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El Holocausto: Historia y Reflexiones

¿Qué es lo que inspira a un grupo de personas al odio de otro grupo de personas? ¿Y a su opresión? ¿Y a su exterminio? ¿Qué tuvo que ocurrir para que en apenas 6 años murieran 6 millones de personas? Estas preguntas se las harían probablemente los ciudadanos alemanes que vemos en las imágenes.

Fueron tomadas en el campo de concentración de Buchenwald, en Alemania. Estamos en 1945. La guerra ya ha acabado y los aliados, en este caso los estadounidenses, obligan a la población de la zona a acudir a lo que hasta entonces era un lugar secreto. El mundo contempla por primera vez los horrores del holocausto. Los objetos que se muestran en la mesa son lámparas, telas, órganos vitales embalsamados, cabezas reducidas, objetos incautados en el campo, hechos con prisioneros.

Se visitan todas las instalaciones, incluidos los crematorios. La cara de los civiles alemanes refleja el dolor y la incredulidad de que algo así haya podido pasar. Que el gobierno al que habían votado 12 años atrás, que un gobierno al que seguían y en el que confiaban, haya hecho algo así en secreto. Que se haya decidido eliminar a razas, etnias y grupos religiosos enteros.

Y es que esta gente fue demonizada y deshumanizada desde el primer momento. Así es más fácil convencer de que deben irse. Estos fueron los hechos que bañaron de sangre a toda Europa. Los hechos por los que lo parezca o no, pasaron millones de familias, millones de personas.

Si se hace un ejercicio de empatía, si se trata de ver a través de sus ojos, veremos que estos son posiblemente los hechos más oscuros del periodo más oscuro de toda la historia. Los planes que conllevaron construir una infraestructura colosal y que requirió de una organización de tal ingenio y tanta perfección que asusta que lo hayan llevado a cabo personas de nuestra propia especie. Esta es la historia de una industria que fue puesta al servicio de la muerte.

Esto es probablemente lo peor de lo que nuestra especie es capaz. El partido nazi ya está en el poder. Y es en los rallies de Nuremberg donde muestran al mundo su potencial militar, ideológico y el apoyo incondicional que le brinda su pueblo. La cabeza y el espíritu del partido es Adolf Hitler.

Desde antes de que éste subiera al poder, Su discurso radical y antisemita despertó el temor de muchos. Parecía más que decidido a recuperar ese honor perdido por Alemania tras la primera guerra mundial. Esto pasaba por rearmar de nuevo al país, algo que ya casi se había conseguido. Y también recuperar los territorios perdidos tras la Primera Guerra Mundial. Se anexionó a Austria y otros territorios fronterizos.

Así pues, se oían lejanos tambores de guerra. El camino hacia Auschwitz no fue corto. Sus futuros internos están aún lejos de él, pero es aquí, con las leyes dictadas en Nuremberg, donde Hitler les hará dar el primer paso. Un paso que derivará en la muerte de millones de personas.

El primer capítulo del Holocausto. Durante los años 30 el mundo estaba sumergido en una profunda depresión económica. Esta también se notaba en Alemania, pero a pesar de la crisis, el desempleo y el alto precio de casi todos los bienes, la sociedad alemana estaba bastante avanzada.

¿Y cómo conseguir dividir a esta sociedad en dos? ¿Cómo separar a aquellos cuya sangre es lo suficientemente pura de los que no? Hitler halló la respuesta, haciendo que sea la misma sociedad quien pida esta división. El objetivo de la ira fueron los judíos.

Algunos eran poderosos en Alemania, tenían negocios y riquezas. Esto era un problema para crear el Tercer Reich que se ansiaba. Eran, por tanto, enemigos del Estado. Todos ellos.

El primer paso hacia el holocausto se dio mediante el odio. Mejor dicho, incitación al odio a los judíos y todo lo relacionado con ellos. Hitler fue ayudado en este asunto por su ministro de propaganda, Josef Goebbels.

Y fueron llenando poco a poco de odio la cabeza y el corazón de todos los ciudadanos alemanes. Empezando por los colegios. Estos son libros que se podían ver en las escuelas alemanas de los años 30. Al judío se le representa como alguien con quien aparentemente no quieres estar.

Se meten con los demás alemanes. Solo se relacionan entre ellos e incluso parece que traman algo. También era muy común ver carteles antisemitas en espacios públicos y películas de la misma temática.

El aumento del antisemitismo llegaba a toda la familia. Un ejemplo es el juego de mesa Judenhaus, o judíos fuera. Un juego apto para todas las edades, en el que gana el jugador que más judíos expulsara del país. Muy importantes fueron también en esta etapa las SA. La policía del partido nazi, temida por aquellos que no eran afines a él, se encargaban de hacer todas las tareas de agresión y coacción a los enemigos del Estado.

Algo que ya hacían incluso antes de que el partido nazi subiera al poder. En estos primeros años de odio, era común encontrar en algunos negocios carteles advirtiendo que sus dueños eran judíos, que no les debían comprar, que esas personas estaban asfixiando a Alemania y no merecían más que el rechazo. Es aquí donde aparece lo mencionado anteriormente. El primer paso hacia la marginación de los judíos. Las leyes de Nuremberg.

Las leyes raciales. Este es un panfleto que muestra perfectamente cómo se encontraba establecido. Si eras judío o en qué porcentaje lo eras. Si uno de tus abuelos era judío y el otro no, automáticamente tus padres eran medio judíos.

Por lo tanto, tú también. Es algo que se lleva en la sangre. ¿Y qué ocurre si eres judío? En las leyes de Nuremberg se dejó de considerar a los judíos como ciudadanos alemanes.

Se les prohibió acceder a cargos de importancia o influencia considerables como la política o la enseñanza, ya fuera en escuelas o universidades. También se les expulsa de todas las administraciones públicas, pero no sólo eso, sino que se considera que si eras judío, todo el mundo tenía que saberlo. Por lo que en la documentación personal se tenía que poner seguido del nombre Israel en caso de los hombres, o Sara si eras mujer.

Es común recibir insultos e incluso palizas por la calle. La sociedad alemana empezó a unirse contra los judíos. Todo hacía pensar que Hitler estaba cumpliendo su objetivo.

Durante los años posteriores el antisemitismo fue en aumento hasta que alcanzó en 1938 su punto álgido con la noche de los cristales rotos. En apenas unas horas fueron atacados los judíos, sus negocios, sus viviendas y sus templos. Fueron quemadas más de mil sinagogas por toda Alemania y por todos los recién anexionados territorios del Reich.

