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Historia y Migración del Homo Sapiens

Hace 200.000 años apareció una nueva especie en el paisaje africano. El Homo sapiens. Los humanos modernos.

Nosotros. En la actualidad hay 7.000 millones de personas viviendo en todo el planeta. Esta es la historia de nuestro viaje, de continente en continente. Cómo dejamos África, atravesamos Asia, llegamos a Australia y colonizamos Europa. La última frontera era América, el último continente a conquistar.

Se trata de uno de los grandes misterios de la arqueología. ¿Quiénes fueron los primeros en pisar suelo americano? ¿Cuándo y cómo llegaron aquí? A medida que avanzaban hacia el sur, sabían que eran las primeras personas en ver esos paisajes.

Estos ríos habrían proporcionado a los pueblos costeros todos los recursos necesarios para explorar el interior y finalmente colonizar Norteamérica. Como científico, pienso que la polémica es emocionante, porque el resultado importa, significa algo, es importante. ¿Quiénes fueron estos primeros americanos?

¿Y qué fue de ellos? Su historia es nuestra historia. La península de Yucatán, México.

Hace 13.500 años, una ceremonia tiene lugar dentro de una cueva. Una mujer joven está siendo enterrada por su clan. Los arqueólogos la conocen como Eva. En vida, era cazadora y recolectora. Como cualquier otra persona prehistórica.

Pero Eva es especial para nosotros. Puede atribuirse la distinción de ser la primera americana. No se han hallado restos tan antiguos como los de Eva en toda América.

Los huesos de Eva fueron descubiertos bajo el agua, en un inmenso sistema de cuevas bajo los bosques de Yucatán. Aquí hay cámaras del tamaño de catedrales y túneles tan pequeños que apenas se puede pasar a través de ellos. Los arqueólogos mexicanos exploran estas cuevas desde 2008. Arturo González es el líder del equipo. Para mí, esta es la mejor forma de hacer arqueología, porque no es necesario excavar, no hay polvo, todo está claro.

La mayoría de los huesos que encuentran son de animales, pero entre ellos se hallan los restos de seres humanos prehistóricos. Pasamos mucho tiempo buceando y explorando, y cuando por fin encuentras restos humanos, es como una lotería. Piensas, vaya, gracias, Dios mío. Tienes la gran oportunidad de tocar esas pruebas.

Es como una conexión entre el pasado y el futuro, en el presente. Pero, ¿por qué hay huesos humanos bajo el agua? No fueron arrastrados por la corriente. Debieron depositarlos aquí cuando las cuevas no estaban inundadas. Durante la glaciación, gran parte de los huesos humanos se desplazaron.

Parte del agua del mundo estaba congelada en grandes capas de hielo, por lo que el nivel del mar era mucho más bajo que el actual, hasta 120 metros más bajo, cambiando la línea de costa y la forma de América. En aquel momento, el sistema de cuevas de Yucatán estaba lo suficientemente seco como para que la gente entrara y enterrara allí a sus muertos. La fase seca terminó hace 8.000 años.

Desde entonces, las cuevas han estado sumergidas, sellando y protegiendo cualquier resto humano. En total, González y su equipo han recuperado 8 esqueletos del sistema de cuevas. Es la colección más grande de seres humanos prehistóricos encontrada en América del Norte.

Y el hallazgo estrella es este, la Mujer de Naharon. Este fue el primer esqueleto que encontramos en las cuevas y también es el más antiguo. Sabemos que se trata de una mujer joven, gracias a que tenemos los huesos de la cadera, es diferente a la de los hombres. El cráneo también es un buen indicador del sexo de una persona.

El cráneo de la mujer de Najarón es muy fino, es muy delicado, correspondiente muy posiblemente a una mujer de joven. En vida, medía 1 metro 40 centímetros. y solo tenía 20 años cuando falleció.

La datación de sus huesos por radiocarbono sugiere que ocurrió hace 13.500 años. Los arqueólogos creen que Eva formaba parte de un clan de nómadas. Vivían en los bosques, a 65 kilómetros del sistema de cuevas. Solo entraban en ellas para enterrar a sus muertos. Cuando Eva fue descubierta, su esqueleto estaba intacto y no presentaba alteraciones.

