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Filosofía de la Historia y Fetichismo

¿Cómo es que el fetichismo, la mercancía y la enajenación del trabajo han penetrado a todas las facetas de la sociedad? ¿Cómo ha afectado esto a la economía, la ley, la burocracia y a todo el trabajo intelectual? ¿Cómo es que un texto de hace 100 años nos puede iluminar acerca de la realidad social que estamos viviendo? Hola, soy Amilcar Paris Mandoki y gracias por acompañarme a filosofía de la historia. En esta cápsula comenzaremos a ver el ensayo de Georg Lukács, la cosificación y la conciencia del proletariado. Veremos la manera en la que expone cómo es que la naturaleza fetichizada de la mercancía afecta a la sociedad. Veremos este fenómeno en la producción, en la estructura del gobierno y en el día a día. Y veremos cómo es que esto se ha intensificado en los últimos 100 años. Así que comencemos de una vez. Georg Lukács fue uno de los filósofos y teóricos marxistas más destacados del siglo XX. Nació en Budapest en 1885 en lo que en ese momento era el imperio austrohúngaro, en una familia acomodada de origen judío. Obtuvo primero un doctorado en ciencias políticas y económicas y luego en filosofía en la Universidad de Budapest. En ese tiempo participaba en círculos socialistas y anarquistas, hacía teatro y su perspectiva intelectual era modernista y antipositivista. Después de ese periodo se fue a estudiar a la Universidad de Berlín y se vuelve amigo de Max Weber, Georg Simmel y Ernst Bloch. Fue influido por la tendencia intelectual dominante de Alemania, por lo que se comenzó a suscribir a un pensamiento neocantiano. Durante la Primera Guerra Mundial, Lukács fue eximido de participar en la guerra, regresó a Budapest y se convirtió en líder del círculo dominical, que organizaba eventos culturales. Al final de la Primera Guerra Mundial, Y con el éxito de la revolución bolchevique, Lukács se convirtió en un activista político y socialista. Su pensamiento se torna marxista y se une al Partido Comunista de Hungría en 1918. Fue uno de los principales organizadores del levantamiento comunista de Budapest en 1919, que resultó en un breve gobierno comunista en Hungría antes de ser aplastado por las fuerzas reaccionarias. Después de la fallida revolución, Lukács se escondió y huyó a Viena. Ahí escribe una serie de ensayos que se publicaron conjuntamente como historia y conciencia de clases, entre ellos la cosificación y la conciencia del proletariado. Este ensayo está dividido en tres partes y en esta cápsula veremos la primera que trata del fenómeno de la cosificación. Lukács comienza su ensayo afirmando que todos los problemas de este estadio de la humanidad remiten al enigma de la estructura de la mercancía. Es decir que Para entender a esta sociedad de un modo radical hay que entender la estructura de la mercancía. Esto es porque la estructura de la relación mercantil domina a tal grado a nuestra sociedad que es el prototipo de todas sus formas de objetividad y subjetividad. Para Lukács esta dominación tiene su raíz en el carácter fetichista de la mercancía que había explicado Marx en el primer capítulo del Capital. Lo vimos en el video que hice al respecto y si quieren revisarlo de nuevo la liga debe estar por aquí, pero vale la pena que haga aquí una explicación express para refrescar. Como seguramente recordarán, Marx adopta y desarrolla la teoría de valor-trabajo, es decir que el valor de las mercancías viene del tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas. Esto significa que el valor de las mercancías surge de la actividad de quienes la producen y que el valor de cambio, el valor de una mercancía expresado en términos de otra mercancía, consiste en una relación social entre quienes produjeron tales mercancías. El problema viene de que aunque el valor se produce en el trabajo, se realiza en el intercambio. Es decir, que aunque es el trabajo la fuente de valor de las mercancías, este valor sólo lo podemos expresar hasta que las intercambiamos o las vendemos. Esto oculta la verdadera naturaleza de la relación social. Como el valor se expresa en el momento del intercambio, parece que surge en el intercambio, pero las proporciones correspondientes en el intercambio, es decir, los valores de cambio de las mercancías, dependen de lo que ocurrió tiempo antes, en la producción. Pero no es evidente en ese momento y se genera la ilusión de que la proporción por la que unas mercancías se cambian por otras es una relación entre mercancías y no entre quienes las produjeron. Por