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Ruta del Estaño y Comunidades Mineras

Cuando desvié por este camino que va hacia el norte de Potosí, mi mente estaba pensando en estaño, en este mineral con una gran historia por detrás, y de pronto ya estaba ingresando a Huanumi por una calle larga con árboles secos. Lo veía como un pueblo triste, que le faltaba vida. Una plaza vacía, con un casco de minero en la parte alta, me daban la bienvenida. Y también estaba en esta plaza el monumento a Juan Lechín Oquendo, quien fue otrora un destacado líder sindical de los trabajadores mineros. Al ladito nomás, por entre una enredadera de cables, se podía ver la iglesia. Igual, como descuidada y sencilla por dentro. No pude hablar con nadie, las pocas personas que encontré ahí se notaban calladas y me miraban como bicho raro. Pero bueno, en sus pequeñas plazuelas también se notaba la fuerza y la lucha de esta población y ni qué decir que el Che Guevara influyó mucho en el pensamiento minero. En pleno ocaso, desde arriba, se podía notar que era grande nomás el pueblo, al pie del cerro Pozoconi. Pero mi meta era llegar a dormir a Yayagua, así que emprendí el camino muy bien asfaltado, por entre montañas de color tierra, para llegar 45 minutos después a esta ciudad. Increíble el frío che, esto está totalmente congelado, miren el techo totalmente congelado Lo primero que quería hacer es divisar la ciudad de Yallagua, una ciudad a la cual hace más de 20 años atrás llegué para conocerla. Pero esta vez mi sorpresa fue grande ver que ese pequeño pueblo minero se convirtió en una hermosa ciudad y hasta había edificios y la canchita que conocía se convirtió en un estadio muy bonito. Y otra cosa, no lo estaba viendo desde cualquier lugar, sino desde la punta de unos cerros artificiales que hay aquí. llamados granzas. Miren nomás la inmensidad de estos cerros. Ahí el visitante puede notar la inimaginable cantidad de estaño que explotaron dentro de los socavones, ya que todas estas piedritas salieron del fondo de la mina. En realidad las granzas son piedra machucada, piedra que ha sido triturada para extraerle el material. Millones y millones de piedras forman estos cerros que ven aquí. Las granzas son cerros artificiales. En verdad, estar al medio de la ciudad era nuevo para mí. Todo había cambiado. La pequeña placita ahora era un hermoso parque en medio de edificios y esa iglesia vieja ahora tenía un aspecto moderno, bien vistoso. Música Sus jardines estaban muy bien cuidados y ahí no más cerquita estaba la plaza de armas, que también había sido ampliada. para las demostraciones en los desfiles y festividades. aquí la verdad. Luego, yendo por una calle peatonal bien concurrida, llamada la calle Linares, se llega hasta el distrito de siglo XX, que tiene como ícono su plaza del minero, que mirando de frente, se puede ver al minero con su fusil en la mano. Por el costado, la boca mina con un minero a tamaño real sacando mineral, y en la parte baja, casi imperceptible. oculto está el tío de la mina. Algo que noté es que este minero tiene los pies amarrados, ya que según cuenta la historia, en muchas ocasiones a eso de las 3 de la mañana, el minero no estaba ahí, se iba en busca de su amada, y por ese motivo, para que no se mueva del lugar, amarraron sus pies. ¡Qué increíble historia, che! Y así de increíble... era el mercadito campesino que está a solo una cuadra de la Plaza del Minero. Señora, usted tiene talla grande, dice. Ahí hay talla. Para mí quiero. ¿Cuál es grande? Echa la punta esa. ¿Este? Pues. Ah, verdad. ¿Qué número es este? Cuarenta y dos. No, de mí es cuarenta y seis. Mire, queda chico. Muy alto estás creciendo. ¿Qué? Muy alto estás. Con la burbujita. de chicha morada, de amanecería, de emborracharía. Había de todo ahí, desde monteras que se ponen para bailar el tinku, hasta unas bolas de tierra que se habían sabido llamar colpas. Y con eso, la gente de bajos recursos se lavan el cabello. Yo por mi parte, ahí en la plaza del minero, vi que vendían unas piedras para hacer yajua y me compré una. Listo che, esto se va. hasta Alto Bene. Pero estando ahí por inmediaciones de la Plaza del Minero, me acordé que había una bocamina por ahí cerca. Y efectivamente está solo a minutos del lugar, al pie de las granzas. Es una bocamina profunda desde donde emana ese olor a copajira que se siente en toda la ciudad. Gracias a una persona que estaba cuidando este sitio, pude ingresar un poco para conocer por dentro. Cuando salí de ahí, escuché unos golpeteos que venían de la parte de abajo. Me fui acercando lentamente y en un pequeño hueco había un gran barco. una mujer golpeando piedras con un combo. Me animé a acercarme para hablarle y con mucha amabilidad, Doña Flora, como se llamaba, me explicó cómo se