Había sido colocada allí deliberadamente, a 400 metros de la entrada más cercana. Las pruebas sugieren que Eva fue depositada en ese lugar en una especie de entierro ritual. Se trata del primer indicio de espiritualidad en toda Norteamérica.

Pero, ¿por qué tomarse tantas molestias y realizar una ceremonia en la oscuridad? A 400 metros de la entrada de la cueva. Normalmente se encuentran en la parte más profunda de la cueva, bastante lejos de la entrada, pero no lo sabemos. No sabemos con certeza por qué elegían estos lugares específicos.

Octavio Rettig es un chamán moderno. Cree que las cámaras más profundas eran portales a un mundo espiritual, en el que los chamanes se comunicaban con los espíritus usando drogas psicotrópicas. Hoy, Arturo González va a simular su efecto mediante una sustancia extraída de las glándulas de un sapo mexicano. Amor, amor, amor infinito.

Gracias, gracias, gracias. Soy antropólogo, soy paleontólogo y creo en el racionalismo, pero ahora entiendo mejor por qué elegían estos lugares específicos para hacer sus entierros o entrar... en contacto con las almas. Estos rituales de hace 13.500 años son los primeros cestellos de cultura que aparecen en América. Pero para los arqueólogos, eso supone un problema.

Eva ya vivía en Yucatán siglos antes de que alguien llegase a Norteamérica. Durante décadas, se ha asumido que los primeros americanos llegaron desde Siberia a pie. Durante la glaciación, el nivel del mar era tan bajo que el actual estrecho de Bering era un puente de tierra. Pero una vez que esas personas entraron en Alaska, no pudieron seguir avanzando, ya que Canadá estaba cubierta por dos grandes casquetes glaciares y era una barrera infranqueable.

Solo cuando el mundo se calentó y las capas de hielo comenzaron a derretirse, surgió una ruta hacia el sur. En Alberta, la evidencia de esa ruta hacia el sur es fácil de encontrar. Hay una serie de rocas gigantes esparcidas por las llanuras.

Se las conoce como bloques erráticos, porque no pertenecen a este paisaje. Esta roca enorme no debería estar aquí. Su lugar de origen está a unos 160 kilómetros al norte, pero quedó atrapada entre estos dos enormes casquetes de hielo que la arrastraron hacia el sur. Cuando los casquetes se derritieron, depositaron la roca aquí. Estos bloques parecen aislados, pero al cartografiarlos en el paisaje, nos ofrecen una imagen excelente del corredor que existía entre estas dos gigantescas capas de hielo.

En realidad, definen el paso hacia Norteamérica. Una vez que se abrió un paso libre de hielo, hace aproximadamente 13.000 años, la gente pudo caminar hacia el sur, hasta el territorio actual de Estados Unidos. A ambos lados, habría enormes casquetes glaciares separándose y derritiéndose. O irían correr el agua del deshielo y fuertes crujidos al formarse grietas y verían caer grandes bloques de hielo. A medida que avanzaban hacia el sur, llegarían a lugares que nunca antes habían pisado los humanos.

No habría signos de vida humana. Y sabrían que eran las primeras personas en ver esos paisajes. En este nuevo mundo había manadas de grandes bestias. Pero ninguna más grande que el mamut colombino.

Con un peso de hasta 9 toneladas, era una promesa de abundancia para quien pudiera cazarlo. La primera prueba de que los americanos prehistóricos cazaban mamuts se halló en los años 30. En una serie de yacimientos del suroeste, los arqueólogos encontraron puntas de lanza junto a huesos de mamut. Estas puntas de lanza pasaron a conocerse como puntas Clovis, nombre de uno de los yacimientos arqueológicos en Clovis, Nuevo México. Desde entonces se han hallado muchas más por todo Estados Unidos.

Son tan comunes que los arqueólogos hablan de una cultura Clovis en referencia a quienes las fabricaban. Este abrigo rocoso, en los Ozarks, es un nuevo yacimiento arqueológico. Las excavaciones apenas han comenzado, pero parece que los Clovis lo utilizaban como lugar de acampada.

