. Sí, creo que pudo ser. así. Figuraciones, todos son figuraciones. He visto hacer toda clase de tonterías en mi vida, pero como esta ninguna. Parece ser que con sus tonterías ha tocado usted los corazones de una... unas cuantas damas sensibles que tenemos aquí. Y se han echado a llorar. Pero conmigo no cuente, ¿no? El chico es el criminal. Está tan claro como el agua. Tenemos que destruirle. Y se nos está escapando entre los dedos. ¿Tenemos que destruirle? ¿Acaso es usted el verdugo? Hay que dar un veredicto, ¿no? Sí. Pero apostaría la vida que está usted deseando apretar el gatillo. Y ganaría. Se lo aseguro. Claro que me gustaría. Lo siento por usted, me da usted pena No se compadezca de mí, ¿eh? ¿Cómo puede decir que le gustaría ser el verdugo? Es espantoso, no puedo soportarlo Le he estado observando durante todo el juicio Está usted cegado por el odio Le ruego que se calle Odea usted al muchacho Pero no por lo que ha hecho Sino por motivos personales Cierre la boca Es usted un sádico ¡Que la cierre! ¡Déjate! ¡Lo voy a matar! ¡Lo voy a matar! ¿Pensabas realmente matarme? ¿Les pasa algo? No, no pasa nada, gracias. Una pequeña discusión, ya hemos terminado con esto. Gracias. Dejen de mirarme como si fuera un bicho raro. Creo... Creo que alguien debería decir algo. Me perdonan un momento. Estoy pensando que... Me perdonan. ¿A qué viene tanta educación? Estoy tratando de que aprenda usted un poco. Como les estaba diciendo, creo que no estamos aquí para pelearnos. Tenemos una responsabilidad, una gran responsabilidad sobre nosotros. Se nos ha convocado para juzgar la culpabilidad o la inocencia de un hombre... de un hombre al que jamás habíamos visto. No tenemos nada que ganar ni que perder al dar el veredicto. No podemos hacer de esto una cosa personal. Gracias. ¿Por qué no dice alguien algo? A lo mejor se me ocurre a mí. Verá, tengo una idea. Allá voy. En el momento en que el muchacho llega a su casa... Parece que va a haber tormenta. Hace un calor espantoso. ¿Usted no suda? Yo no sudo nunca. ¿No creen ustedes que ha llegado el momento de hacer una nueva votación? ¡Eso es! Y después bailaremos y nos comeremos unos helados. Señor presidente. Yo estoy de acuerdo. ¿Hay alguien en contra? No, no, no. Siéntense. Pero esta vez a dar la cara. Para que sepamos de qué lado está cada uno. De acuerdo. ¿Alguna objeción? No. Muy bien. Les iré enumerando. Yo voto culpable. Número dos. Inocente. Número tres. Culpable. Número cuatro. Culpable. Número cinco. Inocente. Número seis. Inocente. ¿Qué? Inocente. Número 7. Culpable. Número 8. Inocente. Número 9. Inocente. Número 10. Culpable. Número 11. Inocente. Número 12. Número 12. Eh... culpable. Estamos 6 a 6. Ya está, el partido ha sido nulo. Tendremos que jugar una prórroga. Seis a seis. Es vergonzoso. Verdaderamente creo que han perdido la razón. Un muchacho como ese, que está podrido. La clase de chico que es no tiene nada que ver con todo esto. Lo que cuentan son los hechos. ¿Los hechos? Estoy harto de hechos. Los van a hacer reventar a base de hechos. Además, ustedes deforman esos hechos como les da la gana. ¿Pero por qué irta usted siempre? Me gustaría ser más joven. Este hombre me desespera. Hace calor aquí, ¿verdad? ¿Quieres un poco de agua? No, gracias. Va a llover, ¿eh? ¿De verdad? Oiga, ¿por qué ha cambiado usted de opinión? No sé... ¿Me pareció? ¿Sí? Me parece... A mí me parece que usted es un veleta. ¿Yo? No, no lo creo, no... Es que... hay un sinfín de... Detalles en los que no había reparado. Eso es todo. ¡Pesados! A fuerza de rumiar, estáis perdiendo la cabeza. Esa es la verdad. Francamente, no creo que tenga usted derecho a insultarme. ¡Bueno, basta! ¡Vocas! ¿Esto refrescará el ambiente? Sí, creo que sí. ¿Qué forma de