A los niños hay que enseñarles a frustrarse. ¿Cómo? Frustrándoles. Yo sé que estoy diciendo una cosa que no está bien vista, pero es que soy psiquiatra y entonces estoy... tan dolida con ver lo que supone para una persona no saber frustrarse, que digo, Dios mío, por favor, madres, padres, personas que están al cuidado, y no estoy hablando del profesorado, sino al cuidado de cualquier menor.
Hay que enseñarles a frustrarse, frustrándose. Nacemos con un narcisismo. Venimos de la tripa de nuestra madre. Allí no tenemos ninguna necesidad.
Existimos en una sensación de bienestar completo. Y de ahí para adelante. De ahí a salir a este mundo en donde hace frío, en donde hay ruidos, en donde tenemos hambre, en donde no podemos ni cambiarnos de postura. No podemos ni cambiarnos de postura en la cuna, imagínate. Tenemos que aprender a tolerar la frustración, a desarrollar capacidades para...
Crecer en la adversidad. No todo lo que nos hace sentir mal es negativo. La tristeza es importante, la rabia es importante, la frustración es importante.
Nos enseña cosas de nosotros, nos ayuda a desarrollar capacidades que nos permiten adaptarnos a la vida, porque tenemos que poder adaptarnos. Un bebé sobrevive porque su madre le cuida, pero un niño sobrevive porque se adapta. Claro. Y la adaptación es el secreto.
No es crezco y vivo los días para ser feliz. Vivo para tener un sentido, para estar lo más adaptado posible, para poder tener una visión más realista de dónde puedo llegar, qué me pueden dar los demás y qué puedo esperar de los demás y qué puedo agradecer de los demás y qué cosas no. O sea, poder vivir en el mundo real. Todos tenemos un mundo interno en donde somos los protas.
de nuestro mundo interno, de nuestros sueños, de nuestras pesadillas, de nuestros miedos, somos los protagonistas. Y luego está el mundo externo. Y el equilibrio entre ese mundo interno y ese mundo externo nos lo facilita la capacidad para frustrarnos. Si no sabemos frustrarnos, vamos a vivir mucho en nuestro mundo interno, en nuestro yo, en nuestro narcisismo.
Y la intolerancia a la frustración es una de las características que definen los trastornos de personalidad. que son personas, algunas de ellas, con un sufrimiento muy grande y principalmente muy desajustadas a la vida, que no son capaces de tener relaciones humanas, de trabajar, de adaptarse. Entonces, a los niños hay que enseñarles a frustrarse.
¿Cómo? Frustrándoles. De manera gradual. Son frustraciones tolerables, pero progresivas.
Creo que este problema de frustrar a los niños, de enseñarles a frustrarse con deportividad, Se confunde con el maltrato. Está todo el mundo como muy confuso pensando que el decirle a un niño no... o espérate, o más tarde, o no puede ser, es traumatizarle.
Creo que esta palabra se emplea con una ligereza increíble cuando el trauma, un trauma psicológico, un trauma emocional, es algo muy grave, muy importante en las vidas de las personas que sufren un trauma. Y me parece más traumático que no te digan nunca un no. Porque eso significa que vas a llegar al colegio y que no vas a aprender. No vas a poder aceptar el no de un profesor. O sea, vas a decir, me quiero ir al patio a jugar y el profesor te va a decir no.
Porque estamos en matemáticas y no vas a poder gestionarlo, no vas a saber. Si tú a tu hijo en tu casa no le vas a dar la mano, pones unos límites, llega al colegio y no va a respetar a los profesores. Si no respeta a los profesores, ¿cómo va a pensar que algo tiene que aprender de los profesores? ¿Cómo va a respetar el ritmo de la clase?
¿Cómo va a respetar que hay que estar en silencio para poder aprender? ¿Por qué va a querer crecer si ya lo tiene todo? Mi hijo tiene que ser tratado en el colegio como en casa. con un trato súper especial, porque si no, le vamos a traumatizar.
Este discurso lo oigo todos los días en la consulta. Entonces, claro, si tú quieres que tu hijo llegue a clase y sea el centro del universo, pues entonces hay 40 centros del universo en un aula y ¿qué hace la maestra? ¿Cómo lo gestiona eso? Eso es imposible.
No aprendemos solos a frustrarnos, no aprendemos solos a ser empáticos. tampoco. La empatía es una capacidad humana, la tenemos, tenemos la capacidad, pero si no nos ayudan a desarrollar la empatía, no vamos a ser empáticos. Nos va a dar igual el otro, le vamos a ver como un objeto que viene a saciar nuestras necesidades. Por eso es tan importante frustrar, porque dentro de la frustración hay un límite, hay un hasta aquí puedes llegar, también existo yo, hasta aquí puedes llegar, también existe este niño, hay que prestarle el cubo.
Hasta aquí puedes llegar, no hay dinero para todo, ¿qué le vamos a hacer? No te puedo comprar esto. Te tienes que aguantar.
Y eso desarrolla muchas capacidades, no solo la de la frustración, sino la de la empatía y otras.