Hace 13.000 años, los grupos familiares se alojaban aquí unos días antes de reanudar su viaje. La vida giraba en torno al alimento. Encontrarlo, procesarlo y consumirlo. Los cazadores-recolectores eran tan activos que consumían hasta cuatro veces más proteínas que las personas actuales. Matt Ineren es uno de los directores del yacimiento arqueológico y es un experto en la talla de pedernal.

Es capaz de hacer una punta Clovis tal y como la habrían hecho los primeros americanos. Esto es una punta Clovis, un ejemplo increíble de la tecnología de la edad de piedra. Nadie en la edad de piedra había visto nada igual. Cuando empezaron a hacerse, hacía más de 13.000 años. Los bordes son muy afilados a lo largo de toda la hoja.

Y debido a que tienes... estos surcos a ambos lados, se puede encajar fácilmente en el extremo de una asta para crear una lanza. Esto les debió facilitar el trabajo de derribar a las grandes bestias de la edad de piedra.

En muchos sentidos, podría considerarse el primer invento americano. Esto es una punta Clovis que he hecho yo. En la prehistoria la habrían encajado en una asta de madera o en una caña y la habrían amarrado para hacer una lanza. Luego habrían fijado la caña a un atlatel o lanzadardos para darle mucho más impulso y poder derribar a los grandes animales de la última glaciación.

Lo he abatido. ¡Vaya! La punta Clovis ha atravesado el blanco de 7 centímetros y medio. Es fácil imaginar el daño que habría causado a una presa.

Es un arma increíble. Pero ¿cómo lograron los Clovis abrir nuevos caminos? ¿A dónde ir?

¿Qué hacer en una tierra inmensa y desconocida? Bob Stevens es apache. Cazador, rastreador y experto en supervivencia. Aquí, rodeado de naturaleza, en este paisaje. Siento el viento.

El viento sopla a través de mí. Todos los sonidos forman parte de mí. Laten al ritmo de mi corazón. No solo me convierto en el mundo que me rodea.

El mundo que me rodea se convierte en mí. Nos fundimos en uno. Los Clovis no tenían ningún manual de instrucciones. Nadie que les dijera dónde cazar.

Tenían que averiguarlo por sí mismos. Lo primero que hay que hacer es buscar un punto alto. Y una vez que estás en un punto alto, puedes ver mejor lo que te rodea. La Tierra te habla. Todos los animales bajarían por ese lado hasta el fondo del cañón y necesitarían caminos para bajar a beber.

Se concentrarían en esa área porque ni a este lado del cañón, ni a este, hay accesos. El paso está cortado, así que tendrían que bajar por este punto. Este sería un buen lugar para establecer un campamento temporal y trabajar desde aquí, explorando los alrededores.

Es increíble la velocidad a la que pasaron por aquí las primeras personas que cruzaron el puente de tierra por Alaska. Tal vez sintieran la necesidad de explorar. Tal vez había algo que los impulsaba a mirar más allá de la siguiente colina.

a subir la siguiente ladera. Y cuando vengo aquí, siento las mismas ansias de saber qué es lo que hay más allá de la última colina que puedo ver. Ir hasta allí, mirar y decir, ya sé lo que hay. ¿Y qué veo? Otra colina.

Eso mantiene vivo el impulso de ir siempre más allá. El objetivo de esta historia es lo bien que refleja algunas ideas clásicas del oeste norteamericano. Hombres duros que viajaban a nuevas tierras solo para conquistarlas y colonizarlas. ¿Pero es cierta la historia?

¿Fueron los cazadores Clovis los primeros habitantes de América? Las pruebas arqueológicas más antiguas que dejaron atrás son de hace 13.000 años. Pero en Yucatán, Eva vivió hace 13.500 años.

Es cientos de años anterior a los Clovis. Si Eva y su pueblo llegaron al sudeste del continente tan pronto, los humanos debieron pisar Norteamérica por primera vez mucho antes que hace 13.000 años. Entonces, ¿cuándo llegaron? Y, ¿cómo llegaron aquí?