ejemplo, si se intercambian 20 pares de calcetines por un par de pantalones, esto no es porque el par de pantalones intrínsecamente vale 20 veces lo que un par de calcetines, sino porque el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir el par de pantalones es 20 veces el necesario para producir el par de calcetines. Quien está ofreciendo los calcetines no vio el trabajo que tomó hacer los pantalones, así que no es natural que relacione su trabajo con el trabajo de la otra persona. No sabe que el intercambio es la relación de trabajos, pero aún así lo hace. Pero, ¿por qué el fetichismo? El término fetichismo fue acuñado por el enciclopedista ilustrado francés Charles de Brogliez. De Brogliez lo utiliza para realizar un análisis de las religiones de África y de Australia partiendo de las descripciones de los exploradores colonialistas europeos de la época. Quería establecer una teoría evolutiva de la religión en donde el primer estadio era el de las religiones fetichistas, las cuales adjudicaban propiedades mágicas, a productos generados por la mano humana, es decir a artefactos o facticcios en latín. Marx retoma este término, también usado por Hegel, y resalta que esta cualidad de asignarle propiedades mágicas a los objetos no es única de las sociedades primitivas, sino que es inherente a toda sociedad en la que se produzcan mercancías. Y es que considerar el valor como una cosa inherente a la mercancía y no una relación social entre productores, es darle al objeto artificial propiedades mágicas cuyo origen real se encuentra en relaciones humanas. Por todo esto, Lukács reafirma que el fetichismo se encuentra en la esencia de la estructura de la mercancía y lleva a una forma de objetividad. Lukács nota también que el dominio cuantitativo de las mercancías del capitalismo se convierte en una característica cualitativa de la sociedad. ¿Cuántas interacciones sociales no están mediadas por el carácter de la mercancía? Si tienes un trabajo en el que te pagan un salario, tu fuerza de trabajo es una mercancía que vendes constantemente. Cuando descansas y sales a comer algo, probablemente consumirás alguna mercancía y cuando salgas y te veas con tus amigas o amigos podrán descansar en una plaza comercial si y sólo si están ahí consumiendo mercancías. Podemos que en las tesis sobre Feuerbach, Marx afirma que la objetividad no es inherente a los objetos, sino que es una relación social. Por eso, si la mercancía es esencialmente fetichista, es porque la relación social mercantil lo es. Y si la forma de relación social dominante es mercantil, la objetividad dominante será fetichizada. Esto no siempre fue así. Aunque las mercancías existieran anteriormente, la relación mercantil no siempre fue la forma dominante. Lukács nos recuerda que en otros tiempos y en distintas sociedades existía el intercambio, pero la proporción en la que se daba este intercambio no seguía las reglas cuantitativas de oferta, demanda y tiempo de trabajo. La proporción era más casual, más dependiente de las condiciones particulares de cada intercambio. Lukács dice que esto se debía a que había una cantidad limitada de objetos que podían ser intercambiables, es decir, que asumían la forma de mercancía. Cuando la actividad productiva de la mayoría de las personas era agricultura de subsistencia, solían ser muy pocos objetos los que tomaban la forma de mercancía y esta capacidad de ser intercambiables era parte de su valor de uso, por ejemplo las herramientas o los artículos de luz. Al pasar del tiempo, entre estas sociedades los mercaderes aparecieron y comenzaron a conectarlas entre sí. La actividad de estos mercaderes era diferente a la de quienes permanecían en un solo lugar. Para los mercaderes el intercambio era algo más regular y eso les permitía establecer la equivalencia entre los intercambios. Lukács nos recuerda que de acuerdo con Marx así comenzó el capital mercantil, con un movimiento que mediaba entre polos, pero sin dominarlos aún. Es decir, la forma mercantil existía al margen del resto de las relaciones sociales, No era una forma que daba forma a las demás. Pero ahora sí. Ahora vivimos con la forma mercantil como dominante. Ahora vivimos en una sociedad en la que el mismo trabajo es una mercancía. Aquí y ahora tenemos que vender nuestra fuerza de trabajo como mercancía para sobrevivir y la actividad de ese trabajo se nos enfrenta como algo objetivo que nos domina por obra de leyes ajenas. Lukács dice que esto nos afecta objetivamente y subjetivamente, es decir, en nuestra relación