qué? Me recuerdo la tormenta de hace un par de años. Fue espantoso. Gracias. Ha sido sin querer, se lo aseguro. ¿Qué? ¿Qué le ha parecido lo del empate? A mí muy gracioso. ¿Y a usted? A mí también. A propósito... Antes, cuando... Cuando ese tipo... Bueno, no sé cómo se llama, me tendió el anzuelo, pues... Piqué. Pero bueno, eso no quiere decir nada, ¿sabéis? Es que me... Me embalo enseguida. Me hizo perder la cabeza, pero cualquiera a mi lugar lo hubiera. Hizo un buen trabajo. ¿Quién? El número ocho. Pero, pero, ¿qué? Bueno, hay que terminar como sea. Oiga mi propuesta. Estoy dispuesto a ir al tribunal a decir que renunciamos. Nosotros no llegaremos nunca a un acuerdo. Eso es. Vamos a hablar con el juez y que el chico tienta la suerte. con otros doce tipos. No creo que el juez acepte esa proposición. No llevamos aquí tanto tiempo. ¿Usted cree? Bueno, si usted lo dice. Yo tampoco estoy de acuerdo con ustedes. ¿Cómo? Porque saben ustedes que con otros doce tipos el chico se iría al garete. ¿Están de acuerdo en que renunciemos? Les quiero prevenir una cosa, ¿eh? Nadie, nadie me hará cambiar de opinión. Métanse esto en la cabeza. ¿Sigue pensando que no hay posibilidad de una duda razonable? Sí, lo sigo pensando, yo soy de hierro. Quizá no sepa usted lo que significa exactamente. Exactamente. En duda razonable. ¿Cómo que no lo sé? ¿Pero qué les parece? Estos tipos son todos iguales. Se plantan en este país para salvar la piel y luego le dicen a uno lo que tienen que hacer. ¿Pero han visto cosas iguales? Nada de eso. Además, nadie le ha preguntado dónde ha nacido usted. Yo he nacido aquí, caballero. ¿Y sus padres? Sí. No nos vendría mal aprender alguna lección de estos refugiados. Nos podrían enseñar algunas cosillas útiles. No estamos tan bien como creemos. Bueno, ya está bien, gracias. Estoy acostumbrado. No, no está bien. De acuerdo. Le pido perdón. ¿Era eso lo que te haría? Sí, exactamente eso. Bueno, señores, ¿tiene alguien algo constructivo que decir? Me gustaría verificar un pequeño detalle. Uno de los triunfos de la acusación es el hecho de que el muchacho, después de haber declarado que estaba en el final a la hora que se cometió el crimen, no pudo recordar cuando se le preguntó qué película había visto ni qué actores trabajaban. Este señor insistió mucho en ese punto. Sí, es la única coartada que presentó. Y no supo decir una palabra para sostenerla. Intente ponerse en su lugar. ¿Usted habría sido capaz de recordar algo después del shock de encontrar de pronto el cadáver de su padre? Pienso que sí, sobre todo si mi vida dependiera de mi memoria. Pero es mucho más fácil si no pudo recordar la película sencillamente porque no fue. De todos modos, ante el tribunal lo recordó todo Claro Habían pasado tres meses desde la noche del crimen El abogado tuvo tiempo de enseñarle la lección No, no, no Uno de los policías que le interrogó aquella noche Dijo que no pudo recordar No puedo recordar nada. ¿Puedo hacerle una pregunta particular? Adelante. ¿Dónde estuvo usted anoche? En mi casa. ¿Y la noche anterior? Oiga, ¿a qué viene esto? No, no, no, no se preocupe. Déjele. Al salir de aquí, pasé por mi despacho. Estuve hasta las ocho y media. Después fui a casa y me acosté. Dígame, ¿y el martes? El martes. el martes Sí. Estuve jugando al bridge. ¿Y el lunes? Cuando llegue la Navidad nos avisan. ¿Lunes? Lunes por la noche. Sí, fui al cine con mi mujer. ¿Qué película vieron? El Círculo Escarlata. Una película estupenda. ¿Y la otra? La otra... La otra película. Bueno, espere un minuto. La extraordinaria señora... Señora no sé qué... Ah, sí. La extraordinaria señora... Bainbridge. ¿La he visto? Se llama la extraña señora Bainbridge. La extraña señora Bainbridge. Sí, sí, algo así. La