En un principio se dijo que fue un acto espontáneo de la población civil, pero más tarde se demostró que había sido ordenado por el mismo Hitler, organizado por Goebbels, y que había contado con el apoyo de las SA, las juventudes hitlerianas, la policía secreta del partido conocida como Gestapo, y sí, población civil alemana. El cambio de mentalidad hacia el antisemitismo que Hitler ansiaba era ya... y posteriormente enviados a campos de concentración, que por aquel entonces tenían una función distinta a la que todos conocemos. Fue en esta ciudad, en Múnich, donde los nazis construyeron el primero de todos sus campos, Dachau.

Lo hicieron en 1933, es decir, en el mismo año en el que subieron al poder. A estas alturas ya estaba involucrada toda la sociedad alemana. En los cinco años que el partido nazi llevaba en el poder, el 80% de las propiedades judías habían sido confiscadas. El 50% de los negocios judíos cerrados y el número de deportados iba en aumento.

Ahora se necesitaba una chispa. Algo para pasar de la discriminación y la expropiación al siguiente paso. Porque recordemos que el plan de Hitler no era librar a Alemania de los judíos, sino a toda Europa.

Muy pronto se encenderá esa chispa. Alemania invade Polonia. A los dos días Inglaterra y Francia declararán la guerra a Alemania.

Y el segundo país, este país, es el que va a luchar contra la guerra. La Segunda Guerra Mundial, el más devastador conflicto de toda la historia, ha comenzado. El ejército alemán utiliza una nueva y revolucionaria táctica de guerra, la Blitzkrieg o Guerra del Lámpago.

que combina potentes descargas de artillería, movimiento rápido y sin apenas pausa del ejército de tierra, la Wehrmacht, así como de los carros de combate de última generación, los Panzer. Además, antes de avanzar, la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana, hacía temblar el suelo polaco con devastadores ataques aéreos, que no distinguían entre fortificaciones militares, zonas industriales o núcleos de población. Los invasores no tardaron mucho en llegar a la capital del país, Varsovia. Durante su asedio, soportó insufribles bombardeos aéreos y terrestres con la más alta tecnología militar germana. Ejemplos son el Mortel Tor, o el Cañón sobre Israel es Gestapo.

Son piezas de artillería pesada que eran capaces de destruir una manzana con un solo disparo. El aire estaba también repleto de aviones. En el momento más álgido de la conquista de la ciudad, podían sobrevolar a unos 70 bombarderos, produciéndose más de 17 oleadas de ataques en un solo día, lo que provocaría 25.000 bajas civiles sólo a causa de las bombas.

Ante esto poco pudo hacer el ejército polaco que se arrendió apenas un mes después de que los alemanes cruzaran sus fronteras. Un mes que le había costado a Polonia la más absoluta devastación, y no sólo por parte de los alemanes, ya que sus entonces aliados, los soviéticos, también traspasaron las fronteras polacas por la parte oriental, llegando ambos ejércitos a encontrarse. Un hecho bastante curioso porque para ese momento Hitler y su alto mando ya sabían que no dentro de mucho entrarían en guerra contra ellos.

Puede parecer que el calvario para Polonia y en concreto para su gente terminara con la rendición, pero nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que seis años después el 20% de la población polaca estará muerta. Lo cierto es que a esta gente le va a tocar sufrir algunas de las peores calamidades que un pueblo haya sufrido jamás. Esta gente se enfrentará a la persecución despiadada, a la tortura y a una oleada de terror indescriptible. En definitiva, lo cierto es que su guerra no ha hecho nada más que empezar.

Ahora empieza lo peor. Música Polonia es uno de los países más avanzados de los antiguos territorios soviéticos y Varsovia, una importante capital de la Unión Europea. La marca de la Unión Soviética es más que apreciable, ya que fue parte de su territorio desde que lo liberaron en 1945 hasta la caída del bloque soviético. Ejemplos el Palacio de la Cultura y de las Ciencias, regalado por Stalin en la ciudad en los años 50, años en los que Varsovia se vio obligada a ser prácticamente reconstruida desde cero.

Porque la segunda guerra mundial se quedó en eso, en cero. Estas son imágenes del casco antiguo de Varsovia, de origen medieval. Esto, por supuesto, es una reconstrucción. Varsovia fue la capital europea que más tiempo estuvo ocupada por los nazis y también una de las que más resistencia ofreció. Cogieron dos levantamientos armados durante la ocupación, un en 1944 y otro en 1945, en los que la población, apenas armada y sin suministros, se enfrentó a todo el poderío de la Wehrmacht y los carros blindados alemanes.

Los dos levantamientos de Varsovia fracasaron y casi todos los que tuvieron que ver con él fueron ejecutados o resultaron muertos en los combates. Solo por represalias de los alemanes serían ejecutados 100.000 civiles. Aparte, durante estos conflictos, se bombardeó y se quemó con lanzallamas hasta los cimientos de grandes zonas urbanas para acabar con la amenaza de raíz, transformando a Varsovia en un gran descampado puente. Hoy en día es muy difícil encontrar en Varsovia vestigios de la Segunda Guerra Mundial, pero si se busca bien podemos dar con estos testigos silenciosos. Vemos algunos edificios originales, pero buscamos algo en concreto, el que sea tal vez protagonista del siguiente tema.

Estas marcas en el suelo trazan una línea. Una línea que representa un muro. Un muro levantado por los alemanes. En aquellos tiempos ocupaba gran parte del centro de la capital. Este sería el hogar de un tercio de toda su población.

Un muro de vergüenza y muerte del que hoy pocos restos quedan. Llegamos a uno de los pocos fragmentos que aún hoy permanecen en pie. Para ello tenemos que entrar en las zonas comunes de un bloque de vecinos. Entre ambos edificios está el muro del gueto de Varsovia.

Este es el muro del gueto de Varsovia, el lugar donde hace 70 años las tropas de ocupación nazi decidieron separar a la población judía del resto de la población. Hoy en día apenas quedan unos tramos pero la verdad es que visitarlos es algo es algo espectacular. Planes para aislar a la población judía de Polonia y en este caso concreto de Varsovia comenzaron durante la propia invasión.

