Bienvenidos a nuestro curso introductorio de las humanidades. En esta, nuestra primera sesión, exploraremos para qué se estudian las humanidades y los diversos acercamientos a esta disciplina. De momento nos parece evidente que las humanidades tienen que ver con lo que nos hace verdaderamente humanos.
Pero hay discrepancias, a veces de énfasis, como veremos en la lección de hoy. Existen también posiciones que establecen desde un punto de vista que contradice las definiciones que históricamente hemos aceptado como verdaderas. Durante esta lección, exploraremos ambos puntos de vista. Quizás tú puedas pensar que existen algunas cualidades que consideras esencialmente humanas, que son fundamentales, que nos definen y diferencian de los demás seres vivos. Quizás te preguntarás...
¿Por qué las humanidades no estudian ni anatomía, ni biología, ni psicología? ¿Por qué estas disciplinas no se consideran parte de las humanidades? Si mi cuerpo y mi psiquis conforman mi esencia. Para contestar esta pregunta debemos remitirnos a la historia, ya que codificar la memoria es algo que los humanos también hacemos.
El término humanismo fue acuñado en el siglo XIX en Alemania para referirse a aquellas disciplinas centradas en el desarrollo cultural. Nuestra definición de este término está determinada por la manera de pensar de los países europeos y las colonias que se fundaron en las Américas. Los antecedentes de este término se encuentran en Roma. Pensadores como Cicerón y Barro Se referirán a humanitas en el contexto en que los griegos usaron paideia o educación, queriendo decir el tipo de educación que desarrolla y fomenta cualidades como lenguaje, ética, pensamiento o razón y aprecio a la belleza. Según estos pensadores, es esto lo que nos distingue de los animales.
Resumiendo. Podríamos decir que una de las vertientes de esta disciplina se concentra en la búsqueda de lo que nos hace diferentes del resto de los seres vivos. La visión de que el hombre es la medida de todas las cosas y la convicción de que el humano tiene la capacidad y responsabilidad de desarrollarse para alcanzar su máximo potencial y el ejercicio libre de sus capacidades.
Hoy en día tomamos por dado el valor de desarrollar nuestro potencial para ejercitar decisiones libres, pero la idea de que el mundo está hecho a la medida humana es algo que comienza con el Renacimiento. Durante la Edad Media se veía la cosa de manera... Música La premisa filosófica detrás de esta concepción de lo que es propiamente humano es que existe una diferencia de clase entre los animales y los seres humanos. Esto es, que hay un abismo que no podemos reducir entre nosotros y el resto de la creación de tal manera que fuimos una especie superior y con características que no aparecen en el resto de los seres vivos. Como verán.
Existe cierto orgullo y arrogancia cuando los seres humanos nos preguntamos, ¿qué es lo que es propiamente humano? ¿Cuál es nuestra naturaleza? Evidentemente estamos buscando una justificación para nuestra supuesta superioridad.
Ya en el Génesis se implica que Dios le otorga a Adán todo lo creado en los días anteriores como un regalo para su uso y disfrute. ¿Qué repercusiones ha tenido esta justificación jerárquica en el mundo en que vivimos? Como ya hemos comentado, las humanidades...
Se preocupan por explorar qué cualidades hacen al ser humano único y qué habilidades debemos desarrollar para ser, por así decirlo, plenamente humanos. Algunos comentaristas argumentan que el pájaro nace y muere ave, el perro nace y muere can, pero los seres humanos siempre estamos en proceso de hacernos. Debemos estudiar las humanidades, por lo tanto, para satisfacer el destino potencial de ser plenos en nuestra humanidad.
La enciclopedia británica, fuente principal de nuestra oficialidad, conecta la preocupación humanística renacentista con Petrarca. Petrarca fue un poeta que vivió gran parte de su vida en Francia, en Avignon. y que se identificó como heredero de la cultura clásica de Grecia y Roma, con el poeta Horacio, el teólogo Agustín de Hipona, el filósofo Séneca y el retórico Cicerón. Se inventó el libro de bolsillo y cuando murió, legó su amplia biblioteca personal a la ciudad de Venecia. Petrarca pensaba como un antiqui o antiguo.
y heredero de la antigüedad platónica, enfocada en la sabiduría frente a los moderni aristotélicos, que pensaban que el conocimiento era producto de la ciencia. Su ideal era humanitate minduere feritatem quede ponere, o revestirse de humanidad para dejar la condición de fiera. Es de notar, por lo tanto, que la preocupación por separarnos de los animales Al buscar aquellas cualidades que sólo como humanos poseemos, es central en el movimiento humanista desde sus orígenes. Aún podríamos afirmar que en la tradición griega socrática ya se ve la razón como punto de partida de esta singularidad. En la tragedia Antígona, por medio del coro, Sófocles exclama Muchos son los misterios, pero nada más misterioso que el hombre.