extraña señora Bainbridge. Algo así. ¿Quién hacía la señora Bainbridge? Bárbara Long. Una muchacha, una muchacha morena muy guapa, por cierto. Bárbara Lang. O... O'Leary, algo parecido. ¿Quiénes más trabajaban? Pues... No, no lo sé. Actores desconocidos, ¿no? Al menos para mí, me... No, no lo sé. Y no estaría usted bajo ninguna impresión, ¿verdad? No, en absoluto. Entonces, creo que el punto queda aclarado. ¿Qué punto? Ese señor ha dicho lo suficiente para que creamos que estuvo en el cine el martes por la noche. El lunes. ¡No, el martes! No, no, no, no. El lunes. El lunes por la noche. Bueno, pues el lunes. ¿Y qué? Eso no cuenta para nada. El muchacho es culpable. ¡Culpable! Y punto y raya. ¿Ya han entendido? ¿Quién tenía pastillas para la tos? Yo. Pero ya no me quedan. ¿Qué hora es? Ahí tiene usted el reloj. Son las seis menos diez. Perdonen. Pero hay algo que me preocupa. Le recuerdo que estamos empatados a seis. ¿Tiene alguien algo que decir? Sí, yo. ¿Por qué no nos vamos a cenar? Bueno, yo... yo quisiera decir una cosa. Pues diga lo que sea. Como todo... Si estamos un poco desinflados, no me atrevía, pero... Es algo referente al ángulo de la herida. No me diga que vamos a volver a eso. Lo hemos visto mil veces en el juicio. No, no, ya lo sé, ya lo sé, pero yo no estoy de acuerdo. El defensor dijo varias veces que el chico era más bajo que el padre. Bueno, ¿y qué? ¿No le parece raro apuñalar de arriba abajo a alguien que más alto que usted? Espere, espere que se lo voy a demostrar. ¿Quiere alguien probar? ¿Usted? Fíjense bien, ¿eh? No voy a repetirlo. Voy a ponerme 15 centímetros más bajo que usted. ¿De acuerdo? Sí, esa era poco más o menos la diferencia. Bien. Miren. ¡Compilado! No le he hecho ninguna gracia. Ni a mí tampoco. ¿Qué ha querido hacer? Calma, calma. No le ha pasado nada, ¿verdad? Gracias. Así es como se apuñala a un hombre más alto. Así lo hizo el chico. Venga, adelante. Espero sus objeciones. No hay nada que objetar. ¿Ha apuñalado usted a alguien? No, nunca. ¿Y usted? No diga tonterías. ¿Nunca? Claro que no. ¿Entonces cómo sabe hacerlo? Sentido común. ¿Tampoco ha visto apuñalar a nadie? Tampoco. ¿Qué intenta usted? Hay algo que no encaja en su demostración. El chico era un experto en esta materia. Creo que fue por una pelea por lo que le metieron la primera vez en un reformatorio. Una riña navaja, ¿verdad? Exactamente. ¿Creen ustedes natural hacer todos esos jeriveques......para apuñalar? No. No es normal. Traiga, démela. Me repugnan estas cosas, pero todo hay que decirlo. He visto más peleas a navaja en mi vida que a cretones de mano. Esta navaja no se usa nunca como lo han hecho ustedes. Haciendo esto se pierde mucho tiempo, sería como dar una ventaja. Se hace así. ¡Por abajo! Siempre así, nunca de la otra forma. ¿Está usted seguro? Esta navaja se ha inventado para clavarla así. Luego, ¿no cree que la puñalada la diera el muchacho? Me extrañaría mucho, es más, estoy seguro que no. Piensen que el muchacho ha nacido como si... si dijéramos, con una navaja en la mano. He conocido muchos como él. ¿Estaba usted en la habitación cuando mataron al viejo? Naturalmente que no. Muy bien, eso me basta. Pues no creo que se pueda decir con certeza la clase de vida que ha hecho o no ha podido hacer, simplemente porque el chico sea un maestro con la navaja. Sí, yo tampoco. Escuchen, todo esto me pone enfermo. Estoy hasta las narices de este asunto. Abandono voto inocente. ¿Cómo dice? He dicho que estoy hasta las narices. Pero eso no es una razón para cambiar el voto. Usted métase donde le llamen. Tiene razón ese señor. Usted está aquí con nosotros para juzgar a un hombre y ahora de repente, porque sí, vota inocente sin pensarlo. ¡Oiga, hombre! ¡Sin pensarlo! Simplemente