La arquitectura romana fue eminentemente civil, adecuada a las necesidades del Estado y de la sociedad de Roma y dando lugar a numerosas tipologías arquitectónicas adecuadas a cada necesidad, incluyendo las obras de ingeniería civil. Fue una arquitectura funcional, que buscaba sobre todo la utilidad, de acuerdo con el pragmatismo romano, y adecuada a servir del mejor modo posible a la función a la que estaba destinada y a la propia grandeza de Roma. No sólo buscaba la belleza, sino eminentemente lo útil, fundiendo lo bello y lo suntuoso con lo práctico y lo económico, en una visión ingenieril de la arquitectura que ha permitido que numerosas obras hayan llegado hasta nuestros días. Los romanos emplearon muy diversos tipos de materiales constructivos, especialmente materiales baratos que permitían una construcción rápida y económica, aunque luego los revestían de materiales nobles o de estuco decorado para dar una apariencia de lujo y de suntuosidad a los edificios.
El hormigón u opus caementitium fue un material fundamental. Era una mezcla de piedras, arena, sustancias cementantes y agua que servía para la construcción de un edificio. no sólo para los muros sino también para las bóvedas y para las cúpulas.
Era un material moldeable, barato y resistente. Los romanos llegaron a desarrollar usando una piedra volcánica, la puzzolana, hormigones ligeros y de gran calidad que incluso fraguaban en el agua. El hormigón se colocaba en moldes realizados en madera, el encofrado y en los arcos y las bóvedas se empleaba una cimbra también de madera.
También emplearon otros materiales que combinaron con el hormigón, como el ladrillo y la piedra, dispuestos de formas muy diferentes de acuerdo con las necesidades de construcción, dando lugar a los diferentes tipos de aparejos u opus romanos. Opus quadratum, la sillería, opus latericium, con ladrillo, opus mixtum, mezcla de piedra y de ladrillo, opus incertum, mampostería, Opus spicatum, con ladrillos dispuestos en forma de espina de pez, opus reticulatum, con los materiales dispuestos en forma de red, opus mixtum spicatum, opus mixtum incertum, etc. La arquitectura romana fue eminentemente práctica y ecléctica, aunando la tradición griega, basada en los órdenes, el sistema dintelado, etc., y la herencia etrusca. de la que adoptaron, entre otros aspectos, el empleo del arco y de la bóveda. Los romanos emplearon, por lo tanto, tanto el sistema adintelado como el abovedado, de acuerdo con la necesidad arquitectónica, e incluso los combinaron en la tradicional combinación romana de arco y dintel, también conocida como sistema de arco de triunfo, que rompe con el estatismo de la arquitectura griega y le dota de un sentido de ritmo y dinamismo.
El principal elemento sustentante fue el muro, perdiendo las columnas muchas veces su función sustentante, siendo sustituidas por pilastras o medias columnas con una función básicamente decorativa. Los romanos emplearon los órdenes griegos, pero teniendo gran preferencia por el corintio por su riqueza y decorativismo, aunque también crearon dos nuevas combinaciones de órdenes propiamente romanas. El orden toscano, de influencia etrusca, Posee un capitel semejante al del orden dórico, pero con columnas de fuste liso y no estriado, y normalmente suele llevar basa y un plinto por debajo. Su friso no solía estar dividido entre iglifos y metopas, y sustituyó al orden dórico en la arquitectura romana. El orden compuesto fue muy empleado, y era una combinación del capitel corintio y de las volutas jónicas.
En los entablamientos, Fueron muy habituales los frisos muy decorados con relieves, habitualmente de guirnaldas o de bucráneos, cráneos de buey. Una aportación romana fue la superposición de órdenes arquitectónicos en diferentes pisos separados por entablamentos, sucediéndose de abajo hacia arriba los órdenes toscano, jónico, corintio... El arco más empleado fue el de medio punto, que como la bóveda fue un legado de la civilización etrusca y que permitía trasladar de modo oblicuo los empujes.