Él cruza la extensión del espumoso fondo en alas del noto por celosa, y lo surco oculto entre las olas que abraman en su alrededor. Y a la más venerable de las diosas, la tierra, a la incorruptible, a la infatigable, la va él fatigando con el ir y venir de los arados, un año y otro año, trabajándola con la raza caballar, las bandadas de aves de torneriza cabeza, Él las envuelve y apresa y al tropez también de las fieras montaraces y a los seres de pueblo en el hondo mar y las mallas de sus labradas redes, hombre ingenioso por demás. Él domina con su industria la fiera que se pasea salvaje en las montañas y enfrena el corcel de sus taseres sujetándolo al yugo domador y no menos al toro montaraz indómito.
Él se ha procurado el lenguaje y los alados pensamientos y los sentimientos que regulan las naciones, y sabe esquivar los dardos de los hielos insufribles al intemperie, y el azote de las lluvias, inexhausto en recursos. Sin recursos no le sorprende azar alguno, sólo para la muerte no ha inventado evasión, y sabe escapar de las enfermedades, aún de las más rebeldes. Dotado de tan sagaz inventiva, industriosa por demás, unas veces se resbala hacia el mal, Otras veces se desliza en el bien, se armoniza las leyes de su patria y la justicia jurada a los dioses, feliz sea en su patria, sin patria sea el que llevada de la insolencia viva en la injusticia, ama sea huésped mío, ni sienta como yo quien tal hiciere.
Otro pensador renacentista que contribuyó a la conceptualización del humanismo, lo fue Giovanni Pico de la Mirándola y su oración por la dignidad del hombre. Pico de la Mirándola, un erudito italiano del siglo XV, intentó resumir con sus 900 tesis todo el saber contenido en textos provenientes del griego hebreo. Hebreo, latín y árabe. Ha sobrevivido como un clásico su prefacio, el discurso u oración sobre la dignidad del hombre. Afirma aquí que Dios crea al hombre para que sea testigo de las maravillas del mundo.
Pero al ser él, el último en llegar, todas las cualidades ya estaban tomadas por otros seres. Ya estaba todo lleno. Todas las cosas se habían distribuido a los órdenes supremos, medios e inferiores. Finalmente, el óptimo artífice decidió que aquel a quien no podría dar nada como propio, tuviera todo lo que se les había dado singularmente a los demás.
Por tanto, recibió al hombre como obra de arte sin definir, y habiéndole puesto en el centro del mundo, así le habló. ¡Oh, Adán! No te hemos dado una sede determinada ni propia, ni ningún don exclusivo para ti, para que tengas y poseas con seguridad la sede, el rostro, los dones que desees, según tu decisión y opinión. Para los demás, la naturaleza queda sujeta dentro de las leyes impuestas por nosotros. Tú, no sujeto por ninguna estrechez, tú fijarás tu naturaleza según tu arbitrio, en cuya mano te he puesto.
Te he puesto en medio del mundo para que vieras más cómodamente a tu alrededor cuánto en el mundo hay. No te hicimos celeste ni terrenal, ni mortal ni inmortal, para que tú, como escultor y configurador libre y honorario de ti mismo, puedas escultirte con seguridad en la forma que prefieras. Podrás degenerar en lo inferior, propio de los brutos. Podrás regenerarte según la decisión de tu ánimo, en lo superior que es de Dios. Al hombre al nacer el Padre le dotó de toda clase de semillas y gérmenes de vida, que según los cultive cada cual, crecerán y darán fruto.
Si son vegetativos, se hará planta. Si son sensuales, se hará animal. Si son racionales, se convertirá en animal celeste. Si son intelectuales, se convertirá en animal.