con los objetos y en nuestra relación con nosotros mismos. Objetivamente surge un mundo cristalizado de cosas y relaciones cósicas cuyas leyes se nos contraponen como poderes invencibles y autónomos. ¿Por qué sube el precio de la comida? ¿Por qué es más fácil comprar un pastelito lleno de azúcar y edulcorantes que una fruta? ¿Por qué ya no podemos comprar ningún aparato que dure más de 5 años? Estas cosas están determinadas por las leyes del mercado, leyes que nos aparecen como ajenas, no son cosas sobre las que podemos decidir ni de manera individual ni de manera colectiva. Aunque todo esto es producto de la actividad humana, a los seres humanos nos aparece como autónomo. Del lado subjetivo lo que sucede es que nuestra actividad misma se nos objetiva. En el trabajo asalariado nuestra actividad es una mercancía, y así como la mercancía funciona de manera autónoma, nuestra propia actividad se hace bajo la voluntad de alguien más, de procedimientos y de dictámenes externos. Tú no decides lo que haces, lo decide el patrón. Él decide cómo te mueves, en qué orden lo puedes hacer. ¿A qué hora y durante cuánto tiempo puedes ir al baño? ¿Cómo le hablas a la gente? Además, todo esto depende de la igualdad formal del trabajo. Para las empresas no importan las diferencias entre una persona y otra, todas deben poder hacer el mismo trabajo. Las capacidades de todos para producirles ganancia tienen que ser las mismas. Y esto es intrínseco a la forma de mercancía. Para poder igualarlas mediante el trabajo socialmente necesario tenemos que afirmar la igualdad de los trabajos. Por eso, Lukács dice que el trabajo abstracto surge a la vez como producto y como presupuesto de la producción capitalista. La producción capitalista usa la abstracción del trabajo, pero al volver a la forma mercantil como dominante, convierte a cada vez más trabajos en trabajos abstractos. Esto es muy claro en la transición de la producción artesanal de sillas a la producción industrial. En la relación gremial, un aprendiz tenía que pasar por muchos años de entrenamiento antes de que tuviera habilidad suficiente para producir una silla que estuviera de acuerdo a los estándares del gremio. Y una vez que se convirtiera en un maestro artesano, producía sillas muy particulares, sillas que tuvieran su sello personal. Pero con la producción industrial. Solo es necesario entrenar a un trabajador durante unos días o incluso unas horas para que desarrolle una actividad que es idéntica a la de todos los que están en esa posición en las demás fábricas que producen la misma silla. Para la empresa, el trabajo no es un trabajo especial de un artesano con su estilo particular, es un trabajo abstracto que puede ser intercambiado por cualquier otro. Lukács observa que en el desarrollo histórico que abstrae el trabajo, También se puede observar una creciente racionalización de esto. Como vimos, la abstracción elimina las propiedades cualitativas del trabajo y del trabajador, es decir, sus propiedades individuales y humanas. Este cambio se logra gracias a la descomposición del trabajo. Como Adam Smith muy adecuadamente describió en La riqueza de las naciones, en la división del trabajo el proceso que anteriormente hacía una persona se descomponía en un conjunto de procesos distintos. Adam Smith había descrito como la producción de alfileres mediante la división del trabajo se descompone en una serie de procesos, estirar el alambre, cortarlo, afilar cada parte, hacer la cabeza, barnizar, lo que a una sola persona bien capacitada le tomaba mucho tiempo, separada en un conjunto de procesos fáciles de aprender le toma a un conjunto de personas una fracción de ese tiempo. Esta abstracción y descompon… posición del trabajo, lleva además a la calculabilidad como tiempo de trabajo medio registrable. Ahora se puede calcular con altísima precisión cuánto tiempo debe tomar cada una de las tareas que componen la producción de cualquier mercancía. Tal vez a distintos artesanos alfileros con distinta habilidad les tome un distinto tiempo hacer cada alfiler, pero podemos medir cuánto debe tomarle alguien con un par de días de entrenamiento el cortar 10 pedazos de alambre. ¿Cuánto tiempo debe tomar afilarlos, ponerles cabeza o barnizarlos? Lukács utiliza el ejemplo del sistema Taylor, un método de administración desarrollado por Frederick Taylor a principios del siglo XX que se enfoca en la eficiencia y la maximización de la producción industrial. Se basa en la idea de que la producción puede ser mejorada a través de la aplicación de principios