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Microplásticos: Un Peligro Oculto

Vamos a hacer una apuesta. Te apuesto este kleenex usado a que tienes ahora mismo algún objeto cerca de ti que contiene plástico. Si no lo tienes, déjame tu dirección y te lo mandaré en un sobre. El plástico está por todas partes: tanto, que podríamos decir que vivimos en la era del plástico: en 1950 se fabricaron alrededor de 1,5 millones de toneladas de plástico, pero en 2020 se produjeron cerca de 367 millones. Y se espera que estas cifras sigan subiendo y subiendo. El plástico triunfa porque es un material muy barato de producir y muy versátil: es muy flexible y elástico durante la producción, pero muy resistente al terminar, lo que nos permite darle muchas formas y usos. El problema es que esa resistencia es un arma de doble filo: deshacerse del plástico cuando ya no lo queremos es muy complicado, lo que nos ha llevado a ver imágenes devastadoras de espacios naturales invadidos por plásticos que llevan acumulándose años. La cosa es que cada vez preocupa más no solo el daño que hace el plástico a los entornos naturales, sino también el plástico que termina dentro de nuestro organismo, que nos llega en forma de “microplásticos”. Pero ¿Qué son exactamente los microplásticos? ¿Qué consecuencias tienen para la salud? ¿Son tan peligrosos como dicen? Hoy en La Hiperactina hablamos de microplásticos. A ver, para empezar: ¿qué narices es un microplástico? Pues el término “microplástico” nació en 2004, cuando el ecólogo marino Richard Thompson y su equipo de investigación, encontraron pequeñas partículas de plástico de entre 5mm y 1 µm en las playas de Reino Unido. Este descubrimiento preocupó a la comunidad científica, y enseguida se comenzó a estudiar el efecto de estas pequeñas partículas en los ecosistemas marinos. Pronto se vio que no solo había microplásticos en Reino Unido, sino que los había en todos los océanos, llegando incluso a regiones tan recónditas como el Ártico o la Antártida. ¿Y cómo narices acabaron esas partículas en el mar? Pues los microplásticos pueden llegar al medio ambiente de varias formas, por eso los clasificamos en microplásticos primarios y secundarios. Los microplásticos primarios se llaman así porque se lanzan directamente al medio ambiente. Esto puede ocurrir por ejemplo al lavar ropa sintética, por la abrasión de los neumáticos de los coches o porque se echan a conciencia en algunos productos cosméticos, como los productos exfoliantes con microperlas. De hecho, quizá recuerdes que hace unos meses salieron un montón de noticias de que la Unión Europea prohibía estas microperlas exfoliantes además de la purpurina, para reducir la cantidad de microplásticos que llegan al medioambiente. Pero bueno, si eres fan del brilli brilli y los looks de Euphoria, no te preocupes que existe la purpurina biodegradable y esa sí está permitida. ¡Ya me han llamao'! Por otro lado, tenemos los microplásticos secundarios. Estos se originan a partir de la degradación de plásticos grandes, como las bolsas de plástico o las botellas, ya sea por efecto de la luz, por el calor, o directamente golpes o abrasiones, y por cierto, entre el 70 y 80% son de este tipo. Ya sean primarios o secundarios, todos los microplásticos tienen algo muy importante en común: una vez que se han producido, son muy difíciles de degradar, porque en la naturaleza no hay ni hongos ni bacterias capaces de degradar el plástico. Es cierto que la luz solar sí puede degradarlos poco a poco, pero ese es el problema: lo hacen TAN poco a poco que el proceso puede tardar hasta siglos, lo que hace que los plásticos se acumulen durante años en océanos y vertederos. A este gravísimo problema medioambiental, se le suma otro que cada vez nos preocupa más: los microplásticos también pueden acabar dentro de nuestro organismo. Concretamente, de tres formas distintas. La primera forma en la que esto ocurre es la ingestión. Como hemos visto, el océano es el principal lugar en el que se acumulan tanto plásticos como microplásticos; pero como estos últimos son tan pequeños, los peces y otros organismos marinos se los comen sin darse cuenta. De hecho, se han encontrado microplásticos en prácticamente todos los peces destinados a consumo humano, ya comas atún rojo, arenque, bacalao, sardina o anchoa. Aunque es cierto que no contienen grandes cantidades, el problema es que hay muchas otras fuentes de microplásticos y que al final suman al total. Por ejemplo, se han encontrado microplásticos hasta en la sal de mesa. De hecho, se cree que de los 14 µg de microplásticos aproximadamente que el cuerpo humano absorbe al año, una cuarta parte provendría de la sal que echamos a nuestra comida. Si necesitabas una excusa extra para tomar menos sal, aquí la tienes. Y esto no se queda aquí: también se han encontrado