¡Hola! Bienvenidos a Touch te cuenta la historia de los emojis. Hace muchísimo tiempo, en la lejana y feudal Japón existe un hombre cuyo destino estaba escrito, en la cual se declaraba que... Ok, ok, basta. Es más que obvio que conoces a los emojis o emoticonos.
De hecho, el logo de este canal está inspirado en uno. No es plagio, está inspirado. En fin, regresando al tema. Los emojis fueron un éxito desde su primera aparición en los móviles japoneses. Tanto fue su éxito que incluso les hicieron una película hace poco, que la verdad fue todo un desastre.
Pero bueno, quédate en este video para que te explique la breve historia de los emojis. Primero que nada, hay que saber que la palabra emoji proviene del japonés i, que significa imagen, y moji, que significa letra o carácter. Así se les llama a los pequeños pictogramas que hoy en día utilizamos a través de la comunicación digital para complementar nuestros mensajes y expresar ideas y o emociones. Shigetaka Kurita creó los primeros 176 emojis en 1999 para NTT Docomo, una empresa japonesa de comunicación móvil. La inspiración de este hombre fueron los mangas, donde se representan conceptos con un símbolo.
Por ejemplo, para expresar el amor se usa el emoji en forma de corazón y ya no se tiene que escribir la palabra. Y hablando de amor, ¿sabías que en japonés existen tres maneras de decir te quiero o te amo? No es como en español que solo tenemos en nuestro vocabulario te quiero y te amo para expresar un sentimiento. O en inglés que solo se puede decir I love you. Y no se escucharía bien que se diga I need you porque significa te necesito, entonces es raro.
Pero bueno, regresando. Se utiliza Daisuki para los amigos y personas que te gustan. Aishiteru que es un te quiero pero más serio y se utiliza en una relación de parejas, o sea, en un noviazgo. Y Koishiteru que se utiliza solo y exclusivamente con la persona con la que quieres pasar el resto de tu vida.
¿Qué tal? Bueno, regresando a los emojis. Estos pequeños símbolos de 12... por 12 pixeles se utilizaron por primera vez en Japón en la década de los 90's para resolver, entre muchas otras cosas, la complejidad de su lengua escrita, ya que era muy difícil de utilizar en un teclado.
Algunas personas utilizaban puntos y paréntesis para hacer caritas. De hecho, esos caracteres se utilizan para la programación de algunos emojis. Por ejemplo, Si escribes esto en Messenger, automáticamente cuando lo envíes, se convertirá en un emoji sonriente.
Tanto fue el gran éxito de los emoticonos, que empresas como Apple empezaron a incorporar a sus dispositivos los famosos emojis y en poco tiempo estuvieron en los celulares y tabletas de todo el mundo. Es lógico que, si los emojis nacieron en Japón, muchos de ellos estén relacionados con dicho país asiático. Por ejemplo... El trío de emojis del mono tapándose los ojos, otro las orejas y el último la boca, estos se llaman el mono de no ver el mal, el mono de no oír el mal y el mono de no hablar el mal. Su nombre oficial indica su posible origen, un proverbio japonés que dice no ver el mal, no oír el mal y no hablar el mal, y así con muchos otros emojis.
Algo curioso pero también importante es que los orígenes japoneses de los emojis no implica que las personas le den el mismo significado, sería raro que alguien de otro país los utilice para el mismo fin. pues no pertenecen a la cultura ni al contexto japonés con el que fueron hechos inicialmente. O sea, cada quien le da la interpretación que quiere al emoji que va a utilizar. Y al pasar los años, los emojis han alcanzado un grado de interpretación propio en cada país e idioma.
Al igual que una palabra puede tener distintos significados según el contexto, así ocurre también con los emojis. Eso es lo que los vuelve tan eficaces a la hora de comunicarnos, las combinaciones e interpretaciones infinitas. ¿Qué tal? ¿Te gustó esta breve historia de los emojis? Compártela con tus amigos para que se eduquen y sepan que esto originalmente no son las manos de una persona pidiendo clemencia u orando, son dos personas chocando las manos.
Pero bueno, cada quien le da la interpretación que quiere.