científicos a la gestión y organización del trabajo, así como mediante el análisis y la optimización. de los procesos productivos. Consiste en una búsqueda constante de eliminar los tiempos muertos y optimizar el uso de la maquinaria y la fuerza de trabajo. Establece que los trabajadores deben ser entrenados y supervisados de cerca para garantizar la máxima productividad. Para Lukács este sistema, que implica un control muy cercano de cada movimiento y acción del trabajador, penetra hasta el alma misma del trabajador. Es la máxima expresión del trabajo enajenado en el que la voluntad individual del trabajador sobre su propia actividad se elimina por completo, para ser reemplazada por el criterio último de la eficiencia. El principio de calculabilidad es la racionalidad del capitalismo. Investiga profundamente las leyes parciales especiales de la producción y busca descomponer la complejidad en sistemas cada vez más parciales y más racionalizados. Las consecuencias subjetivas de este proceso son evidentes. Lukács observa que esta racionalización no solo descompone a la producción, también descompone al sujeto y lo desgarra. Para esta racionalidad que estandariza cada vez más el proceso productivo, las peculiaridades humanas de las y los trabajadores solo son fuentes del error. El proceso es diseñado para personas promedio, con extremidades promedio, cuerpo promedio, energía promedio y mente promedio. Todo lo que en ti sea diferente del promedio es una fuente del error para el proceso productivo. Aunque cuando Lukács escribió esto el término no existía, Lo que es evidente aquí es que el capacitismo es absolutamente inseparable del capitalismo. El capitalismo busca un trabajo abstracto, estándar. Para la producción capitalista cualquier cuerpo o mente que se aleje del estándar es un error. Cualquier diferencia se convierte en una discapacidad. Más allá del capitalismo, las diferencias son lo que nos hace quienes somos. Ser humano es pertenecer a una gama infinita de posibilidades. Pero para el capitalismo no somos humanos, somos mercancía, nuestro trabajo es mercancía y las mercancías deben ser iguales entre sí. En la fábrica si un vaso sale diferente a los demás se descarta y lo mismo sucede con la fuerza de trabajo. En un restaurante de comida rápida el cuerpo rentado debe ser capaz de usar las herramientas específicamente elegidas para la actividad específica. Debe tomar exactamente 45 segundos juntar los elementos de la hamburguesa, pero las herramientas son diseñadas para un cuerpo específico. El tiempo medio para un proceso se calcula para un cuerpo con características promedio. Cualquier otro cuerpo es un cuerpo defectuoso. Si tu mente no te permite estar sentada horas frente a una tabla de Excel sin un descanso, para el capitalismo tienes una mente defectuosa porque tu actividad laboral es defectuosa. En el trabajo asalariado vendes tu fuerza de trabajo y mientras es usada no te pertenece. Los requisitos del trabajo se definieron a priori y tienes que adecuar tu actividad a esos requisitos. Te insertan en un sistema mecánico, un sistema completo y que funciona con independencia de ti. Lukács observa que entre más mecánico y repetitivo sea el trabajo, la actividad va perdiendo cada vez más su carácter de actividad para convertirse en una mera actitud contemplativa que termina siendo más cansada y enervante. El trabajo parcial mecanizado se convierte en una realidad cotidiana permanente e insuperable que desgarra los vínculos que tenían los sujetos entre sí en el trabajo en una comunidad. Ahora, la unión entre personas en una actividad solo sucede por las leyes abstractas de la mercancía. Pero esta cosificación que surge en la producción capitalista se expande a toda la sociedad. Lukács reconoce que esto no es algo nuevo. En la producción esclavizada las personas eran explotadas y cosificadas en masa, pero las sociedades esclavistas como Grecia, Roma y Estados Unidos mantenían una separación entre la población cosificada y el resto de la sociedad. Sin embargo, en el capitalismo, la satisfacción de todas las necesidades se cumple mediante las mercancías. El trabajo se hace convirtiéndote en mercancía, para comer hay que adquirir mercancía, Para ver a tus amigos hay que consumir mercancías, para educarte hay que consumir mercancías, para entretenerte hay que consumir mercancías. Esto universaliza la categoría de mercancía, lo que lleva a que el destino del trabajador libre no sea un destino separado del resto de la sociedad, sino que sea el destino universal