1. Más de los epigramas de Eucalímaco parece aludir a un inusitado pasaje de su vida. En él parece dolerse de sus amigos perdidos. El motivo, escribió una pieza dramática. Feliz porque, enloquecido por otras cosas, el ancestral Orestes, Leucares, no enloqueció con mucha locura ni tomó las pesquisas del fóseo con las que se prueba al amigo.
Pero si también hubiera representado sólo un drama, sin duda rápidamente hubiera perdido un camarada. Habiendo hecho esto también yo, ya no tengo muchos pílades. Cabría preguntarse por qué perdió a sus pílades. ¿Acaso la pieza levantó resquemores?
¿Fue un fracaso y arruinó a sus amigos económicamente? ¿Su fracaso le demostró quiénes eran sus verdaderos amigos? ¿Cómo saberlo?
Incluso, habría una reflexión final. La pieza aludida trataría el tema de la locura de Orestes. Gracias nuevamente al artículo de la Suda, sabemos que efectivamente Calímaco escribió piezas teatrales y no solo tragedias. El citado artículo advierte que su ópera contenía 800 textos. El número es exagerado, pero...
Un poeta bibliotecario debió escribir bastante. Como erudito, sus trabajos en prosa, para nuestra desgracia, no llegaron al día de hoy. La obra sobre los certámenes, posiblemente relacionada con los ya mencionados pinaques, es desconocida.
La tabla de las glosas y composiciones de Demócratas, Y la tabla y registro de poetas dramáticos ordenada cronológicamente desde tiempos más antiguos, igualmente debieron ser profundizaciones parciales sobre autores del catálogo, la última tal vez concebida a partir de los Didascalia de Aristóteles. Quizá también se basó la obra de Calímaco en la de Lánico de Mitilene para confeccionar sus costumbres de los pueblos extranjeros. Bien podría ser el primer léxico de la historia la obra titulada Diversas denominaciones étnicas, cuyas partes serían los tratadillos sobre el cambio de nombres de los peces, nombre de los meses en pueblos y ciudades, sobre los vientos y sobre las aves.
Parecidos, aunque de contexto geográfico e histórico, léxicos serían también sobre los ríos del mundo y fundaciones de islas y ciudades y sus cambios de nombres. Calímaco es también fundador de la paradoxografía con la pieza Raresas de todo el mundo reunida según los lugares. Sobre mitología escribió sobre las ninfas y el perilogado, que lleva un título tan ambiguo que se cree una miscelánea. Había en su ópera tratados de crítica literaria de los que ya hablaremos como Contra Praxífanes, Sobre Poetas y Sobre Poemas, Museo y Recuerdos Históricos.
Sin duda, todos eran colecciones anticuarias y eruditas. Como poeta, solo se han conservado completos sus himnos y unos de sus epigramas, de los que no sabemos hasta ahora si siquiera fueron presentados en una edición. Los himnos sobrevivieron gracias a que un colector anónimo los anexó a un himnario que también preservó los homéricos, los órficos y los de próclo. La obra más importante del poeta, Haitia u Orígenes, está perdida. Merced a los papiros sabemos que constaba de cuatro libros y trataba sobre las motivaciones de fiestas, costumbres, fundaciones y denominaciones.
Si la pieza conocida como Cabellera de Berenice pertenecía a este texto, su datación estaría entre los años 246-245 a.C., casi al final de su vida. Ampliamente imitado su epilión Écale, que narraba una singular anécdota de una hazaña de Teseo. La victoria de Socibio era un himno triunfal en versos elegiacos y el Ibis, dejándonos influenciar por la imitación ovidiana, fue una diatriba contra un enemigo del que ya tendremos oportunidad de polemizar, pues la tradición aseveró que era su discípulo Apolonio de Rodas.
Nada a ciencia cierta se puede afirmar sobre el grafeion o estilo, que estaba centrado en temas de historia literaria. Galatea debió tratar sobre la Nereida, pero... las bodas de Arsinoe permanecen en la oscuridad. Aunque quizá aludiera al matrimonio adélfico de esta y Ptolomeo II, ambos parecen idílicos. Creó Jambos y experimentó con versos líricos en obras como Paníquidas, Franco, De los elegidos y Apoteosis de Arsinoe.
Finalmente, la Suda también habla, como dije, de tragedias, comedias y dramas satíricos. Como veremos en un momento, Calímaco fue creador de nuevos derroteros para la literatura, y por ello mismo influenció poderosamente a sus continuadores griegos y romanos, tanto en su calidad poética como en su teoría. Su huella puede reconocerse en sus contemporáneos como Apolonio, pero su presencia es constante en Antípatro de Sidón, en Euforión, Y en Nono, Roma supo valorarlo igualmente. Propercio es el mejor ejemplo al autodenominarse Calímaco Romano. Pero Enio, Catulo, Tibulo o Estacio no le van a la saga.