microplásticos en toda clase de alimentos de origen animal y vegetal, desde las frutas y las verduras hasta el arroz y la miel, pasando por el agua del grifo y la cerveza. Al final, tienes que pensar que además de los océanos, los vertederos también acaban llenos de plásticos, que se descomponen en microplásticos, y que a su vez son arrastrados por las lluvias y el viento hacia distintos lugares. Además, se cree que algunos de los embalajes y paquetes que se usan para envasar alimentos también podrían dejar restos de microplásticos. Y claro, si acaban en la comida, acaban en nuestro tracto digestivo. De hecho, hay varios estudios que confirman la presencia de microplásticos en las heces humanas. Incluso se han encontrado microplásticos en la leche materna, aunque a día de hoy todavía no se sabe qué efectos podrían tener sobre los recién nacidos. Total, que comas lo que comas, ingieres microplásticos. Y por si lo que has visto te parece poco, agárrate que vienen curvas. Otra de las vías por las que nos llegan los microplásticos es a través de la inhalación. Al final, si el viento arrastra los microplásticos, es fácil que terminen en nuestras vías respiratorias. Por eso, la comunidad científica está insistiendo en estudiar sus efectos e incluirlos como contaminantes atmosféricos para poder regular sus niveles. Y ya por último, una tercera vía de entrada de los microplásticos a nuestro cuerpo sería a través de la piel, aunque hay que decir que esta vía es minoritaria. Al final, la barrera cutánea de la piel impide que entren la mayoría de las partículas, pero las partículas muy muy pequeñitas sí pueden llegar a colarse, de ahí las normativas de prohibir los microplásticos de los productos cosméticos, para evitar que penetren en la piel. En resumen, hay microplásticos hasta en la sopa, literalmente. La cosa es: ¿cuál es el peligro real de que estos microplásticos terminen en nuestro cuerpo? Pues vamos a verlo. Por explicároslo de forma resumida, hay 3 niveles en los que se han estudiado los efectos de los microplásticos en la salud: células, animales de experimentación y seres humanos. La primera forma de estudiar los microplásticos es, por tanto, ponerlos en contacto con células en un cultivo y ver qué pasa. Por ejemplo, en este estudio se quiso ver qué efecto tenían los microplásticos sobre las células pulmonares. Lo que hicieron fue triturar envases de alimentos de un tipo de plástico llamado PET para generar nanoplásticos, es decir, plásticos incluso más pequeños que los microplásticos. Al ponerlos en contacto con las células de pulmón, se vio que aumentaban su estrés oxidativo. El estrés oxidativo es algo que ya hemos visto en otros vídeos, pero dicho de forma simplificada, ocurre cuando las células tienen un exceso de moléculas dañinas en su interior, lo que causa daños en su ADN y, entre otras cosas, aumenta el riesgo de trastornos como el cáncer. Por eso, la conclusión del estudio fue que los nanoplásticos que se inhalan podrían dañar salud pulmonar y aumentar el riesgo de desarrollar un trastorno grave. Otro estudio decidió observar qué ocurría con las células del epitelio gástrico, es decir, las células del estómago, y vieron que los microplásticos de poliestireno también les generaban estrés oxidativo, y teniendo en cuenta que muchos de los microplásticos que ingerimos terminan en el tubo digestivo, pues mal. Así que en resumen, una vez que entran en una célula, los microplásticos no les hacen precisamente cosquillas. Pero claro, no es lo mismo una célula en una placa de cultivo asiladas que un organismo entero, y aquí es donde entran en juego los animales de experimentación como los ratones. Por ejemplo, un estudio muy reciente vio que cuando los ratones ingerían microplásticos, estos sufrían alteraciones en la microbiota intestinal. La microbiota es esa comunidad de bacterias, hongos y otros microorganismos que viven en los intestinos y que son muy necesarios para la salud. Al ingerir microplásticos, los ratones desarrollaban disbiosis, es decir, un desequilibrio entre las bacterias beneficiosas y dañinas de la microbiota, aumentando el número de las dañinas. Esta disbiosis puede producir inflamación en el intestino, y si no se controla, puede acabar dañando otros órganos como el hígado, o tal vez, el cerebro. De hecho, un tema que ha ganado mucha relevancia en los últimos años es el llamado eje microbiota-intestino-cerebro: el intestino y el cerebro están estrechamente conectados, por lo que si uno de los dos no funciona correctamente, el otro puede resentirse. De hecho, se cree que este sería el motivo por el que algunos trastornos mentales, como la ansiedad, tienen un efecto a nivel digestivo, incluso existe la sospecha de que algunas enfermedades que afectan al cerebro, como el Párkinson, tienen su origen en el intestino. Es por eso que, a