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Exploración de la Filosofía de Platón

En este vídeo, te voy a explicar todo,  literalmente TODO lo que necesitas saber   de Platón, sea para aprobar el Bachillerato, la  Selectividad o para fardar en las discotecas,   que me han dicho que eso es lo que se lleva ahora.  Platón, Platón, Platón… [Leónidas:] Más conocido   como Aristocles, el mamadísimo de anchos hombros.  Hijo de aristócratas, su vida dio un vuelco a los   20 años cuando conoció a Sócrates, el filósofo  que iba poniendo en ridículo a todo el mundo con   sus preguntitas de los cojo[__]. Para abordar su  pensamiento fácilmente, vamos a distinguir en él   4 grandes bloques: (1) su metafísica o teoría  de las Ideas, (2) su epistemología o teoría del   conocimiento, (3) su antropología o teoría del  hombre y (4) su política o teoría del Estado   ideal. La teoría de las Ideas de Platón tiene su  origen en la reflexión acerca de la actividad de   Sócrates. Sócrates iba por la calle preguntando  a la gente cosas como: ¿qué es la valentía?,   ¿qué es la justicia?, ¿qué es el bien, la belleza,  la piedad? Platón, reflexionando sobre esto,   se da cuenta de que Sócrates está preguntando  por la esencia de las cosas, el "en sí" de algo,   generalmente de algún valor o virtud. Hay actos  justos e injustos: ergo tiene que existir la   Justicia, la Justicia tiene que ser algo. Hay  cosas más o menos bellas: ergo tiene que existir   la Belleza, la Belleza tiene que ser algo.  Pero estas esencias que buscaba Sócrates y que   explican lo que diferentes cosas tienen en común,  ¿dónde están? ¿Cuál es su estatus ontológico? En   la experiencia sólo nos encontramos con acciones  justas o injustas, nunca con la Justicia en sí;   sólo vemos cosas bellas, nunca la Belleza en  sí. [Leónidas:] ¿Cómo que no? ¡Mírame a mí! Si estas esencias tienen que existir pero  no están, no nos las encontramos en el mundo   sensible, razona Platón, entonces tienen que  existir en otro reino, en un reino distinto   del sensible: en el mundo de las Ideas, el  mundo inteligible. Ahí, dirá Platón, existen   de modo subsistente las Esencias o Formas de las  cosas, las Ideas. Mundo sensible e inteligible se   contraponen de diversas maneras. Si el mundo  sensible es visible, el mundo inteligible es   invisible; si lo sensible es corpóreo y material,  las Ideas son incorpóreas e inmateriales;   las cosas sensibles son imperfectas, las ideas son  perfectas; si las cosas son mutables, temporales y   corruptibles, las Ideas son inmutables, eternas e  incorruptibles. Los perros, por poner un ejemplo,   crecen, corren y mueren, pero la Idea de perro es  siempre y en todo momento idénticamente la misma.   Con todo esto, Platón lo que plantea es que lo  más real, lo que tiene más ser, son las Ideas,   el mundo de las Ideas, mientras que las cosas  sensibles que nos encontramos en la experiencia   son una mera copia de las Ideas, una imitación,  una apariencia. Las ideas son hasta tal punto más   reales que las cosas que, si no hubiera ideas,  ¡no habría cosas tal y como las conocemos! Las   Ideas son el fundamento, la base, la condición  de posibilidad de la existencia de las cosas   sensibles, de que estas sean lo que son y de que  podamos nosotros conocerlas, pues si no hubiera   nada estable en el cambio, nada que se mantuviera  lo mismo, no podríamos conocer. Las Ideas,   por tanto, son la verdadera realidad: todo lo  que las cosas sensibles de la experiencia tienen   de real se lo deben a las Ideas. Nos encontramos,  por tanto, con el primer dualismo de la filosofía   de Platón, un dualismo ontológico: la separación  y distinción entre el mundo sensible (el kosmos   aisthetós) y el mundo inteligible (el kosmos  noetós). ¿Cuál es la relación entre ambos? Pues,   bueno, es triple, según Platón. Primero, las cosas  sensibles participan de las Ideas: las Ideas son   su modelo y las cosas tratan de imitarlas lo mejor  que pueden. Segundo, las Ideas se hacen presentes   en las cosas, se manifiestan o se revelan en  ellas, aunque de modo imperfecto tamizado. Y,   por último, estas dos relaciones de participación  y presencia establecen una especie de koinonía,   de comunidad, una relación de comunidad,  de comunión, entre las Ideas y las cosas   sensibles. A este dualismo ontológico que acabamos  de ver le corresponde un dualismo epistemológico,   del conocimiento, entre la razón y los sentidos.  