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Gobiernos Radicales en Argentina (1916-1930)

Title: URL Source: blob://pdf/208d15c6-6002-47f3-9216-c65e2a06e4f7 Published Time: 2024-04-18T12:44:14.000Z Markdown Content: # 2. Los gobiernos radicales > Entre 1916 y 1930 se sucedieron tres gobiernos radicales, el ltimo de ellos interrumpido por un golpe de estado. Durante esos aos, uno de los conflictos polticos ms relevantes se libr entre los grupos conservadores, alejados del control del estado debido a la aplicacin de la Ley Senz Pea, y el radicalismo conducido por Hiplito Yrigoyen. La etapa culmin con el golpe militar que, el 6 de septiembre de 1930, derroc a Yrigoyen e impuso al general Uriburu como presidente. Yrigoyen llega a la presidencia El 12 de octubre de 1916, rodeado de un notable fervor popular, Hiplito Yrigoyen asumi la presidencia; comenzaba de este modo un ciclo de casi catorce aos durante los cuales las principales disposiciones de las leyes electorales de 1912 rigieron los comicios en la Argentina. Tambin se trat de un perodo en el cual la Unin Cvica Radical result imbatible en el mbito nacional desde el punto de vista electoral. En 1922, a Yrigoyen lo sucedi otro presidente radical, Marcelo T. de Alvear; seis aos ms tarde, en 1928, Yrigoyen volva a la presidencia luego de una gran eleccin, en la que los niveles de participacin fueron altos. La presencia radical en Diputados tambin creca en esos aos. El perodo habra de cerrarse el 6 de septiembre de 1930, cuando el general Jos Flix Uriburu encabez un golpe de estado con el apoyo de sectores de las fuerzas armadas, de gran parte de la oposicin al radicalismo, la prensa e importantes franjas de la opinin pblica. Con ese episodio se clausuraba la experiencia democrtica ms duradera en la Argentina del siglo XX, hasta la que se abrira en 1983. Las elecciones de abril de 1916, en las que deban elegirse los miembros del Colegio Electoral que a su vez designara al presidente, fueron ganadas por el radicalismo con el 46 por ciento de los votos emitidos, aproximadamente. Las distintas formaciones conservadoras provinciales consiguieron el 25 por ciento de los votos. El Partido Demcrata Progresista (PDP) creado poco tiempo antes sobre la base de la Liga del Sur, fuerte en Santa Fe, como alternativa conservadora liberal rondaba el 13 por ciento, mientras que el Partido Socialista lograba casi el 9 por ciento. La victoria de la candidatura de Yrigoyen en el Colegio Electoral estuvo en duda hasta que se confirm que votaran por l los electores del radicalismo disidente de Santa Fe. Mesa electoral en 1916 La sancin de las leyes electorales impulsadas por el presidente Senz Pea, en 1912, inici el proceso que culminara con el triunfo de la Unin Cvica Radical en las elecciones de 1916. Se eligieron en esa oportunidad los integrantes del Colegio Electoral que, finalmente, haran presidente a Hiplito Yrigoyen. Archivo General de la Nacin. Sin embargo, el mundo poltico argentino estaba ms fragmentado de lo que estos cuatro agrupamientos pueden sugerir. El radicalismo, desde antes incluso de la eleccin de 1916, se encontraba dividido en algunas provincias, y luego de la llegada al gobierno, esas divisiones se multiplicaran notablemente: casi no hubo provincia en la que no se produjeran conflictos internos, algunos muy agudos. Se entiende la importancia de estas pujas porque, en los hechos, las provincias eran los escenarios donde las elecciones tenan lugar. Durante la primera presidencia de Yrigoyen, las disidencias radicales no se articularon en un movimiento de alcance nacional, ni respondieron a razones idnticas o a perfiles ideolgicos que pudieran ser reconocidos con claridad; en cambio, se trataba de peleas casi facciosas por el manejo de la administracin o por el reconocimiento de los organismos del partido. Algunos intentos de las autoridades partidarias para lograr la reorganizacin fueron infructuosos y, en las elecciones de 1922, dos agrupaciones radicales presentaron candidaturas diferenciadas a presidente: la UCR, cuyo candidato fue Alvear, y la UCR Principista, que promovi la candidatura del dirigente entrerriano Miguel Laurencena. El principismo criticaba el estilo que Yrigoyen imprima a la direccin del radicalismo oficial. Los grupos conservadores haban fracasado, como se indic, en la creacin de una fuerza unificada de escala nacional que pudiera enfrentar a la UCR en 1916, y en los aos siguientes esa unidad tampoco fue alcanzada, aunque se celebraron acuerdos electorales y se emprendieron acciones parlamentarias coordinadas. El PDP, apesar de tener expresiones en algunos otros distritos, era un partido cuya base electoral estaba bien localizada en el sur santafecino. Por su parte, el Partido Socialista (PS) tena arraigo en la Capital Federal, donde logr competir con el radicalismo con cierto xito; en el resto del pas, aunque el socialismo tena locales, en ocasiones prensa, militantes y candidatos, su podero era escaso, con alguna excepcin. Poco tiempo luego del comienzo de la presidencia de Yrigoyen, la Revolucin de Octubre llev a los bolcheviques al poder y abri la experiencia de la Rusia sovitica. La revolucin, as como la guerra civil y la intervencin extranjera que se sucedieron luego de octubre, conmovieron a todo el mundo poltico; en la Argentina, el PS por cierto, el ms importante de Amrica Latina termin dividindose como en otros pases. En principio, los disidentes (grupos ms afines a la revolucin bolchevique) constituyeron el Partido Socialista Internacionalista en 1918, uno de los ncleos del Partido Comunista que se fund dos aos ms tarde. Ya a fines de la dcada de 1920, el socialismo sufri una nueva escisin cuando varios dirigentes crearon el Partido Socialista Independiente, que tuvo una vida relativamente efmera y estableci alianzas con sectores conservadores, hasta llegar a ubicar a algunos de sus hombres en importantes posiciones de gobierno en la dcada de 1930. El socialismo frente a la UCR La Vanguardia, el diario del Partido Socialista, public el 12 de octubre de 1916, fecha de la asuncin de Hiplito Yrigoyen, el siguiente anlisis del hecho, que revela las dificultades que tena el socialismo a la hora