Jacqueline Gill cree que puede fechar la llegada de personas a Norteamérica no estudiando huesos o herramientas, sino mediante el estiércol. Existe un tipo de espora fúngica, conocida como esporormiela, que prospera en el estiércol rico en nutrientes de los grandes herbívoros. Cuanto más animales, más estiércol.

Y cuanto más estiércol, más esporas. Lo fantástico de estas esporas es que duran miles o decenas de miles de años. Así que podemos excavar el suelo y viajar al pasado para averiguar cuántos animales había en un lugar concreto. Jacqueline Gill toma muestras de barro de antiguos lechos lacustres. Añade un disolvente y las centrifuga para extraer las esporas fúngicas.

De ese modo puede contarlas y calcular cuántos animales había en la prehistoria. Animales como mamuts y mastodontes. Después de muchas horas contando esporas, me di cuenta de algo interesante.

Hace 15.000 años había una gran cantidad de esporas, lo que significa que había muchísimos animales en el entorno. Pero entonces sucedió algo. Hace unos 14.800 años, el número de esporas empezó a disminuir y hace unos 13.500 años desaparecieron por completo. La desaparición de estas esporas sugiere que los animales eran cazados mucho antes de que aparecieran las primeras puntas Clovis. Para cuando aparecieron los cazadores Clovis en Norteamérica, el número de animales grandes ya se había diezmado, lo que significa que debía haber personas aquí mucho antes de lo que pensábamos.

Pero si había gente cazando animales antes de que surgiera la cultura Clovis, ¿dónde están sus restos arqueológicos? Este es un hueso de costilla descubierto en el estado de Washington, en la Península Olímpica. Pertenece a un mastodonte, una especie de elefante emparentada con el mamut. La singularidad de este hueso de costilla es esta otra masa de hueso que tiene incrustada.

Así que hicimos un escáner de alta resolución para ver el interior del hueso y creamos un modelo tridimensional del aspecto que tendría. El objeto es claramente artificial. Y no es una punta Clovis, sino un tipo más básico de punta de lanza que penetró en la costilla. Es la punta de un proyectil de hueso que lanzaron contra este animal.

Atravesó la dura piel del mastodonte y penetró unos 20 o 25 centímetros en su cuerpo, desgarrando el tejido. Y por casualidad la punta acabó incrustada en la costilla del animal. El animal siguió moviéndose y la punta del proyectil se rompió, quedando incrustado en la costilla.

No conocíamos la edad exacta, así que lo datamos por radiocarbono, y resultó ser de hace 13.800 años. Este animal fue perseguido y cazado por humanos, casi ocho siglos antes de que la cultura Clovis apareciera en Norteamérica. 8 siglos antes de que la cultura Clovis apareciera en Norteamerica Debía haber pasado mucho antes de lo que ya sabemos Fue sincrito y habría sido la que pasaba más Cada vez está más claro Los primeros norteamericanos no eran cazadores Clovis Que llegaron a través de un paso sin hielo hace 13.000 años Tenía que haber otro acceso a Norteamérica.

John Erlandson cree que los primeros norteamericanos llegaron en barco hace 16.000 años. Aunque el continente estaba prácticamente cubierto por hielo, La costa del noroeste del Pacífico estaba en su mayoría libre de hielo. Era posible encontrar una ruta hacia el sur que evitase los icebergs y vivir de la abundancia del mar. Una de las razones por las que la ruta costera es tan atractiva es esto, algas marinas.

Estos bosques de algas se extendían por todo el Pacífico. Estas algas son muy productivas. Liberan miles de millones de esporas y crecen hasta un metro al día. Son la base de una compleja cadena trófica formada por peces, mariscos, mamíferos marinos y, además, son comestibles y muy sabrosas. Están buenas.

En lugar de llegar caminando por un paso entre el hielo, los primeros americanos pudieron llegar remando por una autopista de algas. Hay bosques de algas a lo largo de toda la costa pacífica, desde el norte hasta el sur de América, hasta la Patagonia. Viajar por la autopista de algas habría sido más rápido y fácil que acceder por tierra.

al no existir variaciones de terreno y manteniéndose siempre al nivel del mar. Las teorías antropológicas sugerían que el hombre no empezó a pescar y a construir barcos hasta hace 10.000 años. Pero eso nunca tuvo sentido para mí. Las costas son muy productivas.