de toda la sociedad. La atomización y el aislamiento del individuo en la producción capitalista también refleja conscientemente que el destino de todos los miembros de la sociedad está regido por leyes unitarias. Es decir, que cada vez más nuestra capacidad de actuar se somete a las mismas leyes del mercado, lo cual se hace innegable en el actual momento de crisis inflacionaria, donde al mismo tiempo, de manera uniforme y casi universal, nuestra actividad se ve reducida, pues como ésta se tiene que ejercer mediante el consumo de mercancías, pues... Cuando estas se vuelven más caras tenemos menos opciones para desenvolvernos. La actividad productiva es el primer momento de la cosificación mercantil, es el más inmediato y evidente. Sin embargo, Lukács observa que esta cosificación trasciende a la fábrica. Refiere a que Max Weber menciona que la sociedad moderna se conforma como una fábrica, pero hace una distinción muy precisa. Observa que la división del trabajo y su racionalización destruyen todo proceso orgánico y unitario del trabajo y de la vida. Esto lleva a que cada una de las funciones parciales se independice y se desarrolle según la lógica de su propia individualidad. En la economía mercantil estos sistemas no tienen una coordinación orgánica sino casual. Es decir, que a nivel micro, a nivel de la unidad productiva, existe la máxima racionalización, pero a nivel macro, a nivel del sistema económico, sólo está el caos y la casualidad del mercado. Por eso Para Lukács es inevitable que se desquicie su cohesión a modo de crisis, en cuya estructura se muestra una intensificación de la cantidad y la intensidad de la vida cotidiana de la sociedad burguesa. Esta contradicción entre el todo casual y los sistemas parciales racionales tiene su raíz en el trabajo enajenado y su manifestación primaria en el fetichismo, en especial en el fetichismo dinerario. Esto es algo que Marx explica hasta el tercer tomo del Capital. Pero Lukács retoma los puntos más importantes. Es la percepción dentro del capital financiero que el dinero genera dinero. Es ver al dinero y los instrumentos financieros como valores que se autovalorizan. Este fetichismo es aún más descabellado que el fetichismo de la mercancía. En aquel, el valor que era una relación social entre personas adopta para las personas la forma de una relación entre cosas. Aquí, la actividad de la persona que trabaja. La generación de valor adopta para la persona que no trabaja una cualidad de un pedazo de papel. La realidad es que los valores no se autovalorizan. Las acciones de una empresa suben de valor porque hay personas en fábricas generando valor nuevo mediante su trabajo. Estas empresas obtienen el dinero para pagar los intereses del banco explotando a los trabajadores. El valor de los securities derivados de las hipotecas aumenta solo porque la gente que trabaja tiene que generar valor y pagar esas hipotecas. Sin embargo, para Wall Street la producción de valor no aparece como una relación social, sino como una relación de una cosa consigo misma, como una propiedad del dinero. ¡Santas supersticiones modernas Batman! Hay que tener claro que el fetichismo no es un conjunto de creencias falsas que se adhieren accidentalmente a la conciencia. El fetichismo es un producto de la relación social enajenada, de la unión de sistemas parciales racionales por un todo casual. Los comerciantes de instrumentos financieros realizan una actividad con un altísimo grado de racionalidad, hacen uso de herramientas matemáticas y electrónicas sumamente complejas que les permiten en muchas ocasiones sacar ventaja en estos procesos. Pero su actividad, aunque altamente racional, se encuentra totalmente desconectada del todo económico. Estas personas saben un montón acerca de instrumentos electrónicos y matemáticos, pero no ponen un pie en la fábrica de la empresa de quienes son las acciones que están comerciando. Quienes compran y venden los derivados financieros de los bienes raíces hacen cálculos complejísimos para predecir su precio, pero muy rara vez saben quiénes son los que están pagando las hipotecas y qué casas representan estos instrumentos. El resultado de esta contradicción. Es por un lado el fetichismo con el que se relacionan con los instrumentos y por el otro las crisis financieras que ahora son inseparables de la economía capitalista. Este fetichismo se refleja más evidentemente en la manera en que la disciplina económica hegemónica entiende al capitalismo. La economía liberal es un sistema formal abstracto y máximamente