Mas sin duda, fue Ovidio su más fiel seguidor. y no por ello dejó de influenciar a Horacio y a Virgilio. En el año 1205, fecha de la caída de Atenas hacia el final de la última cruzada, es quizá la límite de la supervivencia de la obra calimaquea completa. En el siglo XVIII, con la consabida aurificación del periodo clásico, esto arrinconó a Calímaco y no sería sino hasta el romanticismo tardío del siguiente siglo. en que se revaloraría la poesía del alejandrino.
El helenismo ha visto siempre como una etapa de cambios y reformulaciones. El momento histórico en que la literatura se dio crítica y abandonó para siempre la espontaneidad del poeta nacido, que no formado. Ya había puntualizado que se dejaba atrás la idea de la inspiración.
Y el estudio era requerido igualmente. No obstante, desde finales del siglo V a.C. existía un clima propicio para la revisión de la tradición literaria que cristalizó hacia la edad helenística.
Ya Timoteo de Mileto, poeta caballo entre los siglos V y IV, proclamaba, pero a la musa de Aurea Cítara, añadiendo un poema recién elaborado. Prueba de estos ensayos poéticos era la obra del, en ocasiones sentenciado, último poeta épico, Antímaco de Colofón, obra que por desgracia no conocemos bien pero que debió significar cambios profundos con respecto a la vieja épica y la elegía, claro antecedente de las reformas alejandrinas, siendo Antímaco, con toda rectitud, el primer poeta filólogo. Por ello es fácil asegurar que el cambio procede de esta tradición clásica y se alimenta de ella. No hay pretensiones destructivas en la crítica literaria helenística, sino ánimo de continuidad.
El propio influjo filológico que se conformaba en los años helenísticos permitió el progreso de esta crítica literaria, misma que tuvo como centro a Calímaco, y hacia mediados del siglo III se radicalizaron y degeneraron Mercé la Merced. a la disociación entre filólogos y poetas. El hasta entonces poeta erudito fue desapareciendo en razón de la especialización y aunque algunos continuaron conjuntando la poesía con sus estudios, fue propiamente una práctica ocasional. El filólogo es más bien un científico, por lo que mientras la disciplina de estudio continúa con excelente salud, la poesía enferma para casi morir en la prosa de los periodos finales de la helénida.
¿En qué consistió la crítica calimaquia de la primera etapa y en qué medida tuvo éxito? Normalmente se centra en el estudio de ésta sobre la actitud desdeñosa que el poeta filólogo tuvo para con la poesía épica y que se veía representada por su discusión con Apolonio de Rodas, pero hoy en día se considera que todo ello debe matizarse. Esta idea viene señalándose desde tiempos antiguos con la noticia de que Calímaco respondió al ataque de sus enemigos, defensores a ultranza del poema monólogo. monumental con la creación del epilión Écale, pero como bien puntualiza Máximo Brioso, qué mal se puede defender a alguien de la acusación de no ser capaz de escribir una obra extensa escribiendo una obra corta. La polémica, por otro lado, es clara y varios pasajes de Calímaco nos muestran su virulencia.
Envidia A los oídos de Apolo dijo subrepticiamente, No alabo al cantor que cual el ponto no canta. A envidia con el pie Apolo expulsó y dijo esto, Es grande la corriente de la vida, El río Asirio, pero muchas suciedades de tierra y mucho sedimento arrastra en el agua. A Deméter las abejas no acarrean agua de todas partes, sino aquella que límpida e inmaculada, brota, selecta destilación de sacro manantial, excelso brote. Salve soberano, y crítica como envidia, hallace a montones.
Estos son los versos amados por la mayoría de los estudiosos. Verdaderamente una apreciada joya de construcción y alusión filológica a más de acre respuesta desdeñosa para los que atacaban las innovaciones calimaquias. Ya había mencionado que la filología precisamente había hecho de la poesía épica monumental homérica su objeto consentido de estudio, por lo que Calímaco parece, siguiendo su metáfora acuática, nadar contracorriente. Dos son los primeros aspectos a notar.
la identificación mitológica, harto interesante, y los postulados de su teoría hábilmente expuestos con sutiles referencias. El que Apolo prefiera un canto sencillo que no arrastre inmundicias, nos fuerza a relacionarlo con Calímaco mismo, que postulaba este tipo de poesía, por lo que a sus detractores y amantes de los poemas magnos, son, en primer término, envidia y en segundo, crítica. Puntualizo el orden, puesto que me parece que el poeta precisamente señala lo que sus adversarios sienten es precisamente envidia de las habilidades de Kalimba.