de caracterizar a la UCR, con la que adems tuvo una fuerte competencia electoral en la Capital: Es indiscutible que el nuevo presidente representa la voluntad popular, libremente manifestada, y que, por lo tanto, tiene un significado democrtico []. El pueblo trabajador sabe nicamente que en este da sube al poder un partido popular, pero de origen y carcter burgus, un partido apoyado por grandes terratenientes y capitalistas, que ha contado desde su primera hora con el concurso de los militares de profesin y cuenta hoy con la simpata, el aplauso y la adulacin interesada de los elementos clericales. Sabe slo que comienza un gobierno de clase, como todos los anteriores, para el cual primarn siempre los intereses capitalistas sobre los derechos del proletariado. [] Para concluir con el rgimen actual, o atenuar sus males y reducir sus privilegios, no bastar con poner la primera magistratura en manos de un ciudadano, sino que ser preciso formar esa conciencia colectiva que permite a los pueblos emanciparse a s mismos sin jefes, ni caudillos, ni presidentes por obra de la instruccin general y de la educacin cvica. La disputa central: la importancia de las imgenes Ms all de las dinmicas propias de las provincias y de las disidencias internas que se producan en las agrupaciones, durante estos aos la disputa poltica argentina tuvo su ncleo en el conflicto entre el radicalismo y quienes haban sido los beneficiarios del antiguo orden. En esas luchas, desempearon un papel de importancia las imgenes que de s mismos y del adversario construyeron los contendientes. Desde fines del siglo XIX, en particular luego del suicidio de Leandro N. Alem ocurrido en 1896, Yrigoyen haba ganado un prestigio inigualado por ningn otro dirigente radical. Todava hoy sigue llamando la atencin su tipo peculiar de conduccin. Sin pronunciar grandes discursos, ms proclive a la charla individual e ntima, crptico en sus escritos, construyendo de s mismo una imagen sobria y austera, alejado de cualquier ostentacin, Yrigoyen fue objeto de devocin por parte de amplios grupos populares. Al mismo tiempo, para l y tambin para muchos otros dirigentes y activistas radicales, la UCR era algo ms que un partido poltico. Segn esta perspectiva, los partidos eran agrupaciones efmeras, que slo perseguan intereses sectoriales, parciales y, por eso mismo, mezquinos. En cambio, el radicalismo era concebido como la expresin de la mismsima nacin, de toda ella; los lmites que los radicales atribuan a tal entidad tendan a aproximarla imaginariamente a otra, cuya evocacin tena tambin enorme fuerza: el pueblo. Su programa de gobierno, sostenan, era la propia Constitucin Nacional. Marcelo T. de Alvear, un dirigente moderado, proclive a configurar la disputa poltica en trminos menos absolutos, sealara aos ms tarde, revelando lo extendido de estos supuestos que identificaban al radicalismo con la nacin, que ser radical es ser dos veces argentino. La certeza de constituir la causa de la nacin frente al rgimen ambas concebidas como entidades incompatibles, excluyentes era una pieza central de la identidad radical, que se pona en juego ms all de la coyuntura electoral. Caricatura de Hiplito Yrigoyen, como El peludo, por Ramn Columba. Por su parte, quienes haban manejado los asuntos pblicos en la etapa previa tendan a pensar que, por razones de experiencia, posicin social y educacin, eran quienes deban continuar en esa funcin. En torno a estas cuestiones, conviene tener en cuenta que el proceso de transformacin social evocado en el captulo anterior algunos de cuyos rasgos fueron la urbanizacin, la aparicin de nuevas formas del conflicto social, la presencia de grandes masas inmigrantes fue visto por muchos miembros de las elites como un fenmeno peligroso, que contribua a la alteracin de un orden que apreciaban. Se sumaba al cuadro la imprevista derrota electoral de 1916, que pona en manos nuevas la direccin de parte de la administracin nacional y algunas provinciales. Sin embargo, no debe suponerse que la llegada del radicalismo al gobierno signific un cambio violentsimo en este plano, ya que la dirigencia radical, al menos parcialmente, tena procedencias sociales muy semejantes a las de los miembros del rgimen. Pero tambin integraron las filas de la UCR hombres que exhiban otros orgenes, quienes accedieron luego de 1916 a los elencos de gobierno yparlamentarios: algunos altos funcionarios y diputados fueron hijos de inmigrantes, lo que significaba la ruptura de una pauta previa bastante firme. Entre sus adversarios conservadores, paulatinamente se extendi la imagen de los gobiernos radicales como gobiernos de los incapaces, miembros de un partido que se impona, sin ms virtudes ni mritos, por la supremaca del voto y el poder del nmero. Otra nota que la oposicin en general, no slo la conservadora, destac por la negativa fue la ruptura del protocolo en las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo por parte de Yrigoyen, que durante su presidencia no concurra a las sesiones de apertura ni enviaba a sus ministros a responder las interpelaciones, y en ocasiones trababa o desconoca disposiciones del Congreso. As, en las imgenes que conservadores y radicales construyeron del adversario, fueron puestos en primer plano rasgos que, si bien existan en la realidad, aparecan exagerados y cargados de una dimensin social muy marcada: Hemos pasado del escarpn de baile a la alpargata, se horrorizaba el senador conservador Benigno Ocampo, el mismo da de la asuncin de Hiplito Yrigoyen. Del llano al gobierno El radicalismo enfrentaba ahora el trnsito de partido de oposicin, que no dudaba en apelar ocasionalmente a la protesta armada, sin ms que ofrecer que un lugar en el combate por la causa, a partido de gobierno. Esa transformacin vena impulsada por distintas circunstancias: por un lado, deba someterse regularmente aelecciones; por otro, deba asumir responsabilidades de gestin. El cuanto al primer punto, el desempeo radical fue destacable, y la UCR ampli sustantivamente el nmero de sus representantes en la Cmara de Diputados. En 1917, haba all 45 representantes radicales sobre un total de 114; en 1922, al asumir Marcelo T. de Alvear la presidencia, los