¿Cómo iban a ignorarlas los humanos durante el 99% de la historia? También creo que muchos llegaron por el paso sin hielo. Pero es más probable que antes lo hicieran por mar y que los primeros americanos se adaptaran a la vida en la costa.

Cualquier evidencia arqueológica de una migración costera ha desaparecido debido a la subida del nivel del mar. Pero según esta teoría... La costa del Pacífico debía estar salpicada de campamentos improvisados.

La gente se habría movido de cabo a cabo, pescando peces y mamíferos marinos y recolectando algas. Luego se habrían desplazado por mar, siempre siguiendo la línea de costa, sin perder de vista la Tierra. Debió ser un viaje increíble hasta llegar a la costa y explorar lugares que ningún ser humano había pisado antes.

Es posible que estos navegantes se hubieran dirigido entonces hacia el interior, siguiendo algún gran río. De esta manera, podrían haber navegado hasta el corazón del continente. Para la gente que navegaba por la costa, estos ríos habrían sido como desvíos de la autopista de algas. Habrían proporcionado a los pueblos costeros los recursos necesarios para explorar el interior y finalmente colonizar Norteamérica.

El sistema fluvial norteamericano proporciona un posible mapa de su viaje. Si llegaron tierra adentro por el río Columbia, podrían haber llegado al Missouri, que desemboca en el Mississippi y finalmente en el Golfo de México. De esta manera, personas como Eva podrían haber cruzado el continente mucho antes de que se abriera el paso entre el hielo. Pero si los humanos llegaron a la costa y navegaron por los ríos, ¿dónde están sus restos?

¿Quiénes eran? ¿Y qué fue de ellos? Uno de los esqueletos prehistóricos más completos de Norteamérica se conserva en este museo. Pertenece a un hombre que pudo haber sido uno de los primeros inmigrantes costeros que viajó por la autopista de Algas. Pero es imposible filmar sus huesos, ya que es un riesgo para su seguridad.

Se encuentran tras varias puertas cerradas, con alarmas y cámaras de seguridad. Además, el esqueleto en sí cuenta con dos sistemas de alarma propios. Es como si estuviera en la cámara de seguridad de un banco, de una ciudad fuertemente protegida, por así decirlo. Sería muy difícil entrar y llegar hasta los restos.

El esqueleto fue descubierto en 1996. Se trata de un hombre enterrado hace 8.500 años, junto al río Columbia, cerca de Kennewick, Washington. Se le conoce como el hombre de Kennewick. Pero inmediatamente, las tribus locales exigieron que fuese enterrado de nuevo.

Los nativos americanos tienen derecho a que se les devuelvan restos antiguos. Si pueden demostrar la existencia de un vínculo ancestral, las autoridades están obligadas a entregar cualquier hueso para su reentierro, un proceso conocido como repatriación. Pero con el hombre de Kennewick no ha sido así, a pesar de los esfuerzos de líderes tribales como Armand Minthorne.

Nuestro estilo de vida es diferente. Tenemos leyes no escritas que transmitimos de generación en generación. Pero también debemos seguir la ley.

Trabajamos con el gobierno. Estábamos listos para la repatriación. Pero entonces los científicos intervinieron porque querían hacer sus estudios.

Así que llevamos el caso al juzgado. Los antropólogos creen que los restos son demasiado importantes e intrigantes para ser enterrados de nuevo. Y presentaron una demanda para evitar la repatriación. Desde entonces, el hombre de Kennewick se encuentra en una especie de limbo. Y su destino aún está por decidir.

Oculto a la vista. En 2004, un juez permitió que los huesos fueran examinados por Doug Ausley. Su despacho se encuentra en el Instituto Smithsonian y es uno de los principales antropólogos forenses del mundo.

Su equipo estuvo dos semanas con el esqueleto para llevar a cabo un examen definitivo. Generaron tantos datos que tardaron nueve años en publicar los resultados. En resumen, el hombre de Kennewick pesaba unos 72 kilos, medía alrededor de unos 70 y tenía unos 40 años.