Como si dando igual lo que pasara al destino de esa gente ya estuviera forjado. Al principio las restricciones para los judíos polacos no se diferenciaban de las de los judíos alemanes, pues ambas eran las recogidas en Nuremberg. Prohibición del uso de transporte público, prohibida la asistencia a parques y otros lugares de uso comunitario, y por supuesto estaban obligados a llevar puesto ininterrumpidamente el brazalete con la estrella de David. Los judíos eran odiados de tal forma que su mera presencia, que el... El mero hecho de estar codo a codo con algunos se consideraba una abominación.

Tal fue así que se llegó a barajar la opción de desterrarlos a Madagascar. En lugar de eso se decantaron por una solución más práctica. Una solución que en todo momento se pintó tanto para los invasores como para los invadidos como algo provisional. Se comenzó a erigir un muro de 3 metros de alto y 18 kilómetros de recorrido que cercó completamente de la noche a la mañana barrios enteros del centro de la capital.

Música Nada más terminarse su construcción en 1940 ya vivían allí 380.000 personas, llegando en su punto álgido un año después a rozar la cifra del medio millón. Medio millón de personas viviendo en una superficie equivalente a apenas el 2% de la ciudad. El gueto de Varsovia se convirtió entonces en un infierno con muros.

La media era de siete personas viviendo en cada dormitorio, con una ración de comida muy limitada. Esto y las malas condiciones de higiene y salud hicieron que se propagaran rápidamente enfermedades, así como el surgimiento de un mercado y actividades de contrabando. Las escenas de niños completamente desnutridos, así como las humillaciones y ejecuciones a sus habitantes, se convirtieron en algo cotidiano en el gueto. Es también en estos momentos de gran dramatismo, cuando por otra parte un rayo de luz permite ver lo mejor de las personas.

Aquella anarquía que reinaba dentro del gueto, hizo aparecer organizaciones e instituciones internas que buscaban ayudar lo máximo posible a los suyos. Se abrieron cuatro colegios, hospitales improvisados e incluso hubo cabida, en lo más oscuro de aquella barbarie, para conciertos y espectáculos. No era para menos ya que a juzgar por cómo iban las cosas en el resto de Europa, esa situación estaba lejos de acabar. En 1941 el ejército nazi controlaba gran parte de Europa.

Los alemanes ocuparon Bélgica y Holanda, aprovechando así para rodear las líneas defensivas francesas y desfilar sobre París en menos de un mes. Nosotros defenderemos nuestra isla, luchando en las playas y en las calles, luchando en las calles, nunca nos desistiremos. Todos los cinemas, teatros y otras zonas de la historia, ¡debemos! Inglaterra, considerada la última oportunidad de Europa, recibía bombardeos constantes prácticamente a diario y no sólo de aviones. Los cohetes V1 y V2, de nuevo la más alta tecnología militar, sembraban el pánico entre los londrinenses.

La Fuerza Aérea Británica, RAF, era la única capaz de frenar a los alemanes. y se encontraban al límite de sus fuerzas. Si no conseguían resistir, una invasión de Inglaterra, cuyos preparativos ya estaban en marcha, era segura. En el continente, en el frente del este, los alemanes también invadieron la Unión Soviética, No estaban encontrando prácticamente resistencia.

La guerra ha sido recientemente sitiada y la carrera hacia Moscú es una realidad. Esto se traduce en un enorme territorio con grandes cantidades de población judía con los que hacer su voluntad. Tanto en la URSS como en los demás países donde pasaba la maquinaria de guerra nazi, la situación no era mejor que en Varsovia.

sellado como población o procesado desaparecido esta era una opera por ello son creados los Einsatzgruppen unidades de represión y ejecución su prioridad no era entrar en combate simplemente ejecutaban a las personas que sus superiores les ordenaban. De nuevo, a todos, sin excepción. Esta fotografía que muestra a los Einsatzgruppen en acción fue interceptada en Varsovia y pretendía ser enviada por uno de los propios soldados del grupo a su familia en Alemania. Alguien quería hacer saber a su familia que había hecho esto. Matanzas como la que acabamos de ver ocurrían en todos los frentes todos los días, pero con una diferencia.

Cada vez... Música Puede parecer entonces que, de vuelta a Varsovia, la situación de los habitantes del gueto no sea tan mala, pero cambiaría muy pronto. Ya nadie confiaba en que, tal y como dijeron los alemanes, el gueto fuera algo temporal.

Pero curiosamente decían la verdad. Era algo temporal. Los días del gueto estaban llegando a su fin.

Y es que la infraestructura para su exterminio ya estaba casi terminada. A principios de los años 40 había en Polonia cuatro grandes campos en funcionamiento. Chelmno, Sobibor, Treblinka y Auschwitz. Este último no tenía entonces gran renombre. En sus orígenes fue un campo de tránsito para llevar a Alemania a los civiles polacos como mano de obra.

Más tarde se reformaron antiguos barracones de la caballería polaca y entrarían sus primeros internos. Unas cuantas decenas de criminales y prisioneros políticos. Pero no fue así por mucho tiempo. Pronto empezaron a haber potencial en este campo. Cada año se ampliaba más y más.

Heydrich Hitler era el comandante de las SS. Uno de los principales hombres de Hitler y una pieza clave en el holocausto. Tenía especial interés en lo que ocurría en Auschwitz. Visitó varias veces el campo personalmente y en todo momento animó a su comandante, Rudolf Huss, a ir más allá. Le animó a utilizar capital, fondos y una creatividad ilimitada para conseguir un único objetivo.

La destrucción de todos los que entraran por su puerta. Durante los primeros años de 1940, todavía sin cámaras de gas y todavía con un único campo, se abrieron en el corazón de Europa las puertas del infierno. Pero para que funcione el infierno, primero hay que hacer llegar a sus condenados a él.

Estamos justo entre los campos de Auschwitz y Birkenau, en un lugar conocido como Judenrampe. Este lugar era el primero en el que los prisioneros se bajaban después del viaje. Un viaje en unas condiciones infrahumanas.

Seis días se tardaba en ir desde Alemania hasta Auschwitz. Cuatro días desde Varsovia. Los trenes llevaban unos 40 o 50 vagones, lo que hacía que la velocidad media fuera de sólo 25 km por hora.

Sumémosle que los vagones no tenían nada para sentarse, que eran vagones de ganador, y sólo tenían una pequeña ventana. Todo esto en compartimentos con capacidad para 40 personas. Pero ocurre una cosa más, y es que no se metía sólo a 40 personas.