Cierto, aquí me confieso, a muchos nos gustaría aprender a ser concretos y precisos en nuestros textos. Para un poeta sería igualmente un gran anhelo poder ser exacto en sus versos, y para ello se necesitaría la rara combinación de concreción, precisión y belleza que este pasaje demuestra como virtud kalimáquen. Aquellos envidiosos eran también críticos propiamente reprochadores, que buscan el mínimo defecto para engrandecerlo, pues siempre tienen algo que decir y cuya personificación, Momo, era recordado precisamente por ello. Mucho más selecta es la caracterización de su poesía, pues esa épica grandiosa es como el ingente río Éufrates que no deja de arrastrar inmundicias, las Límata. Palabra de evocación homérica referente a la suciedad que se retira la diosa Hera antes de presentarse frente a Zeus.
Verdaderas manchas de tierra que en el caso de Calímaco afean por igual una poesía. Quizá, creo yo, un señalamiento a la forma, al rostro que muestra un texto, en tanto que la referencia, Sirfetos, clarifica ese sedimento que se halla en la profundidad del río literario. que es el fondo de tal poema ingente. Por contraposición está el agua escasa que una abeja transporta para Deméter. El poema, adecuadamente, señala límpida e inmaculada, que brota de un manantial sagrado y altísimo, un lugar digno del canto del verdadero poeta.
Por ello, siguiendo él los derroteros señalados por Apolo, ¿Puede dejar que envidia y crítica se amontonen allá, en la biblioteca? La virulencia es clara, pero la situación dista mucho de serlo, puesto que la mayoría de la crítica literaria, incluida la de Calímaco, está perdida. Debe puntualizarse, como hace Allen Romano, que el texto aludido no tiene un destinatario concreto, ni siquiera una escuela crítica determinada. y que ésta no era tampoco algo despreciado, por el contrario, se consideraba la crítica como la forma más prestigiada de estudio literario, puesto que se concretaba a los usos gramaticales, sin menospreciar tampoco los sentidos filosóficos, éticos y retóricos, como era necesario en un mundo intelectual ahora definido por la competencia por los recursos, ya en forma de patronazgo oficial y en forma de estudiantes. ¿Cuál era pues la propuesta calimaquia?
¿En qué difería de la de sus contemporáneos? al punto de volverse una disputa sonora en la historia de la filología. Comencemos con el famoso fragmento de los telquines que se halla al centro de la controversia. Es este fragmento una especie de prólogo a su obra Aitia, donde nuevamente jugando con la mitología, designa a sus adversarios como telquines, esos diosesillos rodios, malignos hechiceros, que esterilizaron el suelo de la isla con el agua de la estigia.
Esos criticastros murmuran sobre su ineficacia para construir un canto continuo. No creado, aeisma dieneques, que en miles de versos celebrara a los reyes o a los héroes, por lo que se ha entendido como un rechazo contundente a la poesía épica monumental, en tanto que él prefiere el pequeño texto, como si fuera un niño, siendo ya un hombre maduro. Epos de Epitícton, Elíson, Pais, Hatetón, Eteón... GEDECAS U COLIGUE El escolio al pasaje identifica a los telquines con dos dionisios, Asclepiades, Posidipo, Praxífanes y dos nombres más cuyo estado fragmentario impide reconstruir. A pesar del antecedente mítico en que el propio Calímaco refiere la muerte de los telquines por los dioses a causa de su gibris, No hay una alusión concreta a que dichos personajes reflejen algo de la personalidad de los críticos verdaderos, como podría ser su origen rodio y la relación que eso daría con Apolónio, sino, más bien, son definidos como ignorantes, desconocedores del amor de las musas, lo que resuena más bien a una polémica de orden creativo personal con otros poetas y que no es ajeno a la historia literaria de Grecia donde podríamos citar el caso de Píndaro o de Sáfo.
Sin embargo, no es fortuito que los llame telquines, puesto que son genios de la destrucción, del mal de ojo, raza que todo lo maldice. Sus dichos no son estimados por ese simple hecho, por él, que es un ruiseñor que entona dulcemente como Apolo se lo había mandado desde joven. Mary Lefkowitz ha probado que Calímaco aquí sigue los derroteros marcados por otros poetas a los que alude con gracia erudita, pues ideas semejantes se encuentran en Hesiodo, Píndaro, Eurípides y Aristófanes, por lo que le parece que todo el pasaje es una representación simbólica, ficticia, diríamos, y no un hecho histórico con nombres reales que puedan anexarse para inventar entonces una historia truculenta de rencillas hacia el interior de la biblioteca. Los nombres mencionados son, sigue la autora, parte de ese gusto biográfico antiguo que establecía conexiones entre los poetas de renombre. No obstante, en la base de todo ello parece encontrarse un poeta antímaco y una obra, la Lide.