porque tiene dos entradas para el partido que le pesan en el bolsillo. Es indigno. ¿Por qué? Es indigno jugar así con la vida de un hombre. ¡Es usted un miserable! ¡No me hable usted! ¡Sí, tengo que hablar! Si vota inocente hágalo porque está convencido de que es inocente. Si no vote culpable, pues que no tiene valor para reconocer que estaba equivocado. Escuche, yo... ¿Culpable o inocente? Ya se lo he dicho, inocente. ¿Por qué? No tengo por qué decirlo. Sí tiene que decirlo, ¿por qué? Que pienso que no es culpable. ¿Seguro? Sí, seguro. Solicito una nueva votación. Se ha solicitado una nueva votación. Siéntense, este vez. Los que voten inocente que levanten la mano. Uno. 2, 3, 4, 5, 6, 7 8, 9, pues que voten culpable. 3, muy bien, la votación está 9 a 3 a favor de la absolución. Les aseguro que no les comprendo. Todos esos detalles que les han convencido no tienen importancia. Ustedes han visto al chico. Lo han visto como yo. No puede entregarse. Ni lo de la navaja. Ni lo del cine. Mienten como respiran. Han nacido mintiendo. No saben ni lo que es una verdad. Sí, son así. Y no necesitan motivos para matar. Se drogan continuamente. Se emporran. No, no creen que les censuro, no. No, son así. No tienen remedio. Para ellos, la vida de un hombre no tiene valor. ¿Pero dónde van ustedes? Se emborrachan y se pelean sin razón. Y si matan a uno, pues a eso, uno menos. A ellos no les importa nada. Sí. Efectivamente. También tienen cosas buenas. Soy el primero en reconocerlo. Hasta he conocido a dos que eran decentes. ¿Comprenden? Pero esto es la excepción. La mayoría... Es como si no tuvieran sentimientos. Pueden hacer cualquier cosa. Pero bueno, ¿qué pasa? Estoy intentando hacerles comprender. Escúchenme por lo menos. Ese chico es un mentiroso. Yo me conozco mejor que ustedes. Conozco a todos esos jovencitos, a todas esas pequeñas ranas. Son ustedes muy listos, pero escúchenme, les estoy diciendo... Que hay que tener cuidado con esos canallas. Yo los conozco. ¡Los conozco! Pero escúchenme. Quiero que me comprendan. Estoy intentando que me comprendan una cosa muy importante. Son muy peligrosos. ¡Son unos salvajes! Yo los conozco, los conozco. ¡Escúchenme! ¡Escúchenme, por lo menos! Escúcheme. Si vuelve a abrir la boca, le rompo la cabeza. Pero si solo... Solo trataba de explicarles... Desde luego es muy difícil ser objetivo. Siquiera o no, los prejuicios salen a relucir y lo falsean todo. Hemos discutido, a veces con fuerza, pero francamente no creo que nos hayamos hecho mucho daño. Por mi parte les confieso que ni siquiera sospecho cuál es la verdad. Y no creo que nadie la sepa jamás. Nueve de entre nosotros tenemos el presentimiento de que el acusado no es culpable. Podemos estar equivocados, claro. Jugamos solo con posibilidades. Tal vez estemos tratando de devolver un asesino a la sociedad. ¿Quién sabe? Pero, tenemos una duda razonable. Ninguno de los nueve puede tener la certeza de que el acusado es culpable. En cuanto a los otros tres, parece que sí la tienen. ¿Me quieren decir por qué? Voy a intentarlo. La verdad es que sigo creyendo que es culpable. Tengo dos razones. La primera, el testimonio de la mujer del otro lado de la calle que vio cometer el asesinato. Testimonio indiscutible. La segunda, la forma en que la mujer describió el asesinato. Dijo que vio al chico levantar el brazo por encima de la cabeza y clavar la navaja en el pecho del padre. Le vio hacerlo así, de arriba a abajo. Bueno, le vio hacerlo así, aunque no sea eso el estilo de un experto en navaja. Tiene razón. Hablemos un poco de esa mujer. Se metió en la cama sobre las once. Tenía la ventana abierta. Desde allí se ve perfectamente todo lo que pasa en la calle. Como el calor no le dejaba dormir, dio