En ocasiones, los hombres, mujeres y niños que llenaban los vagones superaban los 100. Un total de 5.000 personas en cada tren, el cual era acompañado por un destacamento de las SS o grupos simpatizantes locales, ambos conocidos por su cruel trato a los prisioneros. Para compensar las altas temperaturas que había dentro de los vagones, se enruciaba el techo con agua y en muy rara ocasión se daba algo de comer o de beber durante todo el trayecto. En consecuencia, no era raro que a veces llegara el tren a su destino con más muertos que vivos. En dos meses y medio, más de 265.000 judíos salieron desde el gueto de Atreblinka, resultado del obligado éxodo masivo con el que los nazis castigaron a casi todos los civiles. Sean o no judíos, estén o no en territorios ocupados, y es que la Segunda Guerra Mundial fue el primer conflicto en el que la peor opción no era combatir, sino ser un civil sin medios que huye de la guerra.

En este conflicto, más que nunca, los civiles fueron objetivos. Nos dirigimos al sur de Polonia, a Cracovia. Es la ciudad condad del país y está muy cerca de Auschwitz.

La construcción del campo en este lugar no fue casual. Es una zona muy fértil para los cultivos y se encuentra en el epicentro de una importante línea férrea que una Alemania con el Mediterráneo. Y es que como hemos visto, un elemento sin el cual el holocausto nunca hubiera podido llevarse a cabo es el ferrocarril. Llegamos a Cracovia. Esta ciudad, de origen medieval y que no fue tan castigada por los bombardeos como Varsovia, también tuvo gueto y una dura represión.

Lo cierto es que es difícil encontrar un solo pueblo en Polonia que no tenga alguna cicatriz de aquellos años. Aquí mismo, en Cracovia, la comunidad judía antes de la invasión alemana era una gran parte de la ciudad. Se contaban por miles.

Hoy en día, apenas hay unos 100 judíos. En esta fábrica de la calle Lipova, en las afueras de la ciudad, fue donde el empresario alemán y miembro del partido nazi Oskar Siedler comenzó a utilizar a mano de obra judía con el fin de fabricar municiones y cacerolas para el ejército alemán. Al enterarse de lo que les ocurría a los que no tenían la suerte de trabajar para él, comenzó a contratar a todos los trabajadores que podía, le fueran o no útiles, ya que así no eran llevados al campo.

Además, comenzó a producir municiones defectuosas a propósito. La lista de Siedler, escrita en este mismo despacho, salvó la vida de unos 1.200 judíos. Pero no fue el único.

Hubo un caso aún de mayor magnitud. El protagonizado por el embajador de España en Hungría, Ángel Sanz-Brith, apodado más tarde como el Ángel de Budapest, aprovechó para repartir a más de 5.000 judíos húngaros documentación emitida por el gobierno de Frank que les identificaban como sefardíes. Y de esta forma, al ser una cultura protegida, las autoridades invasoras no podían deportarles a ningún lado. Esto nos demuestra que incluso en este conflicto lleno de sombras, había algún hueco para la humanidad y para el bien.

Pero eso fue sólo para un pequeño grupo de afortunados. Muchos otros, familias enteras, barrios enteros, fueron sacados de sus casas con únicamente su documentación, una maleta con ropa y los objetos más valiosos. Fueron subidos en camiones y llevados a estaciones donde les esperaba un tren.

La estancia en esos trenes sería horripilante, aunque no es mucho, vendría justo después. Es imposible concebir a nivel individual lo que se te debe pasar por la cabeza en ese momento. Te preguntas a dónde nos llevan, qué va a ser de nosotros. Hay muchas teorías sobre qué les pasaba a los desaparecidos de la noche a la mañana. Podía prepararles ni a ellos ni a ningún ser humano para lo que estaban a punto de pasar.

Se abren las puertas del vagón. Lo primero que se ve es a otros prisioneros que sin siquiera abrir la boca ponen rampas y ayudan a bajar a los pasajeros. Mientras tanto, atentos y gritando, los guardias del SSS dan las instrucciones a los recién llegados. Se hace una fila. Comienza el proceso de selección.

A los hombres y mujeres adultos se les manda mantenerse estáticos bajo la atenta mirada de las SS. Este, después de hacer un breve examen, señalaba a la izquierda o a la derecha, sin que los prisioneros supieran que ese gesto significará si vivirán o morirán. El enrampe es un sitio muy metafórico.

Porque llegado un momento la vía se divide en dos. El grupo seguirá un camino diferente. Centrémonos por un momento en esa gente denominada útil.

Lo que les ocurre a los demás, útiles para trabajar, a pesar de ser una cruelos más adelante. Que si estás sano, si has sido seleccionado, eso significa que tomas la vía de la derecha. La vía que lleva a Auschwitz, el campo de concentración.

Coger la vía de la derecha significa que vas a ser maltratado. Significa que gente que te odia a muerte va a poder hacer contigo lo que quiera. Que vas a estar haciendo trabajos forzados hasta morir ejecutado o de agotamiento. Significa que vas a entrar en Auschwitz, un lugar que, como decían los propios guardias bromeando a los prisioneros que llegaban, se entra por la puerta y se sale por la chimenea. Ocurre algo muy curioso cuando se visita Auschwitz.

Al visitar un lugar histórico, un sitio en el que sabes que ha ocurrido algo ya sea bueno o malo, tienes que pararte un momento y pensar. Imaginarte cómo sería ese lugar entonces. La atmósfera que lo rodeaba, la gente que lo habitaba.

Y te paras a pensar en cómo ha podido cambiar desde entonces. Esto no ocurre aquí. Este lugar se ha mantenido prácticamente hasta la última piedra, hasta el último ladrillo, y es solamente la figura de los demás turistas lo que nos recuerda que no está funcionando actualmente.

Visitar Auschwitz es sin duda un triste y aterrador ejercicio de empatía. Lo primero con lo que nos encontramos al entrar es la puerta principal en la que se puede leer un mensaje. Arbeit macht frei. En alemán, el trabajo hace libre. Una cruel burla a todos los que pasaban por debajo, ya que de cierta forma, vaticina su casi inevitable final.

El campo abrió sus puertas en 1940. Entonces, sin cámaras de gas, los prisioneros eran obligados a trabajar en canteras, actividades industriales o agrícolas en alguno de los subcampos de trabajos forzados. El más importante era el de Plasov, cerca de Auschwitz. Más tarde, en el momento de máxima actividad del campo, se construiría el gigantesco complejo industrial de Monovich. Aquí sí. Se trabajaba hasta morir.

Sin descanso. Campo las cosas no eran diferentes. Todo desempeñaba una función.