Mientras con los sentidos conocemos las cosas   sensibles, mutables e imperfectas, sólo con la  razón podemos acceder a las Ideas. El que quiera   hacer tal cosa deberá ejercitarse en la filosofía  e ir ascendiendo por los distintos niveles de   conocimiento, pasando del más bajo, la dóxa (la  opinión), a la ciencia (la episteme). Dentro de   la dóxa, el nivel trabajo de conocimiento es  lo que Platón llama la imaginación o eikasía,   donde él sitúa artes como la retórica, la  pintura o la poesía, cuyo objetivo es generar   un mundo ficticio, falso, de apariencias bellas  que imite el mundo sensible. Por tanto, fijaos,   si las cosas sensibles ya son una copia de las  Ideas, los objetos de este nivel del conocimiento,   de la eikasía son copias de copias, apariencias de  apariencias. Por eso Platón lo coloca en el nivel   más bajo: sus objetos tienen la menor consistencia  ontológica posible, ¡son sombras de sombras!   Después de la eikasía, ya viene la creencia o  pistis, que esta vez sí que versa sobre objetos   sensibles reales, y aquí Platón coloca artes  como la carpintería, por ejemplo. A diferencia   del pintor, el carpintero sabe hacer una mesa  de verdad, no solamente una imitación. Si damos   el salto a la ciencia (la episteme), aquí dentro  también encontramos dos niveles de conocimiento.   El primero es el pensamiento discursivo o diánoia,  como el que se da en la aritmética o la geometría.   Dice Platón que la diánoia todavía se apoya en  imágenes sensibles, porque el matemático necesita,   por ejemplo, dibujar sus formas o escribir sus  cálculos para hacer las operaciones mentales, y en   esa medida, en la medida en que necesita apoyarse  en lo sensible para ayudarse en su razonamiento,   pues es un conocimiento menos perfecto. En cambio,  el último nivel, la intelección o nóesis, ya   consiste en la prevención directa, sin mediación  por imágenes sensibles, de las Ideas en sí mismas.   En este proceso del conocimiento, la última  Idea que se alcanza (porque hay una jerarquía en   las Ideas) es la Idea suprema, que es la Idea de  Bien, que es la que da el ser y la inteligibilidad   a todas las demás cosas, dice Platón. En la  aprensión del Bien en sí, el filósofo conoce   el grado máximo de ser y la razón de la existencia  de todo lo demás, es decir, alcanza la sabiduría,   el conocimiento de la explicación última de todas  las cosas. O al menos esto es así en la República,   porque en el diálogo "Banquete" Platón lo que dice  es que la Idea suprema es la Belleza. Aunque hay   varias ocasiones en las que Platón da a entender  que lo bueno es lo bello y lo bello es lo bueno,   por tanto es posible que "Bien" y "Belleza" sean  simplemente dos nombres distintos que Platón da   a la misma Idea fundamental y básica y suprema,  de la cual todo lo demás depende en el ser. En   el pensamiento de Platón encontramos aún un tercer  dualismo, un dualismo antropológico, en el hombre:   entre el alma y el cuerpo. Si el cuerpo se  corresponde con lo sensible y es, por tanto,   visible, material y mortal, el alma, en cambio,  se corresponde con las Ideas y es de su misma   naturaleza: invisible, inmaterial e inmortal.  Una cosa importante a tener en cuenta es que,   para Platón, el alma de cada persona preexiste  a su encarnación en el cuerpo, cosa que explica   con su famoso mito del carro alado. Dice Platón  que el alma es como un carro alado con un auriga   y dos caballos, uno bueno y manso y otro malo  y difícil. El auriga representa a la razón, el   caballo bueno a la parte irascible de nuestra alma  (que es la base de nuestras pasiones racionales,   como la indignación justa) y el caballo malo  representa la parte concupiscible (que es la   base de nuestras pasiones sensibles e irracionales  por el sexo, la comida y la bebida, que tanto nos   cuesta controlar). [Leónidas:] ¡Habla por ti!  