vueltas y más vueltas en la cama. Estuvo así más de una hora. Hacia las doce. A las doce y diez, el ruido del tren atrajo su mirada. Y fue entonces cuando vio el crimen a través de las ventanillas de los dos últimos vagones. Por lo que a mí respecta, es un testimonio irrefutable. Sí, señor. Así se habla. ¿A usted qué le parece? ¿Y a usted? Pues no lo sé, hay tantos testimonios, le aseguro que estoy chulío. Sinceramente no entiendo cómo han podido ustedes votar inocente. Desde luego, esta serie de cosas... Véndelas todas a paseo, hombre. Solo hay una cosa cierta, la mujer vio el crimen. Sí, sí, claro. Estoy de acuerdo. Hagamos una nueva votación. Muy bien, se ha solicitado una nueva votación. ¿Alguna objeción? Yo cambio mi voto. Pienso que es culpable. ¿Alguien más? La votación está 8 a 4. ¿Por qué hace de esto un triunfo personal? Como verán, esto no tiene arreglo. Tenemos que renunciar. Vamos a ver al juez. Mi opinión es que debemos proseguir. ¿Proseguir? Con hombres como este que saltan de un lado al otro como pelotas de ping-pong. Ah, serénese. Trata usted de buscar pelea por todo. Está bien. ¿Qué les parece si fijamos un límite? ¿Ahora? ¿Para qué? Si es preciso pasaremos aquí toda la noche. Son las seis y cuarto. Si a las siete no hemos llegado a un acuerdo, discutiremos si renunciamos o no. ¿Conformes? Me parece razonable. Bueno, nos quedan más de tres cuartos de hora. ¿Podemos...? Por favor. ¿Se encuentra usted bien? Sí, muy bien. ¿Por qué? No, no, perdón, es que me había parecido... Perdóneme. Bueno. Estamos conformes en que si a las siete no hemos llegado a un acuerdo, podríamos en todo caso... ¿Cómo no? ¡Lo ha repetido! ¿He repetido el qué? Ha vuelto a pellizcarse la nariz. Eso me recuerda... Mira. Escuche, estamos tratando aquí de ordenar... Es que es una cosa muy importante. Está bien, ¿qué pasa? Le ruego que me perdone la interrupción, pero quiero preguntarle... ¿Por qué se frota así la nariz? Es verdaderamente apasionante. No estoy hablando con usted. ¿Puede decirme por qué se frota así la nariz? Porque siento una ligera molestia. Por las gafas, ¿verdad? Sí, por las gafas. Claro, claro. Luego, son las gafas lo que le producen a usted esas marcas rojas que tiene a cada lado de la nariz. No me había fijado. Debe ser muy molesto. Pues sí, muy molesto. No lo sabía. Yo tengo una vista excelente. Enhorabuena. La mujer que vio el crimen tenía las mismas marcas. Por favor, por favor. Solo tarda un minuto. Lo había olvidado, pero esas marcas se me quedaron grabadas. Se frotó varias veces la nariz. Es verdad, ahora lo recuerdo. Varias veces. ¿Y qué? ¡Salta la vista! Maquillaje. pelo teñido, trajes nuevos demasiado juveniles para su edad llevaba mucho tiempo preparando su salida en público y en cuanto a las gafas prefirió tropezar a ponérselas delante de la gente ¿y cómo diablos sabe usted que... usa gafas? ¿Porque se frotaba la nariz? Por las marcas. ¿Y eso qué prueba? Escuche, oiga. Estoy harto de oírle a un gata. Déjale, a ver si se queda ronco. Yo también vi esas marcas. Estuve muy cerca de ella, eran muy profundas. ¿Y qué? Se teñía el pelo. Y tenía unas marcas en la nariz. ¿Y eso qué quiere decir? ¿Esas marcas las pueden producir otra cosa además de las gafas? No. Creo que no. ¿Y eso qué tiene que ver? Además, yo lo oirá. Yo sí, y muy claramente. Lo raro es que no me haya acordado antes. Ahora que hablan de ello, yo también me acuerdo. Pero no le presté atención, la verdad. ¿Y usted, abogado, no dice nada? Estoy pensando, hay aquí 12 hombres que llevan dos horas concentrados en este asunto y de los 12 para 11 esto ha pasado inadvertido. ¿Inadvertido? ¿Es qué? ¿Me quieren hacer creer que lo de las gafas... tiene alguna importancia? Pero es que piensan que el