Historiadores y filólogos siguen debatiendo sobre la existencia de dos grupos de literatos en la generación finisecular, modernistas y noventayochistas. Un asunto complejo, pues hay coincidencias y diferencias entre aquellos escritores. Empecemos por las coincidencias.
Todos los mencionados autores se trataron en el Madrid del cambio de siglo. Su lugar de encuentro fueron los llamados cafés literarios, donde estos autores pasaban largas horas discutiendo, encuentros que a menudo acabaron en peleas y excisiones de tertulianos. El contacto habitual entre ellos se tradujo en algunas características comunes.
Su interés, las ideas, los estilos y la estética procedente de Europa. Sus críticas al régimen de la restauración. La participación en nuevos proyectos editoriales comunes. Su colaboración en los suplementos culturales de la prensa diaria. Así como la organización de actos de solidaridad como los homenajes de desagravio y los manifiestos conjuntos.
Pero también hubo diferencias, empezando por los liderazgos. Nadie cuestiona la influencia de Miguel de Namuno sobre el grupo de los tres, formado por José Martínez Ruiz Azorín, por Pío Baroja y por Ramiro de Maestu. Todos ellos contribuirían a la renovación de la literatura española. Asimismo, está reconocido el liderazgo del nicaragüense Rubén Darío entre los poetas de su generación. incluido su ascendiente sobre Salvador Rueda, que le superaba en edad.
El influjo del nicaragüense también alcanzó a Francisco Villaspesa, a Manuel Machado, al mexicano Amado Nervo y a Eduardo Marquina, entre otros. La polémica sobre la denominación de la generación finesicular la provocó a Zorín, que en 1913... acuñó la expresión generación del 98. Como características comunes a este grupo, mencionó el interés de sus miembros por los viejos pueblos y el paisaje castellano, su idealismo y su reflexión acerca de lo que constituía lo característicamente español, así como unos gustos artísticos comunes por maestros del pasado entonces poco valorados, como era el caso del greco y Francisco de Goya, entre otros grandes maestros españoles que coincidieron en reivindicar. También hay que mencionar sus esfuerzos por superar la literatura grandilocuente del siglo XIX, aportando en sus obras un lenguaje más rico y preciso, temáticas nuevas y estilos de redacción tan personales como innovadores. Lo cierto es que tanto Pío Baroja, que aquí aparece sentado con Azorín, como Ramiro de Maestu, negarían posteriormente la existencia de dicha generación.
En cambio, el pintor Ricardo Baroja, hermano de Pío y amigo de todos ellos, sí afirma que existió ese grupo, llegando a escribir un libro con el título de Gente del 98. En 1913... También se definió el modernismo, pues en este año el poeta Manuel Machado publicó un libro con el significativo título de La guerra literaria. En él consideró modernistas aquellos literatos rebeldes que como Alejandro Sawa, Ramón del Valle Inclán, Rubén Darío, Salvador Rueda y Jacinto Benavente se habían dedicado a luchar contra los escritores consagrados de la generación anterior.
A su juicio, los modernistas se caracterizaron por su afán de renovar la literatura española, adoptando planteamientos de grandes autores de otros países y promoviendo una anarquía que acabara con las escuelas oficialistas. Desde la perspectiva estilística hubo drásticas diferencias entre modernistas y noventayochistas. Los primeros se caracterizaron por imbuir de sutil belleza todos los atentos a la literatura española. asuntos, mientras que los noventa y ochistas prescindían de todo preciosismo, centrándose en lo auténtico y esencial, con un lenguaje tan arcaico como rudo.
Desde una perspectiva finalista, los modernistas anteponían las formas al contenido. Tratando de provocar el disfrute sensorial, dedicándose a asuntos amables y gratificantes. Mientras que los noventa yochistas daban más importancia a la carga ideológica, especialmente su búsqueda, a veces agónica, de la esencia inmortal de España.
Una patria que les inspiraba estéticamente, pero que deseaban cambiar. También hay diferencias en lo que se refiere al tipo de literatura, más cultivada por unos y otros. Todos los modernistas se dedicaron a la poesía, que les permitía regodearse en un gratificante mundo imaginado. Rubén Darío lo confesó abiertamente. Veréis en mis versos princesas, reyes, cosas imperiales, visiones de países lejanos e imposibles.
¿Qué queréis? Yo detesto el tiempo en que me tocó nacer. Esto a los noventa y ochistas les parecía una cursilería intrascendente. Un amuno llegaría a escribir Eternismo y no modernismo, es lo que quiero.
No modernismo, que será anticuado y grotesco de aquí a diez años, cuando la moda pase. En cambio, como intelectuales activistas, los del noventa y ocho se decantaron por el periodismo, la novela, el ensayo y el teatro. Todos estos géneros se caracterizan por facilitar la expresión de los mensajes comprometidos y regeneracionistas que albergan algunas de las generaciones de este grupo de escritores. Aunque también les fue posible escribir poesía muy comprometida políticamente. Ejemplo de ello es Antonio Machado, que manifestó su compromiso con su causa en la persona del general comunista Lister.
Fragores en tu carta me han llegado, de lucha santa sobre el campo íbero. También mi corazón ha despertado entre olores de pólvora y romero. Finalmente, hay que tener en cuenta el aspecto temporal.
Los noventayochistas encontraron su inspiración en el desastre del 98, en los numerosos conflictos sociales de su época y en la necesidad de regeneración de una España atrasada y empobrecida. Por estas razones, sus temáticas y su estilo incisivo se mantuvieron durante décadas, hasta que la guerra civil acabó por fragmentar el grupo en dos bandos y la victoria franquista eliminó toda clase de debate a través del exilio y la censura. Por el contrario, el modernismo trataba de escapar de la realidad desagradable, componiendo un melancólico rechazo al materialismo de su época, que sustituyeron por una belleza y un placer que trataba de taparlo. aprovechando las décadas de felicidad y prosperidad internacional que acabaron con el estallido de la Primera Guerra Mundial y que significaron el final de este movimiento estético. También hay que destacar el hecho de que autores como Valle Inclán y Antonio Machado tuvieron etapas asociadas a ambos grupos, algo natural entre creadores que estuvieron en contacto casi continuo y que evolucionaron en sus preocupaciones con el paso de los años.
Existe una gran distancia entre el estilo de las sonatas de Vallenclán y el que este mismo autor manifiesta en Luces de Bohemia. Igual ocurre entre las soledades de Antonio Machado y sus poemas sobre España o la Guerra Civil. Fueran uno o dos grupos, lo realmente relevante es que se trató del grupo de creadores más importante de la cultura española de los últimos siglos.