Por cierto… tengo hambre. Según el mito, el   alma vivía tan tranquila en el mundo de las Ideas  y se dedicaba a contemplarlas, pero por descuidar   el caballo malo (el de las bajas pasiones), éste  termina arrastrando el carro entero a lo sensible,   al mundo material. Ahora el alma está atrapada en  un cuerpo, que es su cárcel, y anhela escapar de   él para poder volver a su hogar y contemplar otra  vez de nuevo el objeto de su amor, las Ideas. Pero   para ello tiene que pasar por todo un proceso  de purificación y lucha con el cuerpo para,   poco a poco, ir apartándose de los placeres  sensibles por medio del ejercicio de la virtud   y la filosofía, de modo que cuando llegue la  muerte sea simplemente como el paso final de   esa separación con el cuerpo que el filósofo  ha ido ejercitando toda su vida. Por tanto,   el filósofo no puede temer a la muerte,  porque la muerte no es sino el paso último   de esa liberación o separación de lo material  que él ha ido intentando toda su vida. Como   este proceso es muy complejo, Platón teoriza  que, para regresar al mundo de las Ideas,   un alma tiene que pasar por muchas vidas  y que, por tanto, después de la muerte   se va a ir reencarnando múltiples veces en  distintos cuerpos, según como haya vivido. Una consecuencia interesante de todo esto es  que, para Platón, el conocimiento es siempre   re-conocimiento: reminiscencia o anámnesis. El  alma ya conoce las Ideas cuando existe separada   en el mundo inteligible, pero al caer al mundo  sensible se le olvida ese conocimiento y tiene que   ir redescubriéndolo por medio de la experiencia  y el pensamiento racional. Conocer, por tanto,   para Platón, en esta vida no es sino recordar. ¡Y  llegamos, por fin, a la política! En la República,   uno de sus diálogos más emblemáticos, Platón se  propone indagar qué es la justicia y qué es lo   que hace a un individuo justo. Pero como mirar  directamente el individuo es algo muy complejo   (porque es como una entidad muy pequeñita, por  decirlo así, un microcosmos), Platón nos dice   que será mucho más fácil esta investigación  si indagamos qué es la justicia en la ciudad,   en la polis, que es como un hombre pero en  grande. Así, en paralelo a las tres partes   del alma que acabamos de ver, Platón distingue  tres grupos o clases sociales en la ciudad:   los artesanos (que se corresponden  con la parte concupiscible del alma),   los guardianes (que se corresponden con la parte  irascible) y los gobernantes (que se corresponden   con la razón). Para evitar la corrupción de los  guardianes y los gobernantes, Platón propone para   ellos un régimen de comunidad de bienes, mujeres  e hijos, en el que van a tenerlo todo en común,   como si fueran amigos. Sólo a los artesanos se les  va a permitir que tengan posesiones en privado,   pero sin que se enriquezcan demasiado (porque  entonces dejarán de trabajar) y sin que se   empobrezcan en exceso (porque entonces no tendrán  lo necesario para trabajar, para cumplir su   función). Así que, fijaos, esto es súper curioso  y muy antimoderno: Platón nos está diciendo que   no hay que cuidar a la polis solamente de  la pobreza, ¡sino también de la riqueza! Porque el peligro es tener una ciudad dividida  en dos: la ciudad de los pobres y la ciudad de   los ricos, en enemistad perpetua entre sí.  Una polis de este tipo pierde su unidad y   está condenada a morir tarde o temprano. ¿Pero  qué es la justicia en la polis? Según Platón,   la ciudad justa, ideal y feliz será aquella en  la que cada uno hace lo que le toca, en la que   cada uno cumple aquella función para la cual  está naturalmente dotado. Con esta mentalidad,   tiene un papel crucial la educación,  que tiene que ir dirigida a descubrir   cuál es la función natural a la que está  naturalmente orientado cada individuo y a   dotarle de las herramientas necesarias para  cumplir con esta función satisfactoriamente. Para Platón, aquellos a quienes por naturaleza  les corresponde gobernar serán los filósofos,   esas personas que tengan una  orientación a la actividad filosófica. ¿Por qué? Porque son estos los que han alcanzado  o pueden alcanzar el conocimiento de la Idea de   Bien y que, por tanto, saben qué es lo bueno, qué  es lo justo, y saben cómo hacerlo, cómo aplicarlo   en la realidad. Tal es la famosísima tesis del  filósofo-rey: "A menos