Frederick Taylor, conocido como el padre de la administración científica, nació en Pensilvania en 1856 y murió en Filadelfia en 1915. Su formación y su capacidad personal permitieron a Taylor, de muy joven, dirigir un taller donde observó minuciosamente el trabajo de los obreros que se encargaban de cortar los metales, y fue de esa observación práctica de donde extrajo la idea de analizar el trabajo. descomponiéndolo en tareas simples, cronometrándolas estrictamente y exigiendo a los trabajadores en la realización de las tareas necesarias en tiempo justo. Para Taylor era fundamental el estudio de tiempos y movimientos, pues con este análisis se pueden determinar los tiempos de cada una de las operaciones que componen un proceso, analizar los movimientos que hace el operario para llevar a cabo la operación, y así poder evitar movimientos innecesarios que solo extienden el tiempo de una operación.
Además, el estudio de tiempos y movimientos permite revelar operaciones que estén originando retrasos en una producción. Taylor también tenía la idea de que los intereses del obrero debían ser los mismos que los del empleador, y para lograr esto propuso una remuneración por eficiencia o por unidad de producto elaborado. Afirmaba que los empleados deben ser entrenados científicamente para perfeccionar sus aptitudes, de tal manera que el trabajador que produzca más, gane más y se evite la simulación del trabajo.
Apoyaba la importancia de lograr un ambiente cordial de cooperación entre la gerencia y los trabajadores. Y para lograr dicha cooperación, propuso remuneración por unidad de trabajo, división del trabajo de los obreros con base a su especialización, y la planeación del trabajo por parte de los gerentes. Así se podría lograr una mayor producción, eficaz y eficiente.