Se trabajaba seis días a la semana desde primera hora de la mañana hasta que se ponía el sol. El pingo se lavaba a los prisioneros y lo que quedaba del día descansaban. En 1941 se produce un punto de inflexión. El campo principal ya tiene una capacidad de 10.000 internos, número que aumenta pese al alto índice de mortalidad día a día. Así que el comandante del campo, Rudolf Huss, se reúne con Hitler y aprueban la construcción de un nuevo y colosal complejo que prácticamente triplicará el tamaño del campo actual.

Y su producción. Su construcción la llevarían a cabo los propios prisioneros. La distribución del campo es terroríficamente eficiente y funcional. Los internos dormían en los bloques de ladrillo que vemos.

En Auschwitz hay 28 barracones numerados y les rodeaban una serie de estrechos y hasta claustrofóbicos accesos empedrados. De esta forma se les podía desplazar a donde fuese sin que rompan la formación y manteniéndoles vigilados. Las medidas de seguridad, como podemos imaginar, de las SS vigilaban el campo las 20 horas. Los motivos por los que estos guardias vigilaban, maltrataban y ejecutaban con o sin razón aparente, más allá del deber, eran especialmente seleccionados. Y es que, por mucho que se simpatice con el nazismo, no todo el mundo vale para enfrentarse al horror de Auschwitz.

Ni siquiera los que lo producen. Las vallas también estaban electrificadas. De hecho, más de una ocasión los prisioneros las utilizaron para suicidarse. ...desesperación, ya que un......por su vida, y a cuestionar el más mínimo detalle de cualquier orden......se tenía la más mínima sospecha de rebeldía, castigo, erupción inmediata. Existían también decenas de normas extraoficiales,...ambiguas o con frías.

Las normas improvisadas o propuestas por los capos y oficiales del campo eran imposibles de cumplir. que si todas podían ser interpretadas según la ocasión. Único objetivo, asesinar bajo castigo, que tal vez es una visita al barroco número.

Dentro se llevaron a cabo todo tipo de torturas y asesinatos. Lo cierto es que no hace falta ver para imaginarse lo que tiene que ser estar dentro de una celda de aislamiento de 90 por 90 centímetros, con otros cuatro prisioneros durante días, sin comida, sin agua y sin sentarse. Hay una sala en el museo que paraliza al visitante. Hay prisioneros andando entre alambres de espino, los famosos pijamas a rayas. Los contactos son ásperos y secos.

No es difícil imaginarse cómo debe ser la vida en invierno con ellos. Los prisioneros avanzan uno a uno, sin caras, sin extremidades, sin un atisbo de humanidad. Una masa de muertos vivientes que abaga sin saber que les esperará más. ...acertada comparación con la forma en la que los alemanes veían a los que aquí llegaban.

Tal fue la situación de desesperación e impotencia, que ya en 1944, al enterarse un grupo de prisioneros de que iban a ser asesinados, se apresuraron a coger palos, piedras y armas caseras para provocar el único motín del que se tiene constancia en Auschwitz. Atacaron rápidamente a los guardias de las SS, prendieron fuego a un crematorio incapacitándolo temporalmente, Y finalmente intentaron escapar, pero fueron muy pocos los que lo consiguieron. La mayoría fueron capturados y ejecutados. Otros 250 murieron en el combate y los alemanes asesinaron a modo de represalia a otros 200 que nada habían tenido que ver con el motín.

El resultado final no dejó lugar a dudas. No se tolerará el más mínimo intento de resistencia. Pero por lo menos, un grupo de personas demostraron que no estaban dispuestos a desvanecerse sin luchar. Como es posible.

Como hemos dicho, no se necesitaban muchas excusas para asesinar a un prisionero. De hecho, era normal acusar a alguien por intento de fuga para solamente cumplir las cuotas de muerte. Más tarde, dependiendo de la sentencia, esperaba la horca o el paredón de fusilamiento.

Estamos en uno de los sitios más emotivos aquí, en el campo de concentración de Auschwitz. Este era el edificio donde se juzgaba a los prisioneros que se consideraban problemáticos. Un edificio que duraba 15 minutos y que era... Era una pantomima en realidad, si a la mayoría se les condenaba a muerte. Antes de la ejecución se desnudaba a los prisioneros, se les ponía enfrente de este mismo bloque de piedra y seguidamente uno de sus propios compañeros era obligado a apretar el gatillo.

Los testimonios que han llegado a nuestros días recuerdan el reguero de sangre casi permanente que los camiones dejaban en esta calle del campo antes de sacar los cuerpos. Pero no eran sólo los internos destinados a trabajos forzados los que sufrían estas atrocidades. Más adelante, cuando el campo de Birkenau esté funcionando, esta enfermería sería testigo de una de las peores atrocidades que se verían en este lugar. Fueron perpetradas por un hombre cuyas víctimas eran hombres y mujeres adultos, pero muy en especial niños. Josef Mengele, conocido como el Ángel de la Muerte.

Josef Mengele es un claro ejemplo de por qué pudo llevarse a cabo el holocausto. Porque si les da a verdaderos psicópatas llenos de odio un cheque en blanco para hacer lo que sea. Mengele era uno de los médicos del campo. Su objetivo último era conseguir la clave para una rápida y eficaz expansión de la raza Aria Para ello realizó cientos de experimentos con prisioneros en el campo de Auschwitz La mayoría genéticos pero muchos otros sin ninguna motivación científica real Durante una etapa Mengele llegó a asesinar a 50 niños judíos diariamente. Sus pacientes le describen como cercano y amable.

Todos ellos residían en lugares separados de los demás internos, en estancias más acogedoras, con mejor trato y alimentación. Los niños contaban además con una habitación para juegos. Pero lo cierto es que poco interesaba al doctor el bienestar de sus pacientes. Los métodos con los que acababa con ellos pasaban por las inyecciones letales.

Disparos, golpes y sobre todo experimentos mortales. Se les exponía a radiación, a rayos X y a enfermedades. Se les amputaban los miembros. Se probaban medios de esterilización en mujeres e incluso en gemelos.

Uno de sus experimentos consistió en unir a dos por la espalda. Noche asesinó a 14 inyectándoles cloroformo para comprobar si sus ojos cambiaban de color. ¿Y si un gemelo moría? Se mataba al otro para hacer juntos el análisis post-mortem. Con así, tal vez lo peor de esta historia es el final.

Josef Mengele jamás fue juzgado. Murió de un ataque al corazón, mientras se bañaba en una playa de Brasil, en 1979. Y es que Mengele es una pequeña pieza que ayudó a que el holocausto fuera lo que fue. Pero no era el único.