que los filósofos reinen   en las ciudades, o cuantos ahora se llaman reyes  y dinastas practiquen noble y adecuadamente la   filosofía, vengan a coincidir una cosa y otra, la  filosofía y el poder político, y sean detenidos   por la fuerza los muchos caracteres que se  encaminan separadamente a una de las dos,   no hay, amigo Glaucón, tregua para los males de  las ciudades, ni tampoco, según creo, para los   del género humano". [Leónidas:] Mi cita favorita  de toda la filosofía. Porque me representa.A cada   parte de la ciudad le corresponde una virtud  concreta, la misma que a la parte del alma que   representa. La virtud propia de los artesanos, por  tanto, será la templanza, que regula el apetito de   los bienes materiales. Los guardianes, además de  la templanza, deberán tener también la valentía,   el valor, que es esa virtud que regula el  miedo ante el peligro. Y el filósofo-rey,   además de las anteriores, deberá tener también la  prudencia o sabiduría, la capacidad de saber qué   es lo que hay que hacer, de reconocer qué es lo  bueno y de hacerlo bien hecho. Si se cumple esta   jerarquía y cada parte hace lo que le toca y cada  parte desarrolla su virtud propia, entonces y sólo   entonces se cumple, se hace realidad, la justicia:  sólo entonces la ciudad es justa. ¿Qué pasa si   esto no se cumple? Pues se quiebra el equilibrio,  la ciudad se desvía de este modelo ideal y se   introduce en ella la injusticia: surgen los  regímenes corruptos, en los que ya no se busca el   bien común, el bien de la ciudad, sino solamente  el bien particular de la clase gobernante.   Primero, lo que aparecerá será la timocracia,  que es un gobierno militar. Si la ciudad carece   de gobernantes sabios, los guardianes (que son  los poseen las armas, la capacidad de violencia   física) se harán con el poder político. Pero como  carecen del conocimiento necesario para gobernar,   como no tienen la prudencia y sólo saben luchar  (porque para eso han nacido, por decirlo de alguna   manera), lo que harán será conducir la ciudad a  la guerra y al caos. Después de la timocracia,   llega la oligarquía, cuando los guardianes  se corrompen por el amor al dinero (al que   tienen fácil acceso debido al poder) y empiezan a  gobernar con la mira exclusivamente puesta en la   riqueza. A la oligarquía le sucede la democracia,  cuando la gran masa de los pobres decide tomar el   poder debido al abuso de los ricos. Sin embargo,  estos no lo harán mejor que los anteriores,   porque tampoco están capacitados para gobernar  y padecen los mismos vicios que los ricos, sólo   que ellos no tenían riquezas. De la democracia  surge, al final, la tiranía, cuando el demagogo   manipula por medio de la retórica a las masas  para que lo elijan en líder absoluto. Éste,   dice Platón, es el peor régimen posible, porque  toda la ciudad pasa a estar al servicio del bien   particular de un solo hombre. Curiosamente, para  Platón, de la libertad extrema de la democracia   a la esclavitud absoluta de la tiranía sólo hay  un paso. Toda esta discusión de la ciudad ideal   tiene que entenderse, recordad, como una imagen o  metáfora del alma individual. Igual que la polis,   el alma tiene también tres partes (que hemos  visto antes) y cada una tiene que cumplir   su papel y desarrollar su virtud propia. La  parte que debe gobernar la vida es la razón,   pues es la única que es capaz de conocer el  bien en sí mismo. Si, en cambio, dejamos que nos   gobierne la parte inferior de nuestra alma, la que  se guía por los placeres sensibles, por lo bajo,   pues nuestra vida inevitablemente terminará  yéndose a pique. ¡Y esto es lo más básico,   todo lo que necesitas saber de la filosofía de  Platón! Sólo me he dejado una cosa: su famoso mito   de la caverna, una alegoría preciosa del mundo de  las Ideas y de la experiencia del filósofo que lo   descubre. Pero es que eso ya te lo expliqué en  detalle en este vídeo de aquí, ¡así que venga,   dale click, ves a verlo para completar toda esta  explicación! También te encontrarás el resto   de vídeos que hemos hecho sobre Platón,  en el que voy mucho más en profundidad   en cada uno de estos temas, así que puedes  aprender un poquito más. ¡Venga, dale click!