diputados radicales eran 101 sobre 150, aunque a poco de andar el bloque se partira, augurando la divisin partidaria que tuvo lugar en 1924. En parte religin cvica forjada en los aos heroicos del siglo XIX y en parte mquina electoral afinada que en varias zonas se entramaba con el estado; un cierto tono popular en su composicin social, difcil de definir estrictamente y con precisin, pero tambin difcil de desmentir; una dimensin nacional que conviva con fuertes tensiones entre los diversos grupos provinciales que la integraban, de los cuales, sin embargo, ninguno resignaba la identidad radical: la UCR exhibi todos estos rasgos al mismo tiempo. A pesar de que, con el paso de los aos, la potencia electoral del radicalismo qued en evidencia, el comienzo en 1916 fue complicado. La posicin del gobierno nacional no era cmoda, dado que tanto el Congreso como muchos de los gobiernos provinciales estaban en manos opositoras. Yrigoyen busc desactivar estas bases de la oposicin. En el caso de las provincias, apel a las intervenciones, que se sucedieron a lo largo de su presidencia y en varias oportunidades se establecieron por decreto, con el argumento de que sus gobiernos haban llegado a esa posicin por efecto de la manipulacin de las elecciones y que la autntica autonoma era para los pueblos. Algunas provincias fueron intervenidas en ms de una oportunidad. En cuanto al Congreso, las sucesivas elecciones consolidaron a la bancada radical, aunque la Cmara de Senadores continu siendo un bastin opositor. En cuanto al desempeo en el gobierno, hacia 1916 los radicales apenas disponan de dirigentes entrenados en el manejo de la administracin o con prctica parlamentaria reciente a nivel nacional. Entre los varios frentes que debi asumir el gobierno radical se destaca el de la poltica exterior, ya que la Primera Guerra Mundial continuaba su curso. Yrigoyen decidi mantener la neutralidad que haba adoptado el gobierno argentino ante el conflicto, mientras que la mayor parte de la oposicin y de la gran prensa se haba tornado favorable al bando de Francia, Inglaterra, Italia, la Rusia zarista y, luego de abril de 1917, de los Estados Unidos. El gobierno norteamericano presion para que el argentino cambiara de posicin y rompiera relaciones con sus enemigos. Y si bien algunos episodios puntuales como el hundimiento de los buques argentinos Monte Protegido y Toro, en la primera mitad de 1917 tornaron la cuestin ms acuciante, el presidente mantuvo su actitud. La guerra haba impactado tambin en la economa local. Al comienzo del conflicto, se produjo una baja general en el comercio internacional, y tanto las exportaciones como las importaciones disminuyeron. Luego, la exportacin de productos agropecuarios repunt, mientras las importaciones continuaban deprimidas. As, la balanza comercial result favorable, aunque la baja de las importaciones resinti el desempeo de la administracin, que en buena medida se sostena con los impuestos aduaneros a los productos que ingresaban al pas. El cuadro se completaba con una baja importante en los salarios reales. Finalizada la guerra en 1918, se produjo cierta recuperacin parcial de la actividad econmica internacional, que se frenara hacia 1920-1921. Incluso en esa etapa, la inflacin complic la situacin, y en los comits radicales lleg a venderse carne radical y pan radical, ms baratos que los corrientes. A su vez, Yrigoyen intent solucionar el problema del financiamiento de las actividades estatales, que dependa casi exclusivamente de los impuestos al comercio exterior. Con ese objetivo, present al Parlamento un proyecto de impuesto a los ingresos personales, que sin embargo no fue tratado. En este marco, y en lo que se refiere a su posicin ante la cuestin social, Yrigoyen comenz su gestin intentando ubicar al gobierno como rbitro frente a los conflictos obreros. sa fue la actitud asumida, por ejemplo, a fines de 1916 ante una huelga lanzada por dos sindicatos que, en una economa dedicada a la agroexportacin, tenan un papel importante: los que agrupaban a los trabajadores portuarios, por una parte, y a los ferroviarios, por otra. Esa gravitacin otorgaba a las organizaciones la posibilidad de instalarse en posiciones de cierta fuerza a la hora del conflicto. El presidente recibi a las delegaciones sindicales, atendi varios de sus reclamos y se neg a reprimir, respuesta que le demandaban las asociaciones patronales. La poltica de Yrigoyen fue criticada tambin por la oposicin conservadora, que la denunciaba por su debilidad ante el desorden social, cuando no por darle impulso. La agitacin que sigui a la Revolucin de Octubre, tanto entre las esperanzadas fuerzas de izquierda como entre quienes imaginaban que habra de acarrear calamidades sociales inminentes, angost el espacio para el desarrollo de esa poltica presidencial, que tendra su final en los episodios de la Semana Trgica. En enero de 1919, una huelga de los trabajadores metalrgicos de los talleres Vasena, en la ciudad de Buenos Aires, culmin en una huelga ms amplia; las fuerzas policiales fueron desbordadas y slo das despus el ejrcito logr controlar la situacin. Ya en 1921, se produjeron otros conflictos importantes, como el de La Forestal y el de la Patagonia, que fueron reprimidos duramente, como examinaremos en el captulo 4. Luego de la Revolucin Sovitica, surgieron en la Argentina agrupaciones peculiares. La Liga Patritica Argentina, fundada en 1919, cuando tuvo lugar la Semana Trgica, es un buen ejemplo. Algunas estuvieron vinculadas a las asociaciones patronales; otras se nutrieron de jvenes de la elite y destacados dirigentes conservadores, pero tambin de radicales y demcrata progresistas, al punto que el diario oficialista La poca sola publicar sueltos con el anuncio de las reuniones de la Liga, conducida por Manuel Carls, tambin radical. Todas se manifestaban hostiles hacia el activismo obrero y de izquierda, con algunos tonos xenfobos y apelaciones exaltadas a la movilizacin patritica contra lo que conceban como el caos social. Si bien no constituyeron partidos polticos en regla, intervinieron en los asuntos pblicos organizando conferencias, congresos y campaas, y tambin actuando como grupos de choque que, en