El campo de Auschwitz estaba formado en su mayoría por fanáticos de las SS y del régimen nazi. En más de una ocasión demostraron disfrutar con todo aquello que estaban provocando. Y más allá de lo que dictaban las órdenes, pusieron su imaginación y su empeño personal en este trabajo.

¿Cómo es si no explicable que por la mañana un oficial esté viendo el horror del campo y por la tarde disfrutando de una de las fiestas que se acostumbraban a celebrar en la villa privada del comandante? algunos de ellos como Amon Goed, comandante del campo de trabajos de Plasov, les utilizaba como sus sirvientes particulares. De vez en cuando también protagonizaba ejecuciones aleatorias en su campo.

Precisamente por esto es imposible entender el holocausto sin entenderles a ellos, a los verdugos, sin entender lo que podían pensar al dirigir a todas aquellas filas de gente a la muerte. Y es que los recursos humanos eran muy importantes en el campo. Estaban bien alimentados y con la moral bien alta. En su tiempo libre están alejados de la barbarie que sufrían sus víctimas.

Con piscinas, bibliotecas, fiestas, música y deporte, es mucho más difícil que la culpa y la conciencia hagan mella. Por eso, para los que trabajaron como verdugos, más allá de las órdenes, más allá del deber, acabar con la vida de esta gente era algo que simplemente debía hacerse. No obstante, la escala a la que se estaba produciendo esto era muy pequeña. O al menos lo era hasta que llegó el año 1942. La casi necesidad de deshacerse de los judíos hizo que se celebrara en una casa a las afueras de Berlín, en Wannsee, una conferencia en la que se reunieron los jefes de los principales ministerios del Reich. La reunión fue convocada en un principio por Reich Heydrich, director de la Gestapo y responsable de los Einsatzgruppen.

La situación se está volviendo más complicada de lo esperado para Alemania. Los rusos han conseguido repeler a los alemanes a las puertas de Moscú. Y las esperanzas de ganar la guerra pronto se desvanecen. Esto obliga a Hitler a hacer un cambio de planes.

La solución final a la cuestión judía, el holocausto, no iba a llevarse a cabo después de la guerra como se esperaba en un principio, sino durante. En la conferencia de Vance no se decidió que se iba a llevar a cabo el holocausto. Esa decisión ya estaba más que tomada.

Aquí se acordó la colaboración de los principales organismos políticos, militares, industriales y civiles para la solución final. Un asunto sobre el que se dejó claro. Solo las SS tendrían competencia a realizar y conocer detalles. Otro punto importante que se decidió fue el vocabulario del exterminio. En los informes quedarían prohibidas palabras como asesinar o exterminar.

Suena mucho mejor decir emigrar o evacuar. En la sala donde se realizó la conferencia están expuestas las hojas que se redactaron. La última de ellas muestra una tabla con dos columnas.

En la primera aparecen países ocupados por Alemania, pero también otros como España, Reino Unido, Turquía o Irlanda. sobre los que aún no tenían el control. En la segunda columna vemos el número de habitantes judíos en cada país.

Esta hoja es un sondeo sobre la cantidad de personas que pretendían deportar y por tanto asesinar en esta primera fase del holocausto. Un total de 11 millones de personas. A conferencia de France también acude Adolf Heichmann, quien dio el primer paso de acuerdo con lo que se habló en la reunión.

Grossa Auschwitz. Centenares de miles de personas. ¿Qué es imposible dar muerte a semejante cantidad de personas con los métodos actuales? Se empezó a trabajar en la forma de dar muerte a millones de personas rápidamente y en el diseño de la maquinaria necesaria para deshacerse de gran cantidad de cuerpos. El resultado de la nueva escala que pronto se llevaría a cabo no tardó en notarse en Auschwitz.

Las primeras mujeres procedentes del campo de Ravensbrück, no muy lejos de Berlín. Mujeres, y es que ellas lo pasaron incluso peor. ...de las SS femeninas exclusivamente para ellas, que en ocasiones eran más crueles y más vengativas que los guardias masculinos, pues se da con el medio para las personas en minutos. Un gas venenoso. Bien se ha dado con el diseño de unos hornos crematorios que se desharán de sus cuerpos.

  1. Se termina la construcción del colosal campo de Birkenau. Númeras de gas y crematorios cada uno capaz de dar muerte a más de mil personas en un solo turno. La unión de estos tres factores a la vez no iba a dar lugar a medias tintas. A partir de este momento se va a librar un horror aún mayor porque, si recordamos, en Judenrampe había dos vías. A la derecha, la posibilidad de sobrevivir al menos un tiempo.

O está el otro camino, el de la izquierda. Esta vía lleva directamente al interior de Birkenau. Directamente a la fábrica de muerte. El destino de los que pasaban por su umbral ya estaba escrito. La sensación que el visitante tiene al entrar en Birkenau es de inmensidad.

Uno tiene la sensación de estar entrando en una verdadera colonia penal rodeada de una indescriptible atmósfera. De nuevo, como en Auschwitz, algo nos alerta de lo que pasó aquí. La distribución de Birkenau es muy fácil de describir. Una vía que entra bajo una torre de vigilancia. Una explanada, barracones hasta donde alcanza la vista y en todas direcciones, y cuatro cámaras de gas con cuatro crematorios.

Hoy en día, lo único que queda de estos edificios son las ruinas. Al final de la guerra, antes de huir, el personal del campo se encargó de volar estos edificios con granadas para intentar destruir las pruebas de lo que habían hecho. Estas en concreto. fueron las cámaras de gas más letales de todo el holocausto.

Imaginarse lo que ocurrió aquí no es muy difícil. Y tampoco lo fue en su momento, ya que en 1944 los aliados tomaron fotografías aéreas del lugar. Se pueden ver y distinguir todas las instalaciones.

También están marcadas las hileras de prisioneros rumbo a las cámaras de gas. Con así ninguna bomba fue destinada a evitar, ni siquiera a ralentizar, el proceso de exterminio. Las únicas bombas que cayeron en Auschwitz lo hicieron en el complejo industrial de Monowitz. El porqué de esto, hoy en día, se sigue debatiendo.

1942, 1943 y 1944 fueron los peores años del holocausto. En este momento, solo en Birkenau, había más de 100.000 internos, más otros 40.000 en Alditsch. Los barracones estaban repletos, las cámaras de gas funcionando las 24 horas, y los crematorios completamente saturados. No se daba abasto. De hecho...