la vista de que los microplásticos parecen afectar a la microbiota intestinal, un grupo de investigación decidió estudiar si la disbiosis y el daño intestinal de los ratones podía tener un efecto sobre su cerebro, y la respuesta fue que sí: los ratones con la microbiota alterada sufrían cambios en su cerebro. Uno de los cambios que vieron fue que el cerebro tenía menos cantidad de aminoácidos, algo que otros estudios han relacionado con el inicio temprano de demencia. Si lo piensas, tiene todo el sentido: si los intestinos no funcionan bien, no pueden absorber correctamente los aminoácidos de los alimentos. Los aminoácidos son los “bloques de construcción” necesarios para fabricar proteínas, con lo que si no absorbemos aminoácidos, las células cerebrales no pueden formar sus proteínas y funcionar correctamente, lo que a su vez contribuye al desarrollo de la demencia. Así es como una alteración de la microbiota podría terminar derivando en una demencia. Cómo te quedas. Ahora bien, recuerda que estamos hablando de ratones: como hemos visto, los estudios tanto en células como en ratones apuntan a que los microplásticos no son buenos para la salud, pero… ¿se han hecho estudios en humanos? Pues antes de ver esto, dejadme contaros una cosa. Algo que siempre pretendo con estos vídeos es no solo que entendáis el tema que estoy tratando en el vídeo sino también poder transmitiros pues cómo funciona la ciencia: pensamiento lógico, crítico, y sobre todo, la curiosidad. Es por eso que me hace mucha ilusión que Brilliant nos patrocine este vídeo. Brilliant es una plataforma de aprendizaje con todo tipo de ejercicios prácticos y cursos para entender desde cero un montón de materias: matemáticas, geometría, lógica, inteligencia artificial, probabilidad y física cotidiana. 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Lo cierto es que, como el tema de los microplásticos es algo que nos preocupa desde hace relativamente poco, por desgracia no hay muchos estudios en humanos, aunque sí que se está empezando a ver algún que otro datos que debería preocuparnos. Por ejemplo, como se ha visto que los microplásticos acaban en nuestro tracto digestivo, algunos estudios han intentado buscar su relación con la enfermedad inflamatoria intestinal, en la que el intestino está inflamado de forma crónica. En esta línea, una investigación del año 2022 observó que las personas que padecen una enfermedad inflamatoria intestinal presentan mayor cantidad de microplásticos en sus heces que las personas sanas. No solo eso, sino que la cantidad de microplásticos en las heces parece correlacionarse con la gravedad de los síntomas. Es decir, a más microplásticos, peores síntomas. Así que los microplásticos pintan mal, pero como os he dicho, la mayoría de los artículos científicos sobre microplásticos y salud humana que hemos consultado para este vídeo se han publicado hace muy poco, muchos de ellos este 2024. Esto significa que todos los datos que tenemos son todavía muy preliminares, con lo que que apenas estamos empezando a entender cómo nos pueden afectar los microplásticos. Lo que sí está claro es que los microplásticos están ahí, en el medio ambiente y también en nuestros cuerpos. ¿Y qué podemos hacer ante esta situación? Pues se han propuesto medidas ciudadanas para contribuir a reducir la cantidad de microplásticos, como no tirar basura en la calle para evitar que acabe en el alcantarillado, y de ahí a los ríos o mares, o intentar reducir el uso de envases de plástico en la medida de lo posible. Pero, como siempre, el problema va más allá de las acciones individuales: claro que podemos usar una botella reutilizable en lugar de comprar una de plástico cada vez que tenemos sed, pero también necesitamos desarrollar nuevos materiales que reemplacen a los plásticos actuales y promulgar leyes que protejan la salud tanto de las personas como la del medio ambiente. Así que con esto termino el vídeo de hoy, nos ha costado sacarlo pero espero que haya valido la pena y que os haya resultado útil, como siempre compartid este vídeo si os parece de interés y dejad vuestro “Me gusta”, comentarios o cualquier interacción para ayudar a que el vídeo funcione bien. Muchísimas gracias de nuevo a Brilliant por patrocinar este vídeo, y por supuesto muchísimas gracias a Dani e Inés, que son los documentalistas de este canal, por todo el trabajo de investigación que hay detrás de estos vídeos. Ellos también hacen divulgación en sus redes, así que os animo a que los sigáis. Hablando de redes, recordad que también subimos contenido a través de Instagram, TikTok, X y Facebook, y que también divulgo a través del podcast “Tú de ciencias y yo de letras” en Podimo. Así que tenéis divulgación por todos lados. Muchísimas gracias por estar ahí y por todo el apoyo que dais a este canal, y nos vemos a la próxima.