fiscal la presionó para que atestiguara sin gafas. No pretendemos nada semejante. Pero conozco muchas mujeres que creen que las gafas no les favorecen. Uy, mi mujer, por favor. por ejemplo. Además, es muy posible que el fiscal tampoco notara este detalle. Justo lo que yo iba a decir. Bien, bueno, vale, tenía unas señales, ¿eh? De acuerdo, unas señales que le habían hecho las gafas. Nunca se pone las gafas cuando sale fuera de casa porque cree que no le favorecen. De acuerdo, de acuerdo. Pero cuando vio matar al viejo, estaba en su casa, ¿no? Sola, en la cama y en su casa, bastante le iba a importar. Y no me importaba la facha que tuviera. ¿Lleva usted las gafas puestas en la cama cuando se va a dormir? Jamás. Nadie lo hace. Parece lógico pensar que no las llevara puestas cuando hacía una hora que trataba de dormirse. ¿Y usted qué sabe? Yo no sé nada. Lo supongo. Y también supongo que cuando miró por la ventana en el momento de pasar el tren, tampoco las llevaba puestas. Ajá. Seguro. No, no puede estar seguro. Y voy más lejos todavía. Creo que esa mujer piensa honestamente que vio al chico matar a su padre. Pero lo que vio en realidad fue una imagen borrosa. ¿Y cómo lo sabe usted? Este lo sabe todo. ¿Cómo sabe la clase de gafas que usa? Puede que usara gafas de sol. ¿Usted qué sabe? Yo solo digo que hay una duda acerca de la visión de un testigo ocular. Ella trató de identificar a alguien a más de 20 metros de distancia de noche Y sin gafas No se puede enviar a la muerte a un hombre que solo tiene en contra semejante testimonio Pues yo no estoy de acuerdo ¿No cree usted posible que esa mujer hubiera podido cometer un error? No Para usted no es posible, ¿verdad? No señor, no es posible No es posible ¿Y usted? Sí. Es posible. ¿Y usted cree sinceramente que el chico es culpable? Yo pienso que es culpable. Yo no, ya no estoy seguro. Así que me abandona. Ahora tengo una duda razonable. Eso quiere decir que estamos once a uno. Pero, ¿y todo lo demás? Todos los otros testimonios. Todas esas cosas. La navaja, el nombre de la película, el viejo... Y todas esas cosas. Usted mismo dijo que se podía prescindir de todo lo demás. Que lo único importante era el testimonio de la mujer. Bueno, ¿y ahora qué se hace? Es usted el único. Me da igual, estoy en mi derecho. Sí, seguramente sí. ¿Por qué me miran de ese modo? Yo digo que es culpable. Queremos sus argumentos. Ya se los he dado. Pero no nos han convencido. Queremos volver a escucharlos. Estaremos el tiempo que haga falta. Todo. Todo. Hasta la más mínima cosa que se dijo en la sala. Absolutamente todo. Demuestran que es culpable. ¿Es que me toman por un idiota o qué? Fíjense, por ejemplo, en la historia del pobre viejo, el hombre de abajo que lo oyó todo. O bien, en lo de la navaja. No importa que ese tipo encontrara a otro igual. El viejo le vio, vio al chico huir por la escalera. Que no se importa el tiempo que empleó, eso no cuenta. Le vio. Y les desafío a que me prueben que el viejo no llegó al descansillo. Les desafío. ¿Y la historia del tren? ¿Y la del cine? ¿Les apuesto 5.000 dólares a que recordaría las películas que vi la noche que maté a mi padre? Si lo hubiera hecho alguna vez, claro. ¡Todo! ¡Absolutamente todo! Y respecto a la historia de las gafas... ¿Cómo pueden estar tan seguros de que no las llevaba? Atestiguó ante el tribunal, ¿no? ¡Atestiguó! Y lo del grito del chico. ¡Te voy a matar, hijo! ¡Te voy a matar! ¿Y lo hizo? Claro, creo que lo hizo. Estoy seguro. Esos canallas nos arruinan la vida. Dos años sin venir a verme. Estos, estos son mis argumentos. Pero ustedes, ¿qué más quieren? Vamos. ¡Dían algo! Son ustedes unos borregos. ¡Nunca! ¡Nunca conseguirán mi voto! Es que... no tengo derecho a tener mi propia opinión.