Será ángel e hijo de Dios. Y si, no contento con ninguna suerte de criaturas, se recoge en el centro de su unidad, hecho un solo espíritu con Dios, en la solitaria oscuridad con el Padre, que está sobre todas las cosas, entonces, estará por encima de todas las cosas. Pico afirma entonces, el hecho de que somos incompletos. Que no tenemos una naturaleza determinada, sino que, como dice Sófocles, podemos resbalar hacia el mal o bien deslizarnos hacia el bien. Es la base de nuestra propia libertad.
Un ser humano es un ente abierto, que se va haciendo a sí mismo con cada decisión que toma, con cada deseo que manifiesta, con cada meta que realiza. Así... Podemos parecernos a los animales o emular a los ángeles. Un acercamiento al tema de lo que es propiamente humano más cercano a nuestros días, nos lo ofrece el pensador español José Ortega y Gasset en su ensayo La meditación de la técnica. Ortega afirma, lo que está muy próximo a nuestra cotidianidad, que la técnica es...
la característica que nos hace propiamente humanos. El animal, cuando no puede satisfacer una necesidad, por ejemplo, cuando no hay fuego ni caverna, no hace nada más y se deja morir. El hombre, en cambio, dispara un nuevo tipo de hacer que consiste en producir lo que no estaba ahí en la naturaleza, sea que en absoluto no esté, sea que no está cuando hace falta. Naturaleza no significa aquí sino lo que rodea al hombre, la circunstancia. Así hace fuego cuando no hay fuego.
Hace una caverna, es decir, un edificio, cuando no existe en el paisaje. Monta un caballo o fabrica un automóvil para suprimir espacio y tierra. El animal no puede retirarse de su repertorio de actos naturales, de la naturaleza.
que no es sino ella y no tendría al distanciarse de ella donde me queres, pero el hombre. Por lo visto, no es su circunstancia, sino que está solo subvergido en ella y puede en algunos momentos salirse de ella y meterse en sí, cogerse, ensimismarse, y solo consigue ocuparse en cosas que no son directa e inmediatamente atender a los imperativos o necesidades de su circunstancia. En estos momentos extra o sobrenaturales de ensimismamiento y retracción en sí, inventa y efectúa ese segundo repertorio de actos.
Hace fuego, hace una casa, cultiva el campo y arma el automóvil. Al producto de esta inventiva le llamamos cultura. Visto de este modo, la cultura es el ambiente artificial que creamos para vivir bien. Y esta cultura es como una tela de un papel. araña hebrada, con la técnica, con nuestro empeño de crear lo que la naturaleza no nos da.
En nuestro esfuerzo por contestar la pregunta, ¿qué son las humanidades? Hemos viajado desde Grecia hasta el presente. Con Sófocles evocamos con admiración el misterioso poder que tiene el hombre para domesticar el mundo a su alrededor.
y escuchamos su advertencia. Ese poder se puede usar tanto para el bien como para el mal. Con pico de la mirándola reflexionamos que la esencia de ser humano radica en su apertura. Solo nosotros podemos, a través del cultivo de nuestros potenciales, llegar a ser verdaderamente humanos.
Ser humano es una posibilidad, no es un hecho consumado. Un elemento central que se introduce en el Renacimiento es la visión de que el hombre es la medida de todas las cosas. Así el ser humano transforma el mundo a su imagen y semejanza. Pequeño es lo que tiene una dimensión menor a la nuestra.
Grande es lo que supera nuestra estatura. Cerca es lo que yo percibo próximo. Un sonido suave o fuerte. Está definido por cómo yo lo escucho.
Hacemos edificios grandes para que Dios se aloje y pequeños cuando carecemos de estatus social o dinero. Vemos a los animales como inferiores y hacemos pinturas y esculturas de un Dios que es un hombre y de facciones europeas. A través de la historia nos hemos sentido impulsados a encontrar una característica.
o una esencia que nos separe del resto de los seres vivos. Y eso que encontramos, sea la razón, la imaginación, la creatividad, la libertad o la técnica, siempre es algo carente en los otros y exclusivo en lo que es nuestro. Somos mejores, más inteligentes, más diestros, lo que ustedes quieran. En el principio de los tiempos no había diferencia entre los hombres y los animales.