matematizado de leyes que es incapaz de conceptualizar la crisis. pues solo existe para servir a los intereses de la clase capitalista. El problema de raíz es que la economía burguesa se pasa por alto que a las relaciones cuantitativas, los números y cálculo de valores, corresponden también relaciones cualitativas, es decir, los valores de uso. Lukács refiere a Rosa Luxemburgo, quien decía que en la búsqueda de la conceptuación del capitalismo se había perdido la visión orgánica del tablío économique. de François Quigny, un economista de la ilustración francesa que inspiró a Adam Smith. Tal vez hablemos de él en el futuro. Pero así como sucede en Wall Street y las facultades de economía, Lukács observa cómo es que la cosificación se extiende sobre el resto de la sociedad. Afirma que en la burocracia este problema se muestra muy claramente. Para él es una adaptación del modo de vida, trabajo y conciencia a los presupuestos económicos y sociales de la economía capitalista. Identifica en ella la división y especialización del trabajo, mediante la separación entre una burocracia superior y una burocracia inferior. La primera busca constantemente una formalización y racionalización de todas las cuestiones que se manifiesta en el infinitamente creciente número de formas y oficios que se requieren en cada proceso que involucra al capitalismo. Hay formas para todo y reglas para usar esas formas. Y si no tienes la forma y no la llenaste de la forma correcta, Tienes que formarte para llenar otra forma. ¿Y con quién tienes que tratar una vez que llegas al principio de la fila donde te formaste para que te dieran la forma? Con la burocracia inferior, que tiene la desventura de tener que ser la interfaz mediante la cual interactúas con esta superestructura, pues la racionalización la obliga a un modo de trabajar mecanizado y sin espíritu. Para ti ese proceso se inserta en un todo orgánico que es tu vida. Pero las y los burócratas están obligados a tratar a este proceso según los protocolos que le dictan desde afuera, según la racionalidad interna que está totalmente desconectada del todo orgánico. Esas personas tienen que separar y aislar ese proceso, es uno más de la línea de producción, he ahí el origen de tu angustia y malestar. ¿Y por qué la alta burocracia busca esta formalización? Porque el aparato estatal sirve al sistema económico y sus leyes y derecho surgen concorde a las necesidades de éste y se adhieren a su estructura. Como todo lo demás, en el capitalismo las regulaciones jurídicas tienden a convertirse en un sistema cerrado que busca ser aplicable a todos los casos imaginables y posibles y que se presenta como algo terminado y fijo. Este sistema obliga al juez a incluir documentación para demostrar la objetividad y racionalidad de su sentencia a tal grado que su razonamiento pueda ser calculable en líneas generales. El criterio individual del juez, así como las características particulares del trabajador, son fuentes del error. La toma de sus decisiones tiene que ser predecible y de acuerdo a principios establecidos a priori, de tal modo que no sea más que un autómata de la aplicación de artículos. Como este sistema legal no toma en cuenta las necesidades de las personas, para nosotros aparece como un sistema rígido. Sin embargo, ante el capitalismo, el sistema jurídico es un sistema fluido y cambiante que se adapta a las necesidades del desarrollo de las fuerzas productivas y le provee de nuevos instrumentos legales. Así como sucede ante la producción, ante la ley los seres humanos aparecen como contempladores. Esta se encuentra separada por completo de nuestra voluntad y está sometida al capitalismo. La teoría que emerge de esta ley cosificada, la ciencia jurídica, refleja esto. En la Se partía de la idea de la igualdad y universalidad del derecho para luchar por el derecho natural. Esta lucha buscaba que la racionalidad determinara la forma y contenido del derecho, es decir, cuáles y cómo son los derechos. Pero esta postura just naturalista fue perdiendo terreno ante el just positivismo de la escuela crítica histórica. La esencia de esta escuela es que el contenido jurídico es algo puramente fáctico, incomprensible para las categorías formales del derecho mismo. Es decir, que la racionalidad no penetra en cuáles son las leyes, sino sólo en la forma que éstas toman. A los yus positivistas les encanta decir, esas no son las formas, porque todo se trata de la forma, no importa la causa. Esta ciencia jurídica se vuelve análoga a la economía, mientras una no puede comprender