los hechos, desafiaban el ejercicio del monopolio estatal de la violencia. En la mayor parte de los casos, el gobierno de Yrigoyen toler ese desafo con escasa reaccin. En el caso de la Liga, la convocatoria se extendi a las mujeres, quienes a travs del desarrollo de tareas caritativas, afianzaron relaciones con sectores catlicos que se dedicaban a ello haca tiempo. Eran stas las expresiones de un nuevo tipo de agrupacin de derecha, dispuesta entonces a desarrollar alguna forma de activismo social y a la disputa callejera para enfrentar a quienes consideraba sus enemigos. La candidatura de Marcelo T. de Alvear Marcelo T. de Alvear era miembro de una de las familias ms connotadas y ricas de la Argentina, cuyo linaje se remontaba al siglo XVIII. Era tambin un radical de los primeros tiempos, ya que siendo muy joven haba participado en la Revolucin del Parque y luego en el levantamiento de 1893, cuando ocup posiciones de responsabilidad. En 1912, el radicalismo decidi volver a presentarse a elecciones tras la reforma electoral y Alvear se cont entre los ocho diputados del partido que se incorporaron al Congreso. Por entonces, la relacin de Alvear con la poltica era irregular: largas estancias en Pars, donde tena una residencia, se combinaban con la actividad partidaria. Al llegar Yrigoyen a la presidencia, le ofreci el cargo de ministro de Guerra a Alvear, quien declin la propuesta; finalmente fue nombrado ministro plenipotenciario en Pars, precisamente. Durante la guerra y tambin en ocasin de las negociaciones posteriores a la paz, Alvear manifest diferencias con las posiciones de Yrigoyen, pero termin por aceptar la lnea fijada por el presidente. Ms all de la poltica, los lazos de afecto entre Yrigoyen y Alvear eran antiguos. Presidentes radicales El presidente Yrigoyen recibe a Marcelo T. de Alvear, ya presidente electo, que llegaba desde Pars, en septiembre de 1922. Ambos dirigentes tenan una antigua relacin iniciada en tiempos de la Revolucin del Parque, en 1890, que no impidi las disputas internas en el radicalismo durante la presidencia de Alvear. Finalmente, el partido se quebrara en 1924. Archivo General de la Nacin. Hacia 1921, comenzaron las negociaciones para definir la prxima candidatura radical a la presidencia: aunque varios nombres circularon, el parecer de Yrigoyen defini la cuestin a favor de Alvear, quien fue convertido en el candidato oficial en la Convencin Nacional de la UCR que sesion en marzo de 1922. Vista a la luz de disidencias, conflictos y distanciamientos posteriores entre ambos, aquella decisin de Yrigoyen puede llamar la atencin. Sin embargo, es necesario considerar que, hacia 1922, Alvear era un importante dirigente, con experiencia parlamentaria y diplomtica, de lealtad probada incluso a pesar de las diferencias de criterio, con extensa pertenencia partidaria y relacin personal con el lder. Durante la campaa electoral de 1922 no faltaron los episodios de violencia, en especial en algunas provincias. En las elecciones, celebradas en abril mientras el candidato se hallaba todava en Pars, la UCR que sostena su candidatura se enfrent a la Concentracin Nacional constituida por los grupos conservadores, al PDP, al PS y a la UCR Principista. Las listas de electores radicales lograron imponerse en 12 distritos sobre un total de 15 (en 1916 lo haban hecho solamente en 6). Un nuevo eje del conflicto poltico? En los nombres de los ministros designados por Alvear se ley un primer gesto de autonoma respecto de Yrigoyen, ya que slo uno de ellos sostena contactos estrechos con el ex presidente. Ese conflicto se intensificara y se convertira en una de las cuestiones polticas relevantes durante aquellos aos. En esta ocasin, los radicales que, sin renegar de su condicin de tales, se distanciaron de Yrigoyen lograron articular una alternativa nacional, y luego de que el bloque parlamentario se separara en los hechos desde 1923, en 1924 los disconformes organizaron un partido diferenciado, la Unin Cvica Radical Antipersonalista. Algunos de sus jefes fueron Vicente Gallo, Leopoldo Melo, los Lencinas de Mendoza, Eduardo Laurencena de Entre Ros. Muchos tenan largas y destacadas trayectorias radicales, que incluan desde la participacin en revoluciones hasta el ejercicio de responsabilidades parlamentarias y ejecutivas: Gallo era, por ejemplo, ministro del Interior de Alvear. El rasgo en comn era la crtica a Yrigoyen, que tambin tena diversos orgenes, acompaada de la pretensin de constituir el autntico radicalismo, cuya tarea era retomar la lnea expresada en los documentos iniciales del siglo XIX, donde se denunciaba la actitud poltica personalista. Ms all de esas posiciones mnimas, era difcil hallar homogeneidad. Por su parte, los yrigoyenistas continuaban reteniendo la estratgica provincia de Buenos Aires y hacan pie firme en la Capital Federal y otros distritos. En esta corriente comenz a plantearse una lectura de la gestin de Yrigoyen que tendra larga vida en la UCR. Interpretando el antipersonalismo como una escisin conservadora impulsada por quienes no eran verdaderamente radicales, los partidarios de Yrigoyen hicieron de su figura la encarnacin de una poltica popular, atenta a los ms humildes, antiimperialista, y de defensa de la soberana nacional. Dado que las relaciones entre el presidente y el caudillo eran inestables, en ocasiones la crtica yrigoyenista se detena ante la figura de Alvear; sin embargo, en el acto de transmisin del mando en 1928, la acusacin de traicin alcanz al presidente saliente. Fragmentos del mensaje del presidente Alvear al abrir las sesiones ordinarias del Congreso en 1928: Los principios polticos que atrajeron mis simpatas y tuvieron a su servicio toda mi vida ciudadana mantienen su preeminencia en todo el pas, puesto que esos principios han sido invocados por los dos grandes ncleos de opinin que han intervenido en la reciente campaa electoral. S muy bien que la relativa imprecisin con que esas ideas se anuncian o se relacionan con las formas positivas de su interpretacin ha dado ocasin a que se discuta sobre quines las entienden bien o las aplican de mejor modo en beneficio del pas. S tambin que en la exaltacin apasionada de esa controversia, los