"Quien tiene algo por qué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo" - Nietzsche, El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl. ¿Qué pasaría si de un momento a otro te despojaran de tu identidad, te obligaran a hacer trabajos forzados con nada más que un trozo de pan en el estómago, y vivieras con la incertidumbre de no saber si tus seres queridos siguen con vida? ¿Seguirías creyendo que la vida tiene sentido? Antes de seguir con el video, te invitamos a que te suscribas a nuestro canal para enterarte de más videos como este. Dá clic en la campanita y compartí este video con quien te parezca que pueda resultarle interesante. En el libro El hombre en busca de sentido, Viktor Frankl relata su experiencia en los campos de concentración nazi de la Segunda Guerra Mundial y explica desde la psiquiatría cómo funciona la mente de un prisionero del Holocausto cuando lo único que le queda es su propia vida. El hombre en busca de sentido es una lectura maravillosa que SÚPER recomiendo si estás en un momento de tu vida donde no encontrás sentido a tu sufrimiento o sentís que los problemas te abruman y no encontrás salida. Viktor Frankl hizo de su tormento durante el Holocausto una oportunidad. Como buen psicoterapeuta, quiso saber cómo podía ayudar a las personas a ser resilientes, y usó su confinamiento para analizar cómo influía la vida diaria de un campo de concentración en la mente de los prisioneros. El libro se divide en dos partes. En la primera parte, el autor describe su experiencia en los campos de concentración y la forma en que los prisioneros luchaban por encontrar un sentido para seguir adelante. Muestra cómo, a pesar de las terribles condiciones y el sufrimiento extremo, aquellos que lograban encontrar un propósito o una meta en sus vidas podían mantener la esperanza y la fortaleza emocional para sobrevivir. En la segunda parte, Viktor Frankl se pone un poco más técnico e introduce su enfoque terapéutico: la logoterapia, que se centra en sanar a través de encontrar un sentido a la vida. Dicho esto, quisiera compartir con vos las 5 enseñanzas que me dejó este inspirador libro: Apreciar las simples y pequeñas cosas: con la vorágine de la vida diaria, es difícil que nos paremos a observar el atardecer después de un día agitado en el trabajo o comer el almuerzo con todos nuestros sentidos puestos en ello. Este libro nos ayuda a redimensionar cosas aparentemente simples, como un trozo de pan. Nuestra salvación está en el amor: Lo que mantuvo con vida al autor fue pensar en su esposa y tener conversaciones imaginarias con ella, a pesar de no saber dónde estaba o si aún seguía con vida. Cuando ya nada nos queda, cuando creemos que nada nos puede levantar del pozo en el que caímos, el amor es siempre lo que nos sana y la razón por la que seguimos adelante. Encontrar nuestra razón de existir para soportar cualquier adversidad: los prisioneros que no encontraban un propósito de vida, los que perdían la fe en el futuro, eran los que terminaban muriendo. Sobre esto, vale la pena que te cuente algo que relata el libro: Un prisionero le había confesado a Viktor Frankl un sueño en el que eran liberados el 30 de marzo. Al llegar el día, la probabilidad de que los liberaran era prácticamente nula. El 29 de marzo, el hombre cayó enfermo con una fiebre muy alta. El 30 de marzo, entró en un estado de delirio y perdió la conciencia. El 31 de marzo falleció. Todos asumieron que fue por tifus, una enfermedad común en estos campos, pero Frankl sabía que la causa de su fallecimiento había sido perder la esperanza. El no haber sido liberado le produjo una desilusión tal que su cuerpo perdió resistencia contra la infección que tenía, llevándolo a la muerte. Sí, así de influyente es la esperanza. Los prisioneros que le encontraban un sentido a la vida dentro del campo de concentración eran los que sobrevivían. Somos únicos e irremplazables: cada persona tiene el poder de influir en el mundo y en la vida de los demás de maneras que nadie más puede hacerlo. Cuando se acepta esta responsabilidad, que no podemos delegar a nadie más, es difícil rendirse ante la vida. Somos responsables de nuestras elecciones: Se nos puede arrebatar todo, excepto una cosa: elegir nuestro propio destino, y esta libertad es lo que hace que la vida tenga sentido. Incluso en medio del sufrimiento, podemos elegir cómo responder frente a ello. En los campos de concentración, Viktor Frankl era testigo de cómo algunos compañeros actuaban como personas despreciables mientras que otros no habían perdido la empatía por sus pares. El hombre tiene dentro de sí ambas potencias; de sus DECISIONES y NO de sus CONDICIONES depende cuál de ellas se manifieste. “El hombre es ese ser que ha inventado las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas cámaras con la cabeza erguida y el padrenuestro o el Shemá Israel en sus labios”