Era un hombre robusto, muy fuerte, tiene los huesos muy robustos y el cuerpo muy ancho. Su brazo derecho es mucho más grande y fuerte que el izquierdo. Eso está directamente relacionado con el uso del atlatl, con el que debía hacer un movimiento fuerte y rápido.

Al lanzar hay que inclinarse, saltar y aterrizar sobre la pierna izquierda. Es increíble, pero se aprecia perfectamente un mayor desarrollo en la pierna izquierda que en la derecha. Pero al parecer, las mismas armas. Una lanza y una plátel fueron utilizadas contra el hombre de Kennewick. Si observamos su pelvis, el hueso de la cadera tiene incrustada una punta de lanza.

¡Ahhh! Seguramente eso lo derribó. ¡Ahhh!

¡Ahhh! Le atravesó el hueso pélvico derecho y le fracturó parte de la cresta ilíaca. Pero, en cierto modo, fue afortunado, ya que, de haberle dado un poco más a la izquierda, le habría alcanzado los órganos y le habría matado.

También tenía cinco costillas rotas. Posiblemente se las fracturaron al mismo tiempo que recibió la lanzada. El tipo de lesión que presenta en las costillas es similar al que presentaría una persona a la que han pateado.

Su atacante estaba lo suficientemente cerca como para darle una fuerte patada y romperle las costillas. Pero era un tipo duro y sobrevivió. Fue capaz de escapar y vivió 20 años más después de eso. ¿Qué más pueden revelar los huesos del hombre de Kennewick? Ausley ha analizado su composición química, su marcador isotópico.

Esto muestra lo que comía y de dónde procedía su alimento. Al hacer el análisis isotópico, hemos hallado un trazador marino. Y lo primero que pensamos fue que al haber tantos salmones en el río Columbia, cerca de donde vivía, era algo natural.

Pero los niveles de carbono eran tan altos que es imposible que se produjeran por comer peces de río. En lugar de eso, el hombre de Kennewick parecía haber vivido a base de una dieta de mamíferos marinos. Este hombre procedía de la costa y, según sus marcadores isotópicos, dependía de ella en gran medida.

El resultado del análisis indica que la base de su alimento eran las focas y que procedía del centro de Alaska. Según las pruebas forenses, el hombre de Kennewick tenía un estilo de vida similar al de los primeros inmigrantes costeros y se alimentaba gracias al mar. Viajaría tierra adentro por el río Columbia más adelante.

Eso me sorprende muchísimo. Jamás lo habría imaginado. Cualquiera que viera esto pensaría que este era su hogar. Pero no, no era de allí. Los nativos americanos rechazan esta idea.

Lo llaman el antiguo. Y creen que era uno de los suyos. Su entierro en el río Columbia sugiere que no era un viajero solitario.

sino parte de una comunidad establecida. Creemos que el antiguo vivió de manera similar a como vivimos hoy. Comía los mismos tipos de alimentos, hablaba el mismo idioma y pescaba en el mismo río.

Y lo más probable es que fuera enterrado con una ceremonia. ya que había otras personas. Cuidaron de él y lo enterraron tal y como hacemos hoy en día. Nosotros creemos que cuando nuestro cuerpo va a la Tierra debe permanecer ahí hasta el final de los tiempos. Eso es lo que creemos.

Y aunque lo enterrasen hace 9.000 años, no importa. Cuando un cuerpo es sacado de la tierra, como el del antiguo, su viaje es interrumpido. Se detiene.

Para evitar futuras excavaciones, Las autoridades cubrieron el lugar del enterramiento junto al río Columbia con piedras. Pero los huesos aún no han sido devueltos. Los grupos tribales afirman que el hombre de Kennewick es su antepasado. Los científicos no pueden aceptar ese hecho, solo porque no está escrito en un libro. Pero para mí está claro, porque lo vivo a diario.

Buck Ausley no está de acuerdo. Piensa que no existe un vínculo ancestral entre los nativos americanos actuales y el hombre de Kennewick. Sus cráneos tienen forma distinta.