unos niegan a los otros hasta la sinceridad de sus respectivas aseveraciones. Todo ello significa, a mi juicio, solamente un afn saludable de esclarecimientos sucesivos []. Pero la observacin desapasionada impone a la sinceridad el reconocer que las costumbres polticas han [] asegurado el predomino veraz y definitivo de los valores representativos de la democracia. Presidencia Alvear 1922-1928. Compilacin de mensajes, leyes, decretos y reglamentos, tomo I, Buenos Aires, Pesce, 1928. El Congreso fue uno de los lugares en que se libr este conflicto entre personalistas y antipersonalistas. Gran parte de las bancas radicales en Diputados estaban en manos yrigoyenistas, y la obstruccin, llevada adelante incluso a travs de la ausencia en el recinto, fue una prctica corriente, de la que Alvear se quej sistemticamente en sus mensajes al cuerpo. A travs de decretos, el presidente lleg a clausurar en tres oportunidades las sesiones extraordinarias, en razn de la parlisis parlamentaria. Por su parte, el antipersonalismo no desde el acuerdo con sectores conservadores. Pero una de las piezas clave para dirimir el enfrentamiento era el control de la provincia de Buenos Aires, que se supona habra de permitir al antipersonalismo desmontar la mquina electoral yrigoyenista. Aun presionado por algunos de sus ministros Gallo en particular, Alvear no tom la decisin de intervenir la provincia aunque a lo largo de su mandato las intervenciones fueron diez, y en 1928 la UCR, que nuevamente impulsaba la candidatura de Yrigoyen, triunf de manera contundente sobre sus competidores antipersonalistas, aliados a los conservadores. Las lneas de accin del gobierno de Alvear En un plano que comenzaba a ser relativamente sensible, como el del petrleo, debe destacarse la gestin del general Enrique Mosconi al frente de YPF. En junio de 1922, ya a fines de su presidencia, Yrigoyen haba creado una Direccin General de Yacimientos Petrolferos Fiscales, en el rea del Ministerio de Agricultura, yMosconi fue puesto al frente del organismo por Alvear, a comienzos de su gestin. Tambin se cre la Fbrica Nacional de Aviones de Crdoba, en 1927. En ambos casos, una nueva preocupacin militar por cuestiones industriales asociadas a la defensa nacional determin esas decisiones; en el futuro, esa poltica habra de extenderse. Recuperando la iniciativa impositiva de Yrigoyen, Alvear volvi a proponer al Congreso la creacin de un impuesto a los bienes personales, que tampoco recibi tratamiento. Por otra parte, el Ejecutivo impuls la sancin de varias leyes laborales; algunas reglamentaron el trabajo de mujeres y menores en los territorios nacionales y en la ciudad de Buenos Aires, mientras que en 1926 se estableci el descanso dominical en este ltimo mbito. En el mismo plano, se destaca el laudo de Alvear en un fuerte conflicto desatado entre caeros y obreros de los ingenios tucumanos, por una parte, y las empresas, por otra. La intervencin de Alvear devino en la creacin de una entidad provincial encargada de tratar tales conflictos en el futuro. En 1924, el Poder Ejecutivo envi al Congreso un proyecto de ley que estableca el feriado para el 1 de Mayo, asociando la efemrides proletaria con la fecha de la sancin de la Constitucin de 1853. Aunque el proyecto no fue tratado, el feriado se estableci por decreto. Entre la legislacin referida a las cuestiones sociales y laborales, tambin debe contarse el proyecto de extender el sistema de jubilaciones, impulsado por el Ejecutivo en 1924. Ni las patronales ni las centrales obreras aceptaron el proyecto en el ltimo caso porque supona la disminucin del salario de bolsillo, que termin fracasando. La conflictividad social tendi a descender en los aos de Alvear, si se la compara con la del perodo 1917-1921, que haba resultado singularmente alta. Ello se evidencia en la disminucin del nmero de huelgas y huelguistas involucrados, y en cierto estancamiento del reclutamiento sindical. Sin duda, la recomposicin econmica producida luego de la crisis de la inmediata posguerra, soportada por la administracin de Yrigoyen, fue un factor determinante, en particular por la recuperacin de los salarios reales. En ese cuadro, sobre todo desde 1923-1924, la exportacin agropecuaria volvi a funcionar con cierta eficacia, hasta que una nueva crisis, esta vez ms profunda, revel sus lmites a partir de 1929. La vuelta de Yrigoyen A pesar del desafo que signific la escisin antipersonalista, la UCR que permaneca fiel a Yrigoyen logr triunfar en las elecciones de renovacin parlamentaria de 1924 y 1926. De todas maneras, es probable que la disidencia radical alentara las esperanzas conservadoras de obtener la derrota del yrigoyenismo en las elecciones presidenciales previstas para 1928. En los comicios celebrados en abril de este ltimo ao, la UCR obtuvo 839.000 votos y 249 electores, y la UCR Antipersonalista, con el apoyo conservador, 439.000 votos y 127 electores. Luego se ubicaron las listas del PS y del PDP. La campaa fue particularmente intensa: en las elecciones hubo una gran participacin, la mayor hasta ese momento, y el triunfo de Yrigoyen fue contundente en todos los distritos en los que se presentaron listas de electores que apoyaran su candidatura. El radicalismo yrigoyenista vio en estos resultados la confirmacin de muchos de sus presupuestos, en particular el que indicaba que Yrigoyen era el lder de las mayoras populares. En sus trminos, ste era un plebiscito que avalaba las polticas pasadas del caudillo y tambin las futuras. La lectura de la eleccin como plebiscito era absolutamente consistente con aquella otra imagen que el radicalismo leal a Yrigoyen vena labrando de s mismo y del conflicto poltico argentino: los autnticos radicales expresin de la nacin y del pueblo frente al rgimen oligrquico y conservador, sin espacio para otros actores, articulando toda la disputa en un combate esencial. Si bien los conservadores y el antipersonalismo haban podido sospechar el triunfo de Yrigoyen, el dato significativo era su magnitud; ella haca evidente la dificultad de conseguir una derrota del yrigoyenismo por la va electoral. Muchos de sus dirigentes vean en la falta de cultura cvica popular la causa del triunfo