las crisis que se presentan en el mundo. la otra no puede entender el nacimiento y la caducidad del derecho. Y es que el origen de ambas es lo mismo, las alteraciones de las correlaciones de fuerzas entre las clases. Al no querer ver la lucha de clases como el origen de las leyes, la ciencia jurídica rechaza la comprensibilidad del derecho y prefiere concebirlo como una trascendencia formal del sustrato material. Cuando en los manuscritos de 1844 Marx había descrito la enajenación del trabajo, principalmente se refería al trabajo físico. Pero aquí, Lukács describe cómo este fenómeno ocurre en la economía, la burocracia, el derecho, pero también en el trabajo intelectual en general. En la oficina se separan ciertas capacidades de la personalidad total y éstas se objetivan frente a ella en forma de cosa. Quien haya hecho trabajo intelectual asalariado no tendrá dificultad en entender esto. Si te toca trabajar en una revista que promueve restaurantes, solo una de las partes de tu personalidad se puede verter en los artículos que escribes. Puedes darle rienda suelta a la parte de ti que quiere mencionar los alcances culinarios del restaurante que reseñas, pero debes reprimir la crítica a sus prácticas laborales opresivas o las políticas racistas que usan para asentar a la clientela. Lukács hace especial énfasis en el trabajo periodístico en el cual la capacidad expresiva se convierte en un mecanismo abstracto que funciona según sus propias leyes independientes de la personalidad. Todo tipo de especialistas se vuelven vendedoras y vendedores de sus capacidades objetivas cosificadas. En lugar de manifestar su voluntad libre sobre estas capacidades, éstas se someten a los parámetros que ha establecido la empresa, y sus portadores no son más que espectadores de su funcionamiento autónomo. Lukács además reconoce que el trabajo intelectual abarca también el trabajo científico y este tampoco ha escapado la cosificación. Sí, el desarrollo de las ciencias modernas lleva consigo una claridad metódica acerca de sí mismas. Las ciencias saben cómo hacen sus descubrimientos, cómo avanzan y cómo verifican sus hallazgos. Sin embargo, al igual que las demás esferas intelectuales dentro del capitalismo, Consisten en una sistematización formal cerrada de leyes parciales y especiales. Esto tiene la consecuencia que la ciencia se separa de sus propios problemas ontológicos. Es decir, entiende muy bien el cómo, pero no tanto el qué. Han refinado muy bien el método, pero no se preocupan por lo que están haciendo y por qué lo están haciendo. Progresan más rápido en los descubrimientos de lo que pueden acomodar esos descubrimientos en un entendimiento del todo y del por qué. Esto se convierte en una incapacidad para asir al mundo situado fuera de su campo, es decir a la propia realidad concreta. Esta incapacidad, esta renuncia de las ciencias a la realidad concreta, es una renuncia a la búsqueda de la conexión con el todo que debería de ser la filosofía. Lukács dice que como la sociedad burguesa es ya incapaz de realizar una alteración radical del punto de vista la filosofía burguesa. Acepta como necesarios los resultados y métodos de las ciencias especiales y se da a la tarea de justificar y descubrir el fundamento de la validez de sus conceptuaciones. Es decir, en lugar de ser una filosofía crítica, la filosofía burguesa solo está ahí para dar legitimidad al pensamiento cosificado que produce el capitalismo. Lukács partirá de esto para hacer un análisis profundo de la crisis de la filosofía burguesa y cómo la conciencia de clases del proletariado es la superación de esta crisis. Pero voy a dejar esto para el próximo video porque quiero hablar de cómo este texto escrito hace 100 años es más relevante aún hoy. El capitalismo no ha dejado de tener las características descritas por Marx en el siglo XIX ni aquellas descritas por Lukács hace un siglo, sigue siendo un conjunto de sistemas parciales cada vez más racionalizados en un todo caótico. Lo que Lukács no se imaginaba era cómo esta racionalización avanzaría y se extendería con el desarrollo posterior de las fuerzas productivas y el gobierno norteamericano como un ejército protector del capitalismo. El origen de la comida rápida llevó el taylorismo a la industria de servicios. McDonald's convirtió la preparación de alimentos en un proceso sumamente racionalizado y altamente enajenante. La habilidad de cocinar o la sazón personal No son algo que buscan estos empleadores que prefieren contratar a jóvenes que se puedan ajustar mejor al proceso