Todas las criaturas vivían sobre la tierra. Una persona podía convertirse en animal si así lo deseaba. Y un animal podía convertirse en un ser humano. No había diferencia.
Las criaturas eran a veces animales y a veces personas. Todo el mundo hablaba una misma lengua. En aquellos tiempos, las palabras tenían magia y el espíritu gozaba de poderes misteriosos.
Una palabra pronunciada al azar podía tener extrañas consecuencias. La palabra cobraba vida bruscamente. Los deseos se realizaban. Era suficiente con expresarlos. No se puede dar ninguna explicación.
Las cosas eran como eran. A partir del origen de las especies de Charles Darwin, la ciencia ha tomado una ruta que contradice esa postura. Frente a la visión de que somos radicalmente clase aparte, Está la evidencia de un origen evolutivo. Lejos de podernos colocar en una casilla privilegiada, nosotros procedemos de un continuo desarrollo. Somos animales, sin que eso sea un insulto.
Esto implica un cambio de perspectiva. En vez de una diferencia en clase, esta postura implica una diferencia en grado. Como dice Alasdair MacIntyre, somos animales racionales y dependientes.
MacIntyre afirma que, desde Darwin, ya deberíamos haber aprendido a estas alturas que la historia humana, antes que cualquier cosa, es la historia natural de una especie más, y que siempre puede ser necesario y con frecuencia lo es. ponerse en comparación con la historia de alguna de otras especies de animales. Este filósofo resume los más recientes intentos por justificar esta exclusión que a modo de empeño hacemos del resto de los seres vivos. Él nos dice, los argumentos discurren comúnmente del modo que sigue. Se toma como objeto de investigación una determinada facultad humana, la capacidad de albergar pensamientos, creencias, o para actuar movidos por razones, o por la facultad para formular...
y utilizar conceptos. Entonces, se demuestra que, en contra de algún filósofo precedente, el ejercicio humano de esta capacidad concreta requiere la posesión y el uso del lenguaje. Finalmente, se concluye que, debido a que los animales no humanos no poseen el lenguaje, o al menos el tejido del lenguaje requerido, carecen por ende de la capacidad o facultad en cuestión. Así es como se ha argumentado de diferentes maneras, que los animales no humanos no pueden tener pensamientos, que deben carecer de creencias, que no pueden actuar movidos por razones, y que en su interacción con los objetos de su experiencia, los conceptos le son ajenos.
Sin embargo, Si observáramos con más detenimiento, despojándonos de nuestro antropocentrismo, nos percataríamos que, como dice McIntyre, los animales se orientan ya por un tipo de razonamiento práctico, el que se manifiesta en el hecho de que se asume que esto es una razón para hacer aquello. Un tipo de razonamiento que debe ser caracterizado por analogía con el entendimiento humano. Los delfines, los gorilas...
Y los miembros de algunas otras especies no son puramente sensibles y receptivos para los estímulos que reciben sus sentidos, como tampoco lo somos los seres humanos. Ellos también habitan un mundo cuyos rasgos sobresalientes tienen una importancia u otra para ellos, y también responden de acuerdo con sus clasificaciones e interpretaciones. Ellos también cometen errores y los corrigen.
Esta necesidad de colocarnos en una categoría separada, distinta, superior y privilegiada es algo reciente en el desarrollo del animal humano. Culturas tan avanzadas como la egipcia y la babilonia veían los animales fusionados con los dioses. Se observa el mismo fenómeno en Mesoamérica. En las culturas indígenas, Los iniciados tomaban una segunda personalidad, un doble animal que representaba la cualidad óptima, lo mejor que tenía esa persona en su esencia. ¿Cómo sería el estudio de las humanidades si en vez de preguntar por la diferencia del ser humano, preguntáramos por su complementariedad?
Si en vez de separarnos tajantemente en una clase distinta, Pensáramos que lo que existe es una continuidad, o sea, una diferencia en grado. Otras preguntas más fructíferas y más a tono con lo que la ciencia y la paleohistoria han ido descubriendo se podrían hacer. Este curso está enfocado en la búsqueda de esa ruta. ¿Qué pueden ustedes aportar?
¿Qué preguntas pueden hacer? En nuestro próximo encuentro estaremos dialogando un poco sobre el origen de la humanidad. Hasta entonces, hasta luego.