Se tomó la decisión de quemar los cuerpos al aire libre, dejando un hedor que se podía oler a kilómetros de distancia. Esta es una de las primeras fotografías que vio el mundo sobre el exterminio. Fue sacada del campo a escondidas y tomada por un prisionero desde su barracón.

Desde imaginar, el esfuerzo de registrar y trasladar a tantos cuerpos era algo descomunal. Los encargados de realizar todas esas desagradables tareas, en Auschwitz y en el resto de campos, fueron un grupo especial de prisioneros llamados Under Command. Los Sonderkommando eran internos que trabajaban para los alemanes.

Si se negaban a colaborar, eran asesinados. Su tarea era de cara a los deportados que llegaban al campo. Les transmitían mucha más confianza y tranquilidad que los guardias.

Vivían en lugares separados de los demás internos. Y tenían completamente prohibido hablar con ellos más de lo necesario. Les guiaban a las cámaras de gas.

recogían las pertenencias que dejaban y posteriormente, ya sin vida, inspeccionaban los cuerpos en busca de objetos de valor, para llevarles acto seguido a los hornos crematorios. Aproximadamente cada tres o cuatro meses y sin previo aviso, se sacaba al sondercomando a la parte trasera del barracón y se procedía a su ejecución integral. Justo ese día se formaba una nueva unidad de sondercomando y se llevó a cabo un nuevo proceso de desplazamiento.

Y así sucesivamente. Ser Sonderkommando es en realidad aferrarte a la única posibilidad de permanecer con vida en Birkenau. Aunque sea solo por unos cuatro meses. Estos prisioneros eran uno de los elementos que hacían funcionar el campo como un auténtico reloj. Y es que es completamente cierto decir que la organización del campo era perfecta.

Cada persona tenía su función, víctima o verdugo. Y no cumplirla. Con...

llevaba graves consecuencias. Cuando un nuevo tren llegaba al interior del campo ya se tenía claro lo que se debía hacer. En el andén... Las familias enteras esperan para ser divididas, ya para siempre.

en grupos no superiores a 50 personas. Sabemos que no estamos en Yodentrampe. Aquí no hay ningún proceso de selección.

Se les pide que pongan sus maletas a un lado. y que las marquen con su nombre y dirección, ya que así las recuperarán fácilmente. La ducha. Las maletas no serían devueltas jamás a sus dueños. Una de estas maletas es la de Margot Frank.

Una chica de Frankfurt que llegó al campo de Auschwitz con su padre Otto y su hermana Anna. Más tarde las hermanas fueron deportadas al campo de Bergen-Belsen, donde las duras condiciones sanitarias les causarían la muerte. Pero Otto Frank sobrevivió y se encargó de que el mundo conociera su historia publicando el diario de su hija. El diario de Anna Frank es hoy en día un símbolo del holocausto.

Es un símbolo porque nos permitió abrir de cierta forma una de estas maletas, de ver qué había dentro. Ver el contenido de lo poco que queda de una vida que no debió haber acabado, pues muchos de sus propietarios seguro que guardaban la esperanza de poder deshacerla algún día. Esta era la explanada donde miles de prisioneros se hacinaban con sus maletas nada más llegar al campo.

Una vez aquí, lo más probable era que se condujera a los deportados directamente a las cámaras de gas, situadas apenas a 100 metros de este lugar. Tal y como hemos visto, que el campo estuviese completamente abarrotado. En ese caso se procedería a internar a los recién llegados. Permanecerán internos en el campo durante un tiempo indefinido, pero al fin y al cabo, el final era el mismo. El 90% del espacio de Birkenau lo ocupan los barracones, o por lo menos los cimientos, ya que antes de que el campo fuera liberado en el 45, los alemanes quemaron gran parte de los barracones, algunos de ellos con los prisioneros dentro.

En su momento había un total de 277 barracones. Cada uno tenía 36 literas que compartían entre 5 y 8 reclusos. Por lo tanto, en cada barracón había unas 500 personas.

La vida aquí, con hambre, frío y miedo, debía de ser una verdadera lucha por sobrevivir. En Birkenau también había barracones únicamente para mujeres. El campo también contaba con una pequeña población de niños.

Y es que en realidad, si antes decíamos que la situación era peor para las mujeres que para los hombres, si hay personas que verdaderamente no tenían casi ninguna posibilidad de sobrevivir, eran los niños. La mayoría eran enviados sin más a las cámaras de gas. No eran útiles para el trabajo.

Más tarde, cuando los campos de Auschwitz y Birkenau estaban siendo expandidos, se creó una pequeña escuela de construcción y se puso los niños como aprendices, pero cuando las obras terminaron, todos fueron ejecutados. La situación no era mejor para los bebés. En un principio los partos en el campo estaban prohibidos, y las madres tenían que darle a su recién nacido a las guardias de las SS, que procedían a ahogar al pequeño en un cubo de agua.

Más tarde se permitió que las madres pasaran unos meses junto a sus bebés y si conseguían sobrevivir sin ningún tipo de pañales, leche o alimento adicional entonces es posible que si el niño tenía rasgos arios fuera dado en adopción a una familia alemana si no, el final era el mismo que antes el holocausto no entiende de géneros ni edades, solo de muerte Hablar de cifras en Auschwitz es muy complicado. Es sencillamente difícil de creer. Entre 1941 y 1945, por los campos de Auschwitz I, Auschwitz II Wilhelm y Auschwitz III Monowitz, pasaron 15.000 prisioneros de guerra soviéticos, 21.000 gitanos, 70.000 polacos y casi un millón de judíos. También hubo otras minorías como testigos de Jehová u homosexuales. En general, gentes de casi todas las nacionalidades europeas murieron en Auschwitz.

incluyendo aproximadamente 1.200 republicanos españoles. Las cifras finales de muertos son abrumadoras. En relación con las 40.000 de Madhausen, o las 870.000 de Treblinka, que ya de por sí eran grandes campos, en Auschwitz se estima que fueron asesinadas personas.

Este campo fue sin duda la capital del holocausto, una fábrica de muerte. Y toda fábrica de muerte tiene su matadero. Al entrar a la cámara de gas, los prisioneros llegaban a una pequeña antesala con bancos y perchas numeradas. A continuación, un encargado les pedía que se desnudaran y también que recordaran la percha en la que tenían sus pertenencias, ya que al tratarse de una rutinaria ducha por higiene, nos recuperarían más tarde.