saca el mineral de estas piedras. Cada uno tiene su paraje. ¿Cuál es el mineralcito? A ver, el estaño. O sea, esto es, aquí no tiene, poquito tiene, aquí está, esto es. Mira, esto estamos bajando. Ah, aquí está, ¿no ve? Sí, así tú es. Ah, verdad. Estamos machucando, después vamos a ir a moler, de ahí vamos a concentrar. Esas manos curtidas por el trabajo me hicieron botar un par de lágrimas, porque esto es Bolivia. La digna representación de la mujer Palliri, que sin pedir a nadie, trabaja muchas horas al día para llevar el sustento a su hogar. Dios bendiga siempre a mujeres valientes como ella. Muchas gracias, doña Flora. Listo, hasta luego. Muchísimas gracias. Pero había que seguir conociendo esta ruta del estaño. Así que, ¿qué pasa? así que me fui a conocer la mina de Cancañiris, subiendo por un camino hacia el cerro, desde donde se tiene una vista espectacular del distrito de siglo XX. Cuando llegué, había mineros saliendo de la mina, algunos empujando ese carrito que aquí le habían sabido llamar zorra, y otros saliendo del interior mina cargando sus quepirinas, que son esas bolsas que llevan en la espalda, y que aunque parecen pequeñas, son muy pesadas por el mineral que tiene dentro. También portan sus botas y obligadamente el casco de minero. Muy sacrificada labor donde la esperanza de vida por estos lugares se reduce solo a 50 años. por la enfermedad de la silicosis que llevan dentro sus pulmones. No podía escapar de esa realidad. Había tanta historia para mostrar que inclusive un poco más abajo aún quedaban vestigios de la exestación de trenes de la Salvadora. Y bajando por esos caminos angostos, había pequeñas casitas donde se procesaba el mineral. Aunque para ojos de muchos seguramente esto pasa desapercibido, en este lugar llamado siglo XX había mucho movimiento. En mi estadía por aquí, también pude conocer Catavi, un lugar donde hace muchos años era como el vergel de la gente pudiente, donde vivían personas extranjeras, ingenieros y entre comillas, gente importante. Hoy, en medio de esos vestigios, está de pie la iglesia que hizo construir a Albina Patiño, esposa del rey del estaño. una iglesia de piedra sencilla por dentro donde los fines de semana se celebra la misa dominical. Cerca de allí estaba la plaza, solitaria, donde solo escuchaba el ladrido de perros y estaba un bello monumento a la mujer Palliri, que deberían hacerlo mucho más grande porque se lo merecen. Mudo testigo de las masacres mineras, aún estaba de pie la radio 21 de diciembre, que junto a la radio La Voz del Minero de siglo XX y la radio Pío XII, tuvieron mucho que ver en ese episodio fatal para los mineros. Me refiero a la masacre de la ciudad de Pío XII, de Catavi en 1942 bajo el gobierno de Enrique Peñaranda y a la mayor masacre de la historia minera denominada la masacre de San Juan, donde el 24 de junio de 1967, bajo las órdenes de René Barrientos Ortuño, cientos de mineros fueron acribillados a bala. Hoy quedan restos de una época de bonanza, con grandes teatros como este de Catavi, o el de siglo XX, que según me contaron, en su época pisaron grandes artistas de renombre, pero también queda la historia de dichas masacres en esas paredes, donde así como en la plaza del minero, aún se pueden ver marcas de las balas que el ejército usó para acallar la voz de la gente en este lugar del mundo. Increíble, pero cierto, che. Y para despejar un poquito mi mente, ahí abajo estaban las aguas termales de Catavi. un lugar muy concurrido por toda la población del municipio de Yayagua. ¿Cómo está? Buenos días. ¿Nos puede decir los precios, por favor, para ingresar a las aguas termales? Primeramente tenemos el turco, a 20 bolivianos la hora, el técnico también a 20 bolivianos, el privado del 1 al 4, a 10. bolivianos y el pequeño también a 10 bolivianos. Posteriormente tenemos el mixto que es a 3 bolivianos, varones de 2 bolivianos, mujeres también de 2 bolivianos y hay uno particular para las jovencitas a 3 bolivianos. Gracias a la administración pude conocer los ambientes como el turco, el técnico ambientes privados y otros más económicos Muy recomendado el lugar donde además hay canchas de walley multifuncional y un pequeño parque para los niños. Ahora, si te gusta nadar, muy cerca de ahí está la piscina olímpica, cuya entrada es de 5 bolivianos, un poquito menos de un dólar, pero que estoy seguro te gustará. Además, esta piscina existe porque los catabeños habían sido grandes nadadores y que en muchas oportunidades representaron al país en eventos internacionales. Aún me quedaba visitar una población cercana a Yayagua, y sé que en un nuevo amanecer también vería cosas nuevas, que sí o sí antes de retornar, había que conocerlo. Me refiero a la población de Uncía y toda su historia viva que aún lleva adentro.