Esta es la calavera de un nativo americano. Tiene mejillas muy anchas y un cráneo bastante corto y ancho. Es muy diferente de la del hombre de Kennewick. Este, en lugar de tener un cráneo corto y ancho, lo tiene mucho más largo y estrecho. Y su cara, la anchura de su cara, es mucho menor y menos robusta que la de los actuales nativos americanos.

Podríamos preguntarnos, ¿a quién se parece entonces el hombre de Kennewick? ¿En qué lugar encajaría mejor? Y comparando sus rasgos con humanos de todo el mundo, vemos más similitudes con los polinesios.

La reconstrucción facial del hombre de Kennewick se basa en los rasgos faciales de una tribu polinesia llamada Ainu. Se trataba de un pueblo de cazadores-recolectores del norte de Japón, que casi desaparecieron por completo en el siglo XX. Sus cráneos son largos y estrechos, similares a los del hombre de Kennewick. No estoy diciendo que sea polinesio. Lo que quiero decir es que hace 10.000 o 15.000 años, este era el aspecto que tenían los humanos en la costa de Asia, el de aquellos cazadores-recolectores marítimos.

Los esqueletos de Yucatán son iguales. El cráneo de Eva es largo y estrecho, como el del hombre de Kennewick. No se parece en nada a los nativos americanos modernos.

Según esta teoría, la primera oleada de inmigrantes llegados a Norteamérica fueron personas como el hombre de Kennewick y Eva, con cráneos largos y estrechos. Pero hace unos 8.000 años, debió llegar una nueva oleada de personas, con cráneos anchos y redondos. Aniquilaron a aquella primera oleada y continuaron poblando América. De ser cierto, los nativos americanos actuales no están directamente relacionados con el hombre de Kennewick y no tienen derecho alguno sobre sus huesos.

Pero hay una forma segura de averiguar si se trata de un antepasado. Utilizando el ADN. Se pensaba que los huesos del hombre de Kennewick estaban demasiado degradados para proporcionar datos genéticos. Pero es que Will Slurf es un pionero en el campo de la genómica antigua. Su equipo ha logrado extraer un poco de ADN utilizable que podría probar si el hombre de Kennewick estaba o no emparentado con los nativos americanos actuales.

Como científico, pienso que la polémica es muy emocionante, porque eso significa que si logro resolverla, el resultado tendrá importancia. Significará algo, será importante. Una vez obtienen el ADN, hacen millones de copias y las introducen en una máquina de secuenciación de alto rendimiento.

Tiñéndolas con colorante, la máquina desencadena una serie de reacciones químicas. Constelaciones de luz de todo el genoma pueden fotografiarse y analizarse hasta el más mínimo detalle. Por supuesto, soy genetista, así que no soy imparcial.

Pero creo que la genética actual, y sobre todo la genómica que llevamos a cabo aquí, es una herramienta muy poderosa para abordar este tipo de cuestiones sobre la ascendencia. Willerslev ha invitado a Armand Mirzom y a otros líderes tribales a visitar el país. visitar su laboratorio y descubrir las últimas novedades sobre el hombre de Kennewick. Pero primero los lleva a la sala blanca para mostrarles cómo se extrae el ADN de los restos antiguos.

Hoy están trabajando con un diente de 500 años de antigüedad, perteneciente a un vikingo. Hay muy, muy poco ADN en estos materiales. Y con el fin de leer el código genético, tenemos que machacarlo y extenderlo. extraerle el ADN, por así decirlo. El proceso es similar al que hicimos con la muestra del antiguo, pero en su caso fue un hueso, no un diente.

Nos molesta un poco estar aquí y ver esto, lo que se está haciendo. No nos gusta cómo tratan a los restos humanos. Deben tratarse como algo sagrado.

Pero es ciencia. Y nosotros, como tribu, estamos empezando a comprender en qué consiste la ciencia. Este encuentro de ciencia y tradición termina con una oración.

Siempre estamos pensando en el antiguo, donde quiera que esté. Cuando vi lo mucho que significaba para ellos, me emocioné mucho. Estoy seguro de que creen estar haciendo un sacrificio al permitirme tomar muestras del hombre de Kennewick.