Algo que, de nuevo, es mentira. Este es el gas venenoso Tziklon B. 4 gramos de este material son suficientes para matar a una persona.

En Auschwitz se utilizaron más de 3 toneladas y media. Un soldado portando una máscara de gas abría la lata y vertía su contenido sobre una trampilla en el techo de la cámara. Caían entonces cientos de pequeños cristales que poco a poco se van convirtiendo en gas por el contacto con el aire y la humedad. Inmediatamente la trampilla se cerraba y comenzaban los gritos. Los encargados de las cámaras de gas describen los momentos posteriores de la siguiente manera.

15 minutos en los que cientos de personas gritaban. Gritaban sin descanso, luchando por sobrevivir. Entonces los gritos se apagan. En ocasiones, dependiendo de las condiciones ambientales o la temperatura, tardaban de 15 a 25 minutos en sofocarse completamente.

Durante estos minutos de agonía, los testigos comparan el sonido emergente de la cámara con el de una colmena de ovejas. Una vez solo hay silencio, los sondercomandos registraban a las víctimas en busca de oro en sus dientes o de objetos de valor en sus orificios. Finalizado el registro, llevaban e introducían los cuerpos a la sala contigua, donde estaban los hornos crematorios. Estas son las cámaras de gas originales de Auschwitz. Al lado se puede ver una horca.

Es curiosamente donde en 1947 fue ejecutado por crímenes contra la humanidad Rudolf Huss, el comandante del campo. Plantarse enfrente de la puerta ha estado un ritual. Piensas en la gente que hace 80 años estaba aquí, mirando lo mismo que tú. Y con ese halo de dolor, das el primer paso. Entras en la cámara de gas.

El lugar habla por sí solo. Un suelo en el que se dejaron caer decenas de miles de cuerpos desnudos. Un techo en el que se puede ver la trampilla por donde se vertía el gas. Y las paredes.

Las paredes de la cámara de gas de Auschwitz. Si es innegable que hablan por sí solas. Hablan de dolor y desesperación.

Hablan los arañazos que las víctimas hicieron con sus propias manos. La cosa no acaba aquí, sino en el crematorio. Esta es la última parada del viaje de millones de personas. Un viaje que comenzó con un injustificado odio, pasó por la más cruenta de las guerras, por un angustioso hacinamiento, un insufrible transporte y una inhumana concentración, para acabar aquí, convirtiéndose de forma prematura en polvo. Este es el final de la pesadilla, porque efectivamente, toda pesadilla tiene su despertar.

Para enero de 1945 la situación militar de Alemania era prácticamente insostenible. Han sufrido la mayor derrota hasta la fecha en Stalingrado, perdiendo allí a uno de sus mejores ejércitos. El invierno ruso es inquebrantable, y tan rápido como avanzaron, ahora retroceden. Estás a punto de embarcar en la Gran Crusada. Los ojos del mundo están en ti.

Las esperanzas y las oraciones de la gente amada de la libertad, en todas partes, marchen con ti. En compañía de nuestro valiente Alfonso, En el frente occidental, los aliados desembarcaron en las playas de Normandía, rompiendo el sólido muro del Atlántico. Miles de soldados y equipamiento aliado entran por el nuevo frente a diario.

Los eternos liberar París y actualmente los norteamericanos se encuentran luchando en el bosque de las Ardenas amenazando el corazón del Reich desde Bélgica. De vuelta en el frente del este, Rolando. Los armados efectivos soviéticos demuestran ser más eficaces que los alemanes y consiguen romper la línea Tannemann, una de las más gruesas defensas germanas y se dirigen imparables hacia Berlín.

Cada día eran liberados más territorios europeos y Polonia se encuentra entre esos territorios. Los alemanes, con la idea cada vez más presente de que los días del Reich estaban contados, apagaron las cámaras de gas y ordenaron eliminar cualquier prueba de sus crímenes. Así que un día normal, prendieron fuego a las pilas de pertenencias de los prisioneros que llegaban, a las oficinas de registro y se llevaron con ellos a los prisioneros que todavía podían caminar.

Este episodio se conoció como Marchas de la Muerte, largas caminatas bajo unas condiciones durísimas para dirigirse a los campos del interior de Alemania, en los que acabaría definitivamente su viaje. Los otros, a los que se quedaron en el campo y los que sobrevivieron a los intentos de las SS de quemarles dentro de sus propios barracones, ellos, considerados los más débiles, serían conocidos como los más fuertes. Por una vez, por primera vez, el final sería distinto. El 27 de enero de 1945 las tropas soviéticas liberan Auschwitz.

Encuentran a 2.819 supervivientes. La mayoría de ellos en estado moribundo. Tardarán muchísimo tiempo en recuperarse físicamente, pero difícilmente podrán olvidar lo que han vivido.

Ellos, los supervivientes, pueden decir que superaron uno de los momentos más aterradores de la historia. Casi 20 millones de personas fallecidas. Ese fue el balance final de una operación llevada a cabo por seres humanos con odio hasta en lo más profundo de sus corazones. Millones de familias, hombres, mujeres y niños cuyo único pecado fue pertenecer a cierta etnia, a cierta religión o pensar de cierta forma. Que esto sucediera y que se permitiera hacer, son cuestiones que desde entonces han hecho correr ríos de tinta.

Nos hacen bajar la vista al suelo y decir, hemos aprendido. Pero miremos a nuestro pasado más reciente. Hemos aprendido. Faces de ver que los extremos, que aquellos que persiguen el bienestar e ideales de unos pocos en nombre de muchos, casi nos llevan a la destrucción de todos. Que poner en manos de esa radicalidad toda la tecnología y trabajo más vanguardista de una época, derivan el dolor y la muerte de millones de personas.

La segunda guerra mundial dejó cicatrices por todo el mundo, pero no hay ninguna tan difícil de cicatrizar, si es que está cicatrizada, como el lobo. Y los culpables, los grupos como el nacionalsocialismo se crean, crecen y actúan en voluntad de quienes los apoyan, transforman su pasado en la incertidumbre del momento en el que viven en odio, buscando la superioridad frente a otros grupos, es decir, lo hacen por miedo. Que en este lugar hoy en día solo haya silencio, que estas gradas estén vacías, es sinónimo de que la humanidad venció.

Si queremos que ningún holocausto, grande o pequeño, vuelva a suceder, deberíamos hacer caso a una frase dicha por un hombre llamado Adolf Hitler. La más importante lección de historia es que nunca se aprenden las lecciones de historia. Este es el momento de hacer que se equivoque.