Las Galápagos, 48 islas de lava petrificada en el océano pacífico a mil kilómetros del continente sudamericano. Entre sus rocas y bajo sus aguas hay plantas y animales que no se pueden encontrar en ninguna otra parte del planeta, como la tortuga gigante y la iguana marina. Pero mantener a salvo este preciado ecosistema es un reto enorme, tan serio que UNESCO, la agencia de la ONU encargada de proteger el patrimonio cultural, dice que está en peligro de sufrir un daño ecológico permanente.
Los activistas medioambientales, como Godfrey Merlin, que lleva muchos años en las Galápagos trabajando para Wild Aid, dicen que hay que actuar inmediatamente. Se está forzando a las Galápagos hasta el límite de su posibilidad de sobrevivir. La pesca era considerada como la amenaza más seria contra el ecosistema hasta hace poco. Sobre todo la pesca ilegal de aletas de tiburón y pepinos de mar con destino al mercado asiático. Pero la investigación reciente muestra que la amenaza principal parece ser el turismo bien intencionado.
El número de turistas ha aumentado desde unos 10.000 visitantes anuales a principios de los 80 a más de 120.000, más de 12 veces. Y al turismo lo acompañan la construcción, los bienes y servicios de tierra firme, la inmigración y además especies como los perros, las ratas y los insectos. Todo esto amenaza a las especies nativas de las islas, dice Raquel Molina, directora del Parque Nacional Galápagos. El incremento del turismo, el incremento de las especies introducidas, el incremento de personas que quieren vivir en Galápagos.
Son estos... Estos problemas serán difíciles de resolver. Controlar la propagación de las especies invasoras es una batalla cara y constante, de momento 18 millones de dólares, solo en sacrificar la población de cabras del archipiélago. para que no destruyan las plantas nativas. Pero los expertos afirman que hay que mantener estos esfuerzos para que las Galápagos sobrevivan.
Y controlar el turismo, que aporta tantos ingresos al Ecuador, puede que sea aún más difícil. Una propuesta es limitar para siempre el turismo alrededor de las 100.000 personas al año y elevar mucho el precio por visitar las Galápagos. El drástico aumento de los precios es la única forma de limitar el crecimiento, dice Roque Sevilla, el operador más grande de giras en Ecuador, incluyendo las Galápagos. Mientras todos no aceptemos que ya no va más, no va a funcionar ninguna medida.
Pero hay quienes afirman que aumentar los precios solo creará un club de visitantes de élite y excluirá a los ecuatorianos de clase media. Y muchos isleños temen que dicho aumento solo beneficiará a los grandes operadores de giras, no a sus pequeños negocios. Sea cual sea el resultado de este debate, a las Galápagos se las considera la prueba definitiva para equilibrar la huella humana con los ecosistemas más espectaculares pero más frágiles de la naturaleza.
Si no se puede lograr aquí, en un archipiélago de 250.000 habitantes, ¿qué esperanza existe, se preguntan, de salvar a las preciadas especies del resto del planeta? Este reportaje fue producido por Miquel Zaqueo para las Naciones Unidas.