Pero es un sacrificio que deben hacer si quieren tener alguna posibilidad de recuperar los huesos. Lo que tengo en este tubo de aquí... Independientemente de sus dudas con respecto a la investigación genética, las tribus están a punto de recibir buenas noticias. Este es el ADN del antiguo y ya hemos secuenciado parte del genoma. En base a estos análisis, podemos ver que el antiguo está más relacionado con el pueblo indígena contemporáneo que con cualquier otro pueblo del mundo.

Es un dato importante, porque se había afirmado que el antiguo no estaba relacionado con los nativos americanos actuales. De ser ese el caso, el ADN del antiguo habría sido similar al de algún otro pueblo del mundo, por ejemplo, al de las tribus asiáticas, pero no ha sido así. A quien más se asemeja es a los nativos americanos. Es realmente alentador oírte decir eso.

Nosotros siempre lo hemos sabido. Y esto solo confirma y reconfirma lo que siempre habíamos dicho. Si algo de lo que hemos averiguado puede serviros de ayuda a la hora de recuperar al antiguo, estaré encantado incluso de declarar en un juicio para defender la fiabilidad de los resultados y las pruebas. De acuerdo.

El ADN podría cambiarlo todo. Una vez que la secuencia genética del hombre de Kennewick esté completa, será una nueva prueba en la campaña para su repatriación. Si la genética está en lo cierto, no hubo dos oleadas de inmigrantes en América, sino sólo una.

Eva, el pueblo Clovis, el hombre de Kennewick, todos pertenecen al mismo grupo genético que los nativos americanos modernos. Todos son un pueblo. Los nativos americanos actuales pueden parecer diferentes a sus antepasados, pero eso no es inusual.

Alrededor del mundo, casi todos somos diferentes de nuestros antepasados prehistóricos. Ninguno de nosotros somos quienes una vez fuimos. John Hawks estudia cómo ha cambiado la biología humana en los últimos 10.000 años.

Los primeros pobladores nos fascinan y es algo natural, porque son nuestros antepasados. Pero al observar sus cráneos, nos hemos dado cuenta de que sus caras no son como las nuestras. Hemos cambiado. La pregunta más obvia es ¿por qué?

Hawks cree que los seres humanos son muy sensibles a los cambios en su estilo de vida. Una vez que dejamos de cazar y recolectar, empezamos a comer alimentos diferentes. Solo eso fue suficiente para cambiar la forma de nuestros cráneos.

Y al vivir en ciudades, nuestros cerebros no tienen que esforzarse tanto. Confiamos en la inteligencia de los demás. Puede parecer sorprendente, pero cuando empezamos a asentarnos, nuestro cráneo no solo cambió de forma, sino que comenzó a encogerse. Y tal vez nuestros cerebros se encogieron también. Los primeros pobladores vivían en grupos muy pequeños.

Cualquier cosa que quisieran hacer, tenían que aprenderla. Debían aprender a buscar cualquier alimento que quisieran comer. Y el conocimiento acumulado durante generaciones, debían almacenarlo aquí. Sobreviviendo base de ingenio, estos pioneros abrieron un nuevo mundo.

Ya vinieran por mar o por tierra, ahora sabemos que llegaron al menos 2.000 años antes de lo que se pensaba anteriormente. Y que poblaron América a una velocidad vertiginosa. El mismo espíritu de exploración fue compartido por otros pobladores del mundo. Los genetistas creen que eran sus genes lo que les impulsaban a asumir riesgos, aceptar los cambios y buscar cosas nuevas. Algunos lo han llamado el gen de la exploración.

Y sigue presente en nuestro ADN hoy en día. Los primeros pobladores eran exploradores. Abrían nuevos caminos. Crearon el mundo en el que ahora vivimos. Y ese vínculo genético entre nosotros y ellos ha perdurado a través de los años, conectándonos a ellos y empujándonos a ir donde no hemos estado antes.

Ninguna otra especie hace lo que nosotros. Desplazarse, explorar y habitar cada rincón del planeta. Y lo hacemos porque ellos lo hacían. Nuestros antepasados, los primeros hombres.