Lide, obra densa y no clara. Era al parecer este fragmento parte de un epigrama donde Calímaco desdeñaba la famosa obra del querido poeta Antímaco. Era ésta una elegía de extensión. Según apunta nuevamente Lev Kowitz, Asclepiades y Posidipo apreciaban dicha obra y habían escrito sendos epigramas al respecto, por lo que el de Calímaco fue entendido como parte de una polémica con dichos poetas. Sin embargo, tal vez, como cree la citada filóloga, sea el ánimo de los biógrafos antiguos por reunir a los poetas de renombre.
aunque sea de manera non grata. Si de los dos Dionisios ni siquiera podemos arguir quiénes podrían ser, de Praxífanes se ha especulado mucho a partir de una obra de Calímaco, contra Praxífanes. Este filósofo y crítico literario pertenecía a la escuela peripatética, y dado que los postulados de ésta tenían en aprecio la épica larga, se ha creído encontrar razones válidas para que éste fuera uno de los telquines.
A ello hay que agregar que Praxífanes, sabemos, escribió una obra... sobre la poesía, o quizá sobre los poetas, diálogo donde hacía conversar a Platón e Isócrates. Y dado que se conserva un fragmento calimaquio donde se ve que Platón es juzgado como poco apto para hablar de poesía, la ecuación parece corresponder.
Merileth Kowitz concluye que los nombres de todos estos personajes fueron anexados por mera asociación con la polémica de los telquines. Cito, sugiero que los comentarios literarios, originalmente humorísticos y alusivos, Del siglo III llegaron a ser enmarcados en el siglo II como abierta contienda. La oscuridad y abuso de calímaco en el Ibis pudo haber sido una fuente de la guerra. material para los biógrafos, pero no creo que haya sido originariamente dirigido contra Asclepiades, Posidipo y Praxífanes. No obstante, sí podemos tomar en serio que Calímaco haya polemizado con Praxífanes, puesto que en aquellos años se abría camino, como he mencionado antes, con nuevos criterios y concepciones del arte.
Sabemos que Calímaco no fue un peripatético, pero sí tuvo influencia de esta escuela. A más de los detalles sobre dicha influencia que Allen Romano ha destacado, parte del programa creativo de Calímaco parece inspirado, aunque sea en controversia, por Aristóteles. Para el de esta gira, la extensión de una obra estaba supeditada a poder contemplar el principio y el fin. La épica de tipo cíclico, de no excesivo volumen, cumplía esta exigencia y merecía un punto de aprobación. Por lo que el breve texto épico que promovía Calímaco se vinculaba así a la tendencia aristotélica, pero donde la extensión, estructura y estilo eran elementos inseparables.
El rechazo del poeta alejandrino se debía a la mala comprensión de esa postura con respecto a la calidad de los versos y su cantidad. La lide podía ser apreciada por sus versos, pero no por su cantidad que impedía contemplar la idea general. El tema amoroso de este poema fue tratado de manera adecuada, siempre según Calímaco, por el ensus Haitia sobre Aconcio y Cidime. De todos modos, esta tendencia a la brevedad ya se reconoce en Píndaro, que buscaba nuevos derroteros ante el gusto que su época aún conservaba de Homero, caso muy parecido al de Calímaco. Para nuestro autor, Homero no había dejado de ser el gran maestro, magnífico, pero por lo mismo insuperable.
La épica debía seguir nuevos caminos, mismos que él comenzaba a hollar. Aunque esta polémica sobre la épica la retomaremos cuando se hable de Apolonio, debo hacer notar que Calímaco fue crítico también con otros géneros literarios, así como con la vieja idea de que un poeta solo podía escribir un solo tipo de poesía. Por ejemplo, para Calímaco, la referencia al momento de crear sus yambos no es Arquiloco, sino Hiponáctico, y el hecho de que el mimeógrafo Herodas siga esta ruta podría interpretarse como una elección consciente frente a otros modelos posibles.
Ante la tragedia, Kalemako parece reservado, y es difícil saber si su aparente condena se enfoca solo a la tragedia contemporánea o incluso a la pasada, y si ello proviene de un enfrentamiento con la teoría aristotélica. Sin embargo, sus himnos parecen gustar de cierto tratamiento dramático, y ello si no damos oídos a las versiones de su confección de tragedias y de epigramas antesvencios. nados y analizados, ya en esta combinación de rasgos de ciertos géneros puede apreciarse que nuestro poeta promovía una revisión de todos los géneros y que a nadie podía ostentarse como poeta si no exploraba todas las facetas de las musas.
Así en el Jambo XIII rechaza la tesis de la especialización que se sostenía en la antigüedad griega, siguiendo nuevamente antiguos derroteros, en este caso el de Ión de Quíos, pero más importante, dando vida a su teoría a él mismo al cultivar gran cantidad de géneros.