radical. En algunas reflexiones se pona incluso en duda lo atinado de la reforma electoral de 1912, y pronto se enlazaron con ellas las consideraciones que evaluaban otras vas para recuperar el gobierno. As, luego de las elecciones y antes del traspaso del mando, circularon rumores acerca de un golpe de estado, que conducira el general Agustn P. Justo, quien, sin embargo, lo desminti pblicamente. Entre los opositores a Yrigoyen tambin se contaron algunas agrupaciones que comenzaban a llamarse nacionalistas, muchos de cuyos integrantes tendran una actuacin destacada en la dcada siguiente. Si bien exhiban cercanas con las franjas conservadoras ms radicalizadas, sus relaciones con ellas no fueron siempre apacibles. Tenan, adems, algunas coincidencias con intelectuales catlicos, aunque no era sta todava la nota dominante en su pensamiento, y con aquellas organizaciones de derecha surgidas en tiempos de la Semana Trgica. Incluso exhiban algn perfil generacional relativamente homogneo: muchos eran jvenes nacidos con el siglo, que no haban desdeado la actividad literaria en los mbitos cercanos a las vanguardias, aparecidas en Buenos Aires en los tempranos aos veinte. La Nueva Repblica, publicacin fundada en 1927, fue uno de sus emprendimientos ms caractersticos, y los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta, junto aErnesto Palacio, nombres conocidos de sus elencos. Ellos buscaran ofrecer el soporte intelectual y suministrar cuadros de gobierno al uriburismo luego del golpe de 1930. El camino hacia el golpe de estado Hiplito Yrigoyen comenzaba su segundo mandato amparado en el notable xito electoral. Sin embargo, pronto los primeros indicios de la crisis que finalmente habra de llevar a la cada de Wall Street en octubre de 1929 se hicieron sentir en la Argentina. Los fondos fiscales menguaron, el gasto del estado disminuy y afect una de las piezas centrales de la maquinaria oficial: se produjo una baja de sueldos y comenz un proceso inflacionario. Ese ao de 1929, el conflicto poltico se intensific, ya que el oficialismo volvi a recurrir a las intervenciones para terminar de reducir a los opositores. Pronto se lleg a la violencia, que en diciembre se cobr la vida de Carlos Washington Lencinas, dirigente mendocino que haba sido gobernador de la provincia entre 1922 y 1924, cuando fue intervenida. Lencinas haba sido parte del antipersonalismo y al momento de su muerte era senador nacional electo, aunque el Congreso haba rechazado su diploma. Poco despus, el propio Yrigoyen era vctima de un atentado, fallido, a cargo de un anarquista que, al parecer, actuaba en soledad. Tampoco faltaron los enfrentamientos callejeros entre los grupos de choque del nacionalismo, como la Liga Republicana, a la que ms adelante se sumara la Legin de Mayo, y los partidarios radicales. En la opinin pblica el clima estaba cambiando, y a medida que avanzaba el ao 1930, se multiplicaron las movilizaciones contra el gobierno. La violencia se volvi ms intensa en ocasin de la campaa previa a las elecciones de diputados nacionales para renovar parcialmente el cuerpo, que tuvieron lugar ese mismo ao. Al momento de los comicios, se produjeron algunas denuncias de fraude y de presin de los interventores y la polica. Esta vez, los candidatos radicales a diputados, en conjunto, pasaron del 57,4 por ciento obtenido en 1928 al 41,7 por ciento; en la Capital, el radicalismo ocup el tercer lugar, luego del Partido Socialista Independiente y del PS. De todas maneras, en las cuentas globales continuaba siendo la primera fuerza. La oposicin inclua ya pblicamente no slo a los partidos sino tambin a rganos de prensa, como el muy difundido diario Crtica, y, en poco tiempo, a agrupaciones estudiantiles. En esos mbitos, lo que poda verse como un xito electoral propio an parcial o, al menos, como el retroceso del radicalismo no desactiv las simpatas de muchos por los planes de un golpe de estado a cargo del ejrcito, un elemento en los clculos polticos cuya importancia se revelara duradera en la Argentina del siglo XX. Desde fines del siglo XIX, se haba avanzado en la constitucin de fuerzas armadas ms modernas, con instituciones que se afianzaban, criterios ms o menos estandarizados que regulaban ascensos y jerarquas internas, y una estructura burocrtica en crecimiento, ya que, desde la sancin de la Ley de Servicio Militar Obligatorio, a fines de 1901, era recibido anualmente un importante nmero de reclutas que deba ser sometido a control mdico, alojado, entrenado y reducido a la disciplina militar. El ejrcito se profesionalizaba y al mismo tiempo se tornaba una corporacin que tenda a suponerse depositaria casi exclusiva de la tradicin patria. La poltica yrigoyenista de reparacin de las situaciones de oficiales que haban participado de la rebelin de 1905 vino a cruzarse con aquella lgica profesional, poco afecta a admitir la intervencin externa en la fuerza. A lo largo de la dcada del veinte, cuando la consolidacin profesional se asent an ms y hall en el general Agustn P. Justo, ministro de Guerra de Alvear, un importante impulsor, la divisin entre oficiales que planteaban la necesidad de privilegiar los criterios profesionales y los que se asuman radicales tom forma: los primeros se organizaron en logias, de las cuales la San Martn fue una de las ms importantes, y en ellas creci el antiyrigoyenismo. En los momentos anteriores al 6 de septiembre, existan en el ejrcito dos corrientes implicadas en la organizacin del golpe: una reunida alrededor de Justo, y la otra dirigida por el general Jos F. Uriburu; ambas tenan contactos con dirigentes civiles. Justo convocaba, en general, a quienes exhiban un perfil ideolgico conservador moderado y liberal, entre los cuales se contaban varios antiguos radicales, mientras que en el uriburismo se alineaban algunos antiguos conservadores ahora virados hacia posiciones de derecha ms extremas, como Carlos Ibarguren, y los jvenes nacionalistas, varios de los cuales imaginaban que Uriburu sera el lder militar y de autoridad que pondra fin a los supuestos desquicios que la democracia haba acarreado. Por su parte, el PS y el PDP exhibieron recelos ante la salida golpista, ms all de que algunos