Traductor: Yasmin Klär Revisor: Sebastian Betti ¿Y si les dijera que nos podemos alimentar del amor? De risas, de juegos, relaciones, espiritualidades. Soy Odette Haddad, y hoy, me gustaría presentarles los poderes de la alimentación consciente. Nací en Colombia, viví ahí hasta los 25 años. Mis abuelos libaneses llegaron a Colombia en la década de 1930. Hicieron su vida. Heredamos de ellos mucha cultura libanesa: hablamos fuerte en la mesa, combinamos todo y pensamos en la comida todo el tiempo. En el desayuno, ya pensamos lo que vamos a comer en la cena. Cualquier evento es una gran excusa para reunirse con la familia, comer juntos, celebrar la familia. Crecí cómodamente. Fui a una escuela privada, estudié durante mucho tiempo. Empecé mi carrera en una empresa grande agroalimentaria. Estaba a punto de continuar el camino esperado, marcar todas las casillas: buenos estudios, buen trabajo, casa, familia, pero esa perspectiva no encajaba en lo absoluto con lo que realmente quería hacer en mi vida. Sabía que no quería trabajar para una gran multinacional, sino más bien para el comercio justo, un concepto no tan conocido en Colombia en ese momento, pero, sabía que quería un trabajo que tuviese significado para mí. Siempre fui una gran soñadora. Seguí escuchando esa vocecita en mi cabeza, o más bien en mi corazón, que me decía: “No, no, no, no es el camino correcto”. Un día decidí hacerle caso a esa vocecita. Había estudiado francés en la universidad y es gracias a un programa de chicas de intercambio que llegué a Francia. Después de 8 meses, logré inscribirme en un Master 2 en economía solidaria y lógica de mercado. Encontré una pasantía en Artisans del mundo en comercio justo, donde conocí a Tristan, mi marido y mi pareja. Ya ven, siempre hay que escuchar a esa vocecita. En 2015, inspirados en nuestros antecedentes profesionales y por mi pasión por la cocina, decidimos lanzar nuestro propio proyecto. Un proyecto que tiene sentido. Al mismo tiempo que nos convertíamos en padres, abrimos el primer bar de jugos orgánicos de Versailles. Era una pequeña cantina a la hora del almuerzo donde cocinaba. El menú cambiaba todos los días. Rápidamente, comencé a organizar talleres de cocina. Fue un espacio de intercambio con mis clientes, compartir mis recetas, pero sobre todo pasar un buen momento juntos. Con ganas de ir más lejos, me formé en nutrición holística en Nueva York, y seguí dirigiendo mis talleres, con un enfoque más holístico de la alimentación. Dos años después, abrimos “El café positivo“, un restaurante flexitariano, y el pequeño bar de jugos se convirtió en la “Academia Positiva”. Es ahí donde continuo con mis talleres hoy en día y es siempre con gran placer que me encuentro con mis clientes. Cuanto más dirijo los talleres, más me doy cuenta de que no estamos ahí solo para cocinar, sino para cocinar juntos, para reír, para intercambiar, para nutrirnos de la emergía de los otros. ¿Han escuchado de las áreas azules? Una área azul es una región donde uno encuentra más centenarios que la media. (El primero) fue identificado en la década de 2000 en Cerdeña. Más tarde, cuatro otras áreas fueron descubiertas. Okinawa en Japón, Nicoya en Costa Rica, Icaria en Grecia y Loma Linda en California. En los barrios de Okinawa, existen estos grupos de apoyo social llamado Moai. Son amigos desde hace mucho tiempo que se unen por un objetivo común, a veces todos los días, a veces unos días a la semana, para intercambiar, para darse consejos, para ayudarse económicamente si es necesario. Se convirtieron en una familia En Nicoya en Costa Rica, los habitantes tienen este hábito de definir un “plan de vida”, una razón de vivir, en francés. Es un objetivo de vida que los motiva. y les imbuye de una actitud positiva, les ayuda a mantenerse activos, especialmente a los ancianos. Icaria en Grecia y Cerdeña son posiblemente dos de las áreas más más propicias para una buena alimentación. Gracias a su situación geográfica y su clima, los habitantes desarrollaron una cocina y una alimentación muy equilibrada, rica en pescado, legumbres, en vino. En Loma Linda en California, 9000 adventistas están en el corazón de esta zona azul. Su longevidad se puede atribuir a su vegetarianismo y a su actividad física habitual. Además, gracias a su religión, los adventistas no fuman y no beba alcohol. Los habitantes de esas áreas azules comparten tres características, nutren su cuerpo a través de una alimentación principalmente vegetal. Con movimiento, descanso, nutren su mente a través del juego y el trabajo. Nutren su espíritu por la meditación y la oración. La observación de las poblaciones muestra que pasan tiempo con sus amigos, que a menudo viven entre generaciones con hijos o nietos. Son físicamente activos y pasan gran parte de su tiempo cultivando, cosechando y cocinando productos de su huerto. Tienen una razón por levantarse todas las mañanas. Dan las gracias, rezan. Me identifico mucho con esas poblaciones que sonríen a la vida, a pesar de su situación a menudo muy precaria. Tienen este sentimiento de pertenecer a una comunidad, ser importante, útil. Esos mismos sentimiento que buscaba, que todos buscamos. Entendieron todo sobre el poder de comer conscientemente. A menudo en mis talleres, cuando hablo de la alimentación principal, la gente piensa en eso. Pero en realidad mi alimentación principal se parece más a esto. Lo que realmente me nutre hoy: mi marido y mis dos hijos que me recuerdan cada día mi razón de vivir. Mi trabajo, mi cocina. Poder compartirlo con Uds.. Finalmente, para poder dedicar tiempo con mis amigos, con mi familia. Todo lo que vivo hoy, lo imaginé, manifesté y doy gracias al universo cada día de mi vida. Hoy sé que todo tiene un propósito. Sé que podemos convertirnos en lo que deseamos, vivir nuestros sueños, comer de manera diferente. Y a ustedes ¿qué les excita más? ¿Cuál es su plan de vida? ¿Quiénes son las personas que les hacen sentir importantes, útiles? ¿Cuál es la razón por la cual se levantan todas las mañanas? ¿Se acuerdan, cuando jugaban afuera con un trompo y su mamá les llamó a la mesa? Solo querían quedarse y jugar. No querían ir a la casa, querían quedarse a jugar, no tenían hambre. ¿O cuando se enamoraron por la primera vez? Una alimentación consciente, sana , equilibrada ciertamente nutre nuestro cuerpo físico, pero también nutre nuestra mente, nuestra curiosidad, nuestro corazón. Bien, el poder real de una alimentación consciente: poder explotar todo nuestro potencial en a través de actividades que nos gusta hacer y en lo que podemos hacer prueba de creatividad. Una alimentación que nos permite dar sentido real a nuestra vida. Gracias. (Aplausos)