El uso de bóvedas de cañón desarrolladas mediante el desplazamiento de un arco de medio punto a través de un eje longitudinal y de bóvedas de aristas creadas al entrecruzarse dos bóvedas de cañón permitió a los romanos cubrir espacios mucho más amplios que con la arquitectura adintelada. Dado que los empujes laterales eran muy fuertes, las reforzaban con gruesos muros y grandes contrafuertes. Normalmente las construían con ladrillo y hormigón mediante armazones de madera llamados cimbras. Los romanos también emplearon otros tipos de bóvedas, como las anulares, semejantes a las de cañón, pero con un desarrollo curvo y no recto, las bóvedas de horno o de cuarto de esfera para cubrir las exedras de sus edificios y también las bóvedas vaídas o rebajadas. Una de las grandes conquistas arquitectónicas de los romanos, símbolo de poder, de divinidad y de perfección, fue el uso de la cúpula o bóveda de media naranja, de forma semiesférica y originada por la revolución de un arco de medio punto 360 grados sobre sí mismo.
Estas cúpulas precisaban de gruesos muros de contención de los empujes, pero permitían crear espacios grandiosos e impresionantes. Precisamente por el empleo de la bóveda y de la cúpula, se considera a los romanos como los creadores del espacio interior en la arquitectura, abandonando la concepción escultórica de la arquitectura griega y concibiendo el edificio básicamente como espacio interior apto para numerosos usos. En este sentido los romanos también fueron fundamentales en el desarrollo de la concepción axial del espacio interior en la arquitectura, estableciendo un itinerario entre la entrada y el ábside y un eje longitudinal, como ocurría en las basílicas. También fueron los creadores de los llamados espacios centralizados, que establecen una simetría central basándose en el uso de cúpulas.
Estos dos modelos tendrán enorme trascendencia en la arquitectura posterior. A diferencia de la arquitectura griega, muchos de los edificios de la arquitectura romana se iluminaban interiormente con luz natural, a través de amplios vanos en los muros o mediante óculos en su parte superior. Por otra parte, hay que señalar que la arquitectura romana tuvo un carácter eminentemente propagandístico, al servicio del poder y de la gloria de Roma, siendo fundamental en el proceso de romanización.
De aquí derivan su monumentalidad y colosalismo, su suntuosidad y también la creación de tipologías constructivas de carácter propagandístico y conmemorativo como los arcos de triunfo y las columnas conmemorativas. Al igual que la propia civilización romana, fue una arquitectura eminentemente urbana, al servicio de las necesidades de la vida pública de la ciudad. con una concepción urbanística de la arquitectura y considerando al edificio como un elemento integrado en el espacio urbano, normalmente en función de su fachada pública. Los romanos desarrollaron un urbanismo muy particular que se mostró en las numerosas ciudades que fundaron por todo su imperio.
Para darles una estructura racional, combinaron el modelo hipodámico griego con la propia estructura de los campamentos de sus legiones para favorecer así su comunicación. De este modo, el espacio interior, rodeado de una muralla con puertas monumentales de origen etrusco, se estructuraba en torno a dos vías principales perpendiculares y que se cortaban en el centro, el Cardo y el Decumanus. En el cruce entre el Cardo y el Decumanus se encontraba el Foro, centro neurálgico de la ciudad, y en el que se encontraban los principales monumentos y edificios públicos. El resto de las calles se trazaba de modo paralelo a estas vías principales en una disposición ortogonal que originaba manzanas.
Cada ciudad contaba con un foro, aunque las más importantes, como Roma, llegaron a contar con varios de ellos. Estos foros eran promovidos por los principales gobernantes y emperadores como muestra de su poder y magnanimidad para contar con el apoyo del pueblo romano. La arquitectura romana se materializó en muy diferentes tipologías arquitectónicas necesarias para la vida del ciudadano romano, tanto privada como pública, tales como viviendas, templos, basílicas, curias, mercados, termas, teatros, anfiteatros, circos, arcos de triunfo, columnas conmemorativas, etc. Pero también fue fundamental la obra pública. como infraestructura necesaria para dar servicio a las ciudades, destacando los sistemas defensivos como las murallas, los de abastecimiento y saneamiento como acueductos y cloacas y las vías de transporte y comunicación como calzadas, puentes o puertos.
En suma, la arquitectura romana recogió los tres principios que formuló Vitruvio en su obra de reaedificatoria. Venustas, belleza, firmitas, firmeza, utilitas, utilidad. Por ello erigió obras útiles, grandiosas, bellas y duraderas que han perdurado hasta nuestros días.