de sus miembros estuvieran dispuestos a apoyarla. A pesar de tal cautela, ambas agrupaciones compartan el diagnstico que indicaba que el yrigoyenismo haba llevado a las instituciones a una situacin crtica. Otro factor a tener en cuenta a la hora de explicar este golpe de estado es la intensa competencia interna entre altos funcionarios radicales cercanos al presidente, que incluy planes contrapuestos y bastante mezquinos para el reemplazo de Yrigoyen. Adems, esos pleitos ponan al propio presidente en el papel de quien deba resolver las tensiones. En los ltimos tiempos, cuando las actividades de los futuros golpistas eran pblicas y visibles, mientras algunos ministros llegaron a pronunciarse a favor de la represin, otros entendan que la situacin no lo reclamaba: fue la posicin de estos ltimos la que se impuso. El 6 de septiembre, prcticamente sin resistencia, triunf el golpe en Buenos Aires, como resultado del avance de una columna de cadetes relativamente pequea, con apoyo civil. En el interior, la situacin se repeta con menos despliegue militar aun que en el caso de la Capital. El golpe de estado del 6 de septiembre de 1930 Aviones sobrevuelan la ciudad de Buenos Aires el 6 de septiembre. El movimiento militar no encontr escollos de importancia en su camino y las fuerzas involucradas rpidamente tuvieron controlada la situacin en la ciudad. A poco de andar, sin embargo, quedara claro que el radicalismo derrocado conservaba mucho de su arraigo electoral. Archivo General de la Nacin. Interpretaciones Si bien no hubo resistencias significativas, los golpistas no contaban con guarniciones importantes y muchos mandos estaban cerca del oficialismo radical, lo que hace difcil interpretar el golpe como una accin institucional del ejrcito. Por otra parte, desde la propia arena poltica se haba alentado la intervencin militar, aunque el argumento utilizado con mayor frecuencia aluda a la necesidad de restaurar las reglas de juego institucional, que habran sido violadas por Hiplito Yrigoyen. El Manifiesto de los 44, firmado por parlamentarios opositores poco antes del golpe, exiga al gobierno el cumplimiento de la Constitucin Nacional. Estos planteos no bastan para caracterizar definitivamente el golpe ni para descifrar los impulsos autnticos de los actores, pero no deben desestimarse. Sinceros o no, sugieren los lmites que tena una accin de este tipo: deba ser presentada como un medio para restaurar la ley. El uriburismo, que con mayor osada dej entrever destellos de un proyecto corporativo ms cerril, pronto fue derrotado. De lo delicado de la operacin de interpretacin que debieron realizar los participantes del juego poltico da cuenta la declaracin del dirigente socialista Nicols Repetto, aparecida el 7 de septiembre de 1930 en La Vanguardia : Nos duele ver confundido hoy a nuestro pas en el montn de gobiernos sudamericanos. En la visin de Repetto, el movimiento del da anterior haba arrastrado a la Argentina a la situacin vivida en pases en los que el motn cuartelero era habitual. Debe considerarse, adems, que en los das previos al golpe algunas actitudes de revancha social se entramaron con el derrocamiento del radicalismo. El mismo 6 de septiembre, comenzaron los despidos de activistas sindicales en la Unin Telefnica, mientras un funcionario policial anunciaba a los trabajadores grficos en huelga que haba terminado el escndalo. El gobierno surgido del golpe militar fue encabezado por el general Jos F. Uriburu como presidente provisional. En la coyuntura que se abra, con la UCR derrocada, una nueva disputa poltica se libr entre los bandos que haban participado del movimiento. Los apoyos del presidente no eran demasiados: los nacionalistas y los conservadores ms extremos, entre los civiles, y algunos oficiales ideolgicamente cercanos, que de todos modos estaban lejos de ser mayoritarios en el ejrcito. En esta institucin, el sector de Justo era notoriamente ms poderoso, y su jefe contaba con un amplio sistema de contactos en el mundo poltico, sostenido en su antigua participacin en el radicalismo y su condicin de ex ministro. El uriburismo intent impulsar una reforma corporativista de la Constitucin Nacional, rpidamente bloqueada por los partidos que haban participado en el golpe. Uriburu ensay luego una tctica que buscaba plebiscitar su gestin a travs de elecciones escalonadas, pero esta salida tambin fracas. La disputa entre Uriburu y Justo termin con el triunfo de este ltimo, quien fue finalmente el candidato oficialista a presidente en las elecciones celebradas en noviembre de 1931. Al ao siguiente, se hizo cargo de la presidencia. El golpe del 6 de septiembre segn sus responsables Los grupos complicados en el golpe de estado el 6 de septiembre dieron a conocer un manifiesto, cuyo texto final fue el resultado de una intervencin del sector de Justo sobre la propuesta del uriburismo. Se indicaba all que las promesas de ddivas personales haban sido los mecanismos utilizados para corromper las conciencias obteniendo de ese modo sanciones plebiscitarias a favor de las polticas oficialistas. Sus autores sostenan que tenan fundadas razones para admitir que el desengao de los que se han dejado tentar con aquellas promesas es definitivo. A su vez, aclaraban que el gobierno provisorio, inspirado en el bien pblico y evidenciando los patriticos sentimientos que lo animan, proclama su respeto a la Constitucin y a las leyes vigentes y su anhelo de volver cuanto antes a la normalidad. Ms adelante indicaban que los miembros del gobierno provisorio contraen ante el pas el compromiso de honor de no presentar ni aceptar el auspicio de su candidatura a la presidencia de la Repblica. Las citas textuales del manifiesto estn tomadas de Tulio Halperin Donghi, La Repblica imposible (1930-1945), Buenos Aires, Ariel, 2004 [tomo V de la Biblioteca del Pensamiento Argentino]. De 1912 a 1930 Un balance sobre la experiencia de la democracia argentina entre la sancin de la Ley Senz Pea y el golpe de estado de 1930 puede emprenderse desde distintas perspectivas. En principio, si se tiene en cuenta que el intento de los reformistas, en particular del presidente Senz Pea, haba sido promover la aparicin de partidos