de producción que está dado a priori. McDonald's convirtió a la comida preparada en mercancía, pues cada Big Mac es idéntica a cualquier otra. Deben saber iguales sin importar quién fue quien la preparó, porque la preparación está racionalizada y los trabajadores no deben ser más que la encarnación del proceso racional que las prepara. Un proceso que se ha extendido al resto de la industria restaurantera y de los demás servicios. Después de este desarrollo surgieron nuevas herramientas para administrar y calcular con una mayor precisión. La invención del transistor y el desarrollo de las computadoras llevó a una mayor escala la hiperracionalización de los sistemas parciales. En la economía eso se convirtió en un aumento exponencial del fetichismo dinerario. Las computadoras permitieron un mayor alejamiento entre el instrumento financiero y la realidad. Ahora ni siquiera es un pedazo de papel, son números en la computadora y ni siquiera es necesario hablar de una representación de una empresa, que son las acciones, sino que existen derivados financieros que representan conjuntos de empresas, conjuntos de préstamos hipotecarios, conjuntos de esos conjuntos, conjuntos de los conjuntos cortados, revueltos y reconjuntados. En 2008, Wall Street estaba intercambiando derivados de derivados financieros que nadie sabía qué significaban, hasta que llegó la realidad que solo significaban deudas de trabajadores que no podían pagar porque eran explotados demasiado. Las finanzas mundiales colapsaron y la reserva federal norteamericana acudió a salvar a los millonarios para que se felicitaran y se pagaran más dinero. Y ni me voy a meter a las criptomonedas y los NFTs porque es lo mismo pero peor. Pero les prometo un video al respecto. Cada vez más el trabajo intelectual se está enajenando mediante la racionalización de las tecnologías de la información. Cada vez más Las decisiones respecto a cualquier actividad son arrebatadas a las personas y establecidas en sistemas digitales de indicadores. Los sistemas gubernamentales de investigación establecen puntajes para los tipos de actividades que pueden hacer los investigadores y los llevan a realizar actividades en formatos y cantidades específicas para maximizar sus propios puntajes. Los sistemas de asistencia a atención al cliente indican los pasos que los trabajadores deben de seguir y las palabras que tienen que decir. La labor periodística ya ni siquiera está sometida a los estándares del mercado, sino a los de los algoritmos de las redes sociales. La verdad y la información toman un segundo lugar ante la viralidad y el engagement. Los sistemas racionalizados a priori ante los cuales nos sometemos no son más una realidad concreta a la que se llega solo mediante el análisis de la sociedad, sino una realidad inmediata empírica en la forma de sistemas digitales en internet. Pues el internet es la encarnación pura de lo que describe Lukács, sistemas racionales parciales conectados con un todo casual. El internet es una interconexión caótica sin una estructura orgánica que conecta a un conjunto eternamente creciente de dispositivos racionales diseñados para sacarnos nuestra atención. Ahora no solo mientras trabajamos, también mientras intentamos descansar. Podría continuar, pero con este texto Lukács apenas inicia la tradición del marxismo occidental, una tradición que desde esa época tuvo muy claros los problemas del capitalismo. Valdrá la pena seguir adelante. analizándolo a él y a sus sucesores a partir de las siguientes cápsulas así como la relevancia que los conceptos que crearon tienen hoy en día. En la próxima cápsula continuaré con este texto, así que hasta… Antes de irme tengo un anuncio importante. Este video es algo largo y si has llegado hasta aquí entonces eres una persona que tiene sede aprendizaje, con una visión crítica del mundo y que aprecia el trabajo que realizo en este canal. Como te podrás imaginar, YouTube tiende a preferir colores. anuncios en videos consumistas como unboxings y reseñas de celulares, en lugar de en videos críticos del capitalismo como los que se presentan aquí. Si bien la publicidad en mis videos me ayuda en cierta medida, no es suficiente para sustentar esto como una profesión. Disfruto mucho hacer estos videos y me gustaría dedicarles más tiempo, por lo que he decidido abrir una cuenta de Patreon. Si no conoces esta plataforma, es una manera en la que personas como tú pueden apoyar económicamente a personas como yo y recibir recompensas. 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