orgnicos como actores del sistema, debe admitirse que el resultado fue bastante dudoso. El radicalismo se encontraba lejos de ese modelo, y tampoco los conservadores lo haban conseguido. Puede ser que el Partido Socialista, parcialmente, se acercara ms al ideal, pero no era la agrupacin que le daba el tono al funcionamiento de la poltica en la Argentina, a la que sola criticar con la expresin poltica criolla para destacar sus defectos. As, el sistema de partidos en conjunto asuma los rasgos de los dos actores ms poderosos, radicales y conservadores, que no exhiban aquellas anheladas caractersticas orgnicas. De todas maneras, debe reconocerse que esos rasgos tampoco eran excesivamente frecuentes en otros mbitos nacionales, ni en el horizonte su-damericano ni en el europeo. Por otra parte, se ha mencionado ya la existencia de denuncias acerca de las presiones ejercidas a la hora de los comicios por autoridades locales, as como de intervenciones que permitan manejar las fuerzas policiales en provincias con un efecto similar hacia la oposicin. Si bien en este perodo no se registraron objeciones masivas ni impugnaciones amplias a los resultados electorales, tampoco faltaron las quejas puntuales, en particular en la eleccin de 1930. As, las disposiciones de las leyes de 1912 regan globalmente, pero una mirada ms atenta a lo que ocurra a escala local permite corroborar las violaciones de las que ocasionalmente eran objeto. La experiencia surgida de la ampliacin de los derechos electorales en la Argentina estuvo a su vez condicionada por algunos modos previos en los que los actores concibieron el conflicto poltico. El tono general que asumieron las posiciones radicales en torno a l heredaron la interpretacin que vea a la causa en combate contra el rgimen, y algunas posiciones de sus adversarios fueron funcionales a esa manera de configurar el enfrentamiento. De este modo, la democracia argentina luego de 1916 tendi a tener en su centro mucho ms la exhibicin de apoyos populares en la contienda electoral que el respeto a los mecanismos institucionales. Cierto es que, durante la presidencia de Alvear, se les otorg algo ms de atencin, pero la extendida interpretacin del triunfo que llev a Yrigoyen a su segunda presidencia en 1928 como un plesbicito demostr que se trataba ms bien de un fenmeno acotado. Finalmente, pueden realizarse algunas consideraciones acerca de aspectos culturales e ideolgicos relacionados con estos asuntos. Con las peculiaridades que acaban de mencionarse, las disposiciones de la ley haban tornado la puja poltica ms competitiva y abierta, y eso devena en esfuerzos de los partidos por lograr que ms gente participara no slo en las elecciones, sino tambin en otras actividades que se desarrollaban en torno a sus estructuras y a sus locales. Estas tareas ms opacas y menos visibles, quiz tambin ms continuadas, en un sentido eran asimismo polticas: la celebracin de conferencias, la organizacin de la prensa partidaria local pequea, acotada, pero que demandaba trabajo y empeo, las manifestaciones callejeras, la atencin a cuestiones sociales realizada desde los locales partidarios. En un nivel ms operativo, debe sumarse a este conjunto la afiliacin, la intervencin en las reuniones del partido fueran las de los organismos de direccin de la localidad o aquellas que se realizaban en el comit barrial y aun las prcticas que deban ponerse en marcha para la apertura de un local. De este modo, creca la participacin, se multiplicaban y se extendan los mecanismos de expresin de las opiniones acerca de los asuntos pblicos, y todo ello, por sendas que se sumaban al valor simblico que haba asumido el ritual del voto, sostena la expansin de la idea que indicaba que la poltica no se reduca a sus aspectos ms formales y que, a su vez, la ciudadana tena una clara dimensin poltica. Pero estas mismas acciones, muchas veces realizadas en torno al comit partidario, tenan tambin otros costados. Si por una parte se trataba de modos de participacin y movilizacin poltica en la base, por otra, esas mismas prcticas e instituciones pasaban a formar parte de redes clientelares que los caudillos barriales o de la localidad tejan, con habilidad y constancia, a partir de la distribucin de bienes, recursos, empleos incluso, suministrados en definitiva por el estado. En la organizacin de ese tipo de estructura, pocos rasgos permitan establecer alguna diferencia importante, salvo en lo que hace a su eficacia, entre las redes radicales y las organizadas por los conservadores, o ms adelante por el antipersonalismo. As, el objetivo de la reforma no se haba alcanzado en lo que respecta al tipo de partido poltico que sus autores anhelaban, ni al tipo de prcticas que habra de sealar la regeneracin de la poltica nacional. A pesar de estos fracasos relativos y de las violaciones que ya se mencionaron, las pautas fijadas por la Ley Senz Pea funcionaban como un reglamento amplio que muy pocos se atrevan a cuestionar pblicamente todava. Las quejas, en buen nmero, solan destacar precisamente que no se cumplan sus disposiciones. Sin embargo, existan algunas agrupaciones que no slo objetaban las leyes electorales argentinas, sino la idea misma de que un gobierno democrtico con las instituciones funcionando a pleno fuera deseable; las haba a la derecha, en el nuevo nacionalismo de fines de los aos veinte, y tambin a la izquierda, cuando, por ejemplo, la lnea poltica adoptada llevaba a las columnas de manifestantes del Partido Comunista a corear la consigna Soviet s, Parlamento no, como ocurri en 1929. Todas estas circunstancias se relacionan con el discurso que asumi una parte importante del golpismo de 1930, en particular, como se indic, quienes se hallaban cercanos a Justo. Se sostena que el golpe era un mecanismo para recuperar la vigencia de la Constitucin y las reglas que deban regir la vida institucional, desconocidas por Yrigoyen. As, el respeto a la Constitucin y a las leyes electorales que garantizaban la expresin de la voluntad popular, asociadas a la democracia, aparecan como principios mayoritariamente admitidos en las declaraciones pblicas. Una apelacin